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¿Ha visto esta generación ‘señales del cielo’?¡Despertad! 1985 | 8 de marzo
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¿Ha visto esta generación ‘señales del cielo’?
ENTRE las personas de edad avanzada de esta generación hay quienes recuerdan los primeros años de la aviación, después del vuelo que Orville Wright ejecutó con éxito en 1903. En aquel entonces se consideraba al avión como un juguete grande. Daba a los pilotos la oportunidad para aventurar y servía de entretenimiento a multitudes de espectadores.
Pero en 1911 Italia comenzó a usar aviones para lanzar granadas sobre las tropas turcas. Entonces llegó 1914. “La era de circo y carnaval del vuelo del hombre terminó abruptamente con el estallido de la I Guerra Mundial en 1914”, declara la Encyclopædia Britannica. “Los gobiernos en guerra estaban dispuestos a pagar millones de dólares a los diseñadores de aeronaves, lo cual hizo que la aviación se convirtiera súbitamente en una gran empresa.”
Empieza la guerra aérea
Desde el mismísimo principio de la guerra, las naciones europeas emplearon aviones para espiarse las unas a las otras. Pero el 26 de agosto de 1914 un avión ruso chocó adrede contra un avión invasor de Austria. Ambos pilotos murieron. Aquel mismo día, tres aviones británicos rodearon a un avión de reconocimiento alemán y lo obligaron a aterrizar. Se podía ver claramente que las naciones habían empezado a hacer guerra en el aire. El 5 de octubre de 1914, un piloto francés despegó en su avión con una ametralladora de mano y la usó para derribar un avión alemán. Poco después los aviones fueron equipados con ametralladoras, lo cual resultó en espantosos combates aéreos. Para el fin de la guerra, más de 10.000 hombres habían perdido la vida en tales encuentros.
Más aterrador aún fue ver las bombas caer desde los aviones. El 8 de octubre de 1914, dos aviones británicos bombardearon objetivos estratégicos en Colonia y Düsseldorf. Entonces, en diciembre de 1914, Alemania comenzó sus bombardeos aéreos sobre Gran Bretaña. “Los bombardeos aéreos se hicieron cada vez más horribles a medida que progresaba la guerra”, escribe Susanne Everett en el libro World War I—An Illustrated History.
En su libro Flyers and Flying (Los aviadores y la aviación), Aidan Chambers resume lo que el avión significó en la I Guerra Mundial: “El aeroplano se había desarrollado en una orgía de destrucción. Sobre los campos de batalla de Francia yacían los escombros deformes de muchos combates aéreos; Londres y otras ciudades, pueblos y aldeas habían sido bombardeados; los barcos habían sido atacados desde el aire. La guerra [...] cambió completamente con la llegada de los hombres voladores en sus increíbles máquinas”.
Muchas personas vieron estos desenvolvimientos de la guerra, además de otros, como cumplimiento de la siguiente profecía bíblica: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; [...] y habrá escenas espantosas y del cielo grandes señales” (Lucas 21:10, 11). Un relato paralelo de esta profecía añade las siguientes palabras: “Todas estas cosas son principio de dolores de aflicción”. (Mateo 24:7, 8.)
¿“El principio de los dolores de parto”?
¿Resultaron ser solo “el principio de los dolores de parto”, como lo vierte la Biblia de Bartina-Roquer, la I Guerra Mundial con sus ‘escenas espantosas y grandes señales en el cielo’? La historia contesta afirmativamente. Más de un millón de toneladas de bombas fueron lanzadas desde los cielos inmediatos a la Tierra durante la II Guerra Mundial. Entre ellas estaban las bombas de demolición y otros artefactos de seis toneladas que podían atravesar unos 5 metros (16 pies) de hormigón sólido.
Imagínese el terror que sobrecogió a los residentes de Hamburgo por la noche en julio de 1943 cuando un enjambre de unos 700 aviones pesados bombardearon la ciudad. Esto se repitió dos noches después, lo cual causó una tormenta de fuego que reclamó más de 40.000 víctimas. “Un río de refugiados demacrados y aterrorizados fluía a las provincias vecinas —escribió Adolf Galland—. El terror de Hamburgo se esparció rápidamente hasta las aldeas más remotas del Reich.”
