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  • “La paz de Dios que supera todo pensamiento”
    La Atalaya 1981 | 15 de marzo
    • El camino al éxito verdadero

      14. ¿Por qué no es apropiado que nosotros, como testigos cristianos, demos demasiada importancia al logro humano y al supuesto éxito relacionado con éste?

      14 No tiene nada de raro el que los hombres del mundo creen para sí inquietud por dar demasiada importancia al logro humano. Es cierto, por supuesto, que la Biblia estimula la diligencia y el desarrollo de aptitud en el trabajo. (Pro. 22:29) Pero la ambición cegadora acompañada de gran inquietud por algún supuesto éxito son incompatibles con la “paz de Dios.” De hecho, el procurar alcanzar dominio sobre otros puede hacer que la persona ambiciosa se valga de métodos dudosos, que tal vez recurra a socavar los esfuerzos de sus compañeros de trabajo y proceda de manera poco honrada que resulte en la desaprobación divina. (Pro. 3:32; 2 Cor. 4:1, 2) Cierto, los que son excesivamente ambiciosos pueden recibir los aplausos de los hombres, como fue el caso con los líderes religiosos hipócritas de hace 19 siglos, pues ellos hacían regalos, oraban y ayunaban para ganarse alabanza. Pero Jesucristo condenó las acciones de aquellos hipócritas egocéntricos y dijo que ‘estaban disfrutando de su galardón completo.’ (Mat. 6:1-18) ¡Qué insensato el que cualquier testigo de Jehová viva en inquietud de su propia hechura por tratar de ser “grande,” solo para descubrir que por ello ha perdido bendiciones eternas!—Compare con Jeremías 45:5.

      15. Respecto al supuesto éxito, ¿qué puede aprender de Eclesiastés 9:11 y 10:5–7 la persona piadosa?

      15 Para la persona que verdaderamente disfruta de la “paz de Dios,” el camino al verdadero éxito no lleva a la práctica de métodos dudosos ni a esfuerzos inútiles. Por su estudio de las Escrituras ha aprendido que en la sociedad del día actual, compuesta totalmente de criaturas imperfectas y pecaminosas, ‘los veloces no tienen la carrera, ni los poderosos la batalla, tampoco tienen los sabios el alimento, ni los entendidos las riquezas, ni los que tienen conocimiento el favor.’ (Ecl. 9:11) En realidad, “la tontedad ha sido colocada en muchos puestos encumbrados,” y uno puede ver “siervos a caballo pero a príncipes andando en la tierra justamente como siervos.” (Ecl. 10:5-7) Sí, quizás haya personas principescas o nobles a quienes no se les otorgue la dignidad que merecen, mientras que haya siervos —hombres de mucha menos aptitud— que ‘vayan a caballo’ justamente como nobleza.

      16. ¿De qué depende el que uno tenga éxito y logro en sentido piadoso?

      16 ¿Se le ha arrinconado a usted, por decirlo así, de modo que no esté disfrutando del supuesto éxito que en un tiempo deseaba? ¿Por qué inquietarse por eso? Deje que la “paz de Dios” reine en su corazón, y experimente la tranquilidad consoladora que proviene de ella. Continúe haciendo la voluntad divina y espere que su Padre celestial bendiga los esfuerzos que usted hace en el servicio de él. Eso es lo que verdaderamente importa en la vida. El buen éxito y el logro en sentido piadoso dependen de que uno tenga objetivos y puntos de vista espirituales. El salmista lo declaró correctamente como sigue: “Feliz es el hombre que no ha andado en el consejo de los inicuos . . . Antes bien, su deleite está en la ley de Jehová, y en su ley lee en tono bajo día y noche. Y ciertamente llegará a ser como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje no se marchita, y todo lo que hace tendrá buen éxito.”—Sal. 1:1-3.

      17. (a) ¿Qué tenemos que hacer para disfrutar del mayor éxito? (b) ¿Qué puede hacer usted para ayudar a otros a disfrutar de “la paz de Dios que supera todo pensamiento”?

      17 No pudiéramos disfrutar de mayor éxito en la vida que el de llegar a tener y mantener una relación íntima con Jehová Dios. El deseo intenso de agradarle nos impulsará a honrarlo por medio de nuestras palabras y acciones piadosas, a hacer bien a nuestros semejantes humanos y a compartir con ellos “las gloriosas buenas nuevas del Dios feliz.” (1 Tim. 1:11) Grande será nuestro gozo si, con la bendición de nuestro Padre celestial, podemos ayudar a otros a aprender acerca de Sus maravillosos propósitos y también a llegar a tener una preciosa relación de dedicación a él. Entonces, al igual que nosotros, aprenderán a enfrentarse con éxito a las inquietudes de la vida. Ellos, también, llegarán a disfrutar de “la paz de Dios que supera todo pensamiento.”

  • Querubines en la adoración de Israel... ¿por qué no fue idolatría?
    La Atalaya 1981 | 15 de marzo
    • Querubines en la adoración de Israel... ¿por qué no fue idolatría?

      LOS Diez Mandamientos para Israel fueron presentados en un ambiente impresionante que estuvo lleno del poder y la gloria de Dios, pues él “descendió sobre [el monte Sinaí] en fuego; y seguía ascendiendo su humo como el humo de un horno de calcinación, y toda la montaña estaba temblando muchísimo.” En aquella ocasión Dios dijo: “No debes hacerte una imagen tallada ni una forma parecida a cosa alguna que esté en los cielos arriba o que esté en la tierra debajo o que esté en las aguas debajo de la tierra. No debes inclinarte ante ellas ni ser inducido a servirles, porque yo Jehová tu Dios soy un Dios que exige devoción exclusiva.” Según lo explicó Moisés, el Dios verdadero se había presentado con tanta magnificencia “para que el temor de él continúe delante del rostro de ustedes para que no pequen.”—Éxo. 19:18; 20:4, 5, 20.

      En vista de que esta ley en contra de la idolatría se había recalcado a los israelitas con tanto énfasis, algunas personas tal vez se pregunten por qué se mandó a la nación de Israel que hiciera dos querubines de oro para montarlos sobre la cubierta del arca del pacto que estaba dentro del Santísimo del tabernáculo. Además, toda la armazón de la estructura estaba cubierta con telas de lino, bordadas en la parte que daba al interior con figuras de querubines llenas de colorido.—Éxo. 25:18; 26:1.

      Cuando este tabernáculo fue reemplazado luego por el templo de Salomón, “todas las paredes [del templo] en derredor las entalló con entalladuras grabadas de querubines,” e “hizo en el cuarto más interior [el Santísimo] dos querubines de madera de árbol oleífero, de diez codos de altura cada uno.” También, las puertas del templo y las paredes laterales de las carretillas de cobre cuyo uso estaba relacionado con el templo estaban decoradas con querubines y otras figuras.—1 Rey. 6:29, 32, 23; 7:27-29.

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