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  • ¿Acaso es el cuerpo?
    ¡Despertad! 1982 | 8 de diciembre
    • ¿Acaso es el cuerpo?

      Las raíces de la violencia

      ● En la entrevista el profesor Kenneth E. Moyer, de la Universidad Carnegie-Mellon, de Pensilvania (E.U.A.), declaró que ciertas condiciones del cuerpo pueden estimular sistemas en el cerebro capaces de producir una fuerte tendencia a pelear.

      ¿Cree usted que alguien pueda ponerse violento sin que aparentemente haya razón para ello?

      Hay mucho desacuerdo sobre este asunto. No obstante, ha habido muchos casos como el de cierto hombre que poco a poco se volvió más y más hostil hacia su familia. Intentó apuñalar a su esposa e hija y fue llevado al hospital en un estado de furia loca. Se descubrió que tenía un tumor en el cerebro y cuando se lo extrajeron él dejó de comportarse de manera agresiva. Los tumores cerebrales no siempre provocan esta clase de comportamiento. No obstante, se ha mostrado, por medio de experimentos, que el estimular ciertas partes del cerebro directamente con aparatos eléctricos ha hecho que algunos pacientes se sientan enojados y se comporten de manera violenta.

      Según las investigaciones que usted ha realizado, ¿cuáles son los factores que contribuyen a la violencia?

      Hay algunos datos que indican que una cantidad excesiva de las hormonas sexuales masculinas, un nivel bajo de azúcar en la sangre y ciertas alergias pueden hacer que algunas personas sean más propensas que otras a ser hostiles.

      ¿Son automáticas dichas reacciones?

      No, pues nuestro comportamiento no resulta solamente de nuestros sentimientos internos. Aunque una persona tenga fuertes sentimientos de hostilidad, puede que no se ponga violenta, debido a lo que ha aprendido por experiencia o debido a su ambiente.

      Pero, ¿quiere usted decir que a algunas personas se les hace más difícil que a otras evitar el ponerse violentas?

      Me parece que sí, aunque no es necesariamente imposible que lo eviten. Por ejemplo, cierto hombre, preocupado por su tendencia a ser violento, consultó con uno de mis colegas. Las pruebas mostraron que había un trastorno cerebral, y, en un esfuerzo por localizar el problema, se le introdujeron electrodos en el cerebro. En cierto momento, se levantó para irse y dijo: “¡Voy a matar a mi esposa!” El médico le suplicó que permitiera que le estimularan el cerebro con una corriente eléctrica una vez más, y el hombre consintió a esto. En esta ocasión, el médico estimuló cierto centro del cerebro que es conocido como supresor de la violencia. El hombre se puso amigable inmediatamente y dijo: “Realmente agradezco lo que usted ha hecho. Ciertamente hubiera matado a mi esposa.”

      ¿Consiste la solución en controlar el funcionamiento del cerebro y la química del cuerpo?

      En el caso de ciertas personas, ésta probablemente sea la solución. Pero no creo que ésta en sí sea la respuesta. En realidad, para controlar la condición, hay que ocuparse de factores ambientales que producen frustración, y asegurarse de que no haya ningún trastorno en el cuerpo.

      ¿Son útiles las drogas que contrarrestan la agresividad?

      Drogas que regulan el equilibrio de ciertas hormonas han resultado útiles. Hay varias drogas que pueden ser bastante útiles para ayudar a algunas personas a pasar por cierta etapa de la vida. Si el médico administra dichas drogas cuidadosamente, ellas no harán del paciente una persona falta de iniciativa, un autómata, sino que tratarán un problema específico del cerebro.

      ¿Por qué dice usted que a la larga se tiene que depender de la educación para poner fin a la agresividad?

      La estimulación del cerebro y el uso de drogas son métodos muy limitados. No son útiles en el caso de alguien que se comporte de manera violenta sin sentir animosidad personal hacia la víctima, como en el caso de personas a quienes se les paga para cometer el asesinato o el piloto de un bombardero en tiempo de guerra. Pero, la educación también se necesita para proporcionar ejemplos positivos de personas no violentas.