Varsovia, Londres, Coventry, Berlín, Dresde, Tokio y muchas otras ciudades sufrieron debido al intenso bombardeo. Un ataque aéreo sobre Tokio causó una tormenta de fuego que fue más destructiva que la de Hamburgo. Murieron más de 80.000 personas. Después de una serie de ataques aéreos, millones de personas huyeron de la ciudad. “La población de Tokio bajó de cinco millones a dos y un tercio millones de personas”, registró el historiador Jablonski. Una japonesa dice: “Siempre que oigo la sirena de un camión de bomberos o veo el chisporroteo de la leña en una chimenea, mi corazón se agita y vuelvo a vivir aquellos días de terror cuando era niña”.
La II Guerra Mundial introdujo nuevas armas aterradoras. En el último año de la guerra, Alemania comenzó a lanzar los cohetes V-2, cargados con una tonelada de explosivos. Alcanzaban una velocidad de 5.600 kilómetros por hora (3.500 millas por hora) antes de dar en el blanco, y llegaban a suelo británico solo unos cinco minutos después de haber sido lanzados. Luego los Estados Unidos dejaron caer dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, las cuales mataron al instante a más de cien mil personas. “Junto con la bomba atómica —explica la Encyclopædia Britannica—, el V-2 prefiguró los proyectiles balísticos intercontinentales [ICBM] de la era de la posguerra.”
Después de la guerra, las naciones desarrollaron armas nucleares que eran más destructivas aún. Antes que se firmara en 1963 el tratado que prohíbe las pruebas nucleares, había una fiebre de tales pruebas. Se hicieron estallar bombas nucleares hasta en el espacio. En cuanto a uno de estos experimentos, el doctor Mitton escribe en su libro Daytime Star—The Story of Our Sun (La estrella diurna... la historia de nuestro Sol): “La explosión ‘Starfish’, en julio de 1962, produjo una zona radiactiva que continuó en existencia por varios años. La insensatez de este ejercicio se pudo ver clara y enérgicamente cuando se supo que varios satélites costosos fueron totalmente destruidos”.
El tratado de 1963 limitó las pruebas de armas nucleares, pero no impidió que las superpotencias fabricaran más de estas bombas. Tampoco impidió que desarrollaran los métodos para lanzarlas. Al comentar en cuanto a este asunto, el doctor Jastrow escribió en Science Digest: “Cuando los alemanes estaban haciendo llover cohetes V-2 sobre Gran Bretaña hace 40 años, creían que eran bastante certeros si los cohetes caían dentro de un radio de 16 kilómetros [10 millas] de su blanco. [...] Las ojivas nucleares de los ICBM soviéticos y estadounidenses que hay hoy día pueden caer a unos 270 metros [300 yardas] de su objetivo después de haber recorrido millares de kilómetros”.
El doctor Jastrow pasó a describir las nuevas ojivas nucleares que tienen sistema de radar y cerebros electrónicos. Se les llama “ojivas astutas” y se dice que, “como promedio, pueden caer a unos 23 metros [25 yardas] de su objetivo”. Se cree que estas “ojivas astutas” se pueden adaptar a los proyectiles balísticos intercontinentales.
¿No concuerda usted en que lo que comenzó allá en 1914 era solo “el principio de los dolores de parto”? El hombre ha dado un uso cada vez más mortífero al “cielo”.
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‘Señales del cielo’... ¿razón para sombría aprensión?¡Despertad! 1985 | 8 de marzo
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‘Señales del cielo’... ¿razón para sombría aprensión?
“Es muy probable que para el año 2000 se envíen al espacio armas terribles de gran precisión, las cuales podrían atacar tanto satélites y estaciones espaciales como objetivos aquí en la Tierra.”
ESTA declaración la hizo el año pasado el presidente de la Academia Internacional de Astronáutica. El tener armas en el espacio no es solo teoría. Ya una de las superpotencias ha probado con éxito un arma “antisatélite”.
