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  • Yo fui un pastor evangélico
    ¡Despertad! 1977 | 8 de junio
    • Anteriormente, yo había estudiado con los Testigos hasta el punto del bautismo. Pero ellos habían rehusado reconocer como válido mi bautismo evangélico, aunque, como razonaba yo, se me había sumergido o bautizado ‘en el nombre del Padre, Hijo y espíritu santo.’ (Mat. 28:19) Al llegar al asunto esta vez, le pregunté al que lo consideraba conmigo, José Patrocinio Hernández: “Pero, ¿por qué debo yo bautizarme de nuevo?” Me preguntó sencillamente: “¿Conocía usted el nombre del Padre cuando se bautizó?” Puesto que no lo conocía, era obvio que no había sido bautizado ‘en Su nombre.’

      Luego, en conexión con ser bautizado ‘en el nombre del espíritu santo,’ me preguntó: “¿Daba evidencia de tener el espíritu de Dios por medio de conservar la paz y la unidad la organización que lo bautizó?” (Efe. 4:3) Entonces recordé que el mismo pastor evangélico que me bautizó, Ángel de Jesús Vélez, solo dos semanas después había formado una nueva secta disidente. Puesto que las “altercaciones, divisiones, sectas” no son “el fruto del espíritu” sino “obras de la carne,” era muy claro que no tenían el espíritu de Dios.—Gál. 5:19-23.

      Así fue que, por fin, el 10 de mayo de 1969, en compañía de mis dos hijos mayores, me sometí al bautismo cristiano en símbolo de mi dedicación a Dios. Mi esposa y mis dos hijos menores lo hicieron más tarde.

      En retrospecto, aprecio los sentimientos del apóstol Pablo cuando dijo: “En un tiempo ustedes eran oscuridad, mas ahora son luz con relación al Señor. Sigan andando como hijos de luz, porque el fruto de la luz consiste en . . . verdad.” (Efe. 5:8, 9) Al recordar mis experiencias como parte de los sistemas religiosos de la cristiandad quedo impresionado con lo grande que fue esa oscuridad. Ahora, como hijo de luz, qué agradecido estoy de servir como pastor ordenado por Dios y de producir el fruto de la luz, a saber, la verdad.—Contribuido.

  • Una búsqueda próspera
    ¡Despertad! 1977 | 8 de junio
    • Una búsqueda próspera

      NOS pareció a mi cónyuge y a mí que algo faltaba en nuestra vida. Ella quería aprender más acerca de la Biblia y dijo que lo que nos faltaba era ir a la iglesia. Pero según mi experiencia con las iglesias lo único que quieren es dinero. No obstante, mi cónyuge escogió una iglesia pentecostal y fue. Cuando volvió a casa estaba asustada; la gente corría de un lugar a otro gritando. Lo único que pude decir fue: “Te lo dije.”

      Entonces se enteró de otra organización religiosa que ofrecía estudios bíblicos, pero había que pagar. Más tarde, un testigo de Jehová le ofreció un estudio bíblico gratuito, y ella lo aceptó. Con el tiempo fue al Salón del Reino, y cuando volvió a casa realmente estaba animada debido a lo que había aprendido. Yo no lo podía creer. La gente simplemente no vuelve a casa de la iglesia sintiéndose feliz. “¡Y sabes qué,” exclamó ella, “ni siquiera hacen una colecta!”

      Le dije que todas las iglesias pasan el platillo, que simplemente no lo había notado. De modo que decidí ir el siguiente domingo con el único propósito de probar que sí hacen una colecta. El título de la conferencia fue “La autenticidad de la Biblia.” Estuvo tan bueno el discurso que se me olvidó fijarme en el asunto del platillo. Así es que tuve que volver la siguiente semana para ver. La segunda semana la conferencia fue más interesante que la primera, y de nuevo se me olvidó buscar el platillo. La tercera semana, para el fin de la reunión, sabía que habíamos hallado lo que había faltado en nuestra vida. Yo, también, acepté un estudio bíblico de casa, y actualmente nos regocijamos por haber aprendido la verdad de la Palabra de Dios.—Contribuido.

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