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Hay necesidad de seguridad económica¡Despertad! 1976 | 22 de mayo
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Hay necesidad de seguridad económica
TODA la gente desea seguridad económica, prescindiendo de la edad que tenga. Pero especialmente cuando las personas han entrado en años se les hace apremiante tener esa seguridad. Han alcanzado la época de la vida en que tienen que trabajar menos, o hasta retirarse. Pero todavía desean vivir en un estado de comodidad y dignidad razonables.
Para ayudar a los ancianos, y a otros, muchos países por todo el mundo tienen sistemas de “seguro social.” En general, éstos son planes para proveer beneficios como pensiones para las personas ancianas, ingresos para los incapacitados o desempleados y atención médica para los que no pueden pagarla.
Uno de los mayores sistemas de seguro social del mundo es el de los Estados Unidos. Puesto que ese país es un fundamento principal de la economía occidental, lo que sucede con sus asuntos sociales y económicos es de sumo interés en otros lugares.
Sin duda la gente por todo el mundo esperaría que los Estados Unidos, con todas sus riquezas y recursos, ciertamente tuvieran un sistema adecuado para cuidar de las personas necesitadas. Esto incluiría un razonable seguro para los ancianos que se retiran después de haber trabajado duro toda su vida.
Sin embargo, ¿es así? Muchas autoridades ahora dicen que no. Afirman que hay problemas graves y crecientes, así como mucha preocupación por el sistema nacional del seguro social.
Problemas básicos
Entre los problemas relacionados con el seguro social hay dos problemas básicos: (1) Cómo pagar los costos crecientes para el número de beneficiarios que aumenta; (2) El hecho de que los beneficios de por sí no proveen seguridad razonable para muchos, particularmente para los ancianos.
Algunos economistas dicen que los problemas no son graves. Pero otros dicen que están genuinamente “alarmados” ante las crecientes dificultades. De hecho, el titular de un diario de Detroit preguntó: “¿Es el seguro social un fraude ahora?” Y el artículo sugería que sí lo era.
El primer problema de importancia, cómo financiar el programa, ahora se puede enfocar más claramente. Es evidente que los actuales medios para financiar los beneficios se están haciendo inadecuados. Por eso, el U.S. News & World Report declaró:
“El colosal sistema de seguro social para los ancianos, para los que dependen de ellos y sus sobrevivientes, y para los incapacitados está en grave dificultad. . . .
“Dicho sencillamente, el problema es que el costo de los beneficios se ha adelantado mucho a los ingresos.”
La publicación también señaló que temprano en la década de 1980 a 1989, “la parte fundamental del sistema que tiene que ver con el retiro y sobrevivientes estará en bancarrota.” Similarmente, el Instituto Americano para la Investigación Económica declaró: “El Acta del Seguro Social se ha convertido en una bomba de tiempo, que está marcando los pocos años que faltan hasta el desastre económico.”
En cuanto al otro problema de importancia, si es que los beneficios proveen un “seguro” adecuado, muchas personas opinan firmemente que no lo hacen. En particular es ésa la opinión de los ancianos. Y el triste hecho es que en los Estados Unidos, lo mismo que en varios otros países con programas similares, ¡el mayor grupo de personas que viven en la pobreza es el de los ancianos!
Una ayuda
Esto no es decir que carezcan de buenos rasgos esos programas gubernamentales. Ciertamente cualquier ayuda financiera para los ancianos, los enfermos, los desempleados y los incapacitados es valiosa y se aprecia.
Pues, no hace mucho que no se recibía ninguna ayuda de parte del gobierno. Solo ha sido en este siglo, realmente dentro de las pasadas pocas décadas, que los pagos gubernamentales para los ancianos y otros necesitados se han hecho generales en la mayoría de los países. Sin embargo, muchas sociedades en épocas pasadas eran rurales y vivían de la tierra. Por lo general, las familias se encargaban de sus propios miembros ancianos, y los amigos ayudaban.
Pero con el comienzo de la edad industrial, millones de trabajadores dejaron las granjas y se apiñaron en las ciudades, donde estaban ubicadas las fábricas. Esto fue especialmente cierto en Europa y América del Norte. En las ciudades, las familias y los parientes no tendían a estar tan unidas como antes. Las amistades eran más difíciles de cultivar. Por eso no era tan probable que los parientes y los amigos ayudaran a los ancianos, o pudieran ayudarlos, en cuanto a sus necesidades como lo habían hecho cuando todos vivían en una sociedad rural más estrechamente entrelazada.