En un discurso que pronunció el 23 de marzo de 1983, el presidente de los Estados Unidos propuso que se utilizara un sistema de defensa estacionado en el espacio. Este plan de defensa requeriría poner en órbita una serie de satélites... satélites que puedan detectar mísiles enemigos para destruirlos. El plan se llama oficialmente Iniciativa de Defensa Estratégica, y se le ha dado el sobrenombre de “Star Wars” (La guerra de las galaxias).
Una revista científica describe el plan como “una magnífica esperanza para el futuro”, uno que “reduciría la terrible amenaza de emplear armas nucleares”. Otra revista, Nature, dijo: “El desarrollo del sistema de guerra en el espacio hace que las probabilidades de reducir la cantidad de armas nucleares sean cada vez más remotas; si el enemigo tiene un escudo, se necesitan más flechas”. De manera similar un artículo que apareció en la revista Scientific American describió que la era nuclear ha hecho que la “seguridad mundial disminuya drásticamente”, y sugirió que si a esta situación le siguiera “una carrera de armamentos espaciales sin restricción”, se reduciría más aún el “nivel de seguridad”.
Perspectivas sombrías predichas
La Biblia predijo la inseguridad que nuestra generación experimenta, al decir que los hombres “desmayan por el temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos serán sacudidos” (Lucas 21:26). Hay muchas cosas que hacen que la gente ‘desmaye por el temor’ debido al futuro de la Tierra.
Por ejemplo, hace poco un equipo de cinco científicos escribió lo siguiente acerca del tema “Los efectos climáticos de una guerra nuclear”: “Lo que nuestro grupo ha descubierto recientemente, confirmado por trabajadores en Europa, los Estados Unidos y la Unión Soviética, sugiere que los efectos climáticos de largo plazo debido a una guerra nuclear a gran escala serían probablemente mucho más severos y trascendentales que lo que se suponía. Después de una guerra como ésta, grandes porciones de la Tierra podrían quedar expuestas a largos períodos de oscuridad y experimentarían temperaturas mucho más bajas de lo normal, vendavales violentos, niebla tóxica y lluvia radiactiva persistente [...] Hasta los sobrevivientes de las regiones que estuvieran lejos de la zona de conflicto estarían en peligro de morir de hambre [...] y debido a otras consecuencias espantosas”.—Scientific American de agosto de 1984.
Estas consecuencias de una guerra nuclear a escala mundial son conocidas comúnmente como el invierno nuclear. No es de sorprender que hasta personas que viven en el hemisferio meridional sientan gran preocupación, aunque vivan lejos del territorio de las superpotencias. En un artículo de fondo intitulado “Armagedón”, una revista médica de África del Sur dijo: “La posibilidad tan real de una guerra termonuclear a escala mundial hace que todos los demás riesgos a la salud humana parezcan insignificantes. [...] Cualquier cosa que vaya más allá de un intercambio limitado de armas nucleares resultaría en que los servicios médicos, tal como los conocemos, cesaran de existir. [...] Es muy probable que hoy día la gente esté más consciente que nunca antes de los peligros que encierra una catástrofe nuclear”.
Las expectativas sombrías de una destrucción en masa no se limitan a la amenaza de una guerra nuclear. Hay libros y revistas que consideran a menudo el tema de los desastres cósmicos naturales, de una clase u otra. La posibilidad de que algún cuerpo de proporciones gigantescas choque contra la Tierra fue el tema de una reciente película de suspenso, Meteoro. Aun más reciente, cierto periódico africano planteó la pregunta: “¿Qué garantía hay de que la vida humana no será destruida por asteroides o cometas errantes?”. También se ha hablado sobre la posibilidad de que la Tierra sea destruida como resultado de las grandes cantidades de radiación que llegarían a la Tierra si explotara una estrella de gran magnitud.
¿Debe usted dejar que tales especulaciones lo aterroricen? ¿Y qué hay acerca de la verdadera amenaza de una guerra nuclear y sus consecuencias? ¿Hay base para creer que la Tierra y la vida humana que hay en ella continuarán existiendo?
