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  • Probando que somos amigos de Dios
    La Atalaya 1962 | 15 de julio
    • de tal acción, aguardando aclaración de parte de Jehová por medio de estudiar su Palabra. Entonces avanzaremos en sendas derechas y seremos constantes en andar sin culpa.

      PRACTICANDO LA JUSTICIA Y HABLANDO LA VERDAD

      17. ¿Qué más requiere Dios de sus amigos, y qué incluye esto con respecto a los tratos con los compañeros de uno?

      17 Para ser amigos de Jehová a todo tiempo debemos estar “practicando la justicia.” (Sal. 15:2) La vida personal del cristiano debe conformarse a las normas justas de la Palabra de Dios; su conducta debe ser santa: “Háganse también santos en todo su comportamiento, porque está escrito: ‘Tienen que ser santos, porque yo soy santo.’” (1 Ped. 1:15, 16) Debido a que Jehová es santo, no introduce en su tienda como invitados a los que son malos, a los que tratan injustamente con sus semejantes y sus compañeros cristianos. Para practicar la justicia uno no puede tratar con falta de honradez a sus amigos ni defraudarlos, ni puede calumniarlos con la lengua. “Porque tú no eres un Dios que se deleite en la iniquidad; nadie malo puede morar por tiempo alguno contigo. Ningún fanfarrón puede colocarse delante de tus ojos. Odias, sí a todos los que practican lo que es perjudicial; destruirás a los que hablan una mentira. Al hombre derramador de sangre y engañador Jehová lo detesta.”—Sal. 5:4-6.

      18. (a) ¿Qué se dice con respecto a actos pequeños de injusticia? (b) ¿Cuál es la obligación del cristiano tocante al pedir prestado?

      18 Es un error pensar que Dios recibirá en su tienda como invitados a cualesquiera que se contaminan con prácticas injustas. Note la descripción del amigo de Dios: “A su compañero no le ha hecho nada malo.” (Sal. 15:3) Esto incluye cosas pequeñas así como grandes, pues “la persona que es injusta en lo muy poco es injusta también en lo mucho.” (Luc. 16:10) El cristiano que pide prestado de su compañero y rehúsa pagar de vuelta, por ejemplo, no es excusado por Dios porque la cantidad o el artículo envuelto no sea grande. “El inicuo está pidiendo prestado y no devuelve.” (Sal. 37:21) Parece difícil para muchas personas el pagar de vuelta lo que piden prestado; mas si verdaderamente están “practicando la justicia” tratarán de pagar de vuelta lo que piden prestado, aunque no puedan pagar de vuelta todo de una sola vez y aunque el lapso de tiempo sea considerable. El hacer el esfuerzo por volver a pagar muestra que uno está “practicando la justicia” en su corazón.

      19. (a) Explique qué significa estar ‘hablando la verdad en el corazón de uno.’ (b) ¿Qué dijo Jesús con respecto a probar nuestra amistad, y cómo está relacionado esto con hablar la verdad?

      19 “Hablando la verdad en su corazón”—éste es otro requisito para el que quiere ser invitado de Dios. (Sal. 15:2) El que habla la verdad en su corazón es honrado con otros y consigo mismo. Si habla la verdad en su corazón, también hablará la verdad con la boca. No solo evitará la falsedad sino que será un predicador de la verdad, la verdad de Dios. Las verdades que Dios requiere que los cristianos hablen se hallan en su Palabra e incluyen los mandamientos de Jesucristo, el Hijo de Dios, especialmente aquéllos con respecto a la predicación del reino de Dios. Dijo el Señor Jesús cuando estuvo en la Tierra: “Ustedes son mis amigos si”—si ¿qué? “Si hacen lo que les estoy mandando.” (Juan 15:14) Y ¿qué es lo que el Señor Jesús mandó hacer a sus seguidores durante este “tiempo del fin”? ¡Pues, hablar la verdad concerniente al reino de Dios y su establecimiento! “Estas buenas nuevas del reino,” predijo Jesús, “se predicarán en toda la tierra habitada como testimonio a todas las naciones.”—Mat. 24:14.

      20. ¿Qué resulta de hablar las verdades del Reino, y por eso qué obligación descansa sobre cada cristiano?

