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  • Lo que las guerras mundiales le hicieron a mi familia
    ¡Despertad! 1979 | 8 de diciembre
    • el hermano de mi abuelita tenía 17 años de edad y estaba por graduarse de la escuela secundaria. Un día después de su graduación lo reclutaron para el ejército y lo enviaron a recibir entrenamiento militar. ¿Tendría también que ir a pelear con parientes de los cuales había oído, pero a quienes no había visto nunca?

      Para entonces, ¿qué había sucedido con los hermanos de mi abuelo Rudy, que estaban en Alemania? Uno de ellos era prisionero de guerra en Rusia. Otro estaba en un campamento de prisioneros de guerra norteamericano en Francia. En cierto campamento a los prisioneros se les daba tan poco de comer que, un día, cuando un gato cruzó la cerca de alambre de púas, ¡mi tío abuelo le echó mano, lo mató, lo despellejó y se lo comió crudo! Hacia el fin de la guerra, el tercer hermano estaba siendo transportado en un tren militar. Fue el mismísimo día en que se declaró el armisticio. El tren fue bombardeado, y él murió.

      Allá en la pequeña aldea de Einberg, donde los cuatro hermanos habían crecido, estaban sucediendo otras cosas serias. Mi bisabuelo Max, quien se había casado de nuevo años atrás, tuvo otros dos hijos. Alemania estaba perdiendo la guerra y las fuerzas de ocupación se encontraban por todas partes en las regiones rurales. Puesto que la mayoría de los padres se habían ido a pelear, en las casas no había nadie que protegiera a las familias.

      Los soldados irrumpían en los hogares. Robaban, y a veces violaban a las mujeres. Si se avisaba a los habitantes de las aldeas que los soldados venían, los aldeanos sacaban de las casas a sus hijas y las escondían en los montones de heno que estaban en los campos, para que estuvieran a salvo.

      La guerra terminó, pero los efectos de ella no terminaron cuando se firmó el tratado de paz. Los hermanos de mi abuelo, excepto el que murió en el tren, regresaron a su casa en Einberg, Alemania. La vida de ellos nunca ha sido la misma. Uno de ellos estuvo entrando y saliendo del hospital durante toda su vida y murió muy joven. El otro hermano, Bernhard, recientemente vino de Alemania para visitarnos en California. Su hijo ya ha recibido entrenamiento militar. Lo mismo ha sucedido en el caso de mis tíos que viven aquí en los Estados Unidos. ¿Tiene sentido todo esto? ¿Cuándo terminará?

  • Se desea la paz, pero, ¿se desarmarán las naciones?
    ¡Despertad! 1979 | 8 de diciembre
    • Se desea la paz, pero, ¿se desarmarán las naciones?

      NADA hace tan deseable la paz como el reflexionar en los horrores de la guerra. Millones de personas murieron o recibieron horribles heridas en la guerra de Vietnam, pero eso es solo parte de esa historia. A los seis meses de haber regresado de la guerra, el 38 por ciento de los veteranos norteamericanos casados se habían separado de sus esposas o estaban por divorciarse. Unos 175.000 usaban heroína. ¡Y también se informa que cerca de medio millón de estos veteranos han intentado suicidarse desde que se licenciaron!—Times de Nueva York del 27 de mayo de 1975.

      El caso de Claude Eatherly, un piloto que participó en el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, Japón, ilustra vívidamente los horribles efectos posteriores de la guerra. Claude fue licenciado del servicio militar en 1947 después que unas pruebas siquiátricas que se le hicieron indicaron que sufría de “neurosis grave y complejo de culpabilidad.” Después de eso, frecuentemente estuvo entrando y saliendo de instituciones mentales. “Recuerdo que

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