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  • El parto virginal... ¿hecho, o ficción?
    La Atalaya 1982 | 1 de junio
    • El parto virginal... ¿hecho, o ficción?

      LA MAYOR parte de la gente conoce el relato bíblico de que Jesús nació de una virgen. Pero no toda persona lo acepta como algo verídico. ¿Considera usted razonable el parto virginal? ¿Importa si usted lo cree o no?

      Entre las personas que rechazan el registro bíblico están las que consideran que un parto virginal es inaceptable desde el punto de vista biológico. Sin embargo, puede que ahora algunas de estas personas estén ajustando su parecer en cuanto a este asunto debido a recientes descubrimientos científicos en el control de los genes. ¿Es posible que algo de esa naturaleza se relacione con el parto virginal de Jesús?

      Otras personas se han desanimado debido a la serie de detalles con la que las Iglesias Católica Romana y Ortodoxa han recargado este sencillo relato bíblico sobre el parto virginal. Por ejemplo, para algunos la exaltación de la adoración de la virgen María ha tergiversado completamente el relato.

      Sin embargo, otras personas hallan un tanto desagradable la idea de un parto virginal. ‘Seguramente,’ piensan ellos ‘si Dios es todopoderoso no necesita de tal ardid para efectuar su propósito.’ Ellos tal vez consideren el parto virginal como simplemente un relato ilustrativo, una parábola.

      Consideraremos cada uno de estos puntos de vista y veremos cómo el asunto pudiera afectar nuestra vida y nuestras creencias. Pero primero sería útil considerar brevemente lo que la Biblia realmente dice en cuanto al parto virginal.

      Lo que la Biblia realmente dice

      Hay dos relatos del parto virginal, ambos escritos por hombres inteligentes que estaban presentes cuando Jesús estuvo en la Tierra. Apropiadamente, uno de los relatos lo escribió un médico, Lucas. El otro lo escribió Mateo, hombre acostumbrado a la disciplina de trabajar en contabilidad y a quien Jesús había escogido para que fuera uno de los 12 apóstoles.

      El relato de Mateo se concentra en el papel que desempeñó José, “el esposo de María, de la cual nació Jesús.” (Mateo 1:16) El Mt capítulo 1, versículo 18, explica que se descubrió que María, una virgen, estaba encinta antes de casarse con su prometido, José. Al enterarse de esto, José, un hombre “justo,” decidió terminar secretamente su compromiso para no exponer a María a la vergüenza pública. Sin embargo, Dios le hizo saber a José que María había concebido por el poder del espíritu santo y que había sido escogida para desempeñar un papel especial, a saber, el de ser la madre del Salvador. Con esta garantía, José llevó a María a la casa, “pero no vivieron como esposos hasta que ella dio a luz a su hijo.”—Mateo 1:25, Versión Popular.

      Lucas, en cambio, presenta el relato desde el punto de vista de María. Los datos principales son los mismos, pero él provee detalles tocante a la conversación entre María y el ángel que le reveló a ella el privilegio de maternidad que se le estaba extendiendo. Asombrada, María contestó: “¿Cómo será esto, puesto que no estoy teniendo coito con varón alguno?” Para ella, todo aquello le parecía increíble, así como quizás le parezca a usted. El ángel pasó a explicarle que la concepción sería milagrosa, por espíritu santo, por el poder del Altísimo, y que por lo tanto la criatura sería hijo de éste. María aceptó el honor de buena gana y al tiempo debido dio a luz un hijo, Jesús.—Lucas 1:26-38.

      La Biblia dice relativamente poco sobre María después del nacimiento de Jesús. Varias veces ella es mencionada con relación a él, pero no hay nada que indique que ella fuera prominente entre los discípulos. Ciertamente, ella no ejerció influencia alguna sobre Jesús después de la niñez de éste. Varias veces él tuvo que recordar esto a ella y a otras personas. (Juan 2:4; Mateo 12:46-50) A pesar de eso, él le tenía cariño. Aun cuando estaba a punto de morir, Jesús encargó al apóstol Juan que cuidara de ella.—Juan 19:26, 27.

      Después de la resurrección de Jesús, María también estaba entre los discípulos y probablemente estuvo presente en el Pentecostés cuando unos 120 discípulos se llenaron de espíritu santo. (Hechos 1:13, 14; 2:1-4) Claramente, el papel que María desempeñó en sus últimos años fue el de una discípula fiel y humilde, sin indicación alguna de tener prominencia, autoridad o distinción especial.

