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Del Paraguay a SurinamLa Atalaya 1950 | 1 de febrero
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hasta encarrilarse los carros y abrir el camino más adelante, los hermanos empezaron a anunciar oralmente que iba a pronunciarse luego un discurso en la plataforma de la estación. Se seleccionó a un hermano que había dado recientemente un discurso público y se invitó a todos los pasajeros del convoy a que asistieran. Antes de pasar mucho tiempo muchos de los pasajeros estuvieron en la plataforma escuchando el discurso del hermano y muchos de los residentes del pueblo que pasaron por la estación oyeron también. Más de cien personas escucharon y al terminarse el discurso se anunció que si les interesaba podían obtener literatura. Un precursor colocó diez libros empastados y muchos folletos y otros hermanos colocaron grandes cantidades de literatura. Algunos de los residentes locales dijeron que nunca habían oído de esto y querían saber cómo aprender más. Se apuntaron sus nombres y direcciones y así el siervo de circuito tendrá la oportunidad de visitar a ese pueblo y averiguar lo que puede hacer para organizar una compañía nueva, o quizá cuando se hayan inscrito más precursores en el Brasil podrán ir a este pueblo y ayudar a las “otras ovejas”. No se dieron cuenta los hermanos del paso rápido del tiempo y fué un grupo muy contento que por fin llegó a Río a la medianoche.
Se abrió la asamblea en la Banda Portugal en la ancha Avenida Presidente Vargas. Sábado por la mañana 520 personas llenaron el salón, todas preparadas para salir al servicio en el campo. Es difícil encontrar salones amplios en Río, por lo cual los hermanos se aprovecharon lo más posible de lo que había. La noche del sábado, de alguna manera acomodaron a 863 personas en el salón.
Se había señalado la mañana del domingo para el servicio bautismal y 155 simbolizaron su consagración por la inmersión en la playa de la bahía cerca del centro de la ciudad. Se paseaban miles de personas por una calle céntrica cercana de modo que un grupo numeroso se congregó con los hermanos para ver el bautismo.
Se nombró a un hermano que es precursor en el Brasil para pronunciar el discurso “¡Es más tarde de lo que usted piensa!” El auditorio estaba en uno de los edificios más finos de Río, la Associação Brasileira de Imprensa. Todo lo que había allí era de lo más fino. Estuvo adecuadamente acondicionado con aire enfriado. El anuncio había sido extensamente circulado y por consiguiente no bastaba el salón; muchos tuvieron que quedarse en el corredor. Pero un total de 1,064 asistió. En seguida se pronunciaron otros discursos para los hermanos, pero la mayoría de los demás se quedaron para oír.
Esa noche después del discurso final por el presidente de la Sociedad, se juntaron los 19 graduados de Galaad que estaban en el país. Uno de ellos relató cómo varios de los publicadores desde arriba en la región amazona alrededor de Manaos habían asistido a la reunión; así es que casi todas las compañías del país habían estado representadas en una u otra de las dos asambleas. Dió gusto oír el relato de sus experiencias y de su goce al servir al Señor en esa asignación.
Al reflexionar sobre la obra maravillosa que se ha desempeñado, los corazones se regocijan; pues en 1945 había un promedio de 344 publicadores, mientras que en el mes de marzo de 1949 se alcanzó el nuevo máximum de 1,820 para todo el Brasil. Los misioneros de Galaad han hecho mucho para adelantar la obra en el Brasil, y los hermanos locales han cooperado admirablemente. El espíritu de expansión que los ministros tienen en el corazón se ha compartido con los publicadores y precursores locales, de manera que, todos unidos siguen adelante, señalando al pueblo la Señal, Cristo Jesús. Lado a lado luchan como un solo grupo para fomentar la verdadera adoración. Se sentía gozo al estar con estos hermanos en el Brasil, pues es grande su celo. Su blanco es alcanzar 2,000 publicadores antes del fin del año.
