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  • ¿Renovación religiosa, o crisis espiritual?
    La Atalaya 1984 | 15 de octubre
    • ¿Renovación religiosa, o crisis espiritual?

      “El hablar de la oración, la meditación, la adoración y el estudio de la Biblia ha sustituido las campañas sociales en muchas iglesias. [...] Lo que estas tendencias indican —dicen los observadores— es una nueva determinación de los que tienen fe religiosa de ‘descubrir lo sagrado’ en una sociedad que se ha apartado cada vez más de su base religiosa.”—U.S.News & World Report.

      “A través de Europa oriental hay señales de una renovación religiosa. [...] En Hungría, Checoslovaquia, Alemania Oriental y Polonia, clérigos y escriturarios dicen que cada vez más personas están dirigiéndose —o volviéndose— a las iglesias. [...] Los jóvenes están preguntando: ‘¿Para qué vivimos? ’.”—The New York Times.

      A JUZGAR por informes como éstos, ¿observamos que esté teniendo lugar un despertar espiritual? Aunque el crecimiento de las iglesias no se ha mantenido al paso con el aumento de la población, pequeños aumentos se han hecho manifiestos aquí y allá durante los últimos años. Algunos funcionarios eclesiásticos ven esto como una indicación de que la decadencia de las iglesias desde los años sesenta está llegando a su fin, y que la situación está mejorando. Sea ése el caso o no, pudiéramos preguntar: ¿Por qué están dirigiéndose a las iglesias esas personas?

      El porqué de la “renovación”

      “Hay un hambre auténtica en la gente, una sensación de que algo les falta en lo más profundo de su ser espiritual”, dice Tilden Edwards, sacerdote episcopal estadounidense. En otras palabras, parece que a más personas les está desencantando el modo de vivir materialista y mundano, y están buscando el significado y propósito de la vida. Otras, dominadas por el temor a una aniquilación nuclear o al delito y la violencia, o simplemente debido a alguna tragedia personal, acuden a la religión en busca de consuelo.

      Un efecto secundario palpable de esta tendencia es el establecimiento y crecimiento de religiones orientales en Occidente. Templos, santuarios, mezquitas, centros de meditación, y así sucesivamente, están surgiendo en ciudades y zonas rurales de países occidentales. También se ven claramente grupos que practican disciplinas como el yoga, la meditación trascendental, el zen, y el Hare Krishna. Según la opinión de ciertas autoridades religiosas, estas fes “exóticas” parecen ofrecer precisamente lo que muchas personas de la sociedad occidental están buscando: un personaje con autoridad que les diga en qué creer, una causa que dirija su vida, la sensación de que pertenecen a un grupo en que hay intimidad, y un estado de paz interna o conciencia de sí mismas.

      ¿Renovación, o crisis?

      El hecho de que la gente acuda a la religión en busca de respuestas cuando se encara a tiempos críticos y peligrosos, o cuando está preocupada por lo vacío que es su modo de vivir, simplemente confirma la verdad fundamental que declaró Jesucristo: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová” (Mateo 4:4). Un modo de vivir puramente materialista sencillamente no suministra la fortaleza y el aguante necesarios para tratar con muchos de los problemas de hoy día.

      De hecho, algunos observadores opinan que ese vacío espiritual es una de las causas, al menos en parte, de los muchos males de la sociedad del día moderno. “Las faltas de la conciencia humana, privada de su dimensión divina, han sido un factor decisivo en todos los grandes crímenes de este siglo”, dijo Alexander Solzhenitsyn, famoso escritor ruso.

      Ante esta crisis espiritual, tenemos que preguntar: ¿Están las iglesias en condiciones de satisfacer las necesidades espirituales de los que se dirigen a ellas? ¿Pueden estas personas hallar la guía y fortaleza espiritual que están buscando? Francamente, ¿puede la religión hacer frente a la crisis de la actualidad?

  • ¿Puede la religión encararse a la crisis?
    La Atalaya 1984 | 15 de octubre
    • ¿Puede la religión encararse a la crisis?

      REVISTAS y periódicos, tanto seglares como religiosos, se apresuran a informar acerca de los “éxitos” que están teniendo algunas iglesias. Hablan de reuniones para oración y alabanza que están haciendo que la gente se acerque más a Dios. Informan que los sermones de algunas iglesias se han hecho más espirituales, en lugar de ser sociales o políticos. Hablan sobre los ministerios para atender a las necesidades de los pobres, sobre los fines de semana de renovación, los grupos para estudiar la Biblia, las clases de baile litúrgico y los laicos que están dispuestos a asumir funciones en las iglesias donde hay escasez de sacerdotes y monjas. Se considera que todo ello es señal de una renovación religiosa.

