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¿Es ésta la salida de las tensiones?¡Despertad! 1972 | 22 de abril
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guerra nuclear? Es fácil decir que “puesto que la ciencia creó estos problemas también puede hallar la salida para ellos.” Pero ¿significa necesariamente el que un hombre sea lo suficientemente fuerte para nadar a gran distancia mar adentro cuando el mar está agitado, que podrá regresar nadando sin ahogarse?
A pesar de sus alegaciones los científicos están sujetos a tensiones de ambición nacionalista o de egoísmo personal igual que otros hombres. Vez tras vez se han ‘vendido’ o ‘prostituido’ para servir miras políticas o codicia comercial. Pueden efectuar maravillas con la mecánica, la física y la química. Pero el resolver las dificultades en las que están envueltas las relaciones humanas es otro asunto. La triste realidad es que mientras más “humano” sea el problema la ciencia tiene menos que ofrecer.
Deslumbradores como aparezcan sus logros, en el análisis final, las casi mágicas hazañas de los científicos no suministran más promesa real de alivio verdadero que el espectáculo ofrecido por el brujo africano al dar vueltas haciendo sonar huesos y agitando fetiches.
Todavía otros buscan consuelo en la convicción de que al fin la humanidad está despertando a los peligros y hará cuanto sea necesario para corregir los asuntos. Creen que el conocimiento que muestran los líderes gubernamentales acerca de la seriedad de los problemas actuales está aumentando.
Por eso, el alivio, dicen, puede hallarse mostrando fe en “la decencia fundamental de la humanidad.” Piden fe en el “deseo y capacidad de los seres humanos para resolver los problemas cooperativamente.”
¿Tienen razón? ¿Podemos hallar apropiadamente alivio en dicha convicción?
Muchas personas viven en paz. Por lo tanto otras podrían hacerlo. Algunas personas permanecen honradas, no hurtan ni defraudan. Otras podrían hacer lo mismo. En algunos lugares la gente no contamina el aire, el agua y la tierra con sustancias químicas o descarga de las máquinas. Otras podrían imitarlas, podrían estar dispuestas a sacrificar algunas cosas, podrían cambiar su modo de vivir, para que todos pudieran ser protegidos de daño. Sí, podrían hacer estas cosas. La pregunta es: ¿lo harán? ¿Lo han hecho en el pasado? ¿Están avanzando en esa dirección ahora?
¿Ha impedido la ‘decencia fundamental’ del hombre que estallen las guerras? La historia alista millares de tratados de paz y pactos de no agresión. Pero como declaró el ex-presidente de Francia, Charles de Gaulle: “Los tratados son como las rosas y las niñas. Duran mientras duran.”
Considere solo un ejemplo: el histórico Pacto Kellogg-Briand de 1928. Aclamado como logro monumental, el pacto proscribió la guerra “como instrumento de norma nacional.” Representantes de sesenta y dos naciones lo firmaron solemnemente. Pero en el transcurso de unos doce años la mayoría de estas naciones estaba enredada en la matanza sanguinaria de la II Guerra Mundial.
Sin duda la mayoría de las personas prefiere la paz. Pero cuando están envueltos intereses egoístas, muestran que están dispuestas a sacrificar la paz. La riqueza material, el poder y el orgullo nacional significan más para ellas que las vidas humanas. Así, también, sucede con otros problemas principales que producen tirantez y tensión.
El hablar de ‘fe en la decencia fundamental de la humanidad’ parece noble. Pero ¿se apega esto a la realidad?
¿Se apega a la realidad, por ejemplo, pensar que el crimen se circunscribe a los asaltantes, los violadores, los socaliñeros? ¿O que todos los criminales provienen de barrios bajos azotados por la pobreza?
Una agencia canadiense de detectives descubrió en sus investigaciones que, como promedio, “básicamente uno de cada tres empleados es falto de honradez”; busca maneras de hurtar, mientras que ‘otro tercio hurtará si se presenta la oportunidad.’ El fiscal de distrito auxiliar, Murray J. Gross, dijo, según se le citó en el Times de Nueva York (10 de junio de 1971), que el robo en el distrito financiero de Wall Street es algo general. “Todo el mundo está hurtando... los mensajeros, los oficinistas, hasta el personal supervisor.”
Sumamente alarmados, los investigadores del crimen en los Estados Unidos calculan que el valor total de los artículos hurtados por empleados con apariencia de “decencia” (unos 4.000.000.000 de dólares anualmente) es setenta veces más que lo que hurtan los verdaderos criminales y reconocidos como tales.
Además, diariamente aumenta la evidencia de que, hoy tal como en el pasado, los hombres en encumbrados puestos gubernamentales están tan sujetos a la tentación de falsificar los hechos y participar en perfidia como el ciudadano común... quizás aun más. Ciertamente no nos hacemos ningún bien genuino al pretender que el caso sea diferente.
¿Qué hay entonces? ¿Hemos agotado las esperanzas de hallar alivio? De ninguna manera.
A pesar de que los remedios considerados no pueden traer alivio verdadero, hay una fuente genuina de la cual podemos disponer.
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¿Cómo hallar los remedios?¡Despertad! 1972 | 22 de abril
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¿Cómo hallar los remedios?
ES FÁCIL alistar los problemas que causan tensión a la gente hoy día. Sin embargo, es otro asunto hallar los remedios que produzcan alivio. Eso, obviamente, no es fácil.
Una razón de la dificultad es que por lo general se tratan los síntomas, no las causas básicas. Para hallar los remedios efectivos para los problemas, primero hay que determinar las causas. Una vez que se conocen éstas, entonces es más efectivo el tratamiento.
Para ilustrar este asunto: Si cierta parte de su cuerpo le doliera debido a una infección, usted podría tomar una droga para amortiguar el dolor. Pero, ¿resolvería eso el problema? No, porque solo trataría el síntoma, no la causa. Cuando se acabara el efecto de la droga, volvería el dolor, pues la infección todavía estaría allí. En cambio, si se determinara que la infección era la causa básica y se tratara apropiadamente, se eliminaría el dolor.
De manera similar, al buscar remedios para las tensiones de hoy día, necesitamos ir al fondo de las cosas. Claramente los
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