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  • Los deportes... ¿por qué nos excitan?
    ¡Despertad! 1982 | 8 de septiembre
    • Los deportes... ¿por qué nos excitan?

      Los deportes... ¿por qué aumenta la violencia?

      ERAN las diez y treinta y ocho de la mañana del 25 de octubre de 1981. Más de catorce mil personas vestidas para correr esperaban el comienzo de la carrera en el extremo de Staten Island del puente Verrazano-Narrows, de Nueva York. De repente se oyó un cañonazo y dos ríos de humanidad empezaron a fluir lado a lado a través del puente. ¿Qué ocasión fue ésta que atrajo una participación tan masiva? El Maratón de Nueva York de 1981.

      Se calculó que más o menos dos millones de personas observaron la carrera a lo largo de la ruta de cuarenta y dos kilómetros, y millones más la observaron por televisión. Atletas de cincuenta y siete países participaron. La ciudad de Nueva York realmente manifestó interés en la carrera, y millones de neoyorquinos y otras personas se excitaron por ella.

      La excitación que los deportes ocasionan es un fenómeno mundial. Por ejemplo, noticias recientes han hablado del aumento que se experimenta en el entusiasmo por los deportes en la China. El Times de Nueva York (18 de noviembre de 1981) informó lo siguiente: “Decenas de miles de chinos convergieron anoche en aquella vasta zona comercial [de Pekín] para celebraciones bulliciosas ... La euforia se debió al equipo de balonvolea femenino de la China, que venció al equipo de los Estados Unidos ... y al del Japón ... y ganó su primer título mundial.” Hasta los chinos, que normalmente son plácidos, se excitaron a causa de los deportes. El balonvolea se convirtió en noticias de primera plana en la prensa de Pekín.

      Otro caso sobresaliente de excitación engendrada por los deportes es el de la final de la Copa Mundial de fútbol de 1982 que habría de jugarse en España, en cuyas eliminatorias habrían de participar veinticuatro naciones. Durante los pasados dos años, más de cien países estuvieron compitiendo por el privilegio de estar entre los últimos veinticuatro equipos que habrían de figurar en las eliminatorias. Centenares de millones de aficionados de todo el mundo siguen estos juegos de fútbol con gran interés. En Lagos, Nigeria, una multitud numerosa atestó el estadio ocho horas antes del puntapié inicial del partido entre Nigeria y Argelia. También hubo muchedumbres de entusiastas chinos que celebraron el éxito futbolístico que logró China cuando venció a Kuwait en una eliminatoria para participar en la serie por la Copa Mundial.

      No cabe duda: los deportes atraen y excitan a las multitudes. Pero, ¿por qué?

      Un factor implícito en la vida moderna es que la existencia de millones de personas es monótona, ya que se ven obligadas a vivir en nuestra sociedad dominada por ordenadores. A consecuencia de eso, muchos quieren librarse de la rutina aburrida y optan por hacerlo entrando en la fantasía excitante del mundo de los deportes. La minoría logra satisfacer su deseo como participantes. La mayoría logra hacerlo como espectadores. Pero todos desean la excitación, y ésta viene como resultado de la incertidumbre. En los deportes la incertidumbre es la clave... ¿quién ganará? Eso hace que las muchedumbres vayan en tropel a los sucesos deportivos, o que permanezcan pegados a sus televisores.

      Pero, ¿son provechosos los deportes, o son dañinos? ¿Pueden beneficiar a uno, sea como participante o como espectador? ¿Qué hay de los deportes a los niveles de la escuela primaria, los institutos de segunda enseñanza y la universidad, y al nivel profesional? ¿Por qué ha aumentado la violencia relacionada con los deportes? ¿Por qué se ha desbordado hasta contagiar a los espectadores en las tribunas?

  • ¿Por qué hay violencia en los deportes?
    ¡Despertad! 1982 | 8 de septiembre
    • ¿Por qué hay violencia en los deportes?

      Los deportes... ¿por qué aumenta la violencia?

