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Alaban la paz, pero glorifican la guerra¡Despertad! 1985 | 22 de diciembre
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primer lugar, si cae prisionero y muere, la oportunidad de recibir cristiana sepultura es mayor, lo cual siempre es más agradable que el que le arrojen con los desechos. Por otra parte, en días de festividades religiosas, pudiera ser que el ambiente de recogimiento espiritual del día inspire al carcelero a darle una patada menos”.
No cabe duda de que este es un comentario sarcástico. Pero ¿podría usted negar su veracidad? Y, ¿no está de acuerdo usted en que las iglesias merecen este tratamiento ridiculizante por su pretensión hipócrita de representar al Príncipe de Paz, Jesucristo?
El clero tal vez proteste, diciendo: ‘Pero en este mundo moderno no se puede vivir según las enseñanzas de Cristo’. No obstante, en respuesta a esta objeción, el profesor Christenson escribió lo siguiente en el artículo citado anteriormente: “Creo que no nos vendría mal el aplicar cuanto sabemos acerca de las enseñanzas de Jesús y de su ejemplo a nuestro concepto de la guerra... especialmente de la guerra moderna.
”¿Puede alguien imaginarse a Jesús lanzando granadas de mano contra sus enemigos, disparando una ametralladora o un lanzallamas, arrojando bombas nucleares o disparando un ICBM [mísil balístico intercontinental] que matarían o dejarían lisiados a millares de madres y niños? La pregunta es tan absurda que ni siquiera merece una respuesta. Si Jesús no hubiera podido hacerlo sin traicionarse a sí mismo, ¿cómo podría uno hacerlo sin traicionarle a él?”.
Cuando usted honradamente se encara a estas preguntas, puede entender por qué el editor eclesiástico del periódico The Toronto Star escribió en una nochebuena reciente: “Es una burla contra la Navidad el no entender que la totalmente insensata escalada nuclear de los Estados Unidos y la Unión Soviética es una blasfemia abominable contra Cristo y la humanidad”.
También es cierto que los problemas a los que se enfrenta este mundo son complejos. ¿Significa esto que nunca se alcanzará verdadera paz sobre la Tierra? ¿Es que el cumplimiento del anuncio angélico acerca de ‘paz en la tierra’ ha de ser solo una ilusión? O, ¿hay una base segura para creer que gente de todas las razas y nacionalidades pueden vivir juntas en paz, sin jamás experimentar de nuevo los horrores de la guerra?
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Paz en la Tierra... ¿solo una ilusión?¡Despertad! 1985 | 22 de diciembre
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Paz en la Tierra... ¿solo una ilusión?
HABIENDO sobrevivido los horrores de la II Guerra Mundial, el anhelo de la gente era la paz. El general Douglas MacArthur declaró: “Esta ha sido nuestra última oportunidad. Si no ideamos ahora un sistema más amplio y equitativo, tendremos el Armagedón a las puertas”.
En ese mismo año se firmó la carta constituyente de las Naciones Unidas. En su preámbulo se afirma: “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas [estamos] resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, [...] y a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”.
A partir de entonces, tanto líderes políticos como religiosos aclamaron la Organización de las Naciones Unidas. En 1961, John F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos, la llamó “nuestra última y mejor esperanza en una era en la que los instrumentos de guerra han superado por mucho los instrumentos de paz” (cursivas nuestras). Y, en 1965, el papa Paulo VI declaró: “Los
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