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¡Martirizados por su fe!La Atalaya 1985 | 1 de marzo
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¡Martirizados por su fe!
ERA un domingo bien temprano en la mañana. Una chusma de 500 personas rodeó una casa en la aldea de Pangi, en la provincia de Kivu, Zaire. La ruidosa muchedumbre de personas y el fuerte golpeteo en la puerta despertó bruscamente a los cristianos que dormían tranquilamente en la casa. ¿Qué ocurrió? Los de la chusma sacaron a la fuerza a siete varones cristianos, los golpearon despiadadamente y los obligaron a marchar siete kilómetros (4 millas) hasta la aldea de Kilungulungu, que está en el corazón de la selva.
Allí degollaron a estos cristianos amadores de la paz, y a uno de ellos lo mutilaron. Enterraron los cuerpos en el lecho de un río después que hubieron represado las aguas para la ocasión. Entonces, removieron el dique, ¡y las aguas del río fluyeron sobre la tumba común de ellos sin dejar rastro del horrible suceso!
¿A qué se debió esta matanza de inocentes?
Esta matanza de fieles testigos de Jehová fue el punto culminante de una ola de persecución que empezó en 1978 en la región de Kivu que está dominada por la tribu de los rega. ¿Por qué se efectuó tal matanza? Porque los testigos de Jehová no obedecieron a “Kimbilikiti”. Los líderes de esta religión ancestral de los waregas creen que los Testigos constituyen la mayor amenaza para toda su estructura tribual y que, por lo tanto, tienen que ser eliminados.
Entre 1978 y 1983, miembros fanáticos de este culto quemaron varios Salones del Reino de los testigos de Jehová. Amenazaron a muchos Testigos, los echaron de sus hogares y les confiscaron sus pertenencias. A menudo se hicieron esfuerzos por liquidar a los Testigos mediante la hechicería y los maleficios. Puesto que ninguna de estas medidas tuvo éxito, los perseguidores recurrieron al asesinato brutal en masa. (Compárese con Números 23:23.)
El horrendo incidente
No obstante, examinemos más detenidamente los trágicos sucesos que ocurrieron el domingo 14 de agosto de 1983. Si damos un vistazo al Anuario de los testigos de Jehová para 1983, ¡cuán apropiados son el texto bíblico y los comentarios para ese día! El día antes del asesinato de los siete fieles cristianos, la mayoría de los miembros de la pequeña congregación de los testigos de Jehová de Pangi habían venido a pie desde las aldeas vecinas para asistir a su acostumbrada reunión del sábado. Todos pasaron la noche en Pangi para asistir a la reunión de adoración el domingo por la mañana. Siete personas se quedaron en el hogar de Kalumba Malumalu, ministro de tiempo completo y superintendente presidente de la congregación. Junto con el hermano Malumalu, su esposa y sus dos hijitos, el total ascendió a once personas. Otras cinco personas hallaron alojamiento en la casa del hermano Kikuni Mutege.
Después de la reunión del sábado, los Testigos pasaron una agradable velada reunidos alrededor de una fogata, cantando canciones del Reino y contando experiencias. Notaron que grupitos de personas seguían pasando con desacostumbrada regularidad, todos ellos en dirección a una aldea que quedaba a dos kilómetros (1,2 milla) de Pangi. Los Testigos ni siquiera se imaginaban cuáles serían las consecuencias de aquella reunión de sus enemigos.
Como a las cinco de la mañana del día siguiente, una muchedumbre encabezada por Mulamba Musembe, jefe del grupo, rodeó la casa del superintendente presidente. Exigieron que el hermano Kampema Amuri y el hermano Waseka Tabu los acompañaran a ver al jefe de la Colectividad (Katunda Banangozi) para que realizaran “salongo” (trabajo comunal obligatorio para el mantenimiento de carreteras, puentes, y así por el estilo). El hermano Kampema explicó cortésmente que ya se había hecho un arreglo con el jefe Katunda para hacer el trabajo el día siguiente. Pero el jefe del grupo optó por considerar que la respuesta había sido irrespetuosa, y mandó a golpear al hermano Kampema. A esto siguió una orden de golpear a los demás hermanos.
