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¿Deben pagar diezmos los cristianos?La Atalaya 1952 | 15 de abril
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Los cristianos no sostienen un sacerdocio levítico. No existe entre ellos “clase clerical”, para quien se recogen los diezmos. “Todos ustedes son hermanos.” (Mat. 23:8-11, NM) Los que son asignados para la superintendencia de congregaciones cristianas, son por lo tanto, esclavos sin paga, no asalariados, no amadores de dinero o codiciosos de ganancia egoísta. (Juan 10:13; 13:15, 16; Heb. 13:5; 1 Ped. 2:16; 5:1-4, NM) Esto es el porqué Pablo, el sobrestante, en vez de juntar diezmos para su sostén, trabajó con sus propias manos haciendo tiendas. (Hech. 18:3; 1 Cor. 4:12; 1 Tes. 2:9) Los cristianos en esos tiempos antiguos, al manifestar amor por Dios y sus hermanos cristianos, dieron contribuciones voluntarias para los necesitados, sí, pero no se estableció un sistema opresivo de diezmos.—Hech. 11:29, 30; Rom. 15:26; 1 Cor. 16:1, 2; 2 Cor. 9:1-7; Gál. 2:10.
Desconocido en la iglesia primitiva, el sistema de diezmos no se introdujo hasta que entraron lobos y echaron a perder la pureza sencilla de la manada cristiana. (Mat. 7:15; Hech. 20:29, 30; Rom. 16:17, 18; 2 Ped. 2:1, 3) La apostasía a su vez produjo en abundancia una jerarquía opresiva y costosa de obispos, arzobispos, metropolitanos, papas, etc., quienes colocaron pesadas cargas monetarias sobre el cuello de la gente. Ingresos para esta clase zángana tenían que obtenerse de algún modo, así que en el año 567 el Concilio de Tours hizo obligatorio el pago de diezmos. En 585 el segundo Concilio de Macon hizo obligatorio su pago bajo pena de excomunión. Carlomagno coronado por el papa hizo obligatorio el pagar diezmos en todo el “Santo Imperio Romano”, y en países como Francia la Iglesia Católica Romana continuó recogiendo diezmos hasta la Revolución de 1790.
Diferentes denominaciones protestantes aunque no insisten en la décima parte bajo pena de muerte, y aunque no pretenden que toda la Ley judía es obligatoria sobre ellos, ciertamente dan la impresión de que la ley mosaica de diezmos todavía descansa sobre los cristianos. Señalan a Abrahán y a Jacob quienes precedieron la ley mosaica. Mediante este ardid anualmente cientos de miles de dólares llenan los tesoros de los adventistas y los mormones. Los diezmos a menudo son el tema principal, el tema nunca omitido por los mormones en sus conferencias anuales. Como los fariseos de la antigüedad, “atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de la humanidad, pero ellos mismos no quieren moverlas ni con un dedo suyo.” (Mat. 23:4, NM) Del clero que recibe diezmos actualmente puede preguntarse, ¿Paga usted diezmos de sus ingresos para lo que usted considera la causa de Dios? Los levitas pagaban diezmos de los diezmos que ellos recibían. ¿Obtiene usted todos los diezmos para sí mismo o para la obra de la iglesia? Los levitas no se quedaban con todo. ¿Cuida usted a los pobres en su congregación con los diezmos recibidos, como lo hizo Israel?
Los adventistas tratan de justificar sus “entradas” de diezmos con un texto bíblico tras otro, todos tergiversados. Citan Proverbios 3:9: “Honra a Jehová con tu hacienda, y con lo mejor de todos tus productos.” Pero esto no dice nada acerca de honrar a Dios sólo con el diez por ciento. Los cristianos deben consagrar todo, y al poner primero en su vida los intereses del Señor, le dan a él lo “mejor”. El citar Salmos 24:1 y Sl 50:10, 11, y Aggeo 2:8, etc., como lo hacen los adventistas, de ninguna manera apoya su argumento baladí sobre los diezmos. Engañosamente citan 1 Corintios 9:11, 13, 14 en su libro Lecturas bíblicas para el hogar, edición de 1921, págs. 657, 658. Lea usted el versículo que omiten, el 1 Co 9 12, y verá que Pablo no estaba arguyendo a favor de que la congregación lo sostuviera a él, sino que mostraba que era mejor el sostenerse a sí mismo.
