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  • Más delito y más violencia
    ¡Despertad! 1980 | 8 de marzo
    • Más delito y más violencia

      IMAGÍNESE que está en la situación de cierto hombre de Italia que viajaba del trabajo a su hogar. Al salir de prisa del automóvil para comprar algo en una tienda de la vecindad, descuidadamente dejó sus llaves en el auto. Se ausentó del vehículo por solo unos minutos, pero cuando regresó... sí, acertó usted: ¡no halló el auto!

      Después de pasar una noche intranquilo, ¡qué agradable sorpresa se llevó aquel hombre la mañana siguiente al encontrar su auto estacionado en el lugar acostumbrado enfrente de su casa! Una nota que halló debajo del limpiaparabrisas explicaba: “Lamento la molestia que le he causado. Fue una emergencia. Acepte mi agradecimiento y pase una noche agradable a cuenta mía.” Adjuntos había dos boletos de teatro para la función de aquella noche... los mejores asientos del teatro. Su fe en la humanidad le fue restaurada.

      Al fin de una noche muy agradable en el teatro, el hombre regresó a su hogar con su esposa, momentáneamente buscó a tientas la llave de la casa, abrió la puerta y entró en... ¡un apartamento vacío! ¡Le habían llevado cuanto tenía! Su renovada confianza en la humanidad duró muy poco tiempo.

      Aunque singular, esta historia de la vida real es solo una de las muchas historias que se pueden relatar para demostrar la desfachatez con que a menudo se cometen delitos. Por supuesto, este delito fue relativamente leve en comparación con otros, delitos o crímenes marcados por tal brutalidad y sadismo que uno quizás menee la cabeza en expresión de incredulidad al enterarse de ellos. No es de extrañar que muchas personas hayan perdido la confianza en la humanidad y vivan en temor.

      Todos hemos sido víctimas del delito. El hampa mete la mano en el bolsillo de toda persona. Las autoridades de la ciudad estadounidense de Chicago calculan que, debido a extorsión directa por la Mafia o como resultado de los contratos adicionales de seguro contra robos y las fuerzas de seguridad adicionales que se necesitan para combatir las operaciones de la Mafia, el estadounidense promedio tiene que pagar dos centavos más por cada dólar que gasta.

      La falta de honradez de los empleados y el hurto de mercancías obligan a los comercios a aumentar los precios para compensar las pérdidas. Uno paga por la falta de honradez de otras personas. Por ejemplo, la falta de honradez entre los empleados de la República Federal de Alemania cuesta a los contribuyentes mil millones de marcos (más de 500.000.000 de dólares [E.U.A.]) anualmente. El delito es verdaderamente costoso, si no para el delincuente, por lo menos para la víctima, puesto que la víctima siempre tiene que pagar.

      Novedades perturbadoras

      El delito no es cosa reciente. Pero últimamente ha adquirido nuevas dimensiones. El constante aumento en la ola de delitos y violencia, sin limitarse ya a un solo país o una sola localidad, ha hecho que tanto las agencias que se encargan del cumplimiento de la ley como el seglar en general hayan examinado con mayor seriedad el delito y lo que se puede hacer para combatirlo con éxito.

      Con frecuencia cada vez mayor se cometen “delitos irracionales,” delitos sin verdadero móvil. Entre éstos pueden estar el simplemente manchar con garabatos la propiedad pública o arrancar las páginas de las guías telefónicas que usa el público.

      Pero muchas veces estos delitos toman una forma más seria, una marcada por brutalidad injustificada. Por ejemplo, recientemente dos muchachos de 17 años de edad atacaron a un hombre de 33 años de edad a las afueras de una ciudad alemana y lo apuñalearon por turno; ¡más tarde la policía informó que a la víctima le habían infligido más de 80 heridas! Cuando se les preguntó: “¿Por qué lo hicieron?,” los dos jóvenes contestaron: “Simplemente porque teníamos muchas ganas de liquidar a alguien.” En otro caso un grupo de jóvenes de edad poco mayor que la de los anteriores atacó a un notario público de Cherburgo, Francia, y lo golpearon tan despiadadamente que el notario quedó inconsciente y murió tres días después. ¿Por qué? “Solo para divertirnos.”

