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  • Los jinetes del Apocalipsis
    La Atalaya 1962 | 1 de agosto
    • la misma Palabra de Dios da una pista, pues en Proverbios 21:17 se nos dice que “el que esté amando el vino y el aceite no ganará riquezas.” El vino y el aceite son símbolos de lujos y el no ser dañados indicaría que, a pesar de las condiciones de hambre que afectarían a la gente común, los ricos todavía tendrían sus lujos, y así resultó ser.

      El cuarto jinete que Juan vio, sentado en un caballo pálido o de apariencia descolorida, es un símbolo adecuado de la peste, y por eso hallamos otra vez la profecía de Apocalipsis en paralelo con la gran profecía de Jesús: “Y habrá . . . en un lugar tras otro pestes.” (Luc. 21:11) Este cuarto jinete y su montura verdaderamente representaron pestes o plagas y otros medios de destrucción de vida de mucho alcance, en particular en el período postbélico. “Y se les dio autoridad [a la Muerte y al Hades] sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con una larga espada y con escasez de alimento y con plaga mortífera y por las bestias salvajes de la tierra.”

      ¿Qué hay de las “bestias salvajes” mencionadas en este versículo (8)? En los días de Israel las bestias salvajes representaban otra amenaza a la vida. Sin embargo, en tiempos modernos ése es el caso principalmente en lugares que han quedado desolados. Las bestias salvajes en los tiempos modernos, por lo tanto, se referirían a maneras bestiales en las cuales la vida fuera quitada por gobiernos u organizaciones debido a las condiciones causadas por la I Guerra Mundial. En cuanto a la expresión “la cuarta parte de la tierra,” esto bien puede ser una manera simbólica de decir que los efectos alcanzarían los cuatro cabos de la Tierra, pero no cubrirían necesariamente toda la Tierra.

      El quinto jinete que se muestra es el Hades, aptamente el último jinete. Los tres que le precedieron inmediatamente representaron los varios medios por los cuales se causó la muerte—guerra, hambre y peste y bestias salvajes. Este último jinete, Hades, representa aptamente el destino de todas aquellas víctimas de los tres jinetes previos, a saber, Hades o la región de los sepulcros.

      Jesucristo mismo dio tanto la gran profecía concerniente a su segunda presencia según se registra por Mateo, Marcos y Lucas en sus Evangelios como la profecía concerniente a los jinetes según se registra por Juan en el capítulo Rev. seis de Apocalipsis. Y así como en los relatos del Evangelio Jesús asocia su regreso con guerra, hambre y peste, así en la profecía del Apocalipsis, la presencia de Cristo, según se indica por el primer jinete que sale, está asociada con los siguientes jinetes, que representan guerra, hambre y peste, para llenar el sepulcro común de la humanidad. Al notar cuán hermosamente armonizan y se han cumplido estas profecías nuestra fe es fortalecida, y más que nunca antes decimos: ¡“Sea Dios hallado veraz”!—Rom. 3:4.

  • Tradición contra Escrituras
    La Atalaya 1962 | 1 de agosto
    • Tradición contra Escrituras

      Ricardo Whately, arzobispo de Dublín en el siglo diecinueve, reconoció el efecto debilitador de la tradición humana cuando dijo: “La tradición, como la sostienen los romanistas, está subordinada a las Escrituras y depende de ella, casi como algunas plantas parasíticas dependen del árbol que las sostiene. Las primeras se abrazan del último; entonces van cubriéndolo gradualmente con su propio follaje, hasta que, poco a poco, lo debilitan, y entonces lo sofocan.” (The New Dictionary of Thoughts) No sorprende el que Jesús condenara la tradición humana cuando dijo: “¿Por qué es que ustedes también traspasan el mandamiento de Dios a causa de su tradición?”—Mat. 15:3.

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