Que los adventistas del séptimo día expliquen este dilema: Ellos pretenden que el pacto de la ley de Israel estaba en dos partes, los Diez Mandamientos escritos en piedra, y la ley ceremonial dictada después a Moisés. Esta última parte, los rituales y ordenanzas ceremoniales, fueron la parte que quitó Cristo, dicen ellos. Entonces bien, ¿cómo es que ellos repiten tanto el guardar la ley de diezmos, siendo que no era parte del Decálogo, sino que era parte de los reglamentos añadidos? ¡Hasta por su propio dogmatismo equivocado se ahorcan así!
Cristianos, engendrados del espíritu de adopción, son hijos de Dios, y como hijos están bajo el nuevo pacto, y ellos presentan su todo al Señor. (Rom. 8:14-17; 12:1) Entonces son hechos mayordomos en la Casa, y deben repartir su tiempo, talentos y riqueza material de acuerdo con la ley perfecta de amor de Dios. Por lo tanto que ellos piensen, no en términos de diezmos, sino en el logro de todo en conjunto, y de esa manera obtener la entrada en las moradas eternas por medio de sus verdaderos Amigos, Jehová Dios y su Hijo Cristo Jesús.—Luc. 16:9.
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Los testigos de Jehová en GreciaLa Atalaya 1952 | 15 de abril
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Los testigos de Jehová en Grecia
El pasado junio la iglesia ortodoxa griega organizó fiestas ostentosas en conmemoración, según se anunció, del aniversario 1900vo de la llegada del apóstol Pablo a Grecia. A continuación se presentan algunos ejemplos de la “libertad religiosa” profesada por esos hombres de semblante piadoso pero pervertidores del misionero Pablo.
En una aldea en Macedonia, los agentes intolerantes de un cuerpo de la policía de seguridad arrestaron a cuatro testigos de Jehová, todos siendo hombres con familia, y los maltrataron cruelmente porque rehusaron firmar declaraciones negando a Jehová. Entonces los llevaron al metropolitano del área, que, al enterarse de que eran testigos de Jehová, se puso a golpearlos con sus propias manos. Uno de los hermanos entonces se atrevió a decirle: “¡Usted, que es metropolitano nos golpea! Pero yo le pregunto, ¿Cristo abofeteó a alguien, o sufrió él bofetadas?” Subsecuentemente esos mismos agentes intolerantes llevaron los hermanos a sus celdas, donde recibieron más tortura cruel. La esposa de uno de ellos fué a ver al jefe y protestó contra el cruel tratamiento que estaban recibiendo los hermanos y especialmente su esposo, que estaba enfermo. El jefe contestó: “Los vamos a hacer inútiles; ya que no quieren ofrecer servicio a nosotros, ¡los haremos insensibles aun para Jehová!”
De nuevo, en una aldea de Creta, el jefe de la policía mandó a llamar a un hermano y en la presencia de un sacerdote demandó que escribiera una negación de Jehová. El hermano protestó, declarando que como ciudadano griego él tenía el derecho de adorar a Dios de acuerdo con sus propias convicciones. Esto irritó tanto al policía que, al mismo tiempo que insultaba a Jehová, arrebató la Biblia que el hermano tenía en la mano, la pisoteó y luego la hizo pedazos ante la vista del cura.
En Atenas misma, en julio de 1951, mientras todavía se oían los ecos de los discursos acerca del amor y la libertad de cultos pronunciados por los que celebraron la fiesta paulina, los agentes de la policía entraron en una casa donde unos veinte testigos de Jehová estaban reunidos estudiando la Biblia. Desorganizaron el estudio, gritando, “¡Alcen las manos!” como si se tratara de arrestar a bandidos. Llevaron los hermanos a la jefatura de policía, les hicieron la impresión digital, como suelen hacer con los criminales, y al día siguiente los llevaron al fiscal. Puesto que éste no pudo hallar apoyo jurídico para el cargo, los libró. Pero ¿de qué sirve esta absolución, cuando cada vez que los testigos de Jehová se reúnen para estudiar la Palabra de Dios están en peligro de ser arrestados y transportados a la cárcel como criminales? Y si tales cosas suceden en el centro de Atenas, puede imaginarse lo que sucederá en las provincias, donde los agentes locales son influidos por los elementos religiosos intolerantes.
Sin embargo, en medio de todas estas dificultades y persecuciones viene el aumento. Las experiencias que tienen en el campo de servicio son ricas y muy benditas. Los hermanos no se han desalentado por causa de la lucha que el Diablo lleva a cabo contra los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio del Rey Cristo Jesús. Empleando la fortaleza que les proporciona el rico alimento espiritual provisto por la organización del Señor, siguen hombro a hombro con sus conministros en las diferentes partes del mundo, peleando la buena pelea de la fe que una vez fué entregada a los santos.—Del 1952 Yearbook of Jehovah’s Witnesses.
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