      Otra novedad perturbadora es que ahora son más las mujeres envueltas en actividades criminales. Por ejemplo, el terrorismo en Alemania es único en su clase por el hecho de que una proporción grande de los terroristas conocidos son mujeres. Hasta la fecha de febrero de 1979, 12 de los 16 supuestos terroristas en la lista de personas más buscadas por la policía eran mujeres.

      Sin embargo, quizás lo que más preocupa en todo este asunto a los líderes judiciales y legislativos es el marcado aumento en la criminalidad entre los jóvenes. La revista Time, refiriéndose a la situación en los Estados Unidos, dijo: “La gente siempre ha acusado a los jóvenes de salirse con la suya hasta cuando cometen asesinato. Ahora todo esto es literalmente muy cierto. En todos los Estados Unidos ha surgido un patrón de delito que causa perplejidad y horror. Parece que muchos jóvenes roban y violan, mutilan y asesinan tan despreocupadamente como cuando van a ver una película o se unen a un grupo de personas para ir a un juego de béisbol.”

      Esta tendencia entre los jóvenes no augura nada bueno para el futuro. El Hamburger Abendblatt, al comentar sobre la situación alemana, dijo: “Según las últimas estadísticas sobre la delincuencia, el número de sospechosos entre las edades de 14 y 18 años de edad arrestados desde 1975 ha aumentado en un 25,1%. En la categoría de jóvenes menores de 14 años de edad, el aumento ha sido de 30,8% . . . y no se ve el fin de esta tendencia. Podemos contar con que siga aumentando.”

      No hay duda al respecto. El delito es un problema, y haríamos bien en tomarlo en serio. El gobierno francés lo consideró suficientemente serio como para autorizar el nombramiento de una comisión de 11 hombres para investigar el asunto. Estos hombres deliberaron por 16 meses antes de someter un informe de 700 páginas que contenía 103 recomendaciones para aliviar el problema.

      La Organización de las Naciones Unidas consideró el problema lo suficientemente serio como para justificar el establecimiento de un Comité para la Prevención y Control del Delito, de 15 miembros, que patrocina un congreso mundial cada cinco años para examinar modos de hacer frente con éxito al delito en escala mundial. El tema general de la reunión de 1975 fue: “Prevención y control del delito... el reto de los últimos veinticinco años del siglo.” Se ha programado un sexto congreso que tendrá lugar este año en Sydney, Australia.

      ¿Qué significa el que constantemente haya más delito y violencia en la actualidad? ¿Aumentará la criminalidad hasta tal grado que no haya esperanza de recuperación? ¿O será que se está exagerando el problema? ¿Es de veras tan grave la situación? ¿Qué opina usted?

  • La criminalidad... ¿es de veras tan grave la situación?
    ¡Despertad! 1980 | 8 de marzo
    • La criminalidad... ¿es de veras tan grave la situación?

      ALGUNAS personas son optimistas de nacimiento. Sin importar lo malas que parezcan las cosas, siempre se las arreglan para dejar asomar una sonrisa y sostener que la situación pudiera ser peor. Mucho se puede decir en defensa del optimismo, pero nunca debe permitirse que éste oscurezca nuestra visión y nos impida ver las cosas con apego a la realidad. El hacer caso omiso de los problemas nunca los resuelve. El no reconocer algún problema aumenta la posibilidad de llegar a ser víctimas de éste.

      Ahora, con relación al delito y la violencia, ¿es de veras tan grave la situación?

      Las personas que dicen “No” se apresuran a señalar que el delito y la violencia no son nada nuevo. Sí, hasta el libro de historia de mayor antigüedad, la Biblia, nos dice que la mismísima primera familia humana experimentó violencia de la peor clase. Dice: “Caín procedió a atacar a Abel su hermano y a matarlo.” Además, al describir la condición que existió hace más de 4.000 años, en el día de Noé, ¿no dice ese libro que “se llenó la tierra de violencia”?—Gén. 4:8; 6:11.