Cuando la situación llegó a ese punto, la chusma se dio cuenta de que el “pastor” Kalumba Malumalu (el superintendente presidente) había vuelto a entrar en la casa. De modo que arremetieron contra la casa hasta que rompieron una pared. Entonces, varios de ellos irrumpieron en la casa en busca del hermano Malumalu. En el forcejeo resultante maltrataron a las hermanas, pero ellas y sus hijos lograron huir hacia donde estaba el jefe de la policía en busca de protección.
Mientras tanto, dos hermanos que se estaban quedando en la otra casa pudieron escapar. Uno de ellos (Hemedi Mwingilu) se escondió en una casa que estaba construida a medias y presenció el incidente. El otro hermano (Lulima Kazalwa) huyó a la selva.
Finalmente, agarraron a siete hermanos, los golpearon y se los llevaron con las manos atadas. Durante la marcha de cinco kilómetros (3 millas), hasta el bosque que está cerca de Kilungulungu, los apresadores golpearon a los hermanos y trataron de intimidarlos. Aunque los hermanos apenas estaban conscientes cuando llegaron al lugar, estaban resueltos a no transigir de su fe... a pesar de que podían ver que la muerte era inminente. Se encararon con valentía y dignidad a la muerte, como lo han hecho muchísimos otros cristianos fieles de tiempos antiguos y modernos. (Mateo 24:9; Revelación 2:10.)
Otro hermano, Amisi Milende, fue asesinado poco después. Estaba de viaje en Kama, pero unos hombres que fueron enviados allí lo arrestaron y lo trajeron atado a Binyangi (a 15 kilómetros [9 millas] de Pangi) para que compareciera ante Kibonge Kimpili, otro jefe de grupo. Mientras esperaba la llegada del jefe, este celoso Testigo animó espiritualmente a uno de sus primos y dijo a sus perseguidores que aunque él estaba a punto de morir, tenía la esperanza de que Jehová Dios lo resucitaría para vivir en la Tierra transformada en un paraíso. Varios hombres dieron muerte a este joven fiel. Su propio tío fue cómplice del asesinato; estaba particularmente amargado porque dos de sus hijos se habían hecho testigos de Jehová con la ayuda del hermano Milende. De hecho, ¡los dos hijos de aquel hombre, Malala Ramazani y Akilimali Walugaba, estaban entre los otros siete Testigos asesinados!
¿Qué hubo de los sobrevivientes?
Aquellos trágicos sucesos culminaron en el asesinato de ocho hombres, quienes dejaron viudas y huérfanos. Los sobrevivientes y los demás Testigos de la localidad, incluso las personas interesadas en las buenas nuevas, llegaron a ser objeto de gran odio. Por eso, con el tiempo, los Testigos tuvieron que huir a Kindu, la ciudad más cercana, donde recibieron trato excelente de los miembros de las tres congregaciones de testigos de Jehová de la localidad. La sucursal de la Sociedad Watch Tower de Kinshasa también ayudó a estos desconsolados hermanos por medio de enviarles ropa, mantas y dinero. Esta amorosa ayuda fue recibida con gran aprecio y resultó en un excelente testimonio para los parientes incrédulos y otras personas que observaban la situación (Juan 13:34, 35; Santiago 1:27). Las autoridades gubernamentales también intervinieron. Los perpetradores fueron arrestados y sometidos a juicio.
Estos horribles incidentes hacen surgir muchas preguntas. ¿Qué clase de religión es Kimbilikiti? ¿De qué naturaleza son las creencias y las prácticas que provocaron esta clase de persecución? ¿Y por qué fueron solamente los testigos de Jehová, y no ninguna otra religión, los que llegaron a ser objeto de tal odio?
