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  • ¿Deberías tomar bebidas alcohólicas?
    La Atalaya 1974 | 1 de mayo
    • de Vida, tiene que servirle con ‘todo su corazón, alma, mente y fuerzas.’ (Luc. 10:27) El abuso del alcohol no solo puede robarle a uno la claridad y viveza mentales y las fuerzas físicas, sino que también afecta su corazón, llevando a desarrollar motivos malos.—Isa. 28:7, 8; 1 Tes. 5:6-8; Ose. 4:11.

      Es cierto que la Biblia habla con aprobación del uso moderado de bebidas como el vino. Pero ¿qué hay si uno acude a esas bebidas alcohólicas como una manera de escapar de la realidad de la vida o del aburrimiento alcanzando un brillo artificial de felicidad y una sensación sintética de camaradería? ¿O como una medicina para la personalidad para ‘fortalecerse los nervios’ y vencer la timidez o el temor? Quizás descubra que el remedio es peor que la enfermedad. ¿De qué sirve el dinero si resulta falso? ¿Y de qué sirve una sensación de felicidad o valor si resulta únicamente artificial?

      Un informe esclarecedor del Instituto Nacional de Salud Mental (publicado por el Departamento de Salud, Educación y Bienestar de los EE. UU.) muestra que los peligros del abuso del alcohol tenían la menor probabilidad de aparecer donde prevalecían las siguientes circunstancias:

      (1) Donde el contacto más temprano del individuo con las bebidas alcohólicas se produjo dentro de un grupo familiar o religioso fuerte y donde las bebidas por lo general tenían bajo contenido alcohólico (como vinos de mesa o cerveza) y por lo general se tomaban en las comidas como simplemente parte de la comida. (2) Donde el uso de estas bebidas no se consideraba ni como virtud ni como pecado, de modo que no se considerara el beber como medida alguna de ser adulto o ser uno un “verdadero hombre.” (3) Donde a nadie se obligaba por presión a beber y donde el rechazar una bebida no se criticaba más que el rechazar un pedazo de pan. (4) Donde el beber en exceso se desaprobaba fuertemente, y no se le consideraba ni ‘estar a la moda’ ni cómico ni nada que hubiera de tolerarse. Y, quizás más importante, (5) donde había acuerdo unido y consistente sobre lo que es correcto e incorrecto en lo que toca al uso de esas bebidas, y los padres presentaban un buen ejemplo de moderación.

      Por supuesto, tu guía más buena y más segura es la Palabra de Dios. Como hemos visto, suministra ejemplos del uso apropiado de las bebidas alcohólicas y fuertes advertencias contra su abuso. Aconseja a los jóvenes: “Sean obedientes a sus padres en unión con el Señor, porque esto es justo.” (Efe. 6:1) Respeta tú el criterio de tus padres, que se basa en la Palabra de Dios, en cuanto a si debes tomar bebidas alcohólicas o no o bajo qué circunstancias puedes hacerlo. Eres sabio si evitas el gustar de ellas cuando todos los que participan son jóvenes y no hay padres o parientes presentes que suministren una influencia controladora.—Pro. 1:7-9; 6:20-22; 22:15.

      Ante todo, para tu felicidad duradera, ‘sea que estés comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, haz todas las cosas para la gloria de Dios.’—1 Cor. 10:31.

  • La poderosa Palabra de Dios transforma vidas
    La Atalaya 1974 | 1 de mayo
    • La poderosa Palabra de Dios transforma vidas

      ¿PUEDE la Palabra de Dios mover a un delincuente a abandonar el desafuero? ¿Ejerce suficiente poder para liberar a un borracho inveterado de su hábito degradante? Sí, el mensaje de la Biblia puede ejercer tremendo poder para lo bueno cuando las personas llegan a reconocer con aprecio que es la “palabra de Dios.” Esto se demuestra en la vida de muchos que ahora son testigos cristianos de Jehová.