      “La criminalidad es hasta peor de lo que revelan las estadísticas”

      Hay que admitir que el delito no es nada nuevo. Sin embargo, las estadísticas prueban que ahora la situación está empeorando. ¿Estadísticas? Puede ser que alguien nos recuerde que Oscar Wilde, famoso dramaturgo irlandés de fines del siglo diecinueve dijo una vez: “Hay tres clases de mentiras: las mentiras ordinarias, las mentiras piadosas y las estadísticas.” Lo que Wilde quiso decir fue que el confiar demasiado en las estadísticas puede ser engañoso. Se les puede interpretar de varias maneras, a veces hasta de maneras contradictorias. No obstante, el que frecuentemente se dé uso erróneo a éstas no es justificación para que las rechacemos totalmente.

      Para nuestro propio beneficio, consideremos brevemente unos argumentos que presentan algunos para sostener que “en realidad la situación no es tan grave.” Entonces podremos formar nuestro propio juicio.

      “El aumento de la población explica el aumento en la criminalidad”

      Pocas personas pondrían en duda que hemos presenciado una explosión demográfica durante las últimas décadas. Mientras que tomó 4.200 años desde el diluvio del día de Noé (hasta 1830) para que la población mundial alcanzara mil millones de personas, solo tomó 100 años más alcanzar dos mil millones de personas en 1930. Se alcanzó la cifra de tres mil millones de personas en otros 30 años (1960) y la de cuatro mil millones en otros 15 años (1975). Ahora, cuando hay más de cuatro mil millones de personas en la Tierra, se calcula que para 1985 habrá casi cinco mil millones, y más de seis mil millones para fines del siglo.

      Ciertamente el aumento de la población es un factor contribuyente al aumento en la criminalidad, pero no es la razón básica ni única del aumento. Si lo fuera, entonces cualquier aumento o disminución en la población lógicamente significaría un aumento o disminución similar en la criminalidad. Sin embargo, esto no siempre es así.

      Considere a la República Federal de Alemania. Puesto que es uno de los pocos países del mundo donde recientemente ha habido una disminución en la población —entre 1975 y 1977 la población de este país disminuyó por más de 600.000 personas— debiera haber habido, para usar el argumento anterior, una disminución proporcional en la criminalidad. Sin embargo, fuentes gubernamentales dicen que en 1975 se informaron 2.919.390 delitos, mientras que en 1977 se informaron 3.287.642, un aumento de más de 12 por ciento. Esto muestra que la criminalidad está aumentando hasta en lugares donde la población está disminuyendo.

      Y lejos de que tengan alguna base para complacencia los que dicen que el aumento en la criminalidad es solamente una consecuencia normal de la explosión demográfica, se encaran a perspectivas deprimentes para el futuro. De acuerdo con su propio argumento, la ola de crímenes actual continuará aumentando a la par con el crecimiento de la población mundial. ¿Precisamente cuán grave tiene que hacerse la situación antes de que ellos estén dispuestos a admitir: “De veras es grave”?

      “Ahora se mantiene una tabulación más exacta de los delitos”

      Es indudablemente cierto que hoy se lleva un registro más exacto de los delitos que hace 100 años. Por eso, sería imposible hacer una comparación exacta entre los delitos que se cometieron entonces y los que se cometen ahora. Pero este argumento difícilmente aplicaría si comparáramos los registros de 1977 con los de 1975, o hasta con los de 1970, ¿no cree usted? Y si, como se sostiene, se llevan mejores registros hoy, deberíamos preguntarnos: ¿Por qué? El mismo hecho de que exista la necesidad de mejorar la exactitud y minuciosidad de los archivos, ¿no sugeriría que las cosas han empeorado?

      ¿Cómo recopila la policía esos registros? Los oficiales de la policía mismos descubren e informan muy pocos delitos. Una encuesta que condujo el Instituto MaxPlanck, un instituto alemán, reveló que hasta el 90 por ciento de las tablas de criminalidad que tiene la policía se basan en informes que han dado a la policía la víctima o los testigos de algún delito. Por lo tanto, el llevar registros exactos depende menos de la policía que de lo presto y alerta del público en cuanto a informar los delitos que ve que se cometen.

      ¿Hay alguna indicación de que las personas ahora desplieguen más exactitud o sean más concienzudas al informar los delitos de lo que lo fueron en el pasado? No, si vamos a creer en los resultados de esta encuesta: ésta descubrió que solamente se había informado el 46 por ciento de los delitos que se habían cometido contra las personas entrevistadas. Más de la mitad no se habían informado, ya fuera debido a que la víctima creyera que la pérdida era demasiado pequeña para molestarse por ella, o a que creyera que había muy poca probabilidad de resolver la situación, o debido a otras razones personales.