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Se desenmaraña el misterio de KimbilikitiLa Atalaya 1985 | 1 de marzo
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Se desenmaraña el misterio de Kimbilikiti
KIMBILIKITI es una religión ancestral de la tribu rega en la provincia de Kivu, ubicada en el centro de la zona oriental de Zaire. Los hombres rega cazan en las densas selvas, las mujeres pescan en los ríos, y las familias cultivan la tierra. Pero la vida de los rega está totalmente controlada por Kimbilikiti, gran espíritu tribual a quien tienen que dar obediencia absoluta. Y tienen que guardar celosamente todos los secretos que se asocian con la devoción que se rinde a él, pues el divulgar alguno de éstos se castiga inmediatamente con muerte. De hecho, cualquier protesta que se haga por la muerte de un miembro de la familia a manos de Kimbilikiti resulta también en ejecución inmediata.
¿Cómo comenzó esta poderosa religión? Para hallar la respuesta, tenemos que remontarnos al pasado.
El misterio de su origen
Según la leyenda, hace mucho tiempo en la historia tribual, cierto hombre tuvo tres hijos. Katima Rega, el primogénito, era un enano feo que tenía tantas desventajas físicas que no podía casarse. No obstante, era muy brillante y tenía una imaginación fecunda. Disfrutaba de comer hasta el punto de la glotonería. Para conseguir alimento sin trabajar, preparó ciertos instrumentos simples de bambú parecidos a flauta que producían sonidos extraños. También preparó un pedazo de madera plano en forma de barca que tenía atada al extremo una cuerda. Cuando este instrumento se hacía girar rápidamente sobre la cabeza de uno, producía un zumbido fuerte y horripilante.
Este legendario inventor probó sus artefactos con sus dos sobrinos primero y los convenció de que los sonidos provenían de un espíritu; así, los amenazó y los obligó a robar comida y tabaco para él de sus dos hermanos. Entonces, decidió ampliar su campo de actividades; se escondía entre los matorrales y esperaba que las mujeres atraparan peces y los pusieran en las canastas. Entonces, hacía sonar sus instrumentos y las mujeres regresaban aterrorizadas a la aldea, dejando atrás lo que habían pescado.
Al principio, se dudaba de los informes que daban las aterrorizadas mujeres. Pero cuando siguió repitiéndose la misma situación, y los aldeanos ya no tenían pescado para comer, los hombres rodearon cautelosamente al “demonio-animal”, solo para descubrir que era Katima Rega. Algunos querían matarlo en el acto, pero otros concluyeron que lo que él había inventado era muy astuto, y votaron para que se adoptara “la voz” como su espíritu tribual. Esto sería guardado como un secreto y se convertiría en un misterio para todos los no iniciados. Todo miembro de la tribu tenía que obedecer todas las órdenes, instrucciones y decretos que dictara “la voz”, el espíritu de la selva. Pero ¿cómo deberían llamarlo? Todos estuvieron de acuerdo cuando un anciano sabio sugirió “Kimbilikiti”.
Así nació la religión tribual de los rega. Se edificó toda una estructura de reglas, prácticas y supersticiones en torno a aquel simple comienzo. Con el tiempo, fueron añadidos otros tres “espíritus” invisibles como asociados de Kimbilikiti. Kabile, que a veces es hermana de éste y otras veces su esposa, era una mujer muy hermosa y extraordinaria. ¡Se supone que todos los varones adolescentes quedan circuncidados milagrosamente al tener relaciones sexuales con ella! Se dice que Twamba, hermano menor de Kimbilikiti, tiene tanta fuerza que puede causar tormentas, derrumbar casas, y así sucesivamente. ¡Su “voz” la produce el zumbido del pedazo de madera en forma de barca! El tercer espíritu es Sabikangwa, o Mukungambulu. Él es el otro hermano menor de Kimbilikiti, y parece que le sirve de mensajero.
