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  • Enfrentándose a la amenaza del abuso del alcohol
    ¡Despertad! 1978 | 22 de mayo
    • correcta actitud de mente y corazón. Es la fuente más poderosa de todo el universo, el Dios Todopoderoso mismo.

      Jehová Dios creó al hombre. Él sabe la mejor manera en que el hombre puede resolver sus problemas, y cómo puede habérselas mejor con sus presiones y emociones. Por eso, cuando uno acude a esa fuente en busca de ayuda, se pone en vías de recibir absolutamente la mejor ayuda posible.

      Una manera en que esta ayuda viene es por medio del excelente consejo que se halla en el libro del cual Dios es el autor y que él dio como guía para la humanidad, es decir, su Palabra, la Santa Biblia. La Biblia nos explica por qué la vida está tan llena de problemas y también nos informa acerca de la maravillosa solución que Dios nos ha prometido. Nos dice que Dios se propone poner fin al actual mundo insatisfactorio y lleno de dificultades. Lo reemplazará con un justo nuevo orden, un paraíso en la Tierra, libre de todas las cosas malas que hoy son tan comunes. (Luc. 23:43; Rev. 21:4, 5) De modo que el aprender acerca del propósito de la vida y lo que el futuro encierra sirve de incentivo verdaderamente poderoso para ‘cambiar el patrón de la vida.’

      La Biblia muestra que individuos que habían sido borrachos abandonaron la práctica cuando adquirieron un conocimiento exacto de los propósitos de Dios. Menciona a borrachos junto con fornicadores, idólatras, ladrones y otros, y entonces dice: “Sin embargo eso es lo que algunos de ustedes eran. Mas ustedes han sido lavados, mas ustedes han sido santificados, mas ustedes han sido declarados justos.”—1 Cor. 6:9-11.

      Puesto que es definitivamente posible vencer el alcoholismo, la Biblia aconseja: “Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas, y vístanse de la nueva personalidad, que va haciéndose nueva en conocimiento exacto según la imagen de Aquel que la creó.” (Col. 3:9, 10) Ese conocimiento exacto contenido en la Palabra de Dios puede proveer la motivación necesaria para cambiar el patrón de la vida.

      Hay otra cosa. Cuando es sincero el deseo de vencer el abuso del alcohol, se puede acudir a Dios y pedir como ayuda una medida de Su poder. La poderosa fuerza activa de Dios, su espíritu santo, se le facilitará sin más que pedirla. Jesucristo dijo: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá. . . . ¡[así] dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!”—Luc. 11:1-13.

      De los muchos ejemplos que hay se presenta solamente éste acerca de un hombre de un país sudamericano que estaba arruinando su vida con el alcoholismo. Se emborrachaba con frecuencia, perdía buenos empleos, despilfarraba su dinero y había empobrecido a su familia. A menudo se emborrachaba y pasaba varios días “de jarana” y venía a parar en la cárcel. Vez tras vez amenazaba a su esposa con violencia. Y ella se desquitaba de varias maneras, entre ellas el amenazar con abandonarlo y llevarse a sus tres hijos.

      Pero entonces la esposa empezó a estudiar la Biblia con un testigo de Jehová. En la Palabra de Dios aprendió la mejor manera en que una esposa puede comportarse con su marido, aunque éste sea alcohólico. Empezó a tratarlo mejor. Con el tiempo, él notó esto y quiso saber qué pudo efectuar tan excelentes mejoras en ella. De modo que él también empezó a estudiar la Biblia. A medida que aprendía más, dependía cada vez menos de su beber.

      Entonces convino en someterse a tratamiento médico por su alcoholismo. Pero no terminó el tratamiento. ¿Por qué? Dijo que debido a lo que había aprendido, ya tenía suficiente fuerza de voluntad para dejar de beber. Y es verdad que la tenía, pues abandonó el hábito por completo. También cambió su asociación al dejar de participar en las tertulias de beber que sus anteriores amigos todavía celebraban.

      Como resultado, toda su vida mejoró. Su vida de familia se hizo mucho más feliz, disfrutó de mejores relaciones con otros, pudo mantener su empleo y tuvo con qué conseguir mejor alojamiento. Lo que es de verdadero interés en este caso es que él no atribuyó su recobro al tratamiento médico, sino a la determinación que pudo conseguir con la ayuda de la Biblia, la oración, y el apoyo de su esposa y asociados edificantes.

      Y éste no es un caso aislado. Muchos han tenido experiencias parecidas en diferentes partes del mundo que muestran que sí se puede vencer el alcoholismo.

      Sin embargo, una vez que el individuo haya vencido su hábito y ya no dependa del alcohol, tiene que ejercer mucho cuidado. Para la mayoría de los que han sido alcohólicos, el mejor consejo respecto a las bebidas alcohólicas es: ¡No tome! Casi todas las autoridades convienen en que el mejor proceder para los ex alcohólicos es el abstenerse por completo del alcohol. Es relativamente pequeño el porcentaje que puede recobrar dominio de sí mismo a tal grado que pueda beber moderadamente y no volver al abuso del alcohol. Pero la mayoría de los demás no pueden hacerlo.

      Se ve, pues, que aunque las bebidas alcohólicas pueden añadir cierto placer a la vida, deberían manejarse como se maneja un explosivo: con tremendo cuidado. De otro modo, la “explosión” creará problemas tan severos que hasta la vida puede ser destruida.

  • La “doble aprobación”
    ¡Despertad! 1978 | 22 de mayo
    • La “doble aprobación”

      Al tratar sobre los efectos de la televisión en personas muy jóvenes, el Dr. Thomas Harris les da a los padres mucho en que pensar. Después de explicar que la mente joven funciona como un magnetófono, declara: “Un niño de tres años de edad que pasa muchas horas al día ante un televisor está grabando lo que ve. Los programas que ve son un concepto de la vida que se le ha ‘enseñado.’ Si ve programas relacionados con la violencia, creo que graba la violencia. . . . Esta conclusión es segura si sus padres no expresan su oposición por medio de cambiar el canal. Si ellos disfrutan de programas en que se exhibe la violencia, entonces el jovencito recibe doble aprobación —el televisor y los padres— y da por sentado que tiene permiso para ser violento con tal que junte la cantidad de injusticias que se requiere.”

      Sí, no basta con que nosotros personalmente evitemos demostraciones de violencia en nuestro hogar. La pregunta que debemos contestar es: ¿“Aprobamos” la violencia a los ojos de nuestros hijos por nuestros hábitos de entretenimiento?

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