      El presidente de los Estados Unidos, el señor Reagan, declaró lo siguiente en un discurso que pronunció el pasado mes de marzo a la Asociación Nacional de Evangélicos: “Los Estados Unidos han comenzado a despertar en sentido espiritual. La fe y la esperanza están siendo restauradas. Los estadounidenses se están volviendo a Dios [...] y creo positivamente que Él ha empezado a curar nuestra bendita tierra”. Tal despliegue de confianza contribuye mucho a reforzar la impresión de que finalmente los muchos problemas a que se enfrenta hoy día la angustiada humanidad serán resueltos por medio de un despertamiento espiritual.

      Todo esto pudiera sonar muy bien, pero ¿qué ha logrado ese “despertamiento espiritual” y esa “renovación”? Puede que la gente esté más satisfecha consigo misma, pero ¿se han hecho mejores cristianos? Las personas pudieran creer que están más inclinadas a lo espiritual, pero ¿se interesan más en las cosas espirituales que en las búsquedas materialistas? Si, según se considera, la irreligiosidad es una de las causas principales de la crisis hoy día, entonces ¿han recibido ayuda dichas personas respecto a mostrar devoción piadosa? Las respuestas son de suma importancia para determinar si la religión puede encararse o hacer frente a la crisis de hoy día o no.

      Devoción piadosa... ¿qué es?

      Se ha definido la piedad, o devoción piadosa, como devoción que se rinde a Dios o que está orientada hacia Dios. Como tal, es mucho más que un mero despliegue de piedad o religiosidad externa. La persona que despliega devoción piadosa está principalmente interesada, no en satisfacer algunas necesidades personales, sino en conocer y hacer la voluntad de Dios, a la vez que disfruta de una relación íntima con él. El resultado es que la vida de la persona mejora porque “la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir”. (1 Timoteo 4:8.)

      ¿Caen dentro de esta categoría las personas que se están volviendo a la religión sencillamente porque están descontentas con las realidades de la vida, o más bien son como aquellas de quienes el apóstol Pablo dice que ‘tienen una forma de devoción piadosa, pero resultan falsas a su poder’? (2 Timoteo 3:5.)

      Si alguien se vuelve a Dios sólo para satisfacer alguna necesidad personal, más bien que con el propósito de aprender la voluntad de Dios y servirle, el objeto de su devoción es en realidad él mismo más bien que Dios, ¿no es verdad? Esta clase de devoción es ineficaz en lo que tiene que ver con transformar la vida de la persona, de modo que sirva con abnegación genuina a Dios en vez de participar en actividades egoístas.

      Lo que Pablo declaró estaba en armonía con el famoso Sermón del Monte que pronunció Jesús. Jesucristo indicó que no acepta a todos los que afirman ser sus seguidores, pues pasó a decir: “Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obreros del desafuero”. (Mateo 7:22, 23.)

      Por lo tanto, el hacer un despliegue de religiosidad no es lo que cuenta a la vista de Dios. Para que alguien reciba la guía y bendición de Dios, tiene que estar dispuesto a aceptar las instrucciones que Él da, según están registradas en la Biblia, y a aplicarlas en su vida. Es como lo expresa el salmista: “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda” (Salmo 119:105). ¿Están recibiendo ayuda para aprender y seguir estas instrucciones las personas que hoy día se están volviendo a la religión?

      ¿Cuáles son los hechos?

      Un estudio realizado recientemente entre 10.000 católicos activos en 60 parroquias de los Estados Unidos reveló que 77 por 100 de ellos están más interesados en lo que le sucederá al país, en comparación con solo 40 por 100 que se interesan en “asuntos que tienen que ver con la salvación personal”. De igual manera, una encuesta Gallup reveló que entre las preguntas que la gente quisiera hacerle a Dios, la más popular es: “¿Habrá alguna vez paz duradera en el mundo?”.

      Ciertamente, en estos tiempos críticos no es impropio el interesarse en el futuro. Pero ¡cuánto difieren tales reacciones de lo que Jesús dijo a sus discípulos: “Al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca”! (Lucas 21:28.) Los resultados del estudio muestran que, a pesar de toda el habla acerca del despertamiento espiritual, la preocupación respecto al futuro domina el corazón y la mente de la gente hoy día. Su forma de religión no ha contribuido mucho a ayudarles a encararse a la crisis de nuestros tiempos críticos. (Véase Lucas 21:26.)

