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  • ¿Qué importancia tiene el dar cristiano?
    La Atalaya 1978 | 15 de septiembre
    • santos en Jerusalén. Ahora bien, les exhorto, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del espíritu, a que se esfuercen conmigo en oraciones a Dios por mí, para que sea librado de los que no creen en Judea y para que mi ministerio que es para Jerusalén les resulte acepto a los santos.”—Rom. 15:25, 26, 30, 31.

      Cuando Pablo se encontraba con compañeros de creencia en varios lugares mientras viajaba hacia Jerusalén, el espíritu de Dios, obrando directamente sobre Pablo o sobre otros profetas cristianos, indicó que en aquella ciudad le esperaban ataduras y aprisionamiento. (Hech. 20:23; 21:11) No obstante, el apóstol no se retrajo de hacer lo que podía para sus hermanos necesitados de Jerusalén. Valerosamente, dijo a compañeros de creencia que lloraban: “¿Qué están haciendo llorando y haciéndome débil de corazón? Estén seguros, estoy listo no solo para ser atado, sino también para morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.” (Hech. 21:13) Imagínese: Pablo consideraba este asunto de llevar ayuda material a los hermanos necesitados como cosa tan importante que, al hacer su parte, estaba dispuesto a arriesgar, no solo su libertad, sino hasta su vida.

      ¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE?

      El dar cristiano es realmente una expresión de amor. Sin este amor, uno sencillamente no puede estar delante de Dios y Cristo como individuo aprobado. Los individuos que no se interesan activamente en el bienestar de otras personas son culpables de engañarse a sí mismos si creen que están participando en la adoración aceptable. La Palabra de Dios dice: “La forma de adoración que es limpia e incontaminada desde el punto de vista de nuestro Dios y Padre es ésta: cuidar de los huérfanos y de las viudas en su tribulación, y mantenerse sin mancha del mundo.” (Sant. 1:27) “En esto hemos venido a conocer el amor, porque ése entregó su alma por nosotros; y nosotros estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos. Pero cualquiera que tiene los medios de este mundo para el sostén de la vida y contempla a su hermano pasar necesidad y sin embargo le cierra la puertas de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad.”—1 Juan 3:16-18.

      El Señor Jesucristo juzgará severamente a los que egoístamente se retraen de ayudar a los que merecen esa ayuda. Esto se ve claramente en la ilustración de las “ovejas” y las “cabras.” Las “ovejas” a quienes Cristo pone a su derecha, el lado del favor, son personas que hacen bien positivo al “más pequeño” o más insignificante de los hermanos de Cristo. Cuando ven a cualquiera de los hermanos de Cristo en estado de necesidad, careciendo de alimento, ropa o abrigo, las “ovejas” hacen lo que pueden para suministrarle ayuda. También están prestos y dispuestos a dar ayuda cuando los hermanos de Cristo sufren debido a enfermedades o aprisionamiento. Porque las “cabras,” egoístamente, rehúsan responder a las verdaderas necesidades de los hermanos de Cristo, no ganan la vida, pues se les sentencia a “cortamiento eterno.”—Mat. 25:34-46.

      Esto debe grabar en nosotros la importancia de tener la actitud correcta para con otros. Cuando vemos a algunas personas sufriendo adversidad debido a circunstancias que están más allá de su control, ¿nos compadecemos de ellas? ¿Nos sentimos movidos a hacer lo que podamos para acudir en ayuda de ellas? ¿Sentimos profundamente la triste condición espiritual de tantos de nuestros congéneres humanos? ¿Nos agita esto a hacernos celosos en declarar las “buenas nuevas”?

      Individualmente, nuestro deseo debería ser estar prestos a dar de todo corazón en sentido espiritual y material. Para que ese dar tenga verdadero valor a los ojos de Dios, tiene que tener como motivo el amor. No se puede hacer con el pensamiento de llamar atención a nosotros mismos. Jesucristo amonestó: “Cuando andes haciendo dones de misericordia, no toques trompeta delante de ti, así como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los glorifiquen los hombres. Verdaderamente les digo a ustedes: Ellos ya disfrutan de su galardón completo. Mas tú, cuando hagas dones de misericordia, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tus dones de misericordia sean en secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará.”—Mat. 6:2-4.

      Como en el primer siglo, los siervos devotos de Dios hoy también toman medidas de socorro en gran escala. Además, se usan fondos para mantener lugares de adoración y suministrar ayuda espiritual a personas que tienen hambre de la verdad por toda la Tierra. Entre los testigos de Jehová, la Sociedad Watch Tower desempeña un papel importante en coordinar y dirigir medidas de socorro y también los esfuerzos que se hacen para ayudar al mayor número posible de personas a adquirir un conocimiento exacto de la Palabra de Dios.

      A veces los lectores de esta publicación se preguntan si pudieran ayudar con relación a esta obra vital por medio de hacer contribuciones monetarias. Nos place avisarles que pueden enviar donaciones con este propósito a la Watch Tower Society, 124 Columbia Heights, Brooklyn, New York 11201, o a una de las sucursales de la Sociedad en otros países. Estas donaciones nunca se exigen. Se aprecian como regalos de buena gana que se pueden usar para adelantar la obra del Reino y son reconocidas como tales.

      En verdad, el dar ayuda material y espiritual a otros es cosa fundamental en ser cristiano. Sin embargo, ese dar solo cuenta para con Dios si hecho de manera voluntaria y alegre, por amor y no bajo obligación. Pablo, el apóstol cristiano, escribió: “Si doy todos mis bienes para alimentar a otros, y si entrego mi cuerpo, para jactarme, pero no tengo amor, en nada absolutamente me aprovecha.” (1 Cor. 13:3) Por eso, que nuestro dar espiritual y material sea impulsado por amor genuino a Dios y a nuestros congéneres humanos. Nuestro bienestar eterno depende de eso.

  • Un siervo leal termina su carrera terrestre
    La Atalaya 1978 | 15 de septiembre
    • Un siervo leal termina su carrera terrestre

      El hermano A. Pryce Hughes, quien nació el 12 de junio de 1895, era un adolescente cuando llegó a ser discípulo bautizado de Jesucristo el 1 de abril de 1913. A través de los años desde entonces se esforzó por tener firmemente asida la herencia celestial. (2 Tim. 4:7, 8) El 19 de julio de 1978 el hermano Hughes completó su carrera terrestre en Londres, Inglaterra, después de haber pasado más de 55 años en el servicio de tiempo completo, mayormente como miembro de la familia del Betel de Londres. También fue el vicepresidente de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia. Ciertamente dio un excelente ejemplo de aguante cristiano.

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