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Injusticia racial... ¿seremos librados alguna vez de ella?La Atalaya 1975 | 15 de febrero
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son diferentes. La Biblia verdaderamente es su constitución, su Libro de ley. Lo que éste dice gobierna todo aspecto de su vida.
En la Biblia no se enseña ni remotamente la superioridad de razas. Todos somos una sola familia, iguales en todo respecto a la vista de Dios. “Dios no es parcial,” dice la Biblia, “sino que en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto.” (Hech. 10:34, 35) Usted no se puede imaginar cuánto significó para mí aprender estas cosas.
Las iglesias de los blancos nos habían dicho que nosotros los de color somos una raza maldecida, por consiguiente inferior, semejante a animales. De hecho, se han perpetrado numerosos mitos en el sentido de que tenemos colas rudimentarias y, como raza, que somos estúpidos, que olemos mal, etcétera. ¡Cuán grandioso es formar parte de un pueblo que permite que la Palabra de Dios, la Biblia, ayude a librarlos de falsedades tan degradantes!
No me mal entienda. No estoy diciendo que los testigos de Jehová son perfectos. A veces detecto entre algunos de ellos actitudes que les quedan de superioridad racial, y a veces he visto que algunos muestran cierta incomodidad cuando están en estrecha asociación con personas de otra raza. Pero realmente, ¿qué puede uno esperar después de tantos siglos en que este mundo ha inculcado odio?
Es como explica la canción en la bien conocida obra teatral “South Pacific,” en la cual un joven del ejército, angustiado porque se había enamorado de una joven de otra raza, canta: ‘que hayas sido enseñado a odiar y temer; que año tras año se te haga aprender, entrando en tu oidito al sonar y volver... con cuidado enseñado a temer a gente de ojos de fealdad y en cuya piel haya del matiz variedad; con cuidado enseñado por que el tiempo no haya de pasar, antes de los seis o los siete o los ocho de edad, a odiar a toda gente a que tus parientes hoy puedan odiar.’
Sin embargo, debido a que viven en armonía con la constitución del gobierno de Dios, los testigos de Jehová, a un grado que ningún otro pueblo en la Tierra ha podido igualar, se han librado del prejuicio racial. Se esfuerzan por amarse los unos a los otros prescindiendo de raza, dándose cuenta de que, como la Biblia dice: “El que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto.” (1 Juan 4:20) En ocasiones mi corazón ha sido tocado a tal grado que he derramado lágrimas incontrolables debido al amor genuino que me expresan los Testigos blancos, personas a quienes hace poco habría matado sin vacilar para adelantar la causa de una revolución.
LA LIBERACIÓN QUE SE HA ACERCADO
Hoy verdaderamente me pesa la participación que tuve en tramar derrocar los gobiernos humanos. Por medio del estudio de la Biblia he aprendido que tal derrotero no solo es fútil, sino que es en violación de lo que la Biblia dice en Romanos 13:1-7. Por consiguiente, ningún oficial del gobierno jamás tiene motivo de temer dificultad de mi parte. Sin embargo, al mismo tiempo, estoy convencida de que los que continúan acudiendo a los gobiernos humanos para ser librados de las injusticias no solo quedarán desilusionados, sino que están en peligro de ser destruidos cuando el gobierno de Dios pronto ‘triture y ponga fin a todos estos gobiernos.’
Esto significa, por supuesto, que los gobiernos comunistas, también, están incluidos en la lista de los que serán destruidos por Dios. Aunque creo que los gobiernos de ese tipo han efectuado muchas cosas para mejorar la condición de las masas de la gente, los gobernantes humanos simplemente han demostrado que no son capaces de suministrar justicia para todos. De hecho, algunos gobiernos comunistas han cometido atrocidades terribles. Además, la gente bajo esos gobiernos todavía se enferma, envejece y muere. Los gobernantes humanos no pueden hacer nada para impedir esto. ¡Pero Dios puede y lo hará! Su Palabra dice: “Dios mismo estará con [la humanidad]. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”—Rev. 21:3, 4.
Así la liberación para la humanidad de toda forma de opresión, incluyendo hasta de aquel enemigo, la muerte, está disponible. Pero solo a la manera de Dios, no a la manera del hombre. Por eso, en vez de apoyar los esfuerzos humanos por desarraigar la opresión y la injusticia, ahora cifro mi confianza en Dios convencida de que él hará esto. Y uso todo mi tiempo para mostrarle a la gente que la única esperanza verdadera para ser librados de la injusticia es por medio del reino de Dios, que ya pronto traerá esta liberación deseada con ansia.—Contribuido.
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¿Hay peligro en los “amuletos” del ocultismo?La Atalaya 1975 | 15 de febrero
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¿Hay peligro en los “amuletos” del ocultismo?
A MENUDO vemos a personas que llevan consigo o tienen en sus hogares ciertos “amuletos” obtenidos de otros que creen en alguna forma de espiritismo, adivinación, etcétera, o que practican estas cosas. Estos artículos pueden estar en forma de una imagen, talismán o fetiche. O puede que hayan recibido un regalo —un cuadro, un pañuelo, una bufanda— algo que no se considera comúnmente como amuleto, de alguien que practica espiritismo. ¿Son estas cosas inofensivas?
La pregunta es de interés para usted sea que quiera adorar a Dios o no. ¿Por qué? Porque su actitud y acciones para con estas cosas pueden afectar vitalmente su salud mental y hasta su salud física. Tenemos evidencia de esto, no solo de la Biblia, la Palabra de Dios, sino también de las experiencias personales de muchos.
Cuando Dios estaba por introducir a la nación de Israel en la tierra de Canaán, dio advertencias específicas y repetidas en cuanto a este peligro del ocultismo. No fue sin razón, ni debido a favoritismo, que estaba desahuciando a la gente que vivía en Canaán. Le dijo a Israel por qué, con estas palabras: “Estas naciones que estás desposeyendo solían escuchar a los que practican magia y a los que adivinan.” Llamó a estas prácticas “las cosas detestables de aquellas naciones,” y luego mandó: “No debería hallarse en ti . . . nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que pregunte a los muertos.”—Deu. 18:9-12, 14.
Además, a Israel se le dijo: “No deben mencionar el nombre de otros dioses. No debería oírse en tu boca.” (Éxo. 23:13) Esto no quiso decir que no podían mencionar esos nombres como dioses falsos, por ejemplo, al enseñar o advertir a sus hijos. Pero no habrían de reconocer esos dioses como dioses que tuvieran algún poder, ni recurrir a ellos por algo. ¿Por qué?
Porque, aunque no se les adorara directamente,
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