      Estas cifras, que no son inferiores a resultados similares en Suiza, los Estados Unidos, Canadá, Australia y Finlandia, indicarían que la criminalidad es hasta peor de lo que revelan las estadísticas. Esto lo respalda la revista alemana Der Spiegel, que dijo: “En verdad la cantidad [de robos con allanamiento de morada que se cometieron durante el año] es diez o doce veces mayor [que la cantidad que se informó].” La revista citó a Werner Hamacher, director de la Oficina de Investigación Criminal del Estado de Nordrhein-Westfalen, quien asemejó la cantidad de delitos informados a “difícilmente más que el más escaso bikini” en cuanto a que cubriera el cuerpo de la criminalidad total.

      Entonces, ¿a qué conclusión llegamos, lógicamente? A la de que la tabulación o registro de los delitos todavía es muy incompleta y que las estadísticas, a lo más, solo pueden indicar ciertas tendencias. Pero lejos de exagerar los hechos, las estadísticas en realidad solo cuentan parte de la historia. Conque, ¿qué cree usted? ¿Es de veras tan grave la situación? ¿O es peor todavía?

      “Puede que la criminalidad sea grave en algunos lugares, pero no donde yo vivo”

      Si eso es cierto, agradézcalo. Las zonas rurales a menudo tienen proporciones de criminalidad más baja que las zonas urbanas, y en una ciudad puede que algunos sectores sean más propensos al delito y el crimen que otras. Cierto es que algunos países tienen una proporción de criminalidad más baja que otros. Pero, por supuesto, la cuestión no es si en su localidad hay tanta criminalidad como en otro lugar, sino si está aumentando donde usted vive.

      ¿Qué ha experimentado usted en su propia comunidad? ¿Qué dicen las personas de edad avanzada, personas que han podido ver la tendencia durante un largo período de tiempo? ¿Se cometen ahora más delitos que hace cinco años? ¿más que hace diez años? ¿Se van haciendo éstos más brutales?

      En vista de la seriedad del problema, la siguiente pregunta es: ¿Cómo puedo protegerme, y proteger a mis amados? ¿Qué pasos prácticos puedo dar?

  • El consejo sabio protege del delito
    ¡Despertad! 1980 | 8 de marzo
    • El consejo sabio protege del delito

      MUCHÍSIMAS personas han escrito libros y artículos que ofrecen consejo sobre la mejor manera de enfrentarse al delito. Muchas de sus sugerencias prácticas son de verdadero valor, aunque actualmente no hay ninguna manera de asegurar seguridad o protección total. Pero esto no significa que no podemos hacer nada. Podemos, y en vista de la creciente ola de crímenes y violencia, debemos hacer algo.

      Para conseguir algunas sugerencias muy prácticas, dirijámonos a un hombre que fue bendecido por Dios con “sabiduría y entendimiento en medida sumamente grande,” sí, una sabiduría que lo hizo “más sabio que todo otro hombre” de su época e hizo posible que ‘hablara tres mil proverbios.’ (1 Rey. 4:29, 31, 32) Quizás usted reconozca que este hombre fue el rey Salomón.

      En cierta ocasión, con acierto el famoso autor español Cervantes dijo que los proverbios eran oraciones cortas sacadas de experiencia larga. Nadie ha tenido más larga experiencia con el hombre y sus problemas que el Creador mismo del hombre, quien dotó a Salomón de la sabiduría que necesitaba para componer las oraciones cortas que encontramos en los libros bíblicos de Proverbios y Eclesiastés. El consejo de Salomón, puesto que proviene de Dios, es el mejor que tenemos disponible. Veamos cómo podemos aplicarlo para nuestra propia protección.

      PREVEA LAS DIFICULTADES

      “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena.”—Pro. 22:3.

      El principio fundamental aquí es que uno debe prever los peligros posibles y ocultarse antes de que la calamidad azote. En otras palabras, tomar medidas preventivas. Esta es la más excelente clase de protección. ¿Ejemplos? Hay muchos.