      ABAJO se ven solo unos cuantos de los titulares que han aparecido en años recientes en las páginas de asuntos deportivos y de artículos de fondo de periódicos de diferentes naciones. Los deportes han llegado a identificarse con la violencia, tanto en el campo de juego como fuera de éste. Pero, ¿por qué?

      ¿Ha aumentado la violencia?

      Stanley Cheren, profesor adjunto de siquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston, escribió recientemente esto: “A medida que la población experimenta más violencia, crece su necesidad de violencia más extremada para satisfacer el deseo de estímulo violento. ... La gente está dispuesta a pagar fortunas por ver a otras personas hacerse daño. ... Esto se intensifica a medida que la gente se hace insensible. En la década de los treinta, la gente se escandalizaba al ver, en la pantalla de cine, a James Cagney abofetear a una mujer. Ahora eso es como nada; la gente exige actos de violencia mucho más serios para sentirse excitada. ... Por eso, a pesar de que peleadores siguen muriendo en el cuadrilátero, los espectadores quieren más acción. ... En nuestro deseo por ver algo más excitante, hemos llegado hasta el punto de permitir que nuestros atletas arriesguen la vida.”

      Ilustremos esto con un deporte popular en los Estados Unidos, el fútbol americano (el cual no debe confundirse con el fútbol común). Siempre se ha considerado que el fútbol americano es un deporte de choque, que sigue el estilo del rugby inglés, pero con choques más violentos. No obstante, en años recientes la norma ha sido jugar con más violencia. A menudo, el equipo protector se convierte en armadura de ataque. Por ejemplo, los jugadores utilizan cascos protectores, hechos de plástico muy duro, para convertir la cabeza en un mísil castigador.

      En el libro que publicó recientemente sobre el fútbol americano, intitulado They Call Me Assassin, el futbolista profesional Jack Tatum (del equipo Oakland Raiders) resume lo violento que es este juego con los siguientes comentarios:

      “El fútbol profesional es cruel y brutal; hay poco tiempo para sentimentalismo.”

      “Nunca atajo a alguien simplemente para derribarlo. Quiero castigar al hombre a quien persigo y quiero que él sepa que le va a doler cada vez que se atraviese en mi camino.”

      “He usado la palabra ‘matar,’ y cuando le pego a alguien, verdaderamente trato de matar, pero no como para siempre. Lo que quiero decir es que trato de matar la jugada o el pase, no al hombre ... la estructura del fútbol se basa en castigar al adversario de uno.”

      “Me gusta creer que mis mejores golpes rayan en ataques criminales, pero al mismo tiempo hago todo siguiendo las reglas.”

      El último comentario de Tatum es significativo. Fue “siguiendo las reglas” que un atajo que él realizó dejó permanentemente paralizado a un hombre. Lo que sería un ataque criminal en cualquier otro lugar es legítimo en el campo de juego. No sorprende el que un escritor de temas deportivos dijera: “Con el uniforme viene la protección contra las leyes.”

      Los comentarios de Tatum no reflejan la actitud de solo un jugador en particular. George Perles, ayudante del entrenador principal de los Steelers de Pittsburgo (fútbol americano) dijo: “[En el fútbol] la vida es muy, muy violenta, vil, dura, brutal y masculina.” El escritor William B. Furlong declaró lo siguiente en un artículo para Times Magazine de Nueva York: “La vida en el Hoyo, como se llama a la parte central de la línea [de melée abierta], siempre ha sido violenta, a veces tan violenta como una pelea con cuchillos en una habitación oscura ... a menudo incluye puñetazos, palabrotas, arañazos y patadas.”

      Jerry Kramer, delantero ofensivo del equipo de fútbol americano Green Bay Packers, escribió en su libro Instant Replay: “Comencé el día resuelto a hacerme vil y ponerme serio en preparación para el juego. Esto es algo que no se puede hacer sencillamente el sábado y el domingo [antes del juego]. Tiene que desarrollarse desde el lunes o el martes [una semana antes del juego] ... Uno desarrolla ira, luego odio, y este sentimiento se hace cada vez más intenso hasta que, el domingo, uno se siente tan acalorado que está listo para explotar. ... Cuando quiero odiar a alguien, no miro al otro equipo antes del juego ... Pienso que si no lo veo, puedo odiarlo un poco más.”

