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  • Cuando el día se convirtió en noche
    ¡Despertad! 1980 | 8 de enero
    • el disco negro de la Luna con resplandecientes llamaradas de color rojo carmesí. A nuestro alrededor sentíamos un descenso en la temperatura y un viento fresco.

      Se prendieron las luces de los automóviles. Las aves y los pollos se fueron a sus perchas y los animales actuaron de manera extraña, probablemente atemorizados por la súbita oscuridad.

      Los muchos observadores reunidos en aquel pequeño campo al sur de Arborg, impresionados por la escena en lo alto, dejaron salir un vítor espontáneo. Otros sencillamente observaron en admiración silenciosa.

      A las 10:49 de la mañana una luz fulgurante como de un brillante anillo de diamante de súbito resplandeció en el lado derecho de la oscura Luna cuando el Sol comenzó a reaparecer de detrás de la Luna. A medida que aumentaba el delgado creciente del Sol, sus rayos alumbraban la blanca nieve que nos rodeaba. Tan súbitamente como se había desvanecido, la brillante luz del día regresó. La espectacular exhibición había terminado.

      Alice Krueger, escritora del “Free Press” de Winnipeg, dijo: “El eclipse solar es una experiencia tan humilladora que en realidad debería pasar más a menudo. En un tiempo en el que es demasiado fácil enredarse con la idea de la importancia de uno, no hay nada como un eclipse para volver a poner las cosas en la debida perspectiva.

      “Nos obligó a meditar en la inmensidad del universo y en cuán pequeña parte de éste es nuestro planeta la Tierra en realidad. Nos hizo pausar y pensar y nos recordó lo insignificantes que somos, como seres humanos individuales, en el arreglo de cosas.”

      El salmista bíblico se sintió impelido a decir algo semejante hace años: “Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente, y el hijo del hombre terrestre que cuides de él?”—Sal. 8:3, 4; compare con Isaías 40:26.

      Los científicos nos dicen que estaremos en el siglo 23 antes que los residentes de esta zona de Manitoba vuelvan a presenciar un eclipse solar total. Lo sorprendente es que los movimientos del Sol, la Luna y la Tierra son tan precisos y confiables que los científicos pueden fijar con exactitud con mucho adelanto el tiempo de tal suceso.

      Todo esto nos suministra prueba de lo confiable que es el Creador, Jehová Dios, Aquel que es ‘el Padre de las luces celestes, y con quien no hay la variación del giro de la sombra.’ (Sant. 1:17) ¡Que tal fenómeno celeste nos ayude a apreciar su imponente majestad!

  • Logrando buen gobierno del modo correcto
    ¡Despertad! 1980 | 8 de enero
    • Logrando buen gobierno del modo correcto

      “NUESTRAS armas eran porras de caucho, garrotes revestidos de plomo para destrozar automóviles, cadenas y también armas de fuego,” cuenta un anterior obrero de un partido político de Italia. Hacia el fin de los años sesenta este joven trabajaba para adelantar sus ideales políticos por medio de la violencia y “guerra urbana.” Dice que “uno de los principales objetos de la guerra urbana era causar líos y daños y luego imputar la culpa a la facción política adversaria.”

      Pero algo pasó que cambió el concepto que este hombre tenía de la política. Un joven lo visitó en su hogar y empezó un estudio bíblico con él, que, dice él, “me enseñó ante todo que Dios ‘ha hecho de un solo hombre toda nación te hombres.’” (Hech. 17:26) Este agente político que antes era violento dice que principios bíblicos como el citado “me libraron del odio que mi interior les tenía a los otros hombres, simplemente porque abrigaban una idea política diferente de la mía.” Pasa a decir:

      “Respecto a este punto, sigo preguntándome: ¿Cómo es posible que el hombre resuelva sus problemas mediante la política, cuando la política misma creó el primer problema... la división de la humanidad? Si la humanidad ha de reunirse, primero tienen que desaparecer las causas de la división. Con los testigos de Jehová he entendido que esto es posible. He visto a negros y blancos bautizarse en la misma agua; a anteriores protestantes y anteriores católicos, en Irlanda, cesar de odiarse; a árabes y judíos unidos en la misma reunión, durante la Guerra de Seis Días. Y yo mismo he aprendido a amar a los que se me había enseñado a odiar. Nadie puede decir que el reino que los testigos de Jehová anhelan —el reino de Dios— es utópico, puesto que ya existe una comunidad internacional unida bajo este reino.”

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