Pero a medida que aumentó el poder de la fuerza de trabajo industrial, pudo obtener más beneficios. Gradualmente los gobiernos fueron obligados a ayudar.
Una de las primeras naciones industriales que puso en funcionamiento alguna clase de arreglo de seguro social fue Alemania. Se introdujo allí el seguro contra accidentes en 1883, y el seguro de salud el año siguiente. En 1891 se hizo obligatoria la ayuda mediante el seguro social.
El hecho de que se necesitaba ayuda gubernamental se hizo mucho más evidente después de la Gran Depresión de los años treinta. Entonces millones de personas fueron despedidas de su trabajo en todos los países industriales. Por ejemplo, el libro Social Security in Canada dice de ese país: “El extenso desempleo durante la depresión de los años treinta hizo obligatorio desarrollar varias medidas de ayuda para los desempleados.”
En los Estados Unidos, el presidente Franklin D. Roosevelt convirtió en ley el Acta del Seguro Social en 1935. Al principio, solo se proveían beneficios a los retirados. Más tarde, se agregaron beneficios para los sobrevivientes. Entonces se amplió el programa para incluir beneficios para los incapacitados y desempleados.
En 1975 más de treinta millones de estadounidenses individuales recibieron regularmente en electivo pagos mensuales del gobierno bajo las disposiciones del acta para los ancianos, incapacitados y sobrevivientes. Más de diez millones recibieron beneficios para el desempleo en la reciente recesión, y millones de otras personas recibieron ayuda para cuentas médicas, para hijos a su cargo y por otras razones.
Pero en la mayoría de los países los ancianos retirados constituyen el elemento más grande en los pagos del seguro social. En general, la edad para el retiro es aproximadamente de 65 años, con beneficios reducidos si uno escoge cobrar antes, por ejemplo, en los Estados Unidos, a la edad de 62.
¿Cómo se financian esos pagos bajo el seguro social? ¿Cuáles son los beneficios? ¿Son suficientes para que se pueda vivir decentemente? ¿Y realmente está en dificultades el sistema estadounidense?
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¿Quién paga por el “seguro social”?¡Despertad! 1976 | 22 de mayo
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¿Quién paga por el “seguro social”?
¿QUIÉN paga por los beneficios que van a las personas necesitadas? ¿Qué clase de carga pone esto sobre los que tienen que pagar?
En algunos países los beneficios, tales como las pensiones para los ancianos, se pagan directamente de los fondos gubernamentales. En la Unión Soviética y China toda la suma se financia por el lugar donde la persona ha trabajado, o por pagos suplementarios del gobierno.
Pero, por lo general, el término “seguro social” se aplica a los programas en que tanto el trabajador como el patrono pagan parte del arreglo. Por ejemplo, en los Estados Unidos el sistema requiere que de cada pago se deduzca parte del salario del empleado. Durante 1975 el impuesto tan solo para el seguro social fue de 5,85 por ciento, lo cual abarcaba beneficios médicos. También se requirió que el patrono pagara 5,85 por ciento.
Así, a un trabajador que pagó este impuesto de 5,85 por ciento de sus ingresos de 5.000 dólares anuales, se le dedujo 292,50 dólares. Y su patrono tuvo que contribuir otro tanto para el programa.
Sin embargo no todos los ingresos de una persona se gravan para el seguro social. En 1975 este impuesto especial se pagó hasta los 14.100 dólares de los ingresos anuales de un empleado. Los ingresos en exceso de eso no se gravaron para esto.
Al pasar las décadas, algunas personas han llegado a considerar estos pagos como una carga en constante aumento. Sienten que este impuesto, especialmente para las familias con ingresos bajos, verdaderamente está comenzando a perjudicar.
Cuando el seguro social se introdujo por primera vez en los Estados Unidos, el empleado solo tenía que pagar 1 por ciento de su salario para este impuesto. El patrono agregaba otro 1 por ciento. Pero en 1975 el impuesto fue casi seis veces mayor.