  • ¿Acaso es la alimentación?
    ¡Despertad! 1982 | 8 de diciembre
    • ¿Acaso es la alimentación?

      Las raíces de la violencia

      ● Durante una entrevista con Barbara Reed, de Cuyahoga Falls, Ohio (E.U.A.), encargada principal de la vigilancia de los que están en libertad condicional, se dio a conocer que por más de diez años ella ha estado tratando a delincuentes culpables de delitos menores, entre ellos el de violencia doméstica, por medio de hacer ajustes en el programa de alimentación de ellos.

      ¿Produce buenos resultados su trabajo?

      Estudiamos las estadísticas de cinco años para unos 1.000 casos que nuestro departamento trató. Después de consultar con cuatro tribunales además del nuestro, hallamos que el 89 por ciento de las personas no habían vuelto a verse en problemas.

      ¿Qué tiene de diferente su manera de tratar el problema?

      Además de llevar a cabo consultas de la manera usual, investigamos lo que acostumbra comer el delincuente y sus hábitos de hacer ejercicio físico, y hacemos las recomendaciones necesarias.

      En general, ¿qué defectos encuentran ustedes?

      La mayor parte de ellos no se desayunan. Por lo general, consumen entre 30 y 150 cucharillas de azúcar al día en forma de rosquillas, panes dulces, caramelos, helados y bebidas gaseosas. Por término medio, se beben entre tres y dieciséis botellas de bebidas gaseosas de medio litro diariamente. Rara vez comen vegetales. A veces hallamos que son alérgicos a la leche o a ciertos alimentos.

      ¿Cuál es la relación entre la alimentación y los delitos?

      Los delitos no son el resultado de un solo factor. Pero el alimentarse constantemente de sustancias que contienen azúcar refinado, cafeína o alcohol produce una reacción que causa tensión en el cuerpo. Las glándulas suprarrenales, que responden por medio de emitir una gran cantidad de adrenalina, llegan a agotarse casi por completo con el tiempo. Pero cuando una persona está cometiendo un delito o está peleando, la adrenalina fluye. Me parece que algunas personas recurren a los delitos o actos hostiles porque quieren experimentar dicha oleada de energía. Además, la mala alimentación puede hacer que la persona sea irritable y más propensa a actuar de manera violenta.

      ¿Puede la persona violenta culpar la alimentación?

      Tenemos la responsabilidad de mantener nuestra mente despejada. Si alguien sabe que ciertos alimentos le causan problemas y, no obstante, sigue comiéndolos, es tan responsable de lo que le sucede como lo es el alcohólico que se toma un trago. El sabe lo que le va a suceder. Claro, la mayor parte de las personas ignoran el problema.

      ¿Por qué no se vuelven delincuentes todas las personas que comen los mismos alimentos?

      Todos somos diferentes. Algunos pueden tomar bebidas alcohólicas por años y no volverse alcohólicos. Otras personas son más sensibles al azúcar y a la cafeína. Tal vez hayan heredado la tendencia a depender de estas sustancias. De 150 de las personas que tratamos, 50 tenían padres o abuelos que, según se diagnosticó, padecían de diabetes o hipoglucemia.

      ¿Podrá disminuirse la violencia en el hogar por medio de mejorar la alimentación?

      Sin duda alguna. Nunca hemos tenido un caso de violencia doméstica en el que los terribles hábitos de comer no hayan sido el problema primordial. Claro, esto incluye el abuso de las bebidas alcohólicas, pero ha habido muchos casos en los que las personas en cuestión consumían enormes cantidades de golosinas y cosas faltas de valor nutritivo. Había un matrimonio que peleaba constantemente que casi vivía de café, bebidas gaseosas y helado. Les hice seguir un programa de alimentación saludable que consistía en el consumo de vegetales frescos, frutas frescas, panes y cereales preparados con granos integrales, y seis vasos de agua al día, y les insté a que dieran paseos juntos. Las condiciones mejoraron dentro de dos semanas. Un buen programa de alimentación y de ejercicio es un excelente medio de tratar la tensión.

