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  • La ONU... ¿ha unido a las naciones?
    ¡Despertad! 1985 | 22 de octubre
    • esta más éxito que la primera en mantener la paz? ¿Ha unido realmente a las naciones?

      El secretario general

      El fundamento de una organización más fuerte y más efectiva lo pusieron Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill, Josif (José) Stalin, y sus respectivos consejeros. Estos hombres representaban a los Tres Grandes —los Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética— en conferencias que se celebraron en Moscú, Teherán, Yalta y Dumbarton Oaks (Washington, D.C.). De hecho, fue el presidente Roosevelt quien finalmente escogió el nombre Naciones Unidas.

      La Asamblea General de la ONU celebró su primera sesión en enero de 1946. Para el 1 de febrero la ONU había nombrado a su primer secretario general, el noruego Trygve Lie. ¿Cómo consideraba él su nombramiento? “Ni más ni menos había sido lanzado a la posición de Secretario General de esta nueva organización internacional, para preservar la paz y promover el progreso en un mundo acosado por disturbios, pobreza y rivalidad entre las grandes potencias. Fue un desafío con el que ni remotamente había soñado; pero fue también una pesadilla. [...] Vez tras vez me preguntaba ¿por qué había recaído esta tremenda tarea sobre un abogado laborista de Noruega?”

      Como sucedió con la antigua Sociedad, originalmente no se esperaba mucho del secretario de dicha organización. De acuerdo con el escritor Andrew Boyd, los fundadores de la ONU no percibieron hasta dónde llegarían los poderes del secretario general. Como el señor Boyd declara en su libro Fifteen Men on a Powder Keg (Quince hombres en un barril de pólvora): “Ellos [los Tres Grandes] ni siquiera percibieron la posibilidad de que el funcionario principal de esta nueva organización mundial hubiera de dirigir las fuerzas internacionales de esta”. Y agregó: “Lo consideraban como su creación, y una creación apocada, por cierto”.

      Sin embargo, el artículo 99 de la Carta de la ONU dice claramente: “El Secretario General podrá llamar la atención del Consejo de Seguridad hacia cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”. (Las cursivas son nuestras.) Como escribió Trygve Lie: “Este Artículo confiere al Secretario General de las Naciones Unidas responsabilidades políticas mundiales que ninguna persona, ni representante de una nación en particular, haya tenido antes”. Por consiguiente, él habría de ser una entidad con quien se tenía que contar.

      De hecho, la influencia del secretario general como mediador aumentó al punto que durante la crisis del Congo en 1961 Dag Hammarskjöld, sucesor de Trygve Lie, reunió a 20.000 soldados y técnicos procedentes de 18 países para ayudar a poner fin a dicho conflicto. En 1964 U Thant, quien ocupaba entonces dicha posición, tuvo a su cargo tres contingentes simultáneos para el mantenimiento de la paz.

      El actual secretario general, el peruano Javier Pérez de Cuéllar, está al mando de los contingentes de paz de la ONU que todavía están activos en Chipre y en el Oriente Medio. También dirige el Secretariado que al presente tiene un personal de unas 7.400 personas en la sede de la ONU en Nueva York. Aproximadamente otras 19.000 personas trabajan bajo los auspicios de la ONU en otros países. Sin embargo, con todos estos recursos humanos a su disposición, ¿ha podido la ONU prevenir efectivamente las guerras durante los pasados 40 años?

      Ladra, pero no muerde

      La respuesta a esa última pregunta tiene que ser sí, y sin embargo no. Veinte años después de ser fundada la Sociedad de Naciones en 1919, sufrió la agonía de la muerte cuando estalló la II Guerra Mundial. Cuarenta años después de haberse fundado, la ONU todavía está en pie. Pero aunque todavía no ha estallado una tercera guerra mundial, ciertamente se han peleado muchas guerras terribles y millones de personas han sufrido las consecuencias. Las guerras de Corea (1950-1953), del Oriente Medio (1948-1949, 1967, y 1973), y de Indochina y Vietnam (1945-1954 y 1959-1975) acuden a la mente inmediatamente. Lógicamente la pregunta es, ¿por qué no pudo la ONU prevenir esas guerras?