No solo ha aumentado el porcentaje del impuesto a casi seis veces lo que era, sino que la cantidad de renta imponible también ha subido dramáticamente. Al principio, la máxima cantidad de ingreso que se podía gravar para el seguro social era de 3.000 dólares al año. Pero esa cifra continuó subiendo y en 1975 alcanzó a 14.100 dólares por año. Luego a fines de 1975 el gobierno anunció que durante 1976 los ingresos imponibles para el seguro social aumentarían a 15.300 dólares.
Así es que ha habido un aumento en dos aspectos... en el porcentaje que se contribuye de los ingresos, y también en la cantidad del ingreso imponible. Si hacemos una comparación podremos ver lo enorme que ha sido el aumento de esta clase de impuesto: 1 por ciento de 3.000 dólares al comienzo fue solo 30 dólares; pero 5,85 por ciento de 14.100 dólares en 1975 fue 824,85 dólares, y en 1976 está programado a ascender a 895,05 dólares. Eso representa un aumento gigantesco en las deducciones máximas de un sueldo... unas treinta veces mayor que cuando se comenzó el programa. Esto es mucho mayor que el aumento en el coste de la vida en ese período debido a la inflación.
Una razón principal por la que algunos consideran este impuesto como una carga creciente es que esto es un agregado a todos los demás impuestos que uno tiene que pagar. Y éstos, también, han estado aumentando durante los años. Los impuestos municipales a las ventas, en un tiempo inexistentes, han subido significativamente, y ahora son de 6 a 8 por ciento en algunos lugares. En la actualidad hay impuestos estatales sobre la renta en estados que no los tenían hace unos años. También han aumentado los impuestos a la propiedad. Además hay el impuesto federal sobre la renta. Los trabajadores estadounidenses están gravados a tal grado que actualmente muchos de ellos pagan más de la tercera parte de sus ingresos para estos diferentes impuestos.
También en otros países ha habido aumentos similares en los impuestos del seguro social. En Alemania Occidental, durante 1975, el pago mensual medio fue de 9 por ciento, tanto para el empleado como para el patrono sobre una cantidad máxima de 33.600 marcos alemanes por año (unos 13.400 dólares). Si un empleado ganaba menos de 280 M.A. por mes (unos 120 dólares), se requería que el patrono pagara todo el 18 por ciento. Concerniente al sistema de ese país, U.S. News & World Report dijo:
“El sistema de seguro social de Alemania Occidental, ya tan costoso que estorba los planes de inversión según dicen algunos gerentes, será aún más costoso el año que viene.
“El Gobierno ha decretado un aumento de 50 por ciento en los pagos de empleados y patronos al fondo de seguro contra el desempleo de Bonn. . . .
“Para el trabajador industrial alemán de término medio, esto significa una contribución personal de casi 130 dólares por mes. Su patrono entrega otros 130 dólares y carga con otras partidas del tipo de seguro social. . . .
“Los costos del seguro social recientemente han subido a las nubes... de unos 128 millones de dólares anuales para un grupo de empresas alemanas a 240 millones tres años más tarde.
“Es por eso que los directores dicen que se están desvaneciendo las posibilidades de maniobras inversivas.”
Reduciendo los ahorros
En épocas recientes, los impuestos y el coste de la vida han aumentado más rápidamente que el ingreso real de la gente. Por eso, a muchas personas se les está haciendo muy difícil ahora ahorrar dinero para su vejez.
Los estadounidenses hallan que, como término medio, no pueden ahorrar mucho más de lo que ahorraban hace treinta años. Y, por supuesto, debido a la inflación el dinero ahorrado ahora vale muchísimo menos, en realidad, solo una fracción de lo que valía. En vista de esto, el impuesto creciente al seguro social saca una tajada más grande de esos ahorros. El News de Detroit señala:
“En 1942 la familia estadounidense de término medio, después de pagar todas las deducciones de impuestos y los gastos para vivir, podía guardar 767 dólares en el banco. Durante ese año, por cada 100 dólares que los norteamericanos podían ahorrar, la Administración del Seguro Social sacaba 3,70 de las nóminas de pagos de los EE. UU. para el fondo del retiro. . . .
“Para 1950 la tajada de la nómina de pagos había aumentado a 20,40 dólares por cada 100 y . . . En 1960 . . . 63,90 dólares por cada 100 . . .