Ritos secretos de iniciación
En la región visible, Kimbilikiti es representado por una jerarquía de sumos sacerdotes (los sabios bami). Uno de ellos, llamado Mukuli, preside los ritos de circuncisión. Kitumpu, otro sumo sacerdote, sirve de médico y, de hecho, circuncida a los adolescentes. Un tercer sumo sacerdote, Kilezi, cuida a los muchachos recién circuncidados. Un grupo de los que ya han pasado por los ritos de iniciación, los bikundi, sirve de mediador entre el campamento de iniciación y los aldeanos comunes.
Los ritos de iniciación (llamados lutende) se llevan a cabo en un lugar remoto de la selva, donde se cree que vive Kimbilikiti. Estos ritos se mantienen en absoluto secreto, ¡y se estrangula inmediatamente a cualquier persona o animal del sexo femenino que se aventure a pasar cerca del lugar! El día de la iniciación, las diferentes aldeas celebran grandes festividades, en las que se juega y se baila sin cesar desde la madrugada. Esto se hace para poner a prueba la resistencia de los muchachos que han de ser iniciados. Después, ellos escuchan la historia de Kimbilikiti, a la que se le han añadido otros mitos desarrollados en el transcurso de los años. A los muchachos se les hace creer que Kimbilikiti y Kabile, su hermana-esposa, son personas de la vida real. A estos jóvenes se les dice que se preparen para luchar con Kabile, después de lo cual tendrán relaciones sexuales con ella y quedarán circuncidados milagrosamente. Si alguno de ellos falla en estas dos pruebas, ¡Kabile se quejará enojada ante Kimbilikiti, y éste eliminará al ofensor!
Pero una vez que entran en la selva, los muchachos no ven nada de lo que se les ha contado. En lugar de ello, los tres sumos sacerdotes (Mukuli, Kitumpu y Kilezi) agarran a cada uno de los muchachos y efectúan la circuncisión. Según ellos, ¡ésa es la lucha con Kabile! Si alguno de los jovencitos no sana debidamente antes del tiempo señalado para regresar a la aldea, lo estrangulan y disponen del cadáver, pues el que no sanara destruiría el mito de la circuncisión milagrosa que resulta de tener relaciones sexuales con la hermosa y sobrenatural Kabile.
Aunque se tiene en tan alta estima a Kabile, durante las ceremonias de iniciación los muchachos aprenden expresiones sexuales viles que han de ser proferidas contra las mujeres, incluso contra su propia madre y sus hermanas. Cuando los iniciados regresan a sus aldeas, se obliga a las mujeres a salir casi desnudas, a caminar sobre las rodillas y a bailar ante ellos, y llegan a ser objeto de los insultos que los jovencitos acaban de aprender.
Durante los períodos de iniciación, los bikundi (los que han sido iniciados) van de aldea en aldea tomando a la fuerza comida o posesiones de otras personas. Se obliga a las familias a dar cualquier cosa que se les pida para Kimbilikiti y para los que están en el campamento de iniciación. Hasta se obstruyen las carreteras y se obliga a los transeúntes a pagar lo que exijan los devotos de Kimbilikiti. De esta manera se ha perpetuado el objetivo original de “la voz”... conseguir comida sin tener que trabajar por ella.
Pues, en realidad, ¿qué es Kimbilikiti? ¡Un engaño que ha sido elaborado en torno a unos pedazos de bambú! No obstante, para sostener tal engaño, se ha creado un sistema de terror en el que el instrumento básico es el temor a la muerte (Hebreos 2:14, 15). Los otros instrumentos son la superstición, la avaricia y la obscenidad. Y todo esto está apoyado por una jerarquía de sumos sacerdotes. Pero ¿cómo se relaciona esto con la persecución que han experimentado los testigos de Jehová?