      Mantenga cerradas con llave las puertas y ventanas cuando no esté en casa. En algunos sectores hasta puede ser sabio mantenerlas cerradas con llave siempre. Si usted vive en una casa que tiene garaje, no descuide la puerta que comunica el garaje con la parte principal de la casa. Se ha sabido de esposos que, al salir tarde para el trabajo, han dejado abierta la puerta del garaje, lo cual ha permitido a los extraños fácil acceso a la casa por el garaje.

      Lo que aplica a su casa también aplica a su automóvil. Manténgalo cerrado con llave. En algunos países es ilegal dejar desatendido un automóvil sin haberlo cerrado con llave, y con toda razón. Aun mientras usted esté conduciendo el automóvil, puede que sea sabio mantener las puertas cerradas con llave; de otro modo, personas indeseables pudieran introducirse en su automóvil mientras usted estuviera esperando frente a un semáforo. Si precisa dejar su automóvil estacionado en la calle de noche, trate de escoger un sitio que este tan iluminado como sea posible.

      A los ladrones les gusta trabajar sin que se les moleste, y no les gusta que se les note, por lo cual generalmente visitan cuando usted no está en casa. Puede que baste una alarma anti-robo de sonido fuerte (en la casa o en el automóvil) o un perro que ladre para convencerlos de que las condiciones de trabajo son desfavorables. Si usted va a estar fuera por largo tiempo, no anuncie su ausencia por medio de dejar que se apilen los periódicos o el correo enfrente de su casa o en el buzón. Pida a otras personas que se los guarden hasta que regrese, o haga arreglos para que un amigo los recoja con regularidad.

      El dejar encendida una luz en la casa hace que parezca que hay alguien en casa. Por supuesto, el dejarla encendida día y noche por varios días le sería tan revelador a un alerta ladrón en perspectiva como el que no hubiera luz alguna. En los casos de ausencia prolongada, pudiera ser una inversión sabia comprar un dispositivo que apagara y encendiera automáticamente las luces, o hasta el televisor o radio, a horas predeterminadas.

      Guarde sus cosas valiosas en un lugar seguro, en un lugar donde al ladrón quizás no se le ocurriría buscar. Mejor aún, guárdelas en varios lugares, de modo que si éste logra llevarse algunas, no se las lleve todas. Vale la pena prever las dificultades.

      EVITE CONFIAR DEMASIADO

      “Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra, pero el sagaz considera sus pasos.”—Pro. 14:15.

      Sería maravilloso que pudiéramos confiar en toda persona con quien nos encontramos, y esto todavía es posible en algunas partes del mundo. Pero en otros lugares, incluso muchas ciudades grandes, la iniquidad abunda y tenemos que ser realistas. En este asunto puede ser sabio estar alerta contra personas y situaciones dudosas.

      Por ejemplo, sería imprudente invitar a extraños a entrar en la casa, aun cuando parezca que tienen razones legítimas para visitar, a menos que puedan presentar una identificación apropiada. De hecho, puesto que hasta abrir la puerta puede ser peligroso en algunos lugares, puede que usted desee equipar la puerta con una mirilla o una cadena si vive en algún lugar donde la situación lo exige.

      Nunca deje la llave de la puerta bajo el felpudo ni en otro escondite generalmente bien conocido. Usted quizás confíe en la persona para quien la deja, pero, ¿puede confiar en la que quizás la encuentre? Tampoco es prudente juntar a su llavero una etiqueta con su nombre y dirección, atribuyendo así honradez a la persona que lo encuentre en caso de que se pierda.

      La precaución es el camino de la sabiduría cuando se le acerca una persona en la calle, especialmente de noche. Quizás las intenciones de ésta parezcan rectas, pero pudiera ser un engaño a fin de acercarse lo suficiente como para hacerle alguna clase de daño. Es mejor ser cauteloso que llegar a ser víctima de un asaltante. También puede ser una protección no salir solo, hasta donde esto sea posible. Hay menos probabilidad de que se ataque a dos personas. Eclesiastés 4:12 dice: “Si alguien pudiese sobreponerse a uno solo, dos juntos pudieran mantenerse firmes contra él.”

      Vigile su apariencia cuando esté en lugares públicos. La manera en que se viste es importante. Pudiera incitar a otros a acciones que usted no apreciaría.