“El año pasado fue el peor de la historia. Aunque la familia estadounidense de término medio estaba ahorrando un poco más arriba de los niveles de 1945, la Administración del Seguro Social tomó 84 dólares por cada 100 que ahorramos.”
Por esas razones, el economista Milton Friedman denominó a los pasados veinte años del seguro social “una aplastante derrota para el obrero de término medio,” puesto que le quitó una porción cada vez más grande de sus ahorros insuficientes. Y para los trabajadores con bajos ingresos, el impuesto representó una carga más significativa, puesto que fue mayor que sus pagos al impuesto federal sobre la renta.
Sin embargo, hay que considerar esto: En la sociedad industrial de hoy día, si los trabajadores tuvieran que pagar directamente la asistencia que reciben los necesitados, como las pensiones y los pagos médicos que los miembros ancianos de sus propias familias reciben, ¿podrían hacerlo? Pocos podrían hacerlo. Por eso es indiscutible que los sistemas de seguro social realmente quitan de sobre los trabajadores gran parte de la carga de cuidar de los necesitados.
Sin embargo, ¿cuánta seguridad verdadera está comprando esta creciente carga tributaria? ¿Qué les está sucediendo a los necesitados, como, por ejemplo, los ancianos retirados que desean vivir en un estado de dignidad y comodidad razonables?
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¿Cuán “seguro” es?¡Despertad! 1976 | 22 de mayo
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¿Cuán “seguro” es?
POR supuesto, los beneficios que provienen de los programas de seguro social varían de país en país. Parece que en unos cuantos lugares lo que reciben es suficiente para proveer condiciones de vida decentes.
Por ejemplo, en Suecia un observador de los grandes beneficios de ese país dijo: “Muchos de los que tienen pensiones dicen que nunca antes les ha ido tan bien económicamente como ahora.”
Pero los países en que se pueda decir eso son la excepción. La condición general aun en los países acaudalados de Occidente es que las personas que tratan de vivir principalmente de los pagos del seguro social se hallan en serias dificultades.
Una baja en las normas de vida
La mayoría de los ancianos que se retiran con pocos ingresos fuera del seguro social experimentan una significativa baja en sus normas de vida.
Durante 1975 en el Canadá, un elemental plan gubernamental de pensión a la vejez le pagaba a una persona soltera sin otros ingresos unos 210 dólares al mes, y una pareja retirada recibía unos 400 dólares al mes, ajustados a la inflación. Pero estos pagos hacen patente que las personas que habían estado ganando varias veces eso mientras trabajaban sufrirían una brusca caída en su norma de vida si no tenían otra fuente substancial de ingreso de retiro.
Eso es lo que sucede a menudo en la mayoría de los países industriales de Occidente. Una persona retirada por lo general recibe en pagos mensuales mucho menos de lo que estaba ganando cuando trabajaba. Por ejemplo, en Australia, durante 1975, el jornal medio era de más de 150 dólares por semana. Pero el pago básico para una persona soltera retirada fue de 36 dólares por semana y para las parejas retiradas, 60 dólares por semana. En los Estados Unidos, el trabajador especializado de término medio ganaba más en una semana que lo que recibía en un mes bajo el seguro social la persona retirada de término medio.
Se perjudica a los ancianos
En estos países industriales de Occidente, el mayor grupo de personas que viven en la pobreza por lo general es el de los ancianos. Y su situación ha empeorado debido a la desenfrenada inflación.
El Star de Toronto, Canadá, informó que “aproximadamente el 50 por ciento de los ancianos del Canadá viven en la pobreza,” según una investigación gubernamental. No tienen suficientes ingresos “para vivir con dignidad y libres de necesidad.” Señaló que la “pobreza entre los ancianos es de dos a tres veces mayor que la de otros grupos clasificados por edad.” El Star también dijo: “Lo que pasa es que la mayoría de los ciudadanos mayores no reciben una pensión de la compañía independiente de la ayuda pública.”
El problema es grave cuando los ancianos no pueden vivir con sus propias familias, como, por ejemplo, sus hijos, o no poseen una casa pagada. Un observador australiano dice de esos pensionados: “Cuando las personas tienen que pagar un alquiler alto por sus alojamientos, están en una situación económica muy difícil.” Los que tienen que pagar los alquileres altos de hoy día o que todavía tienen que hacer pagos sustanciales sobre la hipoteca de una casa, hallan que estos costes son una carga abrumadora.
