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  • ¿Hay que pagar diezmos?
    La Atalaya 1960 | 1 de noviembre
    • que su voto era una ofrenda voluntaria y no algo obligatorio hecho en conformidad con algún mandato de diezmar que se hubiese declarado anteriormente.

      Los hijos de Israel fueron los primeros a quienes la ley de Dios mandó que pagaran diezmos. Ya que la adoración de Jehová había de ocupar el lugar de primera importancia en la vida de los israelitas era necesario que se hiciera algún arreglo para sufragar los gastos de esa adoración. Esto se hizo por medio de la ley del diezmo. La tribu de Leví, que no recibió ninguna herencia, se sostenía mediante el diezmo. Se apartaba otro diezmo para usarlo en conexión con las fiestas de Jehová, y se reemplazaba este con un diezmo para los pobres el año tercero y el año sexto de cada período de siete años. Nunca leemos que el diezmo haya sido una carga excesiva. De hecho, cuando el pueblo se apegaba estrechamente a la ley de Dios se hacía más próspero. El arreglo resultaba en bien para todos.—Núm. 18:21-27; Deu. 14:22-24, 28, 29.

      No hay duda de que les correspondía a los israelitas diezmar, pero ¿les corresponde a los cristianos? El hecho de que los israelitas pagaban diezmos no significa que los cristianos están obligados a hacerlo. Alejandro Cruden declara en su concordancia: “Ni nuestro Salvador, ni sus apóstoles han mandado cosa alguna en el asunto de los diezmos.” Clarke dice: “Durante siglos después de la Era Cristiana, los cristianos no pagaron diezmos.” No hay una sola palabra en las Escrituras Cristianas Griegas que diga que los cristianos tienen que pagar diezmos, o que reunieron diezmos. De hecho, lord Selborne, en su libro Ancient Facts and Fictions Concerning Churches and Tithes, dice: “No se hace ninguna mención de los diezmos en ninguna parte de la antigua ley canónica de la Iglesia romana, reunida hacia el fin del siglo quinto por Dionisio,” un monje escita que reunió 401 cánones orientales y africanos.

      Cobraba fuerza en el siglo sexto la costumbre de considerar al clero como los sucesores y representantes de los levitas bajo la antigua ley mosaica. Esto dio ímpetu a la idea de que los clérigos tenían el derecho a recibir el pago de los diezmos de parte del laico. El desarrollo de esto fue de índole gradual. No fue sino hasta el Concilio de Tours en 567 d. de J.C. que por primera vez se hizo obligatorio el diezmar. En el siglo nueve Carlomagno aprobó la primera ley de diezmar en su dominio. La gente, sin embargo, tercamente rehusó pagarlo. Dice The Encyclopedia Americana: “Los diezmos resultaron ser el origen de mucha dificultad en todo país en que los reunían. . .Por lo tanto los han abandonado en casi todos los países.”

      En los tiempos apostólicos la manutención de los ministros cristianos dependía de un principio netamente voluntario y la gente ofrecía sus contribuciones voluntariamente. Los que proclamaban las buenas nuevas habían de vivir por medio de las buenas nuevas. Hoy, sin embargo, muchas organizaciones religiosas de la cristiandad han pasado por alto este principio cristiano y el que dice: “Recibieron gratis, den gratis,” y han requerido que sus miembros den el diezmo. “El énfasis sobre el diezmar cristiano rápidamente está desarrollándose como tema principal en las iglesias,” dijo un vocero del Concilio Nacional de las Iglesias de Cristo. Hubo ocasiones en lo pasado en que hombres fueron encarcelados, sus bienes embargados y algunos de ellos hasta muertos con armas de fuego, porque rehusaron pagar el diezmo. Hoy día algunas religiones esperan que cada nuevo converso contribuya la décima parte de su propiedad al tiempo de convertirse y que dé la décima parte de sus entradas desde entonces en adelante. Los que hacen demandas como ésa las hacen sin autoridad bíblica. Dios puso fin a la ley mosaica cuando la clavó al árbol. Eso quiere decir que puso fin a la ley de diezmar también. Pablo dijo: Los cristianos “no están bajo ley sino bajo bondad inmerecida.”—Mat. 10:8; Rom. 6:14; 1 Cor. 9:14; Col. 2:14; Heb. 7:12.

      Cuando los cristianos fueron ungidos con el espíritu de Dios en el Pentecostés del año 33 d. de J.C., terminó allí mismo su pago del diezmo al templo de Herodes. Dios había rechazado ese templo material y más tarde permitió que lo destruyeran los romanos. ¿Cómo, pues, podían ellos apoyar y sostener aquello que Dios mismo rechazó? El diezmar era para esos cristianos judíos “una sombra de las cosas buenas por venir,” un nuevo sistema de cosas que Jesucristo puso en vigor. Prefiguró el diezmo espiritual, nuestro dinero y otras contribuciones, sean éstas pequeñas o grandes, que se dan para la manutención del servicio de Dios y todas las cuales en conjunto son una representación o símbolo del hecho de que hemos dedicado nuestro todo a Jehová nuestro Dios; es un memorial de nuestra dedicación.—Heb. 10:1.

      Así que, ¿hay que pagar diezmos? La respuesta es No. Pablo dijo: “Que cada uno haga exactamente como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana o bajo compulsión, porque Dios ama al dador alegre.” Por eso dé alegremente, dé libremente, dé generosamente, pero cualquier ley que diga que usted “tiene que” hacerlo es en exceso de las Escrituras.—2 Cor. 9:7; 1 Cor. 4:6.

  • Siguiendo tras mi propósito en la vida
    La Atalaya 1960 | 1 de noviembre
    • Siguiendo tras mi propósito en la vida

      Según lo relató Alicia Berner

      EL TRECE de diciembre de 1958: ¿Adivina usted lo que aconteció hoy? ¿Se acuerda usted de la hermosa tarjeta postal que se puso en distribución en la Asamblea “Voluntad divina” en la cual se mostró la nueva adición al Betel de Wiesbaden? Pues, ¿por qué no atisba en su nuevo Salón del Reino que se inaugura hoy? ¡Qué muchedumbre de personas fluye dentro de él! Es muy parecido a lo que muestran los hermosos murales en este salón, en los cuales miles de personas felices fluyen a la montaña del reino de Dios. Y al frente de esa pared mire la hilera larga de ventanas que dan al bosque; pero puesto que es tarde, en vez de mirar abetos verdes en el bosque, vea las hermosas cortinas azules y amarillas que están cerradas. Y sobre la pared de color claro que se ve de frente lea en letra cursiva decorativa el mensaje oportuno: “Feliz es aquel que permanece despierto y guarda sus prendas de vestir exteriores.”— Rev. 16:15.

      Reina un espíritu festivo esta noche, avivado por el entusiasmo de una orquesta animada. Después de unas palabras preliminares y una película acerca de la construcción del edificio, el siervo de sucursal, el hermano Franke, habla a la muchedumbre en palabras estimulantes acerca del primer Salón del Reino en Alemania después de la guerra, un establo donde se reunieron después de sus experiencias en los campos de concentración, y otro, el Zeppelin Wiese en Nuremberg, donde se reunieron triunfalmente en el mismísimo día en que recibieron sus sentencias los que habían sido sus atormentadores en los campos de concentración. Nuestro salón recién dedicado está destinado ahora a ser un verdadero centro de educación bíblica.

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