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  • La tecnología... ¿esclava, o ama?
    ¡Despertad! 1985 | 22 de noviembre
    • La tecnología... ¿esclava, o ama?

      LA MADRE, con una gran sonrisa en el rostro, abraza cariñosamente a su hijita. Esta podría haber sido cualquier madre que regresara al hogar después del trabajo, pero el texto al pie de esta fotografía de prensa que apareció en la primera plana dice: “La Dra. Anna L. Fisher abraza a su hija, Kristin, después de regresar del espacio”. Ella acababa de regresar de un vuelo espacial de ocho días, durante el cual los astronautas rescataron dos satélites errantes y los trajeron de vuelta a la Tierra en un transbordador espacial.

      En la misma página del periódico hay un informe sobre el último suceso de un histórico caso de transplante de corazón, que tenía que ver con una niñita. Aunque la niña murió después de una lucha de 21 días, “su médico dijo hoy que la operación, en la cual ella recibió el corazón de un papión, había dado adelanto a la ciencia y algún día salvaría la vida de muchos niños”.

      Innovaciones tecnológicas como esas eran asunto de fantasía científica tan solo hace 50 años. Sin embargo, para la mayoría de la gente hoy día, esas innovaciones no han llegado a ser más extraordinarias que, quizás, el que un amigo regrese de un viaje al extranjero o el que alguien ingrese en el hospital para que le extirpen las amígdalas.

      Muchas personas han quedado perplejas y han comenzado a creer que todo es posible debido a la ciencia y la tecnología modernas. “Su enorme éxito en producir beneficios tangibles [...] ha hecho que todo lo que producen los científicos y tecnólogos se considere una vaca sagrada”, comentó John Gibbons, educador de ciencia. El reflejo de tal optimismo se puede ver en la declaración del presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, en su discurso sobre el Estado de la Unión en 1983: “Tan ciertamente como que el espíritu precursor de los Estados Unidos nos convirtió en el coloso industrial del siglo XX, el mismo espíritu precursor de hoy día está abriendo otro inmenso campo de oportunidad... la frontera de la alta tecnología”.

      No obstante, otras personas adoptan un punto de vista menos entusiasta. Por ejemplo, Mary Eleanor Clark, profesora de ciencia, exclamó en una entrevista: “En los Estados Unidos y en otras culturas adelantadas, la creencia en la tecnología se ha convertido en una fe religiosa. Hemos llegado a considerarnos tan listos en sentido tecnológico que siempre seremos lo suficientemente flexibles como para salir de cualquier crisis”. Algunas hasta sostienen un punto de vista casi siniestro sobre este asunto. Un escritor representó a Jacques Vallee, científico en el campo de los ordenadores, como alguien que opinaba que ‘la alta tecnología ha adquirido un impulso propio, y ahora está controlando a la sociedad tanto como la sociedad está controlando la alta tecnología’.

      ¿Es la tecnología realmente una nueva frontera de oportunidad, el medio para resolver nuestros problemas? ¿O ha afectado tanto la tecnología nuestro modo de pensar y modo de vivir que se está convirtiendo rápidamente no en nuestra sierva, sino en nuestra ama?

  • La tecnología... cómo nos afecta
    ¡Despertad! 1985 | 22 de noviembre
    • La tecnología... cómo nos afecta

      EN EL cuento de hadas de Goethe titulado El aprendiz de brujo, popularizado por la música de Paul Dukas y la película Fantasía, de Walt Disney, al aprendiz se le ocurrió la idea de utilizar el misterioso poder de su amo para aligerar su propio trabajo. Puso una escoba a trabajar cargando agua por él. Por no saber cómo controlarla, pronto descubrió que la esclava obediente, aunque sin inteligencia, llevó tanta agua a la casa que la inundó. Claro, el cuento tuvo un final feliz... el amo acudió en auxilio.

      Al igual que la escoba del aprendiz, la tecnología es fundamentalmente un instrumento poderoso. Se puede utilizar para hacer nuestro trabajo más fácil, más eficaz y tal vez hasta más agradable. Pero cuando no se controla apropiadamente o cuando se emplea mal, también puede convertirse en una fuerza de consecuencias desastrosas, hasta mortíferas.

      Un ejemplo fundamental de esto es el automóvil. No hay duda de que el automóvil ha producido muchas ventajas y beneficios para la sociedad en general. No obstante, ¿quién puede negar los perjudiciales efectos secundarios, como la contaminación del aire, el ruido y las muertes y heridas ocasionadas por accidentes y el conducir de manera descuidada? Esta innovación tecnológica es, a lo más, una bendición mixta.

      Pero el efecto de la tecnología va mucho más allá de eso. La tecnología se ha extendido tanto en nuestro mundo moderno que no solo está cambiando el modo como trabajamos y vivimos, sino también nuestros valores, nuestro punto de vista de nosotros mismos y de la sociedad en conjunto. Surge la cuestión: ¿Hemos utilizado la tecnología prudentemente para nuestra propia bendición, o ha dominado la tecnología nuestro modo de vivir para perjuicio nuestro?

      Sin duda, de una manera u otra, la mayoría de la gente que vive hoy se ha beneficiado del adelanto de la ciencia y la tecnología. En las naciones desarrolladas, al igual que en las que están en vías de desarrollo, la tecnología ha producido numerosas ventajas materiales en casi todo aspecto de la vida. Ante todo, el empleo de máquinas, abonos, insecticidas y semillas mejoradas ha aumentado el suministro de alimento y la nutrición de gran parte de la población mundial. Los adelantos en la medicina han resultado en mejor salud y una

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