      Este mismo espíritu violento se está manifestando cada vez más en el fútbol. Heitor Amorim, ex portero del equipo futbolístico de los Corintios de São Paulo, Brasil, dice: “Abandoné el fútbol en 1970 en un tiempo en que éste estaba en una etapa de transición. Estaba dejando de ser un juego de destreza para convertirse en uno de fuerza. El arte y la destreza comenzaron a ceder ante la violencia. Creo que si Pelé [probablemente el mejor futbolista de todos los tiempos] jugara hoy día, no pudiera realizar el 50% de las maravillosas jugadas que ejecutó en los años sesenta. La violencia lo frustraría. Y los futboleros estarían de acuerdo con ello. Parece que aman la violencia.”

      La violencia, tanto verbal como física, ha penetrado hasta en deportes como el tenis y el cricket, los cuales se consideraban la esencia del juego limpio y de la conducta caballerosa. En un tiempo, el tenis fue el juego de gente de buenos modales que había aprendido a practicar la deportividad. Durante la década pasada, esta filosofía se ha desvanecido en una serie de críticas injuriosas, rabietas y obscenidades por parte de algunos de los principales jugadores profesionales.

      ¿Afecta la violencia a las escuelas?

      Con tal violencia en los deportes al nivel profesional, ¿debería sorprendernos el que actitudes similares hayan penetrado en el deporte hasta al nivel de universidad y de escuela secundaria? Marvin Vickers, joven robusto de 24 años de edad de Nueva Jersey, jugaba fútbol americano para la escuela secundaria a la que asistía en North Brunswick y recibió ofertas para jugar al nivel universitario. ¿Qué dice él en cuanto a la violencia de los deportes escolares? “Los entrenadores nos enseñaron a jugar sucio. Por ejemplo, si sabíamos que un adversario se había lastimado las costillas, recibíamos la orden de: ‘¡Golpéenlo en las costillas lastimadas!’ De hecho, si no heríamos a dos o tres jugadores del equipo contrario, en realidad no habíamos jugado un buen partido.”

      Aun al nivel de escuela secundaria, se inculca en los jóvenes el odio y la violencia. Fred F. Paulenich, instructor de universidad y de escuela secundaria, escribió: “A los jóvenes se les enseña a herir, a hacer trampas y a tomar a otros como víctimas para el dios Victoria. Los entrenadores enseñan a los equipos de escuelas secundarias y de universidades películas violentas a fin de prepararlos mentalmente para enfrentarse a sus adversarios.”

      Dave Schultz, jugador canadiense de hockey sobre hielo, famoso por su estilo violento de juego, dijo recientemente: “Pido perdón a los jugadores jóvenes que vieron mi estilo o manera de jugar y lo usaron como modelo. ... Jugaba así porque todo el mundo —entrenadores, espectadores y medios de publicidad— parecía esperar eso de mí.”

      Este último comentario nos lleva lógicamente a la siguiente pregunta.

      ¿Por qué ha aumentado la violencia?

      “Entrenadores, espectadores y medios de publicidad.” Estos se han convertido en factores principales de la violencia en los deportes. Juntos hacen que funcione la ley de la oferta y de la demanda. Los espectadores quieren acción y excitación. Esa es la demanda. A menudo, magnates de negocios contratan a los entrenadores para hacer que sus concesiones prosperen financieramente. Eso significa mantener contentos a los espectadores. De modo que se obliga a los entrenadores a satisfacer la demanda pública. Desde afuera, los medios publicitarios, especialmente la televisión, se unen a esto, mientras que alternan el exaltar la violencia con el condenarla.