      La respuesta que dan los funcionarios de la ONU es que dicha organización solo puede ser eficaz al grado que se lo permitan sus miembros. El señor Stefan Olszowski, ministro de asuntos exteriores polaco, declaró en una carta con fecha del 9 de mayo de 1985: “Aun las decisiones perfectas de la Organización no pueden producir los resultados prácticos esperados a menos y hasta que cuenten con la respuesta y el apoyo político de los Estados Miembros. Confío en que la humanidad tendrá éxito en detener e invertir el proceder que conduce al precipicio”.

      Por lo tanto, la ONU solo puede ser una entidad que ejerce una fuerza de persuasión, pero no es una fuerza pública o de policía que tenga poderes para arrestar. Es en realidad una tribuna mundial, una arena para debates, en la que las naciones presentan sus quejas... si les conviene. Como escribió el ex secretario general Kurt Waldheim: “Si no están listos para traer un problema al Consejo [de Seguridad], es poco lo que las Naciones Unidas pueden hacer [...] El que se deje a un lado al Consejo de Seguridad o se haga caso omiso de él corroe el prestigio de este y debilita su posición [...] Considero que, potencialmente, esta es una de las tendencias más peligrosas en la historia de las Naciones Unidas”.

      Sin embargo, cuando las naciones traen sus problemas a la ONU, a menudo es para hacer acusaciones y responder con otras acusaciones. La ONU se convierte en una tribuna para la propaganda política. Si ese es el caso, pudiera ser que usted se preguntara: ‘¿Cómo puede la ONU usar su influencia para lograr la paz?’.

      La respuesta que dan los funcionarios de la ONU es que esta hace públicas las cuestiones y trata de influir en la opinión mundial para que los gobiernos respondan. Pero en sí misma, no puede tomar ninguna acción armada para prevenir o impedir una guerra. En tal caso, ¿qué hay de las propias fuerzas armadas de la ONU?

      Una publicación de la ONU responde: “Estas fuerzas [si el Consejo de Seguridad o la Asamblea General les da autoridad para hacerlo] usualmente ayudan a prevenir que se reanude el combate, a restaurar y mantener el orden y a promover el retorno a las condiciones normales. Con este fin las fuerzas para el mantenimiento de la paz están autorizadas, según sea necesario, para negociar, persuadir, observar y determinar los hechos. [...] Aunque están armadas, pueden usar sus armas solo en defensa propia”. (Las cursivas son nuestras.) Por consiguiente, el propósito de ellas es disuadir a otros de que no se envuelvan en conflicto, y que lo eviten por sí mismos.

      Así que, en realidad, ¿en qué convierte eso a la ONU? La convierte en un perro guardián al que se le permite ladrar, pero no morder. Pero por lo menos un perro que ladra avisa que hay algún problema. Entonces, ¿por qué parece ineficaz la ONU?

      Dónde yace el verdadero poder

      De acuerdo con el señor Andrew Boyd, los Tres Grandes hicieron que los problemas que aquejan a la ONU fueran inherentes a la Carta. Él explica: “Sin rodeos le dijeron a las naciones pequeñas que ellos ya habían determinado que la estructura de seguridad de la ONU habría de estar completamente controlada por las grandes potencias. [...] Roosevelt, Churchill y Stalin habían concordado plenamente en que la propuesta organización de las Naciones Unidas habría de ser un instrumento para la ejecución de decisiones hechas conjuntamente por los Tres Grandes (teniendo a la China y a Francia como sus asociados privilegiados)”.

      El señor Boyd continúa diciendo: “Obviamente, un sistema que había sido diseñado por los Tres mismos no iba a ser uno que los comprometiera a entregar parte alguna de su vasto poderío militar al control del entero cuerpo de estados más pequeños; ni al del Secretario General de la ONU [...] ni a la Corte Internacional o a alguien más”. Así que ¿cómo protegieron su monopolio de poder y control?

      El señor Boyd explica: “Los Tres no confiaban el uno en el otro. El veto había de ser su protección en contra de los otros y en contra del poder de la suma de los votos de los estados más pequeños”. ¿Qué es el veto? Es el derecho de impedir la realización de una decisión por medio de un voto negativo. Este se reserva a los 5 miembros permanentes (China, Francia, la Unión Soviética, el Reino Unido y los Estados Unidos) del Consejo de Seguridad compuesto de 15 miembros. Por consiguiente, para conseguir que se apruebe una decisión de importancia en el Consejo, la misma tiene que tener por lo menos nueve votos favorables, incluso el voto de aprobación de los cinco. Sin embargo, si uno de ellos se abstiene, esto no se cuenta como un veto.

