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¿Pueden los hombres gestionar el remedio?La Atalaya 1984 | 15 de noviembre
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disputa ante el Consejo de la Sociedad para zanjar las dificultades y haber dejado pasar un período de tres meses para calmar las tensiones. Tal pacto entró en vigor en 1920. Los tratados de Locarno, que entraron en vigor en 1926, fueron aclamados como una “victoria a favor de la paz y la seguridad” entre las naciones europeas. En el Tratado de París, también conocido como el Tratado Kellogg-Briand, se renunció a “recurrir a la guerra”. Éste había de ser un tratado multilateral que estaría abierto a ratificación por todas las naciones. Se proclamó formalmente en 1929 y, con el tiempo, lo firmaron 63 naciones que concordaron en resolver sus disputas solo por “medios pacíficos”. Durante aquel período se promulgó una serie de otros tratados, lo cual hizo que muchas personas pensaran que la guerra llegaría a ser cosa del pasado. Pero no pasó mucho tiempo antes de que la mayoría de aquellas naciones se vieran envueltas en otra guerra mundial.
De modo que ¿pueden los hombres gestionar la paz? El registro histórico y los acontecimientos mundiales hoy día contestan: ¡NO! Es como lo resume el autor Beilenson: “Después de la destrucción causada por la I Guerra Mundial, los estadistas erigieron la más fuerte estructura de papel para la paz hasta entonces concebida. Ésta no pudo impedir que los tratados se violaran de manera tan cínica como había ocurrido en las demás eras de la historia, ni pudo detener la destrucción tan grande que la II Guerra Mundial causó, ni pudo evitar ninguna de las demás guerras menores que se han peleado desde entonces. Aunque existe el tratado de las Naciones Unidas, las naciones han continuado desunidas”.
Puesto que hoy día la humanidad ‘no está dispuesta a ningún acuerdo’, tal como lo predijo la Biblia, no existe ningún tratado de paz universal, y el mundo vive en un ambiente lleno de temor. ¿Significa esto que no hay esperanza para nuestros tiempos críticos? Si hay algún remedio, ¿en qué consiste éste?
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El Reino de Dios... el remedio seguroLa Atalaya 1984 | 15 de noviembre
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El Reino de Dios... el remedio seguro
“EL HOMBRE ha dominado al hombre para perjuicio suyo.” Esta declaración, que se halla registrada en la Biblia en Eclesiastés 8:9, ha seguido siendo cierta a través de la historia hasta nuestro mismísimo día. ¿Por qué ha resultado ser así? ¿Por qué no ha podido el hombre mejorar la situación a que se enfrenta durante estos tiempos críticos?
“El conocer algo de la naturaleza humana nos convencerá de que, para la inmensa mayoría de la humanidad —escribió Jorge Washington en 1778—, el interés [personal] es el principio dominante; y de que casi todo hombre está más o menos bajo su influencia. [...] Pocos hombres están dispuestos a sacrificar de continuo, para beneficio de todos, sus conveniencias o ventajas personales. Es inútil clamar en contra de la depravación de la naturaleza humana debido a esto; es un hecho, la experiencia de toda era y nación lo ha probado, y tenemos que cambiar en gran medida la constitución del hombre antes de que podamos cambiar tal situación.”
Puesto que todo hombre es imperfecto y pecador desde su nacimiento, ningún hombre ha podido tratar de modo absolutamente perfecto y justo a su prójimo (Romanos 5:12). Los intereses personales egoístas alteran o dominan nuestro juicio y nuestras acciones. Y
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