      Hace unos años Vince Lombardi, entrenador profesional del equipo de fútbol americano Green Bay Packers, expresó su filosofía deportiva con la siguiente frase que desde entonces se ha hecho estereotipada: “El ganar no lo es todo; es lo único.” En realidad no fue él quien originó esta idea. Solo resumió en pocas palabras la manera de pensar que impera en los deportes profesionales.

      Pero, ¿por qué es tan importante ganar? El informe de noticias que se citó anteriormente suministra la respuesta: “Las universidades [de EE. UU.] invierten muchos millones de dólares en sus programas atléticos de División I (mucho de este dinero es para atletas que tienen becas) por muchas razones, pero la razón principal es la probabilidad de enormes ganancias que pueden obtener de equipos de fútbol y de baloncesto que tengan éxito.”

      La clave es: grandes negocios y ganancias. Los deportes producen ganancias como nunca antes. La pelea que se celebró en septiembre de 1981 entre Sugar Ray Leonard y Thomas Hearn “fue el un solo evento deportivo en que hubo más dinero envuelto en la historia de los deportes, pues se cree que recaudó un total de 37 millones de dólares.” Recientemente ocho peloteros estadounidenses firmaron contratos “para devengar salarios que fluctúan, como promedio, entre 500.000 y 926.000 dólares al año.” Se informa que Fernando Valenzuela, el famoso lanzador mejicano de los Dodgers de Los Ángeles, ganó entre 300.000 y 500.000 dólares durante una temporada tan solo por anuncios de productos. Según el diario argentino La Nación, el equipo de fútbol Boca Juniors depositó el equivalente de un millón de dólares como ‘pago de la primera cuota para la adquisición definitiva de Diego Armando Maradona,’ una estrella futbolística de Argentina. De Australia viene el siguiente informe: “Ya no hay límite y el fútbol es un gran negocio, pues cada uno de los 12 equipos de la Liga de Fútbol de Victoria tiene un volumen de ventas de cerca de un millón de dólares [australianos].”

      ¿En qué resulta finalmente el que los grandes negocios se envuelvan en los deportes? En más violencia. ¿Por qué? Porque ahora los deportes requieren grandes ingresos de los espectadores y los canales de televisión. Eso quiere decir que hay que convertir al consumidor en un adicto a los deportes para garantizar una afluencia constante de mucho dinero. ¿Cómo se logra eso? Por medio de suministrar a los clientes lo que exigen... excitación. Y esto generalmente significa violencia. Así se establece el ciclo autosustentador. Los entrenadores tienen que enseñar y exigir violencia de parte de sus jugadores porque eso es lo que quieren los espectadores. Y los magnates de negocios quieren sus ganancias. Y los medios de publicidad alternan adulaciones con acusaciones para aumentar sus ventas. Atrapados en este círculo vicioso están los jugadores, quienes tienen que producir lo que se requiere... acción, excitación y violencia.

      ¿A qué se debe la violencia entre los espectadores?

      Los salarios y premios exorbitantes que ofrecen hoy los deportes han producido algo secundario que mueve a la violencia. ¿Cómo es eso? El espectador paga un precio alto para observar a profesionales que reciben grandes sueldos. Como resultado, el espectador exige perfección en todo momento. No hay lugar para fracaso o un día malo. John Cheffers, profesor de la Universidad de Boston, explicó acertadamente dicho proceso: “Básicamente se pierde el respeto a jugadores que, según los entusiastas de deportes, reciben un sueldo demasiado alto, y a veces son irritables y, de seguro, consentidos. Por consiguiente, el garantizar que los deportistas profesionales realizarán lo que se espera de ellos, deportistas de quienes se espera perfección en todo lo que hacen, los deshumaniza y hace que se les vea como mercancía a los ojos de la gerencia y del espectador.”

      ¿Cuál es el resultado lógico de este proceso? Violencia entre los espectadores. Pero, ¿por qué debería ocurrir eso? Bueno, ¿qué hace uno cuando compra un producto defectuoso en un supermercado? Se queja al gerente o al fabricante y espera una compensación. Y ¿cómo se queja uno en un estadio deportivo si la presentación no está a la par con lo que esperaba? Puesto que no hay un medio oficial de presentar su queja y recibir compensación, el aficionado desilusionado irrumpe espontáneamente en violencia.