      ¿Hasta qué grado se utiliza el método de usted en el campo de la rehabilitación?

      La mayor parte de las personas en este campo ignoran este método. No obstante, las que lo prueban saben que da buenos resultados. Actualmente se están llevando a cabo programas parecidos a éste en por lo menos otros siete estados.

  • ¿Acaso es la televisión?
    ¡Despertad! 1982 | 8 de diciembre
    • ¿Acaso es la televisión?

      Las raíces de la violencia

      ● El Dr. Leonard Eron ha observado los efectos a largo plazo que producen en los niños los programas de violencia que se presentan en la TV. Este investigador y profesor de ciencias sociales en la Universidad de Illinois, en Chicago Circle, declaró en la entrevista que el comportamiento violento se aprende, y que la TV desempeña un papel importante en ello.

      ¿Por qué fue singular la investigación que ustedes llevaron a cabo?

      Durante un período de veintiún años estudiamos la conducta de los mismos jóvenes con el fin de determinar qué contribuía a que algunos de ellos llegaran a tener un carácter sumamente agresivo. Nuestro estudio dio comienzo en 1960 con la participación de 875 niños de ocho años de edad. Diez años más tarde volvimos a entrevistar a 475 de ellos y a sus compañeros. Acabamos de concluir un estudio diagnóstico del comportamiento de más de 400 de estos jóvenes durante un período de veinte años.

      ¿Cuáles fueron los resultados?

      Descubrimos que mientras más le gustaba al niño ver programas de violencia en la TV a la edad de ocho años, más hostilidad desplegaba tanto en aquel entonces como diez años más tarde. Nuestro estudio se ha repetido en cinco países. Tenemos los resultados obtenidos en Finlandia y Polonia. Dichos resultados confirman nuestros hallazgos.

      ¿Cree usted que la causa de tal agresividad sea la violencia que se ve en la TV, o es que a los niños violentos simplemente les gusta ver programas de violencia?

      Para asombro nuestro, hallamos que los niños de ocho años de edad que no eran agresivos, pero veían muchos programas de violencia en la TV, eran significativamente más violentos a la edad de diecinueve años que los jóvenes que a la edad de ocho años eran sumamente agresivos, pero veían pocos programas de violencia en la TV.

      ¿Cómo causan la agresión los programas de violencia en la TV?

      En estos programas se enseña una manera de resolver los problemas. Dichas soluciones se presentan una y otra vez. Los jovencitos ven que el protagonista de cierto programa o de los dibujos animados emplea con éxito tácticas violentas, y pudieran tratar de hacer lo mismo.

      ¿Son los programas de violencia en la TV la única causa?

      No. La crianza del niño tiene mucho efecto. Hallamos que el niño se hizo más agresivo en aquellos casos en que los padres peleaban entre sí, rechazaban al hijo o infligían castigos severos. Sin embargo, nuestro estudio reveló que el niño que percibía que sus padres se interesaban por él cuando lo castigaban por mostrarse agresivo, se hacía menos agresivo, y el castigo surtía efecto. Pero los padres cariñosos por lo general no administran castigos severos.

      ¿Qué ejerce mayor influencia: los programas de violencia en la TV, o los padres violentos?

      La respuesta no es sencilla. Pero hallamos que, más que cualquier otra cosa, incluso la falta de armonía entre los padres y su posición social, los hábitos de ver la TV fueron el mecanismo de predicción más preciso para determinar cuán violento pudiera tornarse el jovencito de ocho años de edad al alcanzar la edad de diecinueve años. En un estudio que por tres años llevamos a cabo recientemente en Chicago, corregimos la actitud de algunos jovencitos que acostumbraban ver muchos programas de violencia en la TV. Estos se hicieron menos agresivos, aunque no hubo cambio alguno en otros aspectos de su vida.

      ¿Qué cree usted que pueden hacer los padres con relación a este problema?

      Los padres deben controlar los programas que sus hijos ven. También deben explicar a sus hijos que lo que ven en la TV no es real, que los problemas no se resuelven pegándole a alguien. Nuestros humildes esfuerzos por explicar lo irreal que es la TV tuvieron resultados significativos. ¡Cuánto mejores resultados se obtendrían si los padres hicieran lo mismo!