Es por eso que a muchos “ciudadanos ancianos” les parece que después de haber trabajado duro toda su vida los han arrojado al montón de desechos de la sociedad. Un canadiense que encabezaba un equipo oficial de investigación dijo: “Vez tras vez hallé que la pérdida de ingresos al tiempo de jubilarse, aun de los que apenas les bastaban, roba a la gente una norma de vida decente y reduce la calidad de la vida que llevaban antes del retiro.” Agregó: “Son la gente olvidada de la sociedad canadiense.”
El alcalde de una ciudad allí declaró: “Me visitó un anciano que representaba a 140 pensionados. Prorrumpió en lágrimas y me suplicó por ayuda. Fue terrible ver a un hombre que había pasado toda su vida trabajando atrapado en una situación en que temía no poder pagar su alquiler.” En otra ciudad un funcionario dijo que lo había visitado en su oficina una anciana que “lloró sin poder contenerse” al confesar que estaba tan escasa de dinero que “tenía que comer el alimento envasado para animales.”
“Los problemas nunca cesan”
Un anciano en esta situación declaró: “Estoy muy cansado de luchar, muy frustrado, muy perturbado. Siempre nos quedamos en la casa para no gastar, comemos económicamente, y mi esposa, que llora mucho, trata de comprender. Yo solía pensar que los ancianos no tenían problemas. Ahora soy un viejo y los problemas nunca cesan.”
El Star de Toronto informó lo siguiente acerca de los ancianos del Canadá: “Muchos de ellos mueren solos en una habitación. Muchas de las habitaciones son de aspecto triste, desaliñadas. No es extraño hallar que alguien haya muerto en una vereda trasera.”
Concerniente a los Estados Unidos, el columnista Jack Anderson escribió: “La sociedad aleja a sus ancianos indeseables a los rincones, para que esperen la muerte solitarios y descuidados. Parece que a los Estados Unidos sencillamente no les importa. Y ahora hay un nuevo fenómeno siniestro: los ancianos comienzan a salir de sus rincones y a amontonarse en sórdidos ‘barrios geriátricos.’ Hoteles y casas de apartamentos que tambaleaban de vetustez han sido reedificados con malos materiales en casas donde los viejos viven en confusión.” Él también declaró: “Según los mejores cálculos seis millones de ancianos viven en la pobreza: sin alimentos adecuados, estafados por drogas recetadas de alto costo, mal alojados y sin cariño.”
Un artículo del Post de Nueva York escrito por Harriet Van Horne dio una cifra más elevada de los ancianos que viven en la pobreza. Ella declaró: “De hecho, el 30 por ciento de los ancianos viven en una condición inferior al nivel de la pobreza. Eso quiere decir por lo menos ocho millones de personas.” Además, hay millones de otras que apenas están más arriba del nivel de la pobreza. Esta escritora también dijo lo siguiente:
“Los esquimales eran más bondadosos. Cuando sus parientes envejecidos ya no podían producir, los ponían afuera sobre una masa de hielo flotante, donde condescendientemente morían helados durante la noche.
“En contraste, nosotros somos un grupo abominable. Ponemos a nuestros ancianos en casas donde se les cuida. Allí el 27 por ciento muere en su primer mes de estadía. Cuando entran son cuerdos, pero rápidamente caen en la senilidad y la confusión.
“A los que sobreviven a menudo los hacen pasar hambre, los maltratan, los drogan, los desatienden y los reducen a temblorosas bolsas de huesos.”
Por eso, el Dr. Robert N. Butler, autor del libro Why Survive?, declaró: “En verdad, es más fácil tratar el problema de la muerte que el problema de vivir como un anciano” con una pensión baja en una sociedad cara. Señaló que “un 30 por ciento de las viviendas en que se alojan los ancianos no tienen inodoros interiores con aparato lavador, un 40 por ciento no tienen bañadera o ducha con agua caliente, y un 54 por ciento tienen calefacción mínima en invierno.”
Es obvio, pues, que para una gran cantidad de ancianos, el “seguro social” suministra muy poca seguridad verdadera. A menos que tenga otro ingreso, o lo atienda su familia, el anciano o anciana estará en una condición desesperada aunque viva en un país relativamente rico.