      Durante las últimas dos décadas la violencia entre espectadores ha recibido el estímulo de otros dos factores... las drogas y las bebidas alcohólicas. Muchos espectadores ya están borrachos o drogados cuando llegan a los estadios deportivos, o casi lo están, y van preparados con más cerveza y marihuana para beber y fumar durante el juego. A medida que progresa el partido, las muchedumbres se convierten en chusmas, las inhibiciones desaparecen y el titular del día siguiente es “Violencia insensata.”

      En Europa, la violencia entre espectadores ha llegado a tal grado que muchos países no quieren a ciertos espectadores en sus partidos. “Fanáticos ingleses: ¡no vuelvan!” Ese fue el mensaje procedente de Basilea, Suiza, después que los apoyadores del equipo inglés destrozaron todo a su paso en esa tranquila ciudad suiza. La gente del centro de la ciudad de Barcelona, España, se estremece cuando piensa en los fanáticos de los Glasgow Rangers, quienes sembraron el pánico en las calles en 1972. Un avergonzado apoyador del equipo inglés testifica al hecho de que la situación está empeorando, al decir: “Por 13 años he viajado al extranjero para ver nuestros juegos y he visto como la situación ha empeorado. Actualmente, gamberros de áreas como Chelsea, West Ham y Manchester vienen solo por las peleas. Ni siquiera ven los partidos.”

      ¿Hay alguna solución?

      La violencia en los deportes, tanto en el campo de juego como fuera de éste, ya es una plaga mundial. Se ha sugerido y probado toda clase de soluciones superficiales. En muchos estadios alrededor del mundo, ahora los espectadores están cercados detrás de un foso, como animales salvajes en un zoológico. En algunos estadios, los espectadores de equipos contrarios están restringidos a áreas diferentes. La policía y las brigadas contra motines reciben refuerzos. Algunas autoridades han sugerido que se establezcan leyes severas y se castigue a jugadores y espectadores violentos. Deportistas hasta han abogado en pro de prohibir ciertos actos violentos en algunos deportes, como en el hockey sobre hielo. “Pero los dueños de los equipos, por temor a la repercusión que esto pudiera tener en la venta de boletos, nunca han hecho caso.”

      Es obvio que la ley no puede inculcar en el corazón y la mente de la gente deportividad ni el jugar limpio. La gente tiene que aprender esto como parte integral de un punto de vista equilibrado en cuanto a la vida. Pero ¿es eso posible? Si lo es, ¿cómo pudieran beneficiarse usted y sus hijos? ¿Qué se puede hacer para que los deportes sean una actividad sana y divertida en vez de una odisea de vencer o morir?

      [Ilustraciones en la página 5]

      ESTO resultó en ESTO

  • Los deportes y la familia... un punto de vista equilibrado
    ¡Despertad! 1982 | 8 de septiembre
    • Los deportes y la familia... un punto de vista equilibrado

      Los deportes... ¿por qué aumenta la violencia?

      “UNA mujer corrió hacia mí gritando obscenidades. Retrocedí. Ella me pateó y me arañó.” Lo que dijo la otra persona fue: “Salí afuera y una mujer me lanzó un puñetazo y yo traté de patearla, pero ambas fallamos. Siento haber fallado. Lo hubiera hecho otra vez.”

      Ahora bien, ¿qué incidente fue éste? ¿Se trataba de lucha libre femenina? No; eran dos madres canadienses que se vinieron a las manos durante un torneo de fútbol en el que participaban sus hijos de diez años de edad.

      Quizás este incidente ilustra uno de los problemas de los niños que participan en los deportes... sus padres. Como escribió una madre con relación a la participación de su hijo en el béisbol de las ligas menores: “Se lo presentamos a nuestros hijos como un obsequio, un privilegio ... Y nosotros fuimos quienes perdimos la calma. Impusimos nuestros propios sentimientos de rivalidad sobre aquellos pobres muchachos, y, como resultado de esto, ellos jugaban béisbol, no para complacerse a sí mismos, sino para que nosotros siguiéramos sonriendo.”