      Con relación a hacer a los miembros de las iglesias más espirituales, un artículo de fondo que apareció en la revista Ministry, de los Adventistas del Séptimo Día, lamenta que “con demasiada frecuencia hay poco en el estilo de vida actual de nuestros miembros o en nuestro mismísimo caso que nos distinga de nuestros vecinos de al lado que no son cristianos”. El artículo pasa a decir que, más bien, la iglesia está dando a sus miembros “un fundamento teológico que justifica la incorporación del materialismo y el estilo de vida de consumo” de los no creyentes al describir a Dios como alguien “que quiere lo mejor para los de Su pueblo y cuyo propósito es que lo consigan”.

      De igual manera, The Economist, de Londres, después de informar que “hay señales de un continuo (hasta creciente) interés en los asuntos religiosos”, afirma que “el problema de la Iglesia Anglicana es cómo ministrar a los que quieren tener conocimiento doctrinal, cuando ella misma no está segura de lo que cree”.

      ¿Qué hay en cuanto a la esfera de la familia y los valores humanos? ¿Han fortalecido las iglesias a sus miembros contra las influencias corruptoras y los caminos inmorales del mundo? ¿Se han hecho éstos mejores esposos, esposas, padres e hijos? Hace poco se llevó a cabo un estudio entre 8.000 jóvenes y 10.000 padres de familia, de 13 diferentes confesiones religiosas, que asisten regularmente a la iglesia, el cual provee al menos una vislumbre de la situación.

      Según Christianity Today, el estudio halló que 42 por 100 de los jóvenes dicen que sus familias nunca consideran asuntos religiosos, y 40 por 100 dicen que quieren que sus padres les den más dirección sobre asuntos sexuales. Entre los que tenían 15 años de edad, 53 por 100 han consumido bebidas alcohólicas y 20 por 100 han usado marihuana. Un estudio anterior, que apareció en The Ann Arbor News, halló que 59 por 100 de los muchachos y 42 por 100 de las muchachas dijeron que habían tenido relaciones sexuales a los 18 años de edad o antes.

      Finalmente, ¿están las religiones ayudando a sus seguidores a evitar el espíritu violento del mundo? De hecho, si la religión ha de ser una fuerza estabilizadora en nuestros tiempos críticos, ¿no esperaríamos al menos que hiciera eso? Pero, es lamentable decir que cada vez más personas han llegado a reconocer que la religión ha contribuido, directa o indirectamente, a la mayoría de las guerras y los conflictos que han afligido a la humanidad. Mencione lugares como Irlanda, el Líbano e Irán, ¿y qué viene a la mente? A pesar de las cartas pastorales y las marchas en pro de la paz, ¿no están envueltas actualmente las religiones principales en algunos de los conflictos más sangrientos?

      Por consiguiente, ¿qué podemos decir del llamado despertamiento religioso? Quizás haya señales de renovación religiosa, pero difícilmente pudiera llamársele un despertamiento espiritual. En vez de ser edificadas espiritualmente, fortalecidas para hacer frente a los tiempos críticos, la mayoría de las personas que recurren a las religiones del mundo están siendo sometidas a un cómodo ‘circuito de espera’, una clase formalista de adoración. Ésta es ‘una forma de devoción piadosa que resulta falsa a su poder’, como predijo el apóstol Pablo. El “despertamiento” y la “renovación” superficiales encajan claramente con el resto de las condiciones en deterioro —la decadencia moral, la desintegración de la familia, el delito y la violencia, y así por el estilo— que caracterizan a nuestros tiempos críticos. (2 Timoteo 3:1-5.)

      ¿Cuál será el resultado?

      La Biblia usa la antigua ciudad religiosa de Babilonia como símbolo para señalar que la religión mundial está destinada a sufrir un desplome total. El libro de Revelación predice: “Un ángel fuerte alzó una piedra semejante a una gran piedra de molino y la arrojó al mar, diciendo: ‘Así con lanzamiento veloz será arrojada hacia abajo Babilonia la gran ciudad, y nunca volverá a ser hallada’”. (Revelación 18:21.)

      No obstante, antes de venir ese fin veloz, hay oportunidad de prestar atención a la advertencia divina de Revelación 18:4: “Sálganse de ella, pueblo mío, si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas”. Alrededor del mundo, en 205 países, los testigos de Jehová han prestado atención a esta advertencia y han huido al Reino de Dios como la única esperanza para la humanidad (Mateo 24:14). ¿Estará usted entre los miles que están uniéndose a ellos para huir a la seguridad? A usted le toca tomar la decisión.

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