[Fotografía en la página 6]
“Flautas” de Kimbilikiti
[Fotografía en la página 7]
Testigos que han mantenido su integridad en la zona de Pangi
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Perseguidos por decir la verdadLa Atalaya 1985 | 1 de marzo
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Perseguidos por decir la verdad
LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ no apoyan las creencias ni las prácticas en torno a Kimbilikiti, pues éstas no están de acuerdo con los principios bíblicos. Los Testigos han sido libertados por la verdad que han hallado en la Palabra de Dios, la Biblia (Juan 8:31, 32). Por consiguiente, no permiten que a sus hijos los circunciden según los ritos de iniciación de Kimbilikiti. Los Testigos tampoco dan la comida, el dinero ni los artículos que se les exige durante los períodos de iniciación, ni sus mujeres participan en las sesiones obligatorias de pesca que se organizan con el mismo propósito.
Es interesante que, con relación a la matanza de los Testigos que se mencionó anteriormente, el fiscal del estado dijo en su recomendación al tribunal: ‘Ciertos warengas, que en el pasado participaron en los ritos de Kimbilikiti y que conocen los secretos, se asocian ahora con los testigos de Jehová. Han revelado los secretos, particularmente los que tienen que ver con la inexistencia del espíritu llamado Kimbilikiti. Por consiguiente, han desenmascarado la falsedad que hay tras las ofrendas que supuestamente exige el mencionado espíritu, que de acuerdo con los testigos de Jehová es un enorme engaño organizado por los hombres de mayor edad que dirigen las ceremonias’.
A medida que personas de la tribu rega aceptan las enseñanzas bíblicas, que son verdaderas, sucede que la verdad y la esperanza de la resurrección reemplazan a la superstición y el temor a la muerte (Juan 5:28, 29). Los insultos a madres, esposas y hermanas son sustituidos por el respeto a las mujeres. (Efesios 5:21–6:4; 1 Timoteo 5:1, 2.)
Muy contrario a esto, las muchas iglesias y misiones de la cristiandad permiten que sus miembros practiquen la religión tribual bajo la apariencia de un supuesto cristianismo. De hecho, a muchos sacerdotes y sumos sacerdotes de Kimbilikiti se les considera miembros leales y respetables de diversas iglesias. ¡Cuánto difiere esto de la actitud del apóstol Pablo! Él escribió: “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos. Porque ¿qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad? [...] ¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos?”. (2 Corintios 6:14-16.)
Muy a menudo los que se asocian estrechamente con Kimbilikiti y las iglesias ortodoxas han causado dificultades a los testigos de Jehová. Estos opositores se parecen mucho a los fabricantes de ídolos de la antigua Éfeso. Consideraban que Pablo, quien probó que “no son dioses los que son hechos con las manos”, ponía en peligro el negocio de ellos (Hechos 19:23-28). El mismo principio aplica a la verdad de que el espíritu de Kimbilikiti no existe.
Los testigos de Jehová sienten la obligación de dar a conocer verdades como éstas. Por supuesto, a veces han sufrido persecución debido a decir la verdad. Pero ¿qué se puede aprender del aguante fiel que ellos han desplegado?
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La verdad y la fe prevalecenLa Atalaya 1985 | 1 de marzo
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La verdad y la fe prevalecen
LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ están resueltos a adorar a Dios “con espíritu y con verdad” (Juan 4:23, 24). Es cierto que el mensaje bíblico que declaran pone al descubierto el error, pero, como el apóstol Pablo, preguntan: ‘¿Nos hemos hecho sus enemigos porque les decimos la verdad?’ (Gálatas 4:16). ¡Por supuesto que no! Estos cristianos aman a su prójimo y quieren que disfrute de la libertad espiritual que solo se alcanza mediante la verdad. (Juan 8:32.)
Los Testigos también están resueltos a mantener fe firme, aunque sean perseguidos por decir la verdad. De hecho, la fe de los humildes cristianos de Pangi prueba que, con la ayuda de Jehová, los siervos de Dios pueden mantener integridad a Él hasta el fin. Éste podría ser el fin final de este inicuo sistema de cosas o la muerte de uno en fidelidad, tal vez debido a persecución cruel de índole religiosa. (Mateo 24:13.)