      En Australia “se está obligando a niños de solo cinco y seis años de edad a envolverse en un ambiente deportivo de mucha rivalidad y lleno de tensiones, a pesar de que lo que opinan oficialmente muchas organizaciones... de rugby, fútbol y criquet, es que los niños no deben comenzar a jugar antes de los 10 ó 12 años de edad.” El Dr. W. W. Ewens, de Nueva Gales del Sur, dijo que “era bastante concluyente la prueba de que fisiológica, sicológica y sociológicamente los jovencitos no estaban equipados para jugar en un deporte superior.”

      Entonces, ¿por qué ejercen tanta presión sobre los muchachos sus padres y sus entrenadores? “Los padres se extralimitan cuando se identifican excesivamente con sus hijos, o tratan de vivir su propia vida mediante la de ellos,” dijo el Dr. Leonard Reich, sicólogo de niños neoyorquino. “Para algunos padres esto representa la oportunidad de volver a los días de su juventud.” El único problema es que los padres tienden a aplicar a los juegos de sus hijos criterios de adultos. El resultado es que en vez de diversión, diversión, diversión, hay el espíritu de ¡ganar! ¡ganar! ¡ganar!

      Participación equilibrada

      Obviamente, los padres deben interesarse en la recreación en que participan sus hijos, pero su interés en este asunto debe ser equilibrado y constructivo. Como explicó Bobby Orr, estrella del hockey sobre hielo: “Mi padre nunca me empujó a jugar. Jugué hockey porque me encantaba jugar.” Vincent Chiapetta, entrenador de atletas neoyorquino, dijo esto respecto a su actitud para con su hijo: “Aunque yo estaba dedicado al atletismo, no traté de obligar a mi hijo a ser corredor. ... Asistía a los juegos en los que él participaba porque él era mi hijo y responsabilidad mía. Pero cuando vi que el entrenador ejercía presión sobre los muchachos, le dije que mi hijo no iba a jugar más. Le hice saber que en lo que a mí se refiere el ganar no es lo único que importa. Después de todo, un juego es solo un juego.”

      Y, ¿qué piensan los jóvenes cuando papá y mamá participan con los muchachos en algún juego informal al aire libre? Rick Rittenbach, uno de seis hijos, recuerda: “Puesto que éramos seis hijos, a menudo iniciábamos un partido de softball o de balonvolea. Y sé que a todos nos encantaba sobremanera el que papá y mamá tomaran parte en el juego. Y ellos obviamente disfrutaban de esto también. Estoy seguro de que éste fue uno de los muchos factores que nos ayudaron a mantenernos unidos como familia.”

      La participación en los deportes puede ser tonificante para todos, prescindiendo de la edad. Pero los niños, especialmente, ven la recreación como un acontecimiento importante, y cuando ésta va unida a una buena relación con los padres, los beneficios se multiplican. Entonces, el resultado es una familia feliz, saludable y unida. Pero, ¿cuál es la clave en esta situación? El equilibrio. La recreación o los deportes deben ser un pasatiempo, no una competición a muerte ni un divisivo campo de batalla.

      El entrenamiento corporal... ¿cuán provechoso?

      ¿Da la Biblia alguna guía práctica en el campo de los deportes?

      En primer lugar, notemos el consejo valioso y fundamental de la Biblia: “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes.” (Filipenses 4:5) Esto inmediatamente señala a un punto de vista equilibrado en todo asunto. Por ejemplo, el apóstol Pablo, en el mundo griego de orientación atlética de su época, escribió lo siguiente a un joven cristiano: “Tú ejercítate en la piedad. El ejercicio corporal es útil por poco tiempo; en cambio, la piedad es útil para siempre.” (1 Timoteo 4:7, 8, Nueva Biblia Española) Otra traducción vierte este versículo así: “El deporte no tiene sino un provecho limitado.”—La Nueva Biblia (Latinoamérica).