      Un joven católico que vivía en la Ciudad Quezón, República de las Filipinas, al principio trató de pelear contra la “palabra de Dios.” Su deseo era hacerse millonario para cuando cumpliera los cuarenta y cinco años de edad. Por consiguiente, compró equipo costoso para reproducir películas pornográficas a fin de distribuirlas. Pero cuando llegó a apreciar lo recto y lo justo que son los mandamientos de Dios, gracias a los testigos de Jehová que llamaron esto a su atención, cambió su actitud por completo. Destruyó todas sus películas inmorales así como las muchas imágenes religiosas que tenía en su hogar. A pesar de recibir persecución enconada de sus parientes, él y su esposa se pusieron firmemente de parte de la adoración pura.

      En Cebú, otra ciudad de la República de las Filipinas, un hombre estaba ganando mucho dinero introduciendo mercancías de contrabando al país procedentes de Borneo e Indonesia por lancha de motor. Para proteger sus operaciones ilegales tenía seis guardaespaldas. Con el tiempo dos de sus guardaespaldas fueron muertos en batallas con las autoridades gubernamentales y pandillas rivales en las que se emplearon armas de fuego. Esto lo hizo pensar seriamente.

      Por lo tanto, cuando uno de sus hombres oyó el mensaje de la Biblia que le presentaron los testigos de Jehová y le habló acerca de ello, inmediatamente aceptó un estudio bíblico para sí mismo y su familia. Esto resultó en que abandonara su ocupación ilegal. Hoy él, su esposa y tres de sus anteriores guardaespaldas son testigos activos de Jehová y animan a otros a poner su vida en armonía con las enseñanzas de la Biblia.

      Allá en 1949 otro hombre en las Islas Filipinas oyó el mensaje de los testigos de Jehová. Pero no respondió favorablemente. Más tarde se mudó a la isla de Guam, pero no llevó consigo a su familia. Allí frecuentaba tanto las cantinas que llegó a ser muy popular con algunos de los dueños de las cantinas. Uno de ellos hasta le permitía dormir en la mesa de la cantina cuando se emborrachaba. Nunca sabía dónde despertaría... en el arroyo de la calle, en una celda de prisión, en el hospital o en casa. Una vez quedó horrorizado al despertar y descubrir que su auto estaba estacionado entre dos excavaciones de unos nueve metros de profundidad. Repetidas veces fracasó en sus esfuerzos por dejar de emborracharse.

      Con el tiempo su esposa y familia se le unieron en Guam. Un día su esposa le pidió que llevara a la familia al Salón del Reino de los testigos de Jehová. Aunque no estaba interesado personalmente, quedó impresionado por la manera en que los Testigos usaban la Biblia y porque no creían en la adoración de antepasados. Concluyó que el ir al Salón del Reino sería bueno para sus hijos, pero no para él.

      Al principio, esperaba a la familia fuera del Salón del Reino, a veces medio borracho y dormido en el auto. Más tarde los esperaba a la puerta, listo para “arrancar” en caso de que no le gustara lo que se estaba considerando. Pero empezó a gustarle lo que oía. Finalmente comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. En el transcurso de tres meses tomó su decisión de ser Testigo. Actualmente este ex-borracho conocido por toda la población es un excelente ejemplo de conducta cristiana.

      El evidente cambio en el modo de vivir de los testigos cristianos de Jehová no pasa inadvertido. Por ejemplo, la oficina de sucursal de la Sociedad Watch Tower en la República de las Filipinas recibió la siguiente carta: “Estamos reorganizando nuestro Departamento de Fabricación y en relación con esto nos gustaría saber si ustedes tendrían la bondad de ayudarnos en nuestra búsqueda de obreros expertos. La razón más fuerte que nos impelió a dirigirnos a su Sociedad principalmente es que nuestra observación, estudio cuidadoso y experiencia han demostrado que se puede confiar en sumo grado en que los hombres que pertenecen a su organización desempeñen con diligencia altruista y honradez cualquier tarea que se les asigne, y también estamos asombrados por la capacidad que tienen para entender los existentes problemas económicos y de trabajo y ajustarse a ellos.”

      El hecho de que el estudio de la Biblia ha ayudado a muchos individuos a comenzar a vivir y continuar viviendo vidas ejemplares demuestra que la Palabra de Dios verdaderamente es poderosa. Esto debe ser una fuente de estímulo para las personas a quienes les gustaría cambiar su modo de vivir pero que sencillamente creen que jamás podrían hacerlo. La transformación es posible en el caso de todo el que permite que la Palabra de Dios ejerza toda su fuerza en su vida.—Heb. 4:12.

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