Fe en acción
Los amadores de la verdad asesinados en la provincia de Kivu no fueron los únicos que manifestaron fe firme. Por ejemplo, considere el caso de Bingimeza Bunene, hermana de edad avanzada. Dos de sus hijos, Malala Ramazani y Akilimali Walugaba, estaban entre los que fueron asesinados en Pangi. Además, los ancianos de la tribu convencieron al esposo de ella de que se uniera a los asesinos del sobrino de él, Amisi Melende. Cuando los dos hijos y el sobrino de Bingimeza Bunene fueron asesinados, toda su familia la abandonó, incluso su esposo. No obstante, las siguientes palabras del salmista la consolaron: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería” (Salmo 27:10). Sus hermanos y hermanas en la fe la acogieron y la consolaron, con amorosos recordatorios de la maravillosa esperanza de la resurrección.
El esposo de esta hermana, Ramazani Musombwa, había sido encarcelado por haber tenido parte en la muerte de su sobrino, pero con el tiempo fue puesto en libertad. Después, admitió que lo había impresionado la actitud valerosa de su esposa y el amor que otros Testigos habían mostrado para con ella y sus desconsoladas nueras. Ahora dice que está muy arrepentido de lo que hizo, y acompaña a su esposa a las reuniones de los testigos de Jehová. Debido al cambio total que él ha dado, ha sido objeto de mucha crítica y burla, pero está resuelto a servir a Jehová de ahora en adelante.
Las demás viudas jóvenes fueron rechazadas por sus familias porque temían morir a manos de Kimbilikiti. Todas estas desconsoladas jóvenes se mantuvieron firmes y se negaron a renunciar a su fe en Jehová. Sus compañeros de creencia las acogieron en sus hogares y ellas han experimentado lo que Jesús había predicho: “Nadie ha dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos, por causa de mí y por causa de las buenas nuevas, que no reciba el céntuplo ahora en este período de tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y campos, con persecuciones, y en el sistema de cosas venidero vida eterna”. (Marcos 10:29, 30.)
La fe y la verdad han prevalecido
Hoy, las circunstancias de los testigos de Jehová de la zona de Pangi han vuelto a la normalidad. Los sobrevivientes de los que fallecieron y las personas interesadas en la verdad bíblica, a quienes se obligó a huir a otras aldeas y pueblos, han regresado a su hogar. Una vez más los Testigos están predicando el mensaje del Reino allí con celo y resolución renovados. A pesar de todo lo que han experimentado, son como ‘los hermanos que sintieron confianza por motivo de las cadenas de prisión de Pablo y estaban mostrando tanto más ánimo para hablar sin temor la palabra de Dios’. (Filipenses 1:14.)
Por supuesto, la matanza de los ocho cristianos fieles de la congregación de Pangi ha causado tristeza. Pero otro ministro precursor sirve ahora de superintendente presidente, y el pueblo de Jehová de esta zona, en el corazón del África, confía en el amor de Dios mediante Cristo, como lo expresan las palabras de Pablo: “¿Quién nos separará del amor del Cristo? ¿La tribulación, o la aflicción, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada? [...] Al contrario, en todas estas cosas estamos saliendo completamente victoriosos por medio de aquel que nos amó”. (Romanos 8:35-39.)
No obstante, ¿por qué permitió Jehová el asesinato de estos fieles Testigos? En el mundo violento de hoy ha habido muchos casos en que Jehová obviamente ha protegido a su pueblo. Al haberlo hecho, ha demostrado que puede protegerlo durante la “grande tribulación” (Mateo 24:21; Isaías 26:20). Pero, como Jesús declaró en Juan 16:1-3, pudiera haber ocasiones en que Él de hecho permita que los opositores lleguen al grado de matar a personas entre los testigos de Jehová. El mantener integridad en tales circunstancias, como la mantuvieron nuestros fieles hermanos en la provincia de Kivu, sirve de testimonio y da prueba de que los siervos de Dios están resueltos a mantener su integridad hasta la muerte. (Job 27:5; Proverbios 27:11.)
