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  • Una visión rechazada
    ¡Despertad! 1985 | 8 de octubre
    • clérigos] repudiaron al Señor, y a su Reino, mostrando su falta de lealtad al unirse voluntariamente con la organización de Satanás, y al anunciar atrevidamente al mundo que la Liga [o Sociedad] de Naciones es la expresión política del reino de Dios en la Tierra, anuncio que ellos dieron en pleno desacuerdo y pasando enteramente por alto las palabras de Jesús y de los apóstoles”.

      ¿Por qué adoptaron los Testigos una posición tan enérgica en contra de dicha Sociedad a una fecha tan temprana? Porque habían llegado a la conclusión, debido a su estudio de la Biblia, de “que 1914 marcó el fin del viejo mundo, y que en esa fecha Cristo, como legítimo Rey, tomó el poder como rey en tal capacidad;

      ”Que el Señor Jesucristo está ahora presente, invisible a los hombres, y procediendo con su tarea de establecer Su reino, por el cual enseñó a sus seguidores a que oraran”. (Mateo 6:9, 10.)

      Por lo tanto, los Testigos consideraron a la Sociedad de Naciones un sustitutivo de hechura humana para el Reino de Dios. Como tal, tenía que fracasar. (Jeremías 10:23; Daniel 2:44.) De hecho ¿qué sucedió a la Sociedad de Woodrow Wilson? Para hallar la respuesta, repasemos los sucesos entre 1920 y 1946.

  • El fin de una visión
    ¡Despertad! 1985 | 8 de octubre
    • El fin de una visión

      LA LIGA o Sociedad de Naciones fue creada y celebró su segunda reunión en Ginebra, Suiza, en 1920. Parece que el éxito había coronado los esfuerzos de Woodrow Wilson, a pesar de su salud delicada y de las largas y agotadoras negociaciones en París.

      Mediante la Sociedad de Naciones, Wilson iba a difundir su “verdad de la justicia, la libertad y la paz”. En uno de los discursos declaró: “Hemos aceptado esa verdad y vamos a dