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  • Cómo entrenar sus facultades de percepción
    La Atalaya 1971 | 15 de enero
    • atentos] . . . haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder,” no por medio de ser sacados de la escena de la acción, sino siendo preservados de caer en los lazos debido a nuestra vigilancia. Como resultado, se nos encontrará “en pie delante del Hijo del hombre” en su favor y en nuestra integridad y aguante.—Luc. 21:34-36; vea también 1 Corintios 10:13.

      17. ¿Qué relación muestra Pablo entre el escape y el prestar atención cuidadosa?

      17 La mención que Jesús hace de escapar nos hace recordar de nuevo la carta a los Hebreos. Se escribió poco antes de estallar la persecución de los cristianos judíos en Jerusalén, y solo nueve años antes de la destrucción de aquella ciudad. Hoy nos encaramos a circunstancias semejantes. Queda poco tiempo. La “tribulación grande” viene aceleradamente, y esto hace surgir la cuestión de escape. Preste atención a la advertencia de Pablo: “Vean que ustedes no se excusen de oír al que está hablando [por no escuchar o no prestar atención]. Porque si no escaparon los que se excusaron de oír al que estaba dando advertencia divina sobre la tierra [cuando los israelitas estaban en el monte Sinaí], con mucha más razón no escaparemos nosotros si nos apartamos del que habla desde los cielos,” y que en breve sacudirá y removerá enteramente al viejo sistema de cosas.—Heb. 12:25-27.

      18. ¿Debemos prestar atención cuidadosa simplemente como un deber? ¿Por qué?

      18 ¿Cree usted que este asunto de prestar atención cuidadosa quizás sea algo irritante, si acaso no un poco aterrador? No tiene que ser así. No debe serlo. Preste atención para que su fe y devoción permanezcan fuertes. En otras palabras, preste atención a su corazón. Esa es la clave de toda la situación en lo que toca a usted personalmente, “porque procedentes de él [el corazón] son las fuentes de la vida.” (Pro. 4:23) En vez de su cabeza, ¿no discierne usted que es su corazón, el órgano que determina sus motivos y afectos y deseos, el que realmente determina a qué le prestará usted la mayor atención, mientras que al mismo tiempo se deleita en hacerlo?

      19. (a) ¿Sobre qué base puede redundar en un deleite cautivante el prestar atención? (b) ¿Entra apropiadamente el amor agape en las relaciones personales? ¿Cómo es esto especialmente cierto en el caso de Jehová?

      19 En prueba de esto, ¿no ha tenido usted la experiencia, especialmente cuando al crecer pasó de la etapa de la niñez, de encontrarse prestando más que la acostumbrada atención a alguien en particular? ¡Qué experiencia más deleitable y cautivante puede ser ésa, una que entra en toda hora en que uno está despierto! Y cuando esa persona en particular responde agradablemente y empieza a prestarle a uno más que la acostumbrada atención, ¡qué emoción puede ser ésa! Nada puede impedir que uno le preste mucho más que la acostumbrada atención. ¿No es verdad? ¡Ah, sí! dice usted, pero una relación personal de esa clase es enteramente diferente de lo que hemos estado considerando. Bueno, quizás no sea tan enteramente diferente. La cuestión del amor entra en el cuadro; ése ciertamente es un asunto del corazón. La forma más elevada de amor, como se explicó en La Atalaya, es el amor agape. Por lo que a veces se dice, se obtiene la impresión de que esta forma de amor es tan superior y tan deseable porque se eleva por encima de las personalidades, pues se describe como amor basado en principios correctos. Pero no fue de esa manera que La Atalaya definió la palabra griega agape. Pedro, cuando usó esta misma palabra, no dijo “amen estrictamente de acuerdo con los principios buenos desde el corazón,” sino que dijo: “ámense unos a otros intensamente desde el corazón.” (1 Ped. 1:22) Sí, el amor agape puede ser intensamente personal, pero siempre en plena armonía con los principios correctos y gobernado por ellos. Como dijo La Atalaya, es “amor basado en principios,” pero esto no quiere decir que sea impersonal. Esto es especialmente cierto de nuestro amor a Jehová. No basta ni es apropiado amar a Dios, como parece que muchos lo hacen, como a una personificación de los buenos principios, tanto lejana como invisible y abstracta, una gran Primera Causa. Ese fue el gran error que cometieron los consoladores de Job. Se refirieron a Dios por su título, pero jamás por su nombre personal, Jehová. Igualmente sucede en el caso del clero, los consoladores de Job del día moderno. Pero Jehová es el Ser supremo, la más grande Personalidad, y él nos invita a que, por medio de constantemente prestar atención cuidadosa, lleguemos a conocerlo y amarlo como Aquel que es digno de todo lo que podemos dar, de todo nuestro corazón, mente, alma y fuerzas. Es la Fuente y el Juez de todos los principios correctos y buenos.

      20. ¿Cuál ha sido y todavía es una causa básica de que algunos se vayan alejando de la verdad hasta desaparecer?

      20 Como bien se sabe, en años recientes millares de personas han obtenido un conocimiento de la verdad y realmente han llegado a ser testigos de Jehová, y entonces o se han ido alejando inmediatamente hasta perderse de vista, o han tenido que ser expulsados de la congregación cristiana. En este caso, a menudo puede determinarse que la causa de la desviación puede hallarse en una fuerte influencia personal que opera contra la verdad y sus principios elevados. ¿Por qué suceden esas cosas? Fundamentalmente porque estos individuos no se quedaron en la verdad suficiente tiempo o no profundizaron lo suficiente en ella, en realidad, para llegar a conocer y amar a Jehová como persona, La Persona. ¡Oh, sí! amaban la verdad y la asociación alegre con los hermanos y las expectativas del Reino, pero no aprendieron a edificar entre ellos mismos y Jehová, como entre una persona y otra persona, ese apego y esa devoción estrechos, personales y vinculantes que nada puede romper.

      21. Al adherirnos al proceder correcto, ¿qué estímulo obtenemos, y de qué fuentes?

      21 Tal apego y devoción no es imposible. No es demasiado difícil, no lo es si usted pone su corazón resueltamente en ello. Los hombres y mujeres fieles de la antigüedad hicieron precisamente eso, como se describe en el capítulo 11 de Hebreos. Por fe probaron su devoción leal bajo sufrimiento severo, sabiendo que Jehová remunera a los que “le buscan encarecidamente,” prestándole más que la acostumbrada atención. (Heb. 11:6) De manera semejante hoy, como se muestra por el registro de nuestro Anuario, hay una entera hueste de mantenedores de integridad por todo el mundo que están adhiriéndose al mismo proceder de devoción constante. También, muchos esposos y esposas dedicados diariamente están demostrando fidelidad a sus cónyuges, y ciertamente reconocemos que el amor entre esposo y esposa es personal, desde el mismo comienzo, cuando empiezan a prestarse atención especial uno al otro. Usando de nuevo la palabra griega agape, se hace patente la responsabilidad principal del esposo cristiano: “Esposos, continúen amando a sus esposas, así como el Cristo también amó a la congregación,” sí, individualmente a cada uno de la clase de su novia que compone la congregación cristiana.—Efe. 5:25.

      22. ¿Cómo podemos ver a Cristo Jesús desde el punto de vista correcto, y cómo nos ayudará esto?

      22 Jesucristo, por supuesto, es nuestro ejemplo principal. Después del registro que se acaba de mencionar en Hebreos, capítulo 11, se hace el llamamiento a que “corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros, mirando atentamente . . . [y considerando] con sumo cuidado y atención [a Jesús] que ha aguantado tal habla contraria de pecadores en contra de sus propios intereses.” (Heb. 12:1-3) ¿Cómo lo ve usted? ¿Desde el punto de vista de quién lo ve usted? ¿Lo ve usted como a una persona digna de seguir, u opina usted como aquellos de quienes se predijo que dirían: “Cuando lo veamos, no hay la apariencia para que lo deseemos”? (Isa. 53:2) Para verlo desde el punto de vista correcto tenemos que mirarlo usando la Palabra de Dios como espejo. Tal como a veces usamos un espejo para lograr ver a otra persona desde un ángulo diferente, así podemos usar la Biblia para lograr ver con nuevo aprecio al Hijo de Dios. Esto nos ayudará a ponernos una nueva personalidad, una personalidad como la de él, y nos estimulará a ajustarnos al modelo divino en todo aspecto de nuestra vida, y nos ayudará a aguantar como aguantó Jesús hasta el fin.—Sant. 1:22-25.

  • Consolando a los que lloran en los funerales
    La Atalaya 1971 | 15 de enero
    • Consolando a los que lloran en los funerales

      ¿QUÉ impresión produce un servicio de funeral conducido por los testigos de Jehová en los miembros de la familia doliente que son de una fe diferente? Considere la siguiente carta que escribieron los miembros de una familia a los testigos de Jehová en Ohio:

      “En 1935 murió mi padre, dejando a mi madre con la frustración y el pesar que solo una viuda puede conocer. Fue entonces que ella se dirigió a la organización de ustedes, que, en ese tiempo, estaba muy activa en la radio, que llevaba su mensaje a millones de personas. Deberíamos haber comprendido entonces qué maravilloso grupo de personas son ustedes, pero por desgracia no lo comprendimos. Ustedes cambiaron la vida de ella de desesperación tenebrosa a una vida de paz y contentamiento. Ella vivió esta vida con serenidad por más de treinta años, disfrutando de cada instante, hasta que la muerte se apoderó de ella la semana pasada.

      “Fue en ese tiempo que aprendimos nuestra lección de desesperación. Como la mayoría de ustedes saben, cuando una persona llega a ochenta y cuatro años de edad, la edad de nuestra madre, casi todos sus amigos y parientes ya han desaparecido. ¡Por lo menos, así pensábamos!

      “Llamó esto a nuestra atención el relato que nos hizo un director de pompas fúnebres, la noche antes del funeral de nuestra madre. Nos contó un incidente que sucedió hace poco y que tuvo que ver con un hombre muy rico y prominente que vino a nuestra ciudad y la hizo su hogar. Vivió más o menos en aislamiento por varios años en un hotel grande y exclusivo del centro, donde finalmente murió. Pidió en su testamento que lo enterraran en la ciudad que tanto llegó a amar. Debido a una fuerte nevada, no hubo visitantes el primer día después de su muerte. Al segundo día, finalmente llegó un sobrino desde Pittsburgo a través de la nieve. Fue el único que logró llegar. Esa noche él y el director de pompas fúnebres pasaron la larga y solitaria vela. Al día siguiente este sobrino fue el único que asistió al funeral del rico.

      “Aunque nuestra situación no era tan mala, estábamos un poco recelosos la noche antes del entierro de nuestra madre. Nos preguntábamos si habría muchos o si alguien siquiera asistiría a los servicios al día siguiente.

      “Esta sensación de recelo permaneció con nosotros la siguiente mañana hasta que el ministro de los testigos de Jehová llegó seguido de grupos de esas maravillosas personas que componen las congregaciones de los testigos de Jehová. El espíritu y amigabilidad que trajeron consigo es difícil de describir. Serenidad es la mejor palabra en la que puedo pensar. A medida que llenaron las salas y expresaron su mensaje de condolencia, súbitamente se disipó la tristeza, y el mundo entero pareció más brillante. No pudimos menos que pensar en cuánto más rica era nuestra madre con todos estos maravillosos amigos que lo que lo era con toda su riqueza aquel hombre prominente acerca del cual se nos había contado la noche anterior. Uno de nuestros parientes que estuvo presente dijo, con mucha admiración, que jamás había escuchado un servicio tan inspirador.

      “Probablemente nunca comprendan ustedes a grado cabal cuánto nos beneficiaron sus regalos de hermosas flores y la bondad de los caballeros que ofrecieron sus servicios para llevar el féretro así como la cordialidad de su presencia amigable. No olvidaremos pronto todo esto y a cambio de esto lo único que podemos dar son nuestras gracias sinceras, y que Dios bendiga a cada uno de ustedes.”

      En verdad los funerales presentan una excelente oportunidad para consolar a los que lloran con el mensaje de Dios sobre la esperanza de la resurrección y por el amor y conducta cristianos de su pueblo.

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