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  • ¿Qué enseña la Biblia acerca de la divinidad de Cristo?
    La Atalaya 1962 | 15 de enero
    • de Jehová, su Agente principal, Vocero o Mensajero antes de venir a la Tierra.—Gén. 1:26; 11:7; Pro. 8:30; Isa. 63:9; Juan 1:3.

      Luego también, el hecho de que Padre, Hijo y espíritu santo estuvieran presentes en el bautismo de Jesús, fueran mencionados en la comisión que Jesús dio a sus seguidores de hacer discípulos de todas las naciones y por Pablo en una de sus bendiciones de despedida no puede por ningún esfuerzo de la imaginación usarse para afirmar que los tres tienen que ser personas coiguales en gloria, sustancia y eternidad, como casi invariablemente arguyen los trinitarios. Eso es atribuir a tales pasajes mucho más de lo que verdaderamente dicen. Seguramente, uno que jamás hubiera oído hablar de la trinidad nunca se formaría la idea de una trinidad a base de estos pasajes.—Mat. 3:16, 17; 28:19; 2 Cor. 13:14 [13, Val].

      También es atribuir demasiado a pasajes bíblicos el sostener que debido a que éstos relatan que Jesús efectuó milagros y fue resucitado de entre los muertos prueban que “Cristo es Dios,” como sostuvo el sacerdote católico romano F. X. Cronin, predicando en la catedral de San Patricio; o el decir que debido a estos hechos Jesús o era “Dios . . . ¡o el más grande fraude que jamás ha vivido!” como sostuvo una propaganda de los Caballeros de Colón.—Times de Nueva York del 1 de febrero de 1960.

      No era de ninguna manera necesario que Jesús fuese divino o Dios para que ejecutara los milagros que efectuó. Moisés y muchos otros profetas de tiempos antiguos efectuaron milagros asombrosos sin que fuesen Dios, y también lo hicieron los discípulos de Jesús. De modo que los milagros de Jesús y su resurrección de entre los muertos no pueden usarse como prueba de que él fuera Dios. En cuanto a que él fuese un fraude si no era Dios, tómese en cuenta que en ningún tiempo afirmó Jesús ser Dios, ser igual a su Padre. Lo más que él afirmó en cuanto a sí mismo fue que era el Hijo de Dios; en un sentido singular, es cierto, pero no Dios mismo, solamente el Hijo de Dios.—Juan 10:36.

      Miqueas 5:2 es otro pasaje al cual atribuyen demasiado los que creen en la trinidad. Según la Versión Moderna éste habla proféticamente acerca de Jesús como aquel “cuya procedencia es de antiguo tiempo, desde los días de la eternidad.” Debido a que solo Jehová es desde la eternidad se arguye que Jesús es Jehová Dios. Empero de nuevo, no es así. La palabra hebrea que aquí se traduce “eternidad,” es olam, y significa sencillamente un período indefinido de tiempo. Se usa en Números 25:13 para referirse al sacerdocio levítico, el cual sí perduró por un período indefinido de tiempo, llegando a su fin hace más de 1,900 años. Otras traducciones de Miqueas 5:2 dicen, por lo tanto: “Cuyo origen es desde lo antiguo, desde días antiguos.” (NR) “Cuyo origen es desde tiempos primitivos, desde los días de tiempo indefinido.”—NM.

      El título “Dios fuerte” que se aplica a Jesucristo en Isaías 9:6 también se usa para probar que Jesús es Dios, porque Isaías 10:21 habla de Jehová Dios como “Dios fuerte” y Jeremías 32:18 hace referencia a él como “Dios poderoso.” Pero aquí de nuevo se atribuye demasiado a estos pasajes. Solamente los superlativos y los infinitos pueden limitarse dogmáticamente a Jehová, tales como “el Altísimo.” Jesús es un dios, un dios poderoso, y Jehová también es un dios, un dios poderoso. Pero adicionalmente, Jehová es el Dios poderoso y también el Dios Todopoderoso. La expresión en el texto hebreo, el gibbor, “Dios fuerte,” no se limita a Jehová, pero la expresión el Shaddai, “Dios Todopoderoso,” sí.—Gén. 17:1.