Pero, ¿siempre tendrá que ser así? ¿Hay alguna esperanza de que esta condición termine antes que pase mucho tiempo?
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¿Podrán resolverse los problemas?¡Despertad! 1976 | 22 de mayo
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¿Podrán resolverse los problemas?
¿PODRÁN resolverse alguna vez los problemas financieros del seguro social, y las malas condiciones en que se hallan tantos ancianos? Sí, serán resueltos. ¡Eso es una seguridad absoluta!
¿Cómo se logrará esto? ¿Por medio de alguna nueva idea en la administración del seguro social? No, eso no es probable en el mundo occidental, porque sus asuntos económicos han ido empeorando constantemente en años recientes.
El futuro del seguro social
Se ve que dentro de poco van a aumentar mucho los problemas del seguro social, según está organizado actualmente. El año pasado, en los Estados Unidos, los pagos del seguro social excedieron a los impuestos cobrados para ese propósito en aproximadamente tres mil millones de dólares.
Esta tendencia se está acelerando, a medida que aumenta el número de ancianos que se retiran. Las cantidades que se tendrán que pagar en el futuro a los trabajadores que ahora están contribuyendo al seguro social son astronómicas. Algunos economistas creen que esos beneficios jamás se pagarán.
The Wall Street Journal señaló que estas obligaciones ya contraídas, sin considerar los aumentos en los pagos para neutralizar la inflación, ascenderán a ‘un déficit proyectado de por lo menos dos billones y medio (2.500 mil millones) de dólares en el sistema del seguro social.’ Agregó: “Tal como a los liberales les gusta argumentar, la nación debe esta deuda a sí misma, y será pagada por medio de aumentar los impuestos en el futuro. Por supuesto esto es una necedad. El aumentar los impuestos futuros a estas magnitudes solo puede desintegrar la base del impuesto.”
¿Qué es lo que pasa? Para empezar, los que establecieron el programa del seguro social pensaron que una población constantemente en aumento suministraría una cantidad cada vez mayor de trabajadores jóvenes que pagarían los impuestos y cuidarían de los ancianos que se retiraban. Pero las cosas no han resultado así. Las tendencias demográficas en los Estados Unidos bajan, no suben, ya que las familias tienen menos hijos.
Así es que no se ha materializado la enorme abundancia de nuevos trabajadores para pagar los impuestos. En cambio, hay una creciente marea de ancianos retirados que tienen que ser mantenidos por menos trabajadores proporcionalmente.
En Vital Speeches of the Day, el funcionario empresario William Cotter, que se contó entre un grupo asignado por el gobierno para investigar el problema, dijo:
“Puesto que los retirados actuales ahora recibirán sus beneficios de los trabajadores actuales, el número de trabajadores por retirado llega a ser un cálculo importante.
“Cuando se instituyó el sistema, había 7 trabajadores que pagaban impuestos para cada retirado que recibía beneficios. En la época actual, hay solo 3 trabajadores por cada retirado. Y la proporción continúa menguando.
“Nuestro grupo especial, usando las extrapolaciones de la población que conseguimos de la Oficina Central de Censos, calculó que a fines del siglo, solo habrá 3 trabajadores por cada dos retirados.”
Obviamente eso significará una carga de impuestos imposible de soportar. Es por esto que algunos expertos piensan que el programa está destinado a una bancarrota segura, o, por lo menos, a cambios radicales. Dicen que puesto que el sistema ni siquiera puede costearse ahora, no hay modo de que pueda hacerlo cuando en el futuro le impongan cargas más pesadas. Por eso, un boletín especial de inversiones preparado por el Instituto Americano para la Investigación Económica declaró:
“Desde luego resalta el hecho de que los beneficios para los que tienen derecho de recibirlos bajo el Acta del Seguro Social y numerosos planes de pensiones privados están en peligro.
“El aspecto de la pensión de vejez del seguro social se ha convertido en un mecanismo autodestructor que tiende a empobrecer a los que tienen que pagar los impuestos del seguro social en los años por venir y a aumentar el riesgo de que no reciban los beneficios los que tienen el derecho de cobrarlos.”
¿El gobierno al rescate?
¿Puede el gobierno acudir al rescate? Eso es lo que esperan algunos. Pero, como dice The Wall Street Journal: “El gobierno federal, créase o no, se halla en las mismas condiciones.”