Nos levantamos temprano el lunes para despedirnos de los hermanos en la oficina de la Sucursal. Se habían portado muy bien para con nosotros, lo cual agradecimos mucho. Un hermano nos llevó en su automóvil al aeropuerto del Pan American Airways en el centro de la ciudad, y antes que saliéramos llegaron algunos de los misioneros para despedirse. Entonces un ómnibus nos llevó al aeródromo Galeão, el cual está bajo custodia militar y restringido en cuanto a los civiles. Se nos anunció a las 9:15 que ya era hora de salir cuando en ese momento recibimos la sorpresa de ver a tres hermanos brasileños que no dieron con nosotros en el centro y que se habían apresurado para ir al aeropuerto para despedirse, los cuales nos aseguraron que seguramente les veríamos en la ciudad de Nueva York en la convención internacional de 1950. No alcanzaba el tiempo para decir más.
Unos momentos después estuvimos de nuevo en el aire, volando otra vez sobre la hermosa ciudad de Río de Janeiro. Nos alcanzó el tiempo para contemplarla una vez más y luego nos dirigimos al norte arriba de las ásperas montañas verdes que circundan la bahía en Río. Hubo sólo siete pasajeros en el aeroplano, así es que lo teníamos casi exclusivamente para nosotros. Nuestro vuelo fué largo, pues Belem, en el río Amazonas, iba a ser el primer aterrizaje. Esa tarde pasamos una hora en el aeropuerto de Belem. Si existe un lugar húmedo y cálido es Belem. La ciudad, sobre la cual habíamos volado, no se parecía en nada a Río; consistía, en lo general, de casitas con techos de lámina, construídas sobre pilotaje. Antes que partiéramos empezó a llover, lo cual es muy usual allí.
GUAYANA HOLANDESA
Llovió durante todo el resto del viaje. Después de obscurecerse aterrizamos en el aeropuerto de Cayena, la Guayana francesa. Percibimos el olor de la rociada contra insectos que se había hecho en el salón de espera y, por lo tanto, no sufrimos la molestia de los moscos. Se hacía tarde y sentimos gusto cuando salimos para nuestro destino, el aterrizaje de Zandery en Surinam. Llegamos en cosa de una hora. Había muchos individuos afuera del edificio del aeródromo, pero no podíamos reconocer a nadie. Apenas vieron al hermano Knorr y empezaron a cantar y reconocimos uno de los cantos del Reino y sabíamos que había hermanos allí. Después del despacho rutinario por la aduana y la inmigración supimos que 40 hermanos habían caminado en un ómnibus los muchos kilómetros que les separaban del aeropuerto. También había lugar en el ómnibus para nosotros y gozamos durante el viaje de regreso a la ciudad. Cantaban los hermanos, a veces en inglés y a veces en holandés. Traían algo para comer y con todo y el canto se hizo corto el viaje. Estuvieron muy entusiasmados y contentos los hermanos.
Íbamos a pasar sólo tres días en la colonia holandesa de Surinam, dos de los cuales estaban destinados para la convención. Hay una oficina de Sucursal y un hogar misionero en Paramaribo, capital de la colonia, y fuimos invitados a hospedarnos con los hermanos allí. Paramaribo está sólo unos pies arriba del nivel del mar o del río y cuando llueve no corre pronto el agua. Sucedió que estuvimos allí durante el tiempo de las aguas anuales. Pero no llovió durante todo el día y así podían los hermanos seguir con el anuncio de la reunión pública que se iba a celebrar el día 20 en el Teatro Bellevue a las 17 horas y media.
Paramaribo es una ciudad muy interesante. Los habitantes son de muchas nacionalidades y razas. Además de los holandeses hay negros, javaneses, indios y chinos. Daba gusto ver entre los publicadores algunos cuyos padres eran de la India británica, uno de los cuales recibió la inmersión durante la asamblea. Gozamos estar entre estos hermanos y ver que todos, de la nación o raza que fuera, están unidos en espíritu. Se juntaban en las actividades del campo y en el anuncio por medio de cartelones y en bicicletas, dando a conocer a todos los habitantes de la ciudad que la convención se celebraba.