      También, ejerza precaución cuando esté en lugares donde haya público reunido. Es imprudente dejar objetos valiosos en su asiento mientras va al baño o a buscar algún refrigerio. Solo se requiere un intruso deshonesto en medio de una muchedumbre honrada para que usted se arrepienta de su descuido.

      Evite el tratar de “parecer rico.” El hombre que ostenta su dinero y la mujer cargada de joyas están buscándose problemas. Un artículo reciente de la revista Time hizo notar que “mayormente debido a la epidemia de secuestros y otras formas de violencia dirigidas contra los acaudalados en Italia, la extravagancia —y la ostentación— del estilo de vida adinerado casi ha desaparecido.” Una persona adinerada dijo, según se le citó: “Ahora en Italia lo que uno quiere hacer es sentirse rico y parecer pobre.”

      SELECCIONE SUS ASOCIACIONES CON CUIDADO

      “Un hombre de violencia seduce a su prójimo, y ciertamente lo hace ir por un camino que no es bueno.”—Pro. 16:29.

      La violencia es como una enfermedad contagiosa; se pega. Si uno no ejerce cuidado, hasta discusiones inocentes con compañeros de trabajo, amigos o parientes pueden rápidamente desembocar en violencia. Por ejemplo, se afirma que más de la cuarta parte de los asesinatos que ocurren en los Estados Unidos son asuntos de familia, a menudo provocados por disputas domésticas. El peligro de violencia se multiplica cuando se asiste a una fiesta donde se consumen bebidas alcohólicas en demasía, o cuando se participa en movimientos de protesta o marchas en los cuales se intensifican las emociones. Entonces, ¡qué sabio es evitar a las personas dadas a la violencia y las situaciones que tienden a fomentarla!

      Usted debe preocuparse por su propia conducta, pero no preocuparse en demasía por la mala conducta de otros. El mejor proceder, siempre y cuando la vida no esté en peligro, es el de controlarse uno mismo y no decir nada si observa a alguien actuando descortés e impropiamente en un lugar público. Proverbios 26:17 declara: “Como quien agarra por las orejas a un perro es cualquiera que al pasar está enfureciéndose por la riña que no es suya.” Usted podría fácilmente incitar a otros a cometer violencia por hacer comentarios impropios acerca de ellos o aun por una mirada rencorosa.

      ¿Qué debería hacer alguien si, inadvertidamente, se ve envuelto en una riña que no ha provocado?

      RETÍRESE, SI PUEDE

      “Antes que haya estallado la riña, retírate.”—Pro. 17:14.

      No eche leña al fuego por medio de disputar. Proverbios 26:20 nos dice: “Donde no hay leña se apaga el fuego.” Una disputa puede solamente durar mientras usted opte por quedarse en el campo de batalla. El evitar la violencia por medio de retirarse no es prueba de cobardía, sino de ser sabio. Los ejemplos de Jesucristo y el apóstol Pablo prueban esto.—Vea Luc. 4:28-30; Hech. 9:23-25; 14:5, 6.

      Pero, ¿que hay si su adversario le impide físicamente huir? Entonces, háblele con calma. Recuerde, “una respuesta, cuando es apacible, aparta la furia.” (Pro. 15:1) Esto requiere dominio de uno mismo, pero, a la larga, puede ser recompensador. Se ha sabido de mujeres que disuadieron a sus asaltantes de ultrajarlas cuando, manteniendo su serenidad, explicaron a aquellos hombres la posición bíblica de ellas en cuanto a la moralidad.

      Por supuesto, a veces quizás sea imposible huir, y puede que las palabras calmantes caigan en oídos sordos. Entonces, ¿qué puede hacerse? Eso depende de lo que busque la otra persona. ¿Quiere obtener la propiedad suya, su dinero? Si es eso lo que quiere, déselo. Las cosas materiales se pueden reemplazar, pero no la salud ni la vida.

      Nunca ponga estas cosas en peligro por simples cosas materiales. Según Proverbios 3:14, el tener la sabiduría y discernimiento apropiado que representa el poder reconocer la relativamente poca importancia que tienen las cosas materiales en comparación con la vida misma es “mejor que tener la plata como ganancia.”