      20 Esta gran obra de hablar las verdades del Reino, entonces, es algo en lo cual todos los que quieren ser amigos de Dios y de su Hijo querrán participar. Por medio de las verdades con respecto al reino de Dios millares de personas que en otro tiempo fueron enemigas de Dios ahora han llegado a ser sus amigas. Sí, el convertir a muchos que son enemigos de Dios en amigos suyos—éste es el magnífico privilegio y obligación de cada cristiano verdadero. Para hacer esto debe ser un predicador de la verdad. Todo el que está “hablando la verdad en su corazón” hablará la verdad con la lengua, enseñando a otros con respecto al reino de Dios. Con respecto a la obligación del cristiano de convertir enemigos de Dios en amigos de él por medio de la verdad, el apóstol dijo: “Somos por lo tanto embajadores sustituyendo por Cristo, como si Dios estuviera haciendo súplica mediante nosotros. Como sustitutos por Cristo rogamos: ‘Reconcíliense con Dios.’”—2 Cor. 5:20.

      21. Con el nuevo mundo que se ha acercado, ¿cuál debería ser nuestro proceder, y con qué resultado bendito?

      21 El nuevo mundo de justicia se ha acercado, un mundo en el cual “la tienda de Dios” estará con la humanidad. “Oh Jehová, ¿quién será un invitado en tu tienda?” Seamos diligentes, entonces, en hablar a otros las verdades del reino de Dios mediante las cuales pueden reconciliarse con Dios. Hablemos desde un corazón lleno de la verdad, practicando a todo tiempo la justicia en nuestros tratos con toda la humanidad. Y siempre andemos con constancia sin culpa para con nuestro Dios, como anduvieron Enoc, Noé, Abrahán y Daniel, buscando siempre la dirección divina en lo que hacemos. ¡Oh que demos prueba, hasta el fin de este mundo y en el glorioso nuevo mundo, de ser los amigos leales de Dios! Entonces podemos regocijarnos con el salmista: “Seré un invitado en tu tienda por tiempos indefinidos,” porque seremos invitados de Dios, teniendo el privilegio de morar en la tienda de Jehová para siempre.—Sal. 61:4.

  • La durabilidad de la Biblia
    La Atalaya 1962 | 15 de julio
    • La durabilidad de la Biblia

      El profesor Oscar Paret, en su libro The Bible, Its Preservation in Print and in Writing, atribuye la conservación de la Biblia al cumplimiento de la propia promesa de Dios: “El dicho de Jehová dura para siempre.”—1 Ped. 1:25.

      “Brevemente, éstos son los resultados de nuestra consideración: La Biblia es, entre los libros de la antigüedad, el que mejor se ha conservado. Es cierto que las Escrituras de la Biblia fueron escritas por hombres y transmitidas por ellos y por lo tanto han sido afectadas por errores e imperfecciones humanas. Pero, como cristianos, percibimos la mano dirigidora de Dios tras los destinos humanos de la Biblia, pues a pesar de todos los ataques de los hombres, ésta ha conservado la Biblia por dos mil años a través de un período de las clases más severas de persecución. Innumerables creaciones valiosas de mentes humanas se han perdido y olvidado. La Biblia, no obstante, que hoy está todavía a la delantera en marcha victoriosa por todo el mundo y todavía se imprime y distribuye por millones de ejemplares anualmente y se traduce toda o en parte en mil cien idiomas, ni se perderá ni se olvidará, pues, como testigo a la revelación de Dios, subsiste bajo la promesa: La Palabra del Señor dura para siempre. Debido a que esta Palabra de Dios encierra, como si dijéramos, deleitables tesoros dentro de vasijas de barro, lo que explica la mucho más grande influencia que ha tenido en la civilización humana en toda su extensión y amplitud que cualquier otro libro de la literatura mundial, expresada en los campos de la poesía (cánticos por Lutero y Pablo Gerhardt, el lenguaje de los clásicos), o el arte pictórico (Grünewald, Dürer, Riemenschneider) y de la música (Juan Sebastián Bach), además, ¡la Biblia ha durado y siempre durará como EL LIBRO DE LOS LIBROS!”

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