El programa para su asamblea era interesante. Todo era en el idioma holandés, menos un discurso que se dió en el dialecto vernáculo local. Todos los graduados de Galaad dieron experiencias o conferencias, y daba gusto oírlos hablar el idioma holandés, así dando a conocer que habían luchado para adquirir la lengua y estar posibilitados para ejercer su ministerio entre los habitantes de ese país. Hubo 85 que asistieron durante la asamblea. Varios fueron bautizados.
Estando pues en la estación de aguas, hubo aguaceros fuertes durante el día. Estorbaron algo la asistencia en la conferencia pública, la cual se celebró a las 17 horas y media en el Teatro Bellevue, junto al que había una urna electoral, pues era día de elecciones. Sin embargo llegó a 200 la asistencia. Se veía cuánto apreciaban el mensaje porque estuvieron muy atentos. El hermano Knorr puso en circulación el nuevo folleto en holandés “El Reino de Dios Se Acerca”. Lo agradecieron mucho los hermanos, puesto que no tienen mucha literatura en ese idioma. Fungió de intérprete uno de los graduados de Galaad y cumplió bien.
Después de la reunión pública los hermanos regresaron al Salón del Reino y 92 presenciaron las sesiones finales de la asamblea. Expresaron su agradecimiento por la visita del presidente de la Sociedad porque fué motivo de la solución de muchos de los problemas de su compañía. Durante los últimos tres años el número de publicadores en Surinam ha aumentado de 21 a 90, y se hicieron arreglos para mejorar la obra en ese país. Queda todavía mucho que hacer y los misioneros allí están haciendo todo lo posible, dadas las circunstancias. Todos están convencidos de que se logrará mayor progreso durante el año venidero.
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CartaLa Atalaya 1950 | 1 de febrero
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Carta
“NO PUEDEN YA MÁS MORIR”
Estimado hermano:
En contesta a su pregunta del 7 de febrero acerca de Lucas 20:34-36:
Le citamos del libro “La Verdad Os Hará Libres”, página 367: “‘ . . . no pueden ya más morir; pues que son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.’ Esto no quiere decir que ellos logran la inmortalidad. Los ángeles no son inmortales, sino que están subordinados a Cristo Jesús, quien ha sido recompensado con la inmortalidad. El hombre es un ‘poco menor que los ángeles’; y por esto siendo ‘iguales a los ángeles’ quiere decir que estos humanos resucitados no se casan (Salmo 8:5) Por obediencia y fidelidad durante el día de juicio son regenerados por Cristo Jesús, ‘El Padre Eterno’. Entonces Dios los aprueba y justifica y les concede el derecho a la vida eterna en el Paraíso sobre la tierra. Por lo tanto ellos justamente no pueden ‘ya más morir’, porque continúan fieles. Ellos logran a ‘aquel mundo’, el nuevo mundo, un ‘mundo sin fin’. Dios les garantiza una vida sin fin y les protege su derecho a ella. Ellos no logran esta justificación y derecho de vida hasta el fin de los mil años del reinado de Cristo. Como está escrito: ‘Los demás de los muertos no tornaron a vivir hasta que fuesen acabados los mil años.’—Apocalipsis 20:5.”
Su dificultad en la frase, “no pueden ya más morir,” se debe a que Ud. la aplica antes del fin de los mil años del reinado de Cristo, pues usted dijo, ‘¿Cómo puede aplicarse este texto, cuando todos los habitantes de la tierra estarán sujetos a la última tentativa de Satanás al fin del reinado de mil años?’ Algunos en la tierra morirán por motivo de ceder a Satanás cuando sea suelto por un corto tiempo. Mas Ud. no aplica bien el texto. La cita de arriba del libro “La Verdad Os Hará Libres” manifiesta que el texto aplica después del fin de los mil años y después que Satanás haya sido suelto y destruído con todos los que lo sigan en la tierra. Es después que los fieles humanos pasen esta prueba final y Jehová Dios por eso los justifica a la vida eterna y así viene a ser su Padre en un sentido directo y ellos vienen a ser “hijos de Dios”, sí, entonces es que primero aplica el texto “no pueden ya más morir”, justamente, en las manos de cualquier otra criatura.
Fielmente de Ud. en alabar a Jehová más y más,
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