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  • Siguiendo tras mi propósito en la vida
    La Atalaya 1961 | 1 de diciembre
    • práctico la obra se detuvo. Su muerte y el encarcelamiento de nuestros fieles hermanos me entristecieron mucho.

      Entonces, después que habían soportado nueve meses de castigo injusto, los hermanos fueron puestos en libertad por una orden de una de las Cortes Supremas de Justicia de los Estados Unidos, que instruyó que se concediera fianza junto con una apelación. En abril de 1919, una corte federal de circuito revocó los fallos erróneos y los exoneró completamente de toda culpa. Yo me alegré. Como si fuera mediante una resurrección la obra de testificar volvía a la vida. Una vez más volví a mi asignación en Betel, donde había mucho que hacer en el cuarto de envío por correspondencia, empaquetando literatura y preparando cajas para embarque.

      ACONTECIMIENTOS MEMORABLES

      La vida de Betel tiene muchas sorpresas emocionantes. Una fue el nacimiento de la nueva revista The Golden Age. Eso fue el 1 de octubre de 1919. Este periódico de hechos y esperanza fue bien recibido. Bajo su nombre actual de “¡Despertad!” su circulación en 1961 es de 3,250,000 ejemplares de cada número en veintitrés idiomas. Junto con otros miembros del personal de las oficinas principales ha sido mi privilegio envolver esta publicación y su compañera principal La Atalaya, para su envío por correspondencia. La circulación normal de esta última, como usted habrá notado, es de 3,800,000 ejemplares de cada número en sesenta y dos idiomas. El envolver y enviar por correo estas revistas bíblicas ha sido siempre importante para los miembros de la familia Betel, que saben de su gran valor.

      Uno necesita determinación para permanecer en cualquier asignación y esta determinación viene mediante el aprecio correcto del tesoro de servicio de uno. Una fuente de fortalecimiento y aprecio personal han sido las asambleas de la Sociedad. Recuerdo la asamblea de 1922 en Cedar Point, Ohío. Al concluir el conmovedor discurso del hermano Rutherford hubo más que el aplauso usual. Yo estaba sentado en las filas de atrás, detrás de la plataforma, y no pude ver el estandarte de 11 metros que al ser desenrollado produjo tal manifestación de aprobación. Estaba escrito en tres colores con un retrato de Cristo y el lema “Anunciad al Rey y el Reino.”

      La organización procedió a hacer precisamente eso. La colocación de libros de casa en casa fue extendida a los domingos. Pronto hubo necesidad de más facilidades en Brooklyn. Fue un regocijo ver comenzar a funcionar la nueva fábrica impresora en el 117 de la calle Adams en 1927. Por supuesto, esto quiso decir que se necesitaría más personal y alojamiento. Confiando en que hermanos dedicados se presentarían voluntariamente para servicio en Betel, la Sociedad completó una nueva casa Betel en 1927. Nuevos miembros de la familia vinieron a trabajar con nosotros.

      Manteniéndose al paso con las instalaciones en aumento estaba la siempre aumentante luz sobre la Palabra y propósito de Jehová. La adopción del nombre “testigos de Jehová” fue el hecho sobresaliente de 1931. Cuatro años más tarde comprendimos por primera vez que la “grande muchedumbre” de Apocalipsis Rev. 7:9 es una clase terrenal de hombres y mujeres que vivirán para siempre sobre la Tierra en el nuevo mundo de Dios. Para hacer llegar el mensaje a estos sedientos la Sociedad adoptó el uso de fonógrafos portátiles desde 1937. Estos se hacían aquí en la fábrica. La gente aún habla de ellos.

      La II Guerra Mundial no detuvo la obra de testimonio, aunque estuvo perseguida en varios países. Mientras la guerra todavía estaba en progreso la Sociedad abrió la Escuela de Galaad en la parte superior del estado de Nueva York. Esto trajo muchas caras nuevas a Betel, que iban y venían de la escuela. En 1950 se dedicaron otra nueva fábrica y un agregado a Betel. Miles de delegados vinieron a visitarnos ese año mientras asistían a la primera gran asamblea en el estadio Yanqui.

      Por supuesto, los meses que preceden a las grandes asambleas son de mucho trabajo en las oficinas principales y llenos de expectación. La preparación de las futuras publicaciones a presentarse en la asamblea es uno de los muchos privilegios de Betel, pero se mantiene secreto entre los respectivos departamentos de tal modo que solo los que están directamente implicados saben lo que se está produciendo. No es nada sorprendente el que las publicaciones que se presentan en las asambleas tomen completamente por sorpresa a miembros de la familia Betel, tan bien ‘aprende cada uno a ser callado y a ocuparse de sus propios asuntos.’

      En 1956 dimos la bienvenida al completamiento del nuevo edificio de trece pisos de alto para imprimir La Atalaya y ¡Despertad! Desde mi cuarto soleado en Columbia Heights se podía ver el nuevo edificio hasta hace poco. Ahora al otro lado del edificio número 124 de Columbia Heights se levanta el hermoso edificio de doce pisos de alto de la escuela, dormitorio y oficina de la Sociedad con su hermoso jardín al frente. Por ese jardín pasan miembros de la familia y estudiantes de Galaad en camino a sus asignaciones y estudios o de vuelta de ellos. Ahora que Galaad se mudó a Brooklyn y miembros de la familia los acompañan en giras de la ciudad gozos y privilegios mayores nos vienen a nosotros los que estamos en las oficinas principales. Justamente ahora el número de miembros de la familia pasa de setecientos.

      El estar en Betel es en sí mismo una recompensa en muchas formas. Ninguna de mis asignaciones ha sido particularmente fuera de lo ordinario. Pero ciertamente ha sido emocionante estar entre cristianos dedicados por cuarenta y siete años y tener una parte en la obra. Como David, preferiría ser portero en la casa de Jehová a morar en las tiendas de los inicuos y apoyar este moribundo sistema de cosas. Betel es una “casa de Dios.” No hay duda en mi mente al respecto. Ahora estoy en mi octogésimo séptimo año. Manos más jóvenes están haciéndose cargo del trabajo aquí, pero agradezco a Jehová el estar unido con ellas en el gozoso trabajo de servir al Soberano Universal y mirar adelante a la felicidad eterna en el nuevo mundo de Dios.

  • “No devuelvan mal por mal a nadie”
    La Atalaya 1961 | 1 de diciembre
    • “No devuelvan mal por mal a nadie”

      El no devolver “mal por mal” tiende a destruir la oposición. En Tobago, en las Antillas, un hombre le soltó un perro a una testigo de Jehová, pero ella permaneció en calma donde estaba hasta que la esposa de este señor vino y llamó al perro. La esposa aceptó algunas revistas bíblicas e invitó a la Testigo a volver. Más tarde, al encontrarse con el mismo señor en la calle, la Testigo no dio evidencia alguna de guardar rencor sino que lo saludó como si nada hubiera pasado. Cuando la Testigo volvió a visitar a la esposa de este señor, ella le dijo que su esposo había confesado: “Hay que admirar a esta gente. La traté mal en mi casa, pero ella todavía me saluda en la calle.” Ahora él presta atención y hasta lee algunas de las revistas.

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