Razones para optimismo
Las predicciones de que ocurra una extinción en masa se basan a menudo en la creencia de que aunque haya un Creador, éste no puede mantener su universo. Pero ¿es razonable pensar así? Respecto al poder del Dios Todopoderoso, el salmista bíblico escribió por inspiración: “Alábenlo, sol y luna. Alábenlo, estrellas de luz todas. Alábenlo, cielos de los cielos [...] Porque él mismo mandó y fueron creados. Y los tiene subsistiendo para siempre, hasta tiempo indefinido. Ha dado una disposición reglamentaria, y ésta no pasará”. (Salmo 148:3-6.)
Pero tal vez usted se pregunte: ‘¿Qué garantía da la Biblia de que la Tierra también continuará existiendo para siempre?’. Note esto: “Él [Dios] ha fundado la tierra sobre sus lugares establecidos; no se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre” (Salmo 104:5). Por eso, la promesa divina es: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz. Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella” (Salmo 37:11, 29). De hecho, Jesucristo citó del Salmo 37, lo cual muestra que creía firmemente que el hombre disfrutaría de un futuro eterno sobre la Tierra. (Mateo 5:5.)
Jesús hasta predijo cuál sería la generación que empezaría a ver el cumplimiento de las promesas de Dios. Además de predecir ‘las grandes señales del cielo’ del día actual, dijo que las escaseces de alimento, las pestilencias, los terremotos, el desafuero y otras calamidades serían rasgos de los últimos días de este sistema de cosas (Lucas 21:10, 11; Mateo 24:6-12). Estas cosas de seguro causan sombría aprensión, tal vez concluya usted. Pero escuche lo que Jesús dijo: “Mas al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca. [...] Cuando vean suceder estas cosas, conozcan que está cerca el reino de Dios”. (Lucas 21:28-31.)
¿Por qué este optimismo? Porque Jesús sabía que no sería necesario que sus seguidores verdaderos sintieran el “temor [general] y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada” (Lucas 21:26). Más bien, podían levantar la cabeza con confianza porque estaba cerca la liberación de toda amenaza calamitosa. Esta liberación nunca podría provenir de los gobiernos políticos hechos por el hombre. Sino que vendrá mediante la intervención del “reino de Dios”. Por eso Jesús enseñó a sus seguidores a orar: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mateo 6:9, 10.)
Pero tal vez usted se pregunte: ‘¿Cuándo se realizará esta promesa de liberación?’. Respecto a la generación que comenzaría a ver las ‘grandes señales del cielo’, Jesús dijo: “En verdad les digo: Esta generación no pasará de ningún modo hasta que sucedan todas las cosas”. Por lo tanto, algunas personas de la generación de 1914 que vieron el comienzo del cumplimiento de aquellas “señales” todavía estarán vivas cuando el Reino de Dios tome pleno control de los asuntos de la Tierra. (Lucas 21:32.)
¿Estará usted entre los sobrevivientes?
Usted puede sobrevivir a esta era de temor, porque Jesús dijo: “Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre” (Lucas 21:36). Sí, usted puede ‘lograr escapar’. Pero ¿cómo?
Primero, es necesario que usted adquiera conocimiento de la voluntad de Dios y de Su propósito. Esto requiere que usted lea y estudie seriamente la Biblia. Resulta en maravillosas bendiciones, pues Jesús dijo: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual”. Al reflexionar sobre el asunto, ¿qué causa mayor de felicidad puede haber que la de tener la esperanza segura de vida eterna? Jesús dijo en oración a Dios: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Mateo 5:3; Juan 17:3.)
Pero el conocimiento bíblico por sí solo no es suficiente para que la persona llegue a ser sobreviviente de esta era de temor. Jesús dijo: “¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!”. Sí, es necesario guardar la Palabra de Dios o vivir en armonía con ella. En otras palabras, tenemos que seguir haciendo la voluntad de Dios. La Biblia promete: “El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. (Lucas 11:28; 1 Juan 2:17.)
Las personas que distribuyen esta revista se complacerán en ayudarle. Les alegrará demostrarle cómo usted puede estudiar la Biblia en su propio hogar. El que usted adquiera conocimiento dador de vida puede resultar en que obtenga la vida eterna en el Paraíso terrestre (Salmo 37:29). Ciertamente hay base para mirar al futuro con optimismo.
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