Esto nos recuerda el gran testimonio que se dio después de la muerte de Esteban, mártir del primer siglo (Hechos 8:1-8). Así, pudiera ser que esta horrible matanza haga que muchas personas de la tribu rega, y otras personas de Zaire y otros lugares, mediten seriamente sobre la verdad bíblica. Los testigos de Jehová se complacerán mucho en ayudar a estas personas de corazón honrado a librarse del temor y la superstición relacionados con la religión de Kimbilikiti. ¡Y de qué libertad disfrutarán todos los que acepten la maravillosa verdad de Dios!
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Los perpetradores pagan las consecuenciasLa Atalaya 1985 | 1 de marzo
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Los perpetradores pagan las consecuencias
CUANDO los informes de la matanza llegaron a Kinshasa, las autoridades gubernamentales tomaron medidas para asegurar que se hiciera justicia. Por esto, hay que encomiar a las autoridades.
Enviaron camiones con soldados a la región. Con el tiempo, los perpetradores fueron detenidos y sometidos a juicio en el tribunal de distrito de Kindu, Kivu.
El juzgar el caso no fue fácil, pues los jueces fueron objeto de constantes amenazas y presión para que pervirtieran la justicia. Les ofrecieron grandes sobornos. Cuando anunciaron el veredicto y dijeron que los perpetradores eran culpables, los jueces hasta recibieron una carta anónima que decía que Kimbilikiti se vengaría de ellos.
Es interesante que hasta en el juicio los acusados insistieron en que Kimbilikiti era un espíritu, y que este espíritu los había obligado a obrar. Durante la audiencia del caso, el juez Tumba sabiamente hizo arreglos para que se tocaran los instrumentos de Kimbilikiti para que los que estuvieran presentes en la sala del tribunal los escucharan. Él razonó que si Kimbilikiti era un espíritu, el sonido de los instrumentos no tendría ningún efecto en los de la tribu rega que estuvieran en la sala. ¿Cuál fue el resultado? Cuando se produjeron los extraños sonidos, hubo un alboroto en la sala. Las mujeres huyeron aterrorizadas, pues temían ver a Kimbilikiti y morir. Los varones bajaron la cabeza llenos de vergüenza y abandonaron la sala, dejando atrás solo a los acusados, al personal del tribunal y a algunos espectadores que no eran de la tribu rega. Así, una vez más, se demostró que Kimbilikiti es una mistificación supersticiosa que mantiene en cautiverio a la tribu rega.
El tribunal de Kindu sentenció a muerte a seis de los que fueron directamente responsables de los asesinatos. Otros fueron sentenciados a prisión y multados. Además, se dio la orden de que indemnizaran a las viudas de los que habían sido asesinados. (Se apeló de las sentencias en el tribunal superior de Bukavu, Kivu.)
La acción responsable de las autoridades nos recuerda las palabras del apóstol Pablo: “Los que gobiernan no son objeto de temor para el hecho bueno, sino para el malo. [...] [La autoridad] es ministro de Dios, vengador para expresar ira sobre el que practica lo que es malo” (Romanos 13:1-4). Por lo tanto, los testigos de Jehová siguen haciendo “ruegos, oraciones, intercesiones, ofrendas de gracias, respecto a hombres de toda clase, respecto a reyes y a todos los que están en alto puesto; a fin de que sigamos llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y seriedad”. Pablo añadió: “Esto es excelente y acepto a la vista de nuestro Salvador, Dios, cuya voluntad es que hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad”. (1 Timoteo 2:1-4.)
Como resultado de estos acontecimientos en Pangi, estamos convencidos de que muchos regas sinceros ‘llegarán a un conocimiento exacto de la verdad’ y serán así librados de la esclavitud al engaño que se basa en la superstición. Los Testigos seguirán buscando a estas personas de corazón honrado, y a otras por toda la Tierra. Ciertamente nos complace obrar con fe y compartir la verdad del Reino con los que aman la justicia, entre quienes están los que viven en las partes más remotas del África.
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