El gobierno de los Estados Unidos, como sucede en el caso de muchos otros, tiene la misma dificultad... los gastos continúan aumentando con más rapidez que los ingresos. El déficit en el presupuesto gubernamental para el año fiscal de 1975 fue de aproximadamente 43 mil millones de dólares. Se cree que el déficit para el año fiscal de 1976 ascenderá a aproximadamente 70 mil millones de dólares. Estos son los mayores déficits durante una época de paz. Y la deuda nacional se está aproximando a los 600 mil millones de dólares.
Puesto que las deudas gubernamentales ya son tan colosales, muchos economistas opinan que cualquier esperanza de que se puedan pagar los enormes gastos futuros para el seguro social por medio de los fondos del gobierno es irreal.
También, la historia muestra mucha inestabilidad de gobiernos, líderes, sistemas sociales y arreglos económicos. Por lo tanto, el cifrar la confianza para la seguridad en las instituciones humanas que menguan no tiene sentido.
Lo que depara el futuro
Lo que necesita la gente es un sistema de seguro o seguridad mucho mejor que cualquier cosa que los hombres jamás hayan ideado. Necesitan desesperadamente que se le ponga un fin permanente a la inseguridad.
¿Existe una esperanza genuina, práctica, para esa clase de seguridad? ¡Sí, existe! Y las condiciones inestables de la actualidad meramente sirven para corroborar la realidad de esa esperanza.
La profecía bíblica claramente predijo que el sistema de cosas actual entraría en un “tiempo del fin,” o en un período llamado “los últimos días” en que todas las instituciones humanas experimentarían gran angustia y fracaso. (Dan. 11:40; 2 Tim. 3:1-5; Mat. 24:3-14) Las mismísimas condiciones que ahora existen en todo el mundo indican que estamos en ese tiempo.
Esto significa que verdaderamente se ha acercado el tiempo en que Jehová Dios, el Creador de la humanidad, intervendrá en los asuntos del hombre para enderezar las cosas aquí en la Tierra. Jesucristo les dijo a sus seguidores que esperaran esto con anhelo al hablarles del gobierno de Dios, su reino celestial, y cómo dominaría la Tierra al tiempo señalado. (Mat. 6:9, 10) Por lo tanto, estamos muy cerca del día en que el presente sistema de cosas insatisfactorio será borrado de la existencia para abrir camino para el nuevo orden bajo la dirección de Dios.—2 Ped. 3:13.
La profecía bíblica predice que en el nuevo orden de Dios ya no habrá inseguridad de ninguna clase para estropear la felicidad de los habitantes de la Tierra. Habrán pasado la guerra, el hambre, la codicia, la competencia económica y la opresión. En cambio, todos “verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz,” con verdadera “seguridad hasta tiempo indefinido.” ¡Qué buena acogida tendrá eso en vista de la creciente inseguridad actual!—Sal. 37:11; Isa. 32:17.
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¿Se pueden tomar medicinas sin peligro?¡Despertad! 1976 | 22 de mayo
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¿Se pueden tomar medicinas sin peligro?
SI USTED mirara en el botiquín de un típico hogar acomodado, ¿qué vería? A menudo está tan atiborrado de remedios que apenas hay lugar para el cepillo de dientes. Parece ser una debilidad humana el querer tomar medicinas. De hecho, el difunto sir William Osler, célebre médico canadiense, comentó una vez que “el deseo de tomar medicinas es posiblemente el rasgo que más distingue al hombre de los animales.”
En los Estados Unidos, cada año se gastan unos diez mil millones de dólares en drogas para aliviar varias dolencias. Los médicos escriben aproximadamente 2.400 millones de recetas anualmente para medicinas. Y se predice que el uso de las drogas recetadas continuará aumentando a un promedio de 9,5 por ciento por año. ¿Por qué?
Una razón es que se están desarrollando medicinas cada vez más eficaces para combatir muchas enfermedades. Pero el aumento en el uso de medicamentos se debe en gran parte a los esfuerzos publicitarios de los fabricantes farmacéuticos. Anualmente gastan unos 800.000.000 de dólares para promover sus productos. Así es que hay más de 100.000 medicamentos de venta, según un cálculo hecho por la Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos. La droga sin receta que se usa más ampliamente es la aspirina... ¡consumen los estadounidenses
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