      Sin embargo, la situación es diferente si su asaltante quiere privarle de su castidad o su vida, y usted tiene apoyo bíblico para defenderse con cualesquier medios a su disposición. Un artículo de un periódico del norte de Alemania recientemente explicó cómo se pudiera hacer esto. Dio a las mujeres o jovencitas el consejo de “no perder la serenidad,” de “ofrecer resistencia” si tal cosa era posible, y “a la misma vez gritar por ayuda,” al encararse a los perpetradores de delincuencia sexual. (Compare con Deuteronomio 22:23, 24.) A las que no pudieran ofrecer resistencia física se les dijo que usaran de astucia contra el malhechor o que “desviaran su atención por medio de orar en voz alta.” Esto es consejo sabio, porque es bíblico. También lleva a otra sugerencia dada por el sabio gobernante.

      CONFÍE EN JEHOVÁ

      “No digas: ‘¡Ciertamente pagaré de vuelta el mal!’ Espera en Jehová, y él te salvará.”—Pro. 20:22.

      No debe entenderse que estas palabras hagan imposible la defensa propia; más bien, nos muestran que es necesario que despleguemos discernimiento y equilibrio en cuanto a ejercerla.

      Básicamente hay dos clases de delitos: los que se dirigen contra la propiedad de uno, tales como el robo o la extorsión, y los que se dirigen contra la persona de uno, tales como el asalto, la violación o el asesinato. Puesto que la vida es infinitamente más valiosa que la propiedad, correctamente tendríamos derecho a más amplia latitud de acción al resguardarnos de los delitos que atentan contra nuestra persona que en cuanto a resguardarnos de los delitos que se cometen contra nuestra propiedad.

      En Francia “se ve más tendencia a confiar en la defensa propia que en la protección policíaca.” Así informó recientemente un diario alemán. El artículo de ese diario informó que un grupo que practica la defensa propia ha aconsejado a sus miembros: “Ármense y disparen primero.” Se nota una tendencia similar en otros países. Una revista de noticias informó que “la gente de Alemania Occidental ha anotado en los registros pertinentes 2.500.000 revólveres y pistolas, escopetas y rifles, pero es posible que tengan ilegalmente en su posesión diez veces esa cantidad.” El artículo pasó a decir que las armas se pueden obtener con cada vez mayor facilidad, y que “con mayor facilidad y brutalidad las van usando... tanto los criminales como los ciudadanos de buena conducta.”

      Quizás haya quienes piensen que no hay peligro alguno en tener un arma en la casa, ‘solo por si acaso,’ por supuesto, con la esperanza de que nunca haya que usarla. Sin embargo, en realidad la única manera en que uno puede estar verdaderamente seguro de que nunca va a usar un arma es no tener una, en primer lugar. A menudo ha sucedido que, bajo la presión del temor y la tensión nerviosa, ciertas personas han recurrido al uso de armas, solo para lamentarlo después. Compadézcase del dueño de una estación gasolinera del sur de París que escuchó ruidos sospechosos en medio de la noche. Al bajar las escaleras, de repente vio una sombra y disparó, pensando que se enfrentaba a un ladrón. ¡Qué tragedia para él fue descubrir que había disparado contra su hijo de ocho años de edad, que se había levantado para tomar un vaso de agua!

      El derramar sangre humana, aun cuando se haga sin intención, es asunto serio. Por supuesto, hay otras clases de armas, tales como las pistolas de gas, que se pueden usar para rechazar a los atacantes. Esas armas “inofensivas,” aunque no se han diseñado con la intención de herir o matar, a veces pueden provocar al adversario a expresar mayor violencia, por lo cual es necesario pensar cuidadosamente si acaso es aconsejable usarlas.

      Las llamadas artes marciales, como el yudo (judo) y el karate, son otro método cada vez más popular de defensa propia. Estas artes marciales sirven para entrenar a la persona en el uso de las manos y el cuerpo para lesionar o matar al adversario, así que, en realidad, son también armas. Los antecedentes paganos de estas artes, y el uso militar que se les da, también arrojan dudas sobre el que sean apropiadas para los cristianos. ¿Puede imaginarse usted al apóstol Juan defendiéndose con golpes de karate o a Jesucristo rechazando el ataque de un adversario con tácticas de kung fu? (Vea la ¡Despertad! del 8 de marzo de 1976, pág. 28, para una consideración más detallada de este asunto.)