  • ¿Acaso es el modo de pensar?
    ¡Despertad! 1982 | 8 de diciembre
    • ¿Acaso es el modo de pensar?

      Las raíces de la violencia

      ● “El delito es resultado del modo de pensar del delincuente,” dijo en la entrevista el Dr. Stanton Samenow, sicólogo clínico y especialista de Alexandria, Virginia. El formó parte de un equipo que pasó diecisiete años examinando a fondo la mentalidad del delincuente mediante un sinnúmero de entrevistas y esfuerzos por rehabilitar a delincuentes endurecidos, y a menudo violentos.

      ¿A qué se debe que usted no crea que el ambiente y la crianza sean factores críticos?

      La mayor parte de los pobres no son delincuentes. Muchas personas acaudaladas lo son. La mayor parte de los que pertenecen a grupos minoritarios no son delincuentes, y muchos que pertenecen a grupos mayoritarios lo son. Más de la mitad de los delincuentes con quienes tratamos eran de hogares estables. Generalmente tenían hermanos o hermanas o vecinos que vivían en medio de las mismas condiciones y que no tomaron la senda del delito.

      ¿Quiere usted decir que no basta con cambiar el ambiente?

      Así es. No se pondrá fin al delito aunque se eliminen los barrios bajos. El delito reside en la mente del hombre, no en los barrios bajos. El cambiar el ambiente no cambia nuestro yo interno. Hasta la Biblia dice: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” (Proverbios 23:7, Versión Valera [Revisión 1977]) Es preciso cambiar el modo de pensar del delincuente.

      ¿Cuáles descubrió usted que eran los errores de juicio que más se repetían?

      Por supuesto, el delincuente no los consideraba como tales. Pero en The Criminal Personality alistamos cincuenta y dos modos de pensar erróneos. Entre los errores que más se repetían estaban: (1) El punto de vista de que el mundo es de ellos y que pueden tomar de él lo que quieran, cuando quieran. (2) La capacidad de suprimir el miedo. Son superoptimistas. Simplemente pueden suprimir por el momento el miedo a que se les hiera, a que se les capture o hasta el remordimiento de conciencia. (3) No tienen la capacidad de trabajar en equipo. Si nueve criminales formaran un equipo de pelota, cada uno pensaría que es el capitán. (4) Pasan de un extremo a otro en su modo de pensar... o son el Número Uno o son una Nulidad.

      ¿Cómo es posible cambiar su modo de pensar?

      El individuo tiene que querer cambiar. Uno procura abordarlo cuando esté deprimido. Quizás lo hayan encarcelado o esté a punto de perder su familia. En vez de hacerle preguntas relacionadas con su crianza, y hacerlo sentir como si fuera víctima indefensa de las circunstancias, respetuosamente le decimos lo corrupta que es su vida. Tratamos de intensificar la repugnancia que siente de sí mismo.

      ¿Qué ideales positivos les enseñan ustedes?

      La necesidad de asumir toda la responsabilidad. El no echar la culpa a otros. Como dijo un delincuente que estaba haciendo algún progreso: ‘Solía pensar que si mis padres me hubiesen dado más amor, no sería un delincuente; pero ahora me pregunto si el ser yo la clase de hijo que fui no hizo que ellos fueran así.’ Se sustituyó el: “No puedo” por el: “Tengo que.” Les enseñamos a desplegar empatía para con otros.

      ¿Qué impide que ellos vuelvan a cometer delitos?

      Les enseñamos a que se conviertan en sus propios críticos... a examinar continuamente si su modo de pensar es moralmente correcto. Este continuo examen moral es el freno más importante.

      ¿Cuánto éxito han tenido sus esfuerzos?

      Después que perfeccionamos y refinamos nuestros procedimientos, trabajamos estrechamente con treinta delincuentes endurecidos; esto fue entre los años 1970 y 1976. De éstos, trece cambiaron completamente y son ciudadanos que observan la ley.

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