      Entonces, si los beneficios son limitados, ¿es sabio dedicarnos de lleno a los deportes? ¿Se basan en los deportes los verdaderos valores de la vida? Y, ¿qué hay si el deporte de que se trata está en contraposición a principios cristianos fundamentales, como el de ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’ o ‘haz a otros lo que quieras que te hagan’? ¿Qué hay si la actividad deportiva extraescolar significara asociación innecesaria con personas que no compartieran los principios cristianos de uno? ¿Socavaría ello la espiritualidad? ¿No contesta “Sí” a esto el texto bíblico de Primera a los Corintios 15:33: “No se extravíen. Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles”?

      Aunque los deportes como medio de recreación sí tienen “provecho limitado,” tenemos que estar conscientes de los riesgos que pueden presentarse cuando se les toma demasiado en serio. La Biblia suministra guía a este respecto: “No nos hagamos egotistas, promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos unos a otros.” (Gálatas 5:26) En el artículo anterior se mostró que el aumento en la competición resulta en violencia. Un espíritu de rivalidad excesiva elimina mucho del placer que se deriva del jugar, puesto que la meta final, el ganar, se convierte en lo único significativo.

      Otras traducciones de ese texto dicen: “No busquemos la gloria vana.” (NB) “No tendremos entonces que procurar honores ni popularidad.” (La Biblia al día) Los jóvenes se sienten atraídos por la fantasía del éxito en los deportes. Sueñan con ser la estrella, el ganador, allá en el centro. Para la gran mayoría de los jóvenes eso es un sueño imposible. Para los pocos “favorecidos,” el precio es alto, a menudo terriblemente alto. Darryl Stingley, ex futbolista estadounidense, sabe muy bien que eso es así. Desde agosto de 1978 ha estado paralítico desde el cuello hacia abajo como resultado de una fiera jugada de fútbol.

      Heitor Amorim, estrella brasileña del fútbol, enfoca el asunto de esta manera: “Uno nunca debe olvidar que solo un puñado de personas se convierten en estrellas y obtienen todos los honores que acompañan al éxito. Por cada atleta que consigue un gran éxito hay otros miles que sufren frustración. Estos abandonan los estudios, fracasan en los deportes y entonces... ¿qué les queda? La frialdad de otros. Hoy nadie quiere conocer a un perdedor.”

      Así que, en esencia, ¿cuál es el mejor consejo que podemos seguir respecto a los deportes? Dejaremos que el ex futbolista australiano Peter Hanning (que desde 1964 hasta 1975 jugó en calidad de profesional para Swan Districts) conteste esa pregunta: “Mi consejo a los jóvenes es: Disfruten del ejercicio físico. Los deportes son una forma de recreación que los mantendrá saludables y felices si los tienen como pasatiempo. Pero el deporte profesional es otro asunto. Requiere entrega total y absoluta, dedicación completa. Y el precio que se paga es alto... toda relación, sea con la gente o con Dios, queda afectada. Uno se convierte en parte de un mundo separado en el que rigen la adulación, la inmoralidad, la envidia, el orgullo y la avaricia. Y uno constantemente corre el riesgo de recibir una lesión que lo deje incapacitado. O puede suceder algo peor para alguien que tenga conciencia: el riesgo de lesionar gravemente a otra persona. La lista de lesiones que recibí abarca la fractura del brazo, la nariz (cuatro veces) y el pómulo, y la remoción del cartílago de la rodilla, la espalda herida y concusión dos veces. ¡Y en comparación con otros salí relativamente bien!”

      Por lo tanto, aunque es cierto que la “gloria de los jóvenes es su vigor” (Proverbios 20:29, BD), debe recordarse que las relaciones con otras personas no se basan en el vigor sino en la sabiduría. Así que, disfrute de los deportes de manera equilibrada. Permita que le sirvan de distracción, pero no que se conviertan en una obsesión. Permita que lo renueven, pero nunca que lo dominen.

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