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  • Parte 8—“Hágase tu voluntad en la tierra”
    La Atalaya 1959 | 15 de abril
    • 36, 37. (a) ¿Qué decreto y qué conducta pagana que se permitió manifiesta si este templo fué el verdadero santuario de Jehová o no? (b) ¿Cómo lamentó Jeremías por la santa ciudad al tiempo que fué desolada?

      36 Orando en la dedicación de este templo el rey Salomón recordó a todos los que estaban al alcance de su voz que este templo tan espacioso y glorioso no era el verdadero santuario del Dios del cielo: “Pero ¿habitará Dios verdaderamente con la humanidad sobre la tierra? ¡Mira! el cielo, sí, el cielo de los cielos mismos, no puede contenerte; ¿cuánto menos, entonces, esta casa que yo he edificado?” (2 Cró. 6:18) Si ése hubiese sido su verdadero santuario, ¿por qué hubiera decretado Jehová más tarde que fuera destruído porque los israelitas infieles y renegados lo habían profanado, llenándolo con cosas abominables, asquerosas y repugnantes? ¿Por qué, con una aparente pérdida de su propio prestigio entre las naciones del mundo, hubiese permitido él que los adoradores paganos de los dioses falsos de Babilonia asaltaran el país como leones rugientes, que no manifestaran respeto alguno por los que adoraban formalmente en el templo, que mataran a los sacerdotes, que desnudaran el templo de toda cosa de valor, y que lo destruyeran totalmente por fuego? En 607 a. de J.C. los ejércitos de Babilonia, bajo el rey Nabucodonosor, destruyeron la famosa santa ciudad de Jerusalén y destruyeron el templo que Jehová en un tiempo había santificado. Se llevaron sus tesoros y vasijas sagradas, con la excepción del arca sagrada del pacto que había desaparecido y eludido las manos voraces de los paganos. (2 Rey. 25:8-21; 2 Cró. 36:17-21) Jeremías, a quien Jehová había usado para profetizar todo esto, se sentó lamentándose tristemente a Dios por la santa ciudad, la hija de Jerusalén ( Sión):

      37 “El adversario ha extendido su propia mano contra todas las cosas deseables que ella tiene. Porque ella ha visto a naciones que han entrado en su santuario, de quienes tú mandaste que no deberían entrar en la congregación que pertenece a ti. Jehová ha rechazado su altar. Ha despreciado su santuario. En manos del enemigo él ha entregado los muros de sus torres de habitación. En la casa de Jehová ellos han levantado su propia voz, como en día de fiesta. Jehová ha pensado arruinar el muro de la hija de Sión. . . . Mira, oh Jehová, y contempla, sí, a quien has tratado severamente en este asunto. ¿Habrán las mujeres de seguir comiendo su propio fruto, los hijos nacidos completamente formados, o en el santuario de Jehová habrán de matar a sacerdote y profeta? ¡Oh cómo pierde su lustre el oro que brilla, el buen oro! ¡Oh cómo están derramadas las piedras santas [piedras del santuario] en la cabecera de todas las calles!”—Lam. 1:10; 2:7, 8, 20; 4:1, margen.

      (Continuará)

  • Los cimientos
    La Atalaya 1959 | 15 de abril
    • Los cimientos

      El estadista británico Guillermo Pitt, conde de Chatham, dijo en una ocasión a su sobrino: “Si no estás bien para con Dios, nunca podrás estarlo para con el hombre; y esto será cierto para siempre, concédanlo o no los pícaros e ingenios.”

  • La llave
    La Atalaya 1959 | 15 de abril
    • La llave

      “En las Escrituras Hebreo-cristianas,” dijo en una ocasión Ferrar Fenton, un traductor de la Biblia, “tenemos la única llave que le abre el Misterio del Universo al Hombre, y el Misterio del Hombre a Sí Mismo.”

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