      “Antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.” (Isa. 43:10) Los que usan este pasaje para probar que Jesucristo es igual a Dios también le atribuyen al texto más que lo justificado. Se afirma que este pasaje prueba que Jesús no pudo haber sido creado por Dios sino que tiene que haber existido desde la eternidad, de otro modo hubiera sido un dios que vino después de Dios, y Dios dice que no habrá ningún dios después de él. Tal argumento, sin embargo, muestra un entendimiento erróneo del texto. Lo que Jehová está mostrando aquí es que él no tuvo predecesor alguno, antes de él no existía dios alguno. ¿Cómo pudo haber un dios antes de él, puesto que él siempre ha sido? Tampoco habrá algún dios después de él, es decir, él nunca tendrá sucesor, porque él siempre será el Soberano Supremo, Jehová Dios. El que Dios Jehová sí produjo a otros dioses lo muestran las Escrituras: “Yo dije: Vosotros sois dioses, e hijos todos vosotros del Altísimo. Empero como hombres moriréis, y caeréis como cualquiera de los tiranos.” Así también el Logos fue un dios creado por Jehová.—Sal. 82:6, 7.

      SE ENSEÑA INEQUÍVOCAMENTE LA SUBORDINACIÓN

      Lejos de enseñar las Escrituras que Jesucristo sea una deidad coigual, un Dios igual a Jehová Dios, ellas muestran continuamente que él es inferior a su Padre. Él mismo dijo: “El Padre mayor es que yo.” Y aun después de su resurrección él se refirió a Jehová, no como su igual, sino como su Dios, diciendo a María: “Ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” Jehová es el Padre y Dios de Jesús, pero ¿es Jesús el Padre y Dios de Jehová? No.—Juan 14:28; 20:17.

      Particularmente el apóstol Pablo muestra la distinción entre Jehová y Jesucristo. Él no enseñó que Dios y Cristo son iguales, sino que claramente reiteró vez tras vez que Jesús ocupa una posición inferior: “Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él.” Además, él muestra que así como “todo es vuestro,” igualmente “vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.” Sí, tal como los cristianos pertenecen a su Cabeza y Amo, Jesucristo, de igual modo Jesucristo pertenece a su Cabeza y Amo, Jehová Dios.—1 Cor. 8:6; 3:21, 23.

      Refiriéndose a la misma cosa, el apóstol declara más adelante: “Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer; y Dios la cabeza de Cristo.” ¿Qué podría ser más claro que eso? Y el que esta relación continuará a través de la eternidad es evidente de las palabras adicionales del apóstol Pablo: “Luego el fin; cuando [Cristo] entregará el reino a Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad. Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos.”—1 Cor. 11:3; 15:24, 28.

      En vista de lo susodicho, ¿qué se puede decir brevemente en contestación a la pregunta: Qué dice la Biblia acerca de la divinidad de Cristo? Que hubo un tiempo cuando Jesús existía; que antes de nacer de María él tuvo una existencia en el cielo como criatura gloriosa espiritual, el Verbo, un dios; que al venir a la Tierra él fue enteramente humano, nada más y nada menos que el Adán perfecto en lo que concernía a su naturaleza; y que desde su resurrección él es un espíritu divino glorioso, poderoso, incorruptible e inmortal; que jamás en ningún instante ha sido Jesús igual a su Padre sino que está siempre subordinado a él.

  • Corrompido por filosofía pagana
    La Atalaya 1962 | 15 de enero
    • Corrompido por filosofía pagana

      “Entre las primeras corrupciones de la iglesia que se pueden notar estuvo la introducción de la filosofía griega para armonizar y reconciliar con ésta las verdades del evangelio, que a cierta clase siempre le han sido, y siempre le serán, insensatez.”—Beacon Lights of History.

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