      Por consiguiente, con el veto como parte de ella, la Carta de la ONU “reflejaba que se preveía que las grandes potencias probablemente habrían de reñir”. Con esta clase de comienzo, las naciones “unidas” no comenzaron bien.

      No obstante, aquí nos hallamos en 1985, y hasta ahora se ha evitado la III Guerra Mundial. La ONU todavía está desempeñando un papel activo en los asuntos mundiales. Por consiguiente, ¿es razonable pensar todavía que la ONU pudiera ser el camino de Dios a la paz?

  • La ONU... ¿el camino de Dios a la paz?
    ¡Despertad! 1985 | 22 de octubre
    • La ONU... ¿el camino de Dios a la paz?

      “Estoy convencido de que las Naciones Unidas proporcionan el mejor camino al futuro para los que tienen confianza en nuestra capacidad de moldear nuestro propio destino en este planeta.”

      DICHA convicción la expresó el ex secretario general Kurt Waldheim en su libro The Challenge of Peace. Aunque admitió las faltas de la ONU, él también explicó: “Se debería reconocer que las Naciones Unidas son, después de todo, el mundo en microcosmo. Por consiguiente, sus debilidades tienen que atribuirse principalmente a las contradicciones que caracterizan a la comunidad mundial misma”. Agregó: “Debo indicar que [la ONU] no es nada más que un espejo del mundo al cual ella sirve. Dicho mundo es una conglomeración de naciones extremadamente variadas, en muchos casos intratables, coléricas, y antagonistas”. Pero no todos los comentaristas ven a la ONU en una luz tan favorable.

      Los profesores Yeselson y Gaglione, en su libro A Dangerous Place—The United Nations as a Weapon in World Politics (Un lugar peligroso... las Naciones Unidas como arma de la política mundial), arguyen que desde sus primerísimos días la ONU ha sido un foro para expresar agresividad, y que es un polvorín de antagonismos y manipulaciones políticas que solo pueden avivar las llamas del conflicto internacional. Y ¿qué hay del mundo en el cual funciona? “Una verdad perversa y sin embargo sencilla es que la política mundial es muy parecida a una selva. El comportamiento nacional se basa principalmente en el interés personal y la supervivencia. La obsesión a lo antes mencionado imparte en el sistema de la nación-estado no solo la ley de la selva, sino también su moralidad.” Por consiguiente, “la guerra ha llegado a ser un aspecto permanente de las relaciones internacionales”.

      ¡Qué contraste con las altas esperanzas que ellos tenían cuando se firmó la Carta de las Naciones Unidas en 1945! Su preámbulo declaró: “NOSOTROS LOS PUEBLOS DE LAS NACIONES UNIDAS RESUELTOS a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles [...] HEMOS DECIDIDO AUNAR NUESTROS ESFUERZOS PARA REALIZAR ESTOS DESIGNIOS”.

      Cuarenta años después esta declaración suena algo vacía. Las naciones, en vez de unirse, se dividen. ¡Aun ahora la guerra es la porción diaria de millones de personas en una parte de la Tierra u otra! Cada día hay quienes sufren o mueren como víctimas de la guerra... a pesar de la existencia de la ONU.

      ¿Quién realmente está detrás de la ONU?

      Aunque presentan puntos de vista diferentes, los dos libros anteriormente citados convergen en un detalle poco común. Waldheim dice que la ONU ‘es un espejo del mundo al cual ella sirve’, y Yeselson y Gaglione comparan aquel mundo político a una selva. Así la ONU tiene que inexorablemente reflejar la misma ley de la selva política en que habitan sus miembros.

      Teniendo esto presente, es de gran interés notar el simbolismo que se usa en la Biblia. La Biblia habla de una “bestia salvaje” y también de su “imagen”, descrita como “una bestia salvaje de color escarlata”. (Revelación 13:1, 2, 14; 17:3, 8, 11.) La primera bestia salvaje representa la entera organización política mundial que se ha desarrollado durante los pasados 4.000 años y que ha culminado en

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