      Ya que hemos considerado lo que la Biblia dice acerca del parto virginal, podemos pasar a considerar las preguntas que surgen en la mente de muchas personas en cuanto a si tal cosa sería aceptable desde el punto de vista científico o aun si es razonable creer en ello.

  • El parto virginal... ¿puede creerse?
    La Atalaya 1982 | 1 de junio
    • El parto virginal... ¿puede creerse?

      SI JESÚS, el Hijo de Dios, verdaderamente nació de una virgen, se tiene que admitir que este suceso ciertamente fue un milagro de proporciones históricas. Pero, ¿puede usted creer que sucedió eso? ¿Tiene algún efecto en la vida de usted?

      Algunos de los que no creen en el parto virginal dicen que éste contradice la ciencia y las “leyes de la naturaleza.” ¿Opinan así los científicos? ¿Han arrojado alguna luz sobre el asunto los descubrimientos recientes en el campo de la genética?

      ¿Es científicamente posible?

      La reproducción que ocurre sin intervención del varón se conoce como partenogénesis [griego, parthenos que significa “virgen” más “génesis”]. Últimamente, los científicos han tenido éxito con experimentos de partenogénesis en los mamíferos. La revista The Economist del 1 de agosto de 1981 informa: “El desarrollo del embrión sin que esté presente el esperma es el medio natural de reproducción entre muchas especies inferiores de animales. . . . Se están utilizando ratones de laboratorio para estudiar la partenogénesis. Existen varios métodos de activar artificialmente un óvulo no fecundado de una ratona.”

      El Dr. M. B. V. Roberts de la Universidad de Marlborough, Inglaterra, dice algo parecido, pues escribe: “Se extrajo un óvulo sin fecundar de una coneja, se activó por medio de punzarlo y entonces se volvió a colocar en el útero. Antes de esto la coneja había sido tratada con hormonas para que la mucosa del útero estuviera lista para la implantación. Después de esto, el óvulo siguió desarrollándose normalmente y se produjo una cría visiblemente normal.”

      Basándose en esto, ¿hemos de concluir que Dios indujo la preñez de María de una manera parecida, utilizando un óvulo no fecundado? No. El cuadro que acompaña este artículo muestra por qué respondemos así. Si el primogénito de María hubiera recibido de ella ambos cromosomas (X), la criatura habría tenido que ser hembra.

      Por lo tanto, algo más tuvo que haber estado envuelto en la concepción de Jesús. El ángel explicó a José exactamente de qué se trataba: “Lo que ha sido engendrado en ella es por espíritu santo.” (Mateo 1:20) No sabemos exactamente cómo se efectuó esto. No obstante, tenemos que admitir que si el simple hombre puede de manera limitada manipular el proceso de fecundación en el laboratorio, ciertamente no está más allá del poder del Dador de Vida y Creador del universo hacerlo y transferir la fuerza de vida de su Hijo desde los cielos al óvulo de una muchacha virgen.

      Adornos religiosos

      Pero, como se ha mencionado anteriormente, hay otra razón por la que algunas personas ponen objeciones al parto virginal. Tiene que ver con los adornos o detalles religiosos que se han agregado al relato bíblico en el transcurso de los siglos. Parece que la Iglesia Católica Romana y la Ortodoxa no estaban dispuestas a aceptar que, una vez que María desempeñó su papel de dar a luz al Hijo de Dios, ella no ocupó ninguna posición especial en la congregación cristiana. En el transcurso de los siglos se tomaron medidas positivas para elevarla a una posición casi igual a la de Dios, a quien ellos consideran una divinidad trinitaria.

      En el año 553 E.C., el Segundo Concilio de Constantinopla proclamó a María “virgen eterna,” lo cual significaría que, durante su matrimonio, ella y José vivieron como célibes, que nunca tuvieron relaciones sexuales ni procrearon hijos. Luego, en 1854, el papa Pio IX proclamó la Inmaculada Concepción de María. Esta doctrina declara que a ella se le resguardó de todo pecado heredado de Adán; de hecho, se sostiene que ella no podía pecar. En 1950, el papa Pio XII hizo que fuera objeto de fe el que María, al concluir su vida humana, fue tomada corporalmente al cielo. Y desde 1950, el Vaticano ha estado considerando la cuestión de si María en realidad experimentó la muerte.

