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¿Puede usted amar a su prójimo y fumar?La Atalaya 1981 | 15 de junio
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En respuesta a los fumadores que quizás aleguen que tienen libertad para fumar delante de otras personas, el Dr. Asimov dijo: “Si el fumador cree que tiene que fumar y que cuando yo expreso mi disgusto estoy privándole de su libertad, entonces, ¿estaría él dispuesto a tolerarme si yo le diera una patada en la ingle porque yo creyera que tuviera que hacerlo y que él, al oponerse, estaría privándome de mi libertad? Expresémoslo de esta manera: La libertad de fumar suya termina donde comienzan mis pulmones.”
No hay duda de ello: ni el patear a alguien en la ingle, o escupirle en la cara o echar basura en su propiedad son consecuentes con el amor al prójimo. Tampoco lo es el fumar. Constituye transgredir contra los derechos de otras personas... hacerles daño en vez de mostrarles amor. Sí, el fumar es pecado.
No obstante, algún fumador pudiera dar esta explicación: “Yo reconozco que el fumar puede ser dañino. Por eso yo nunca fumo delante de la gente.” Entonces, si se fuma únicamente en privado, ¿es pecado? Nadie más sufre daño.
¿ES PECADO FUMAR EN PRIVADO?
Sin embargo, reflexione: La vida del fumador recibe efectos adversos. ¿Y quién es realmente la fuente de nuestra vida? “Contigo [Jehová Dios] está la fuente de la vida,” contesta la Biblia. “Él mismo da a todos vida y aliento.” (Sal. 36:9; Hech. 17:25) Sí, nuestra vida realmente es un don magnífico procedente de Dios.
¿Cómo mostramos aprecio por el don de la vida que Dios nos ha dado? ¿Haciendo lo que puede arruinarla? ¡Por supuesto que no! Es patente que el estar haciendo tal cosa voluntariosamente sería censurable. Con este contexto, examinemos la declaración hecha por Joseph Califano, ex secretario de Salud, Educación y Bienestar de los Estados Unidos: “Hoy en día no hay duda de que el fumar es verdaderamente suicidio paulatino.”
La destrucción deliberada de la vida humana es censurable... es pecado. La Biblia manda a los cristianos que ni siquiera contaminen su cuerpo. Exhorta: “Limpiémonos de toda contaminación de la carne.” (2 Cor. 7:1) Para obedecer este mandamiento, el fumador tiene que librarse del hábito del tabaco, puesto que éste realmente contamina. El humo del fumar contamina los dedos, los dientes, el aliento, la ropa del fumador... casi todo lo que llega a estar en contacto con él.
Pero, ¿qué hay si un fumador quiere dejar el hábito, pero está tan enviciado que no puede? ¿Ejercerá Dios comprensión misericordiosa, puesto que Jesucristo dijo, ‘El espíritu, por supuesto, está pronto, mas la carne es débil’?—Mat. 26:41.
¿SIRVE DE DISCULPA LA FLAQUEZA HUMANA?
No hay duda de que el dejar de fumar puede ser algo extremadamente difícil. “Fue más fácil dejar el vicio de la heroína que los cigarrillos,” han dicho personas adictas al cigarrillo. Los síntomas que la persona sufre al abstenerse del tabaco son, por mucho, de más larga duración. La revista Science 80 comentó: “Para la mayoría de la gente que deja de fumar, el apetecer el cigarrillo persiste por lo menos por un mes, y para una quinta parte de esas personas el apetecerlo continúa por de cinco a nueve años después de haber dejado el vicio.”
Estos hechos ayudan a entender por qué muchas personas que dejan el hábito de fumar por un tiempo después vuelven a fumar. De cada 10 fumadores, 9 desearían dejar de fumar. Pero para abstenerse del tabaco uno tiene que llevar a cabo día por día una continua lucha que algunas veces dura años. Millones de personas han triunfado. Decenas de millones han luchado y han perdido. Si una persona se ha esforzado por dejar el hábito de fumar pero no ha tenido éxito, ¿es sabio suponer que Dios comprenderá y pasará por alto esta falta?
El problema se puede deber a que la persona deriva placer del fumar. Pero eso no hace que la práctica sea aceptable, puesto que Dios la condena. La Biblia declara que, “más bien que disfrutar temporalmente del pecado,” Moisés sabiamente escogió servir a Dios. (Heb. 11:24-26) Dios espera que sus siervos, con la ayuda de él, luchen contra las prácticas que violan sus leyes y las venzan.
Por ejemplo, consideremos la fornicación. Es una práctica que por un tiempo puede parecer agradable. Y, cuando se practica, el deseo ardiente de la persona de satisfacer sus impulsos sexuales con varias personas del sexo opuesto puede ser tan fuerte como el impulso que se puede sentir por un cigarrillo. Sin embargo, la fornicación es una violación de la ley de Dios, y la gente que practica la fornicación voluntariosamente, sin arrepentirse, no tendrá el favor de recibir el don divino de la vida eterna. Tampoco lo recibirán las personas que continúan fumando.—Heb. 13:4; Rom. 6:23.
El obedecer las leyes de Dios requiere verdadero esfuerzo. Esto fue cierto también para el Hijo de Dios, Jesucristo. Él se sometió al sufrimiento más extremado, y con el tiempo sufrió una muerte horrible. Sin embargo, se mantuvo fiel a Dios. Para algunas personas, las angustias que se tienen que experimentar con el fin de dejar el hábito de fumar pueden parecer tan difíciles de aguantar como los sufrimientos a los cuales se sometió Cristo. No obstante, el hábito del tabaco se puede vencer. ¿Cómo?
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Cómo dejar de fumarLa Atalaya 1981 | 15 de junio
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Cómo dejar de fumar
Ante todo, el fumador tiene que tener un verdadero deseo de dejar de fumar. Necesita motivación fuerte. Jacquelyn Rogers, fundadora de la organización estadounidense Smokenders, que se creó para ayudar a los fumadores a dejar el hábito de fumar, dice que está en el negocio de la motivación. “Hacemos creer a la gente que puede dejar de fumar,” dice ella. Muchos fumadores no pueden dejar el hábito debido a la duda... dudan que puedan tener éxito.
¿Pueden ayudar a los que desean dejar de fumar los diferentes programas y las preparaciones químicas que hay para ello? Evidentemente estas cosas han ayudado a algunas personas. “Yo nunca hubiera podido dejar el hábito sin ayuda,” dijo un fumador empedernido. Pero, como reconoció respecto al tratamiento el Dr. Neil Solomon, quien administró a este fumador inyecciones de vitaminas, minerales y novocaína: “No hay nada mágico acerca de este tratamiento. Si uno no desea dejar de fumar, no da resultado.”
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