      El grado a que usted puede defenderse y defender a sus amados, así como los métodos que haya de usar, son asuntos personales que usted mismo tiene que decidir sobre la base de una conciencia bien entrenada. Sin embargo, le puede ser útil hacerse preguntas como las siguientes cuando está decidiendo qué hacer: ¿Estoy peleando en defensa de la vida, o simplemente para proteger propiedad? ¿Es mi motivo protegerme a mí mismo y proteger a mis amados, o desquitarme de un malhechor? ¿He pensado en los efectos que mis acciones pudieran tener en otras personas, incluso el malhechor? ¿Desearía lesionar seriamente al malhechor, o hasta matarlo? ¿Comprendo que quizás él sea víctima de las circunstancias, y que puede que sea más digno de compasión que de condena? ¿Pudiera ser que con educación apropiada, atención y amor, él estuviera dispuesto a desarrollar sus buenas cualidades latentes y arrepentirse de las malas? ¿Estaría yo dispuesto a ayudar al individuo a hacer eso si tuviera la oportunidad?

      En resumen, aunque los cristianos no están categóricamente opuestos a la defensa propia, deben ejercer cuidado para evitar situaciones que la hagan necesaria. Reconocen que al desplegar un espíritu de juicio sano, prever las dificultades, tomar las precauciones necesarias, ser cuidadosos en cuanto a sus asociaciones, vigilar tanto la lengua como las acciones, evitar el confiar demasiado en el hombre, mientras ponen completa confianza en Jehová, siguen el camino de la sabiduría. Esta es mejor forma de defensa propia que toda otra que se base en el uso de las armas o de las artes marciales.

      ECLESIASTÉS 9:18 LO RESUME ASÍ:

      “Mejor es la sabiduría que los útiles para pelear.”

      Jehová Dios, el personaje más excelso del universo, de cuyo poder de observación ni siquiera el más pequeño delito podría escapar, es capaz de hacer una tabulación completamente exacta de los delitos como base para saldar cuentas con los malhechores. Pero, ¿realmente hará él eso? ¿Habrá de seguir en continuo crecimiento indefinidamente la ola de delito y violencia de hoy, o traerá Dios el alivio necesario para la humanidad? Para la respuesta, lea en las páginas 27 y 28 el artículo “¿Podrán eliminarse alguna vez los delitos y la violencia?”

      [Ilustraciones en la página 9]

      ¿Le protegerá aprender karate o poseer un revólver?

  • El incomparable cerebro
    ¡Despertad! 1980 | 8 de marzo
    • El incomparable cerebro

      • Unos 4.000 peritos cerebrales, la cantidad más grande de ellos que se ha reunido alguna vez, se congregaron recientemente en Anaheim, California, E.U.A. De su consideración quedó claro que “el cerebro humano es mucho más diversificado y mucho más preciso como controlador del comportamiento de lo que los científicos jamás habían percibido,” según un informe del Times de Nueva York. El consenso entre los neurocientíficos era que la función cerebral debe entenderse químicamente. “Cada neurona,” dice el informe, “puede secretar su propia corriente química de mensajes que le dicen a otra neurona qué hacer.” Además, “el cerebro es tan delicadamente sensitivo que un cambio en solo un par de moléculas puede crear una vasta diferencia en comportamiento.”

      “Quizás el hallazgo general más interesante acerca del cerebro,” dice el informe que el Times presenta, “es que la mayoría de las versiones mecánicas primitivas de cómo funciona han sido completamente abandonadas ahora.” El artículo declara que las comparaciones con una radioemisora, un sistema telefónico, o hasta una computadora no han “durado mucho debido a que el cerebro resultó ser mucho más complejo que la más reciente de las máquinas hechas por el hombre. El nuevo punto de vista es que en la tecnología no hay nada que pueda corresponder con el cerebro, ni siquiera metafóricamente.”

      Como se ve, nuestro mayor conocimiento de esta maravilla infinitamente compleja solo hace más seguro el hecho de que la probabilidad evolucionista ciega no pudiera haberla producido. Los sabios dan la honra al que obviamente tiene el derecho a ella, como lo hizo el salmista que dijo: “Te elogiaré [Jehová] porque de manera que inspira temor estoy hecho maravillosamente.”—Sal. 139:14.

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