      A pesar de las enseñanzas oficiales de la Iglesia, tenemos buena razón para dudar de la idea de que María haya permanecido “eternamente virgen” después del nacimiento de Jesús. O, ¿tuvo ella otros hijos de José después del nacimiento de Jesús? ¿Importa esto? Sí, si es que la verdad tiene importancia. Por lo tanto, ¿qué dicen las Escrituras al respecto?

      Según el registro de Mateo, José “no tuvo coito con ella [María] hasta que ella dio a luz un hijo,” Jesús. (Mateo 1:25) En un comentario acerca del significado de la palabra “hasta” en este contexto, la Revised Standard Version, edición católica, publicada por la Catholic Truth Society, de Londres, afirma: “Esto solo significa que José no tuvo nada que ver con la concepción de Jesús. No nos dice nada de lo que sucedió después.”

      No obstante, no hay base bíblica para suponer que nada sucedió después, que José y María nunca tuvieron un matrimonio normal. No hay profecía alguna que tan siquiera dé a entender semejante cosa, ni ningún requisito divino que lo haya exigido. La vida íntima de ellos y los hijos que hayan resultado de ésta unión no tuvieron efecto alguno en el ministerio terrestre de Jesús ni en sus actividades subsiguientes en los cielos. De hecho, lejos de apoyar la idea de que María fue siempre virgen, los Evangelios dicen que Jesús fue el primogénito de María y que tenía medios hermanos y hermanas. Según escribe Marcos, Jesús predicó en la sinagoga del pueblo donde se crió, Nazaret, a personas que lo reconocían. La mayor parte de éstas quedaron atónitas por la manera de enseñar de Jesús y dijeron: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?”—Marcos 6:2, 3, Biblia de Jerusalén; Lucas 2:7.

      Los teólogos católicos afirman que estos ‘hermanos y hermanas’ en realidad eran primos y primas de Jesús. Pero, la New Catholic Encyclopedia (Vol. 9, pág. 337) admite que “las palabras griegas . . . que se usaron para designar la relación entre Jesús y aquellos parientes tienen el significado de hermano y hermana carnales.” Las palabras que se utilizan son adelphos y adelphé. En cambio, la palabra para primo es anepsios y para parientes, syggeneis. (Colosenses 4:10; Lucas 1:36) No hay razón sólida para creer que los escritores de los Evangelios hayan confundido estas dos palabras. (Compare con Marcos 6:4; Lucas 14:12.) Tampoco hay razón para negar que José y María hayan tenido familia después del nacimiento de Jesús.

      ¿Fue Jesús un dios/hombre?

      Otro adorno que se ha añadido al relato sencillo del nacimiento virginal es que el infante que nació no era totalmente humano, sino una encarnación. Por lo tanto, el segundo de los “Artículos de Fe” de la Iglesia de Inglaterra declara: “ . . . la Divinidad y la Virilidad, se juntaron en una Persona, y nunca habían de separarse, y por eso es un solo Cristo, Dios mismo y Hombre mismo.”

      Las religiones que enseñan la Trinidad creen que mientras Jesús estuvo sobre la Tierra él tenía las dos naturalezas en sí. Pero la Biblia no apoya tal idea. El apóstol Pablo dice acerca de Jesús: “Así como los hijos participan de la sangre y de la carne, así también participó él de las mismas, . . . Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos.” (Hebreos 2:14, 17, Biblia de Jerusalén) ¿Cómo podría él “asemejarse en todo a sus hermanos” si fuera un dios/hombre? Pablo escribió a los filipenses acerca de “Cristo Jesús, quien, aunque existía en la forma de Dios, . . . se despojó a sí mismo y tomó la forma de esclavo y vino a estar en la semejanza de los hombres.” (Filipenses 2:5-7) Así, este Hijo celestial de Dios se despojó de su “forma de Dios” para asumir una naturaleza humana, para llegar a ser hombre. En el próximo artículo consideraremos exactamente por qué él tuvo que ser enteramente hombre, más bien que un dios/hombre, y cuáles son las consecuencias de esto con relación al parto virginal.

      [Diagrama en la página 5]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      El óvulo de la hembra contiene un cromosoma X. El espermatozoide del varón contiene uno X o uno Y. Cada uno de los padres proporciona un cromosoma. Si se combinan dos X, nace una hembra. Si se combinan uno X y uno Y, la criatura será un varón.

      La partenogénesis que se efectúa en el laboratorio hace que el óvulo de la hembra se divida y crezca, de modo que lo que resulta (XX) tiene que ser una hembra.

      Esta clase de partenogénesis no pudo haber ocurrido en el caso del óvulo de María, pues su primogénito (Jesús) fue un varón. Dado que ella era virgen, el cromosoma Y ha debido proporcionarse milagrosamente, como lo indica la Biblia.

  • El parto virginal... ¿debe creerse?
    La Atalaya 1982 | 1 de junio
    • El parto virginal... ¿debe creerse?

      ASÍ llegamos a las preguntas: ¿Era María virgen cuando dio a luz a Jesús? ¿Era necesario que lo fuera? ¿Por qué no tuvo Jesús un padre humano? Nos ayuda a contestar estas preguntas el investigar quién era Jesús y cuál fue su misión terrestre.

      El apóstol Juan explica que antes de nacer en la Tierra, Jesús vivió en la región espiritual como Hijo primogénito de Dios y se le llamó la Palabra. Al tiempo debido “la Palabra vino a ser carne y residió entre nosotros.” (Juan 1:1-14) O como se expresa en otra parte de la Biblia: “Dios envió a su Hijo, que vino a ser procedente de una mujer.” (Gálatas 4:4) Jesús mismo reconoció que “al entrar en este mundo, . . . Sacrificio [animal] y oblación no quisiste [Dios]; pero me has formado un cuerpo.”—Hebreos 10:5, Biblia de Jerusalén.

      Había razones poderosas para que Jesús se hiciera humano, y ‘entrara en este mundo’ de la humanidad. Entre las primeras razones figuraba la redención de la familia humana de la esclavitud al pecado, la imperfección y la muerte. El apóstol Pablo explicó: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.” (Romanos 5:12) Hablando acerca de cómo el Dios Todopoderoso haría frente a dicha situación, Pablo dice: “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús, que se dio a sí mismo como rescate correspondiente por todos.”—1 Timoteo 2:5, 6; compare con 1 Corintios 15:21, 22.

      Sí, la muerte llegó a todos los humanos debido a la rebelión de nuestro antepasado Adán, y la justicia exigía que otro hombre perfecto, ni más ni menos, proporcionara el rescate que nos comprara de nuevo a la posibilidad de vida eterna. Ningún humano imperfecto podía de manera alguna proporcionar tal cosa. (Salmo 49:6, 7) Alguien tenía que bajar desde la región celestial. Era apropiado que el que lo hiciera fuera el Hijo primogénito de Dios. El tenía que llegar a ser un hombre perfecto, y sin embargo su vida no podía perder su continuidad. Su fuerza de vida no había de extinguirse, sino transferirse al óvulo de una muchacha virgen, María. Ella, ‘cubierta por el poder del Altísimo,’ podía producir un cuerpo perfecto para el infante Jesús.—Lucas 1:35.

      Esto también explica por qué la fuerza de vida no podía venir por medio de un varón humano imperfecto de la manera normal. Un Jesús imperfecto no hubiera podido suministrar el rescate. Tampoco hubiera podido proveerlo si hubiera sido una encarnación o un dios/hombre.

      Jehová escogió a una virgen para que fuera la madre terrestre de Jesús a fin de que no hubiera duda de que él era el hijo, no de un padre humano imperfecto, sino de Dios. Si se hubiera concedido este honor a una mujer casada, siempre habría habido dudas al respecto.

      Así podemos ver que era esencial que Jesús naciera de una virgen para que se realizara el propósito original de Jehová Dios de que hubiera una familia humana perfecta que viviera para siempre en una Tierra paradisíaca. (Génesis 2:7-9, 15-17) Como muestra de su amor, Dios proveería un rescate. Su justicia quedaría satisfecha. Su sabiduría triunfaría.

      Por lo tanto, debemos llegar a la conclusión de que el relato bíblico del parto virginal de Jesucristo no ha de perder credibilidad debido al menosprecio de los escépticos ni debido a extravagantes adornos religiosos que no tienen base bíblica. El parto virginal permanece como un hecho fundamental, esencial para la fe cristiana. Además, está íntimamente ligado a nuestras perspectivas de vida eterna.—Juan 17:3.

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