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    La Atalaya 1975 | 15 de septiembre
    • Aquellos a quienes se dirigió (esposos, esposas así como personas solteras) eran cristianos ungidos por espíritu que tenían puesta ante ellos la expectativa de unirse al Señor Jesucristo en los cielos después de morir y ser resucitados. Por consiguiente, todos los vínculos y afectos terrestres, incluso los vínculos maritales, con el tiempo terminarían por completo, y nunca serían reanudados. Ningunas penas, gozos ni posesiones terrestres los acompañarían al cielo. Puesto que tendrían que dejar todo lo de índole terrestre, no debían permitir que aquellas cosas cobraran indebida importancia en su vida.

      Por otra parte, también, aun durante el tiempo de su vida en la Tierra, las cosas no necesariamente permanecerían iguales. Como señaló el apóstol Pablo: “La escena de este mundo está cambiando.” De modo que era imprudente el que los cristianos llegaran a estar indebidamente apegados a relaciones y posesiones que no eran permanentes. Si fuesen a proceder así, el que perdieran una esposa, un amigo o hasta posesiones materiales pudiera resultar en que se desanimaran tanto que renunciaran a su preciosa relación con Dios.—1 Cor. 7:30, 31.

      Hoy los siervos de Jehová Dios que esperan conseguir la vida en la Tierra también pueden sacar provecho de la amonestación inspirada de Pablo. En su caso, también, las posesiones y relaciones terrestres no son permanentes. El tiempo y los sucesos imprevistos les acaecen a todas las personas, y a veces las privan de posesiones, amigos y cónyuges. En cuanto a las posesiones materiales, nadie debe esperar que Jehová las preserve a través de la “grande tribulación.” Jehová ha prometido preservar la vida, no las posesiones materiales. De modo que la cosa de suprema importancia en la vida de todo cristiano debe ser, no el matrimonio, las posesiones ni ninguna otra cosa terrestre, sino su buena relación con Dios. Nuestra vida depende de mantener esa relación.

  • El nombre de Dios es Jehová
    La Atalaya 1975 | 15 de septiembre
    • El nombre de Dios es Jehová

      ¿Lo sabía usted? Jehová es el nombre que Dios se ha dado a sí mismo. Sírvase abrir su Biblia y lea lo que dice en el Salmo 83:18: “Tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres Altísimo sobre toda la tierra.” Aprenda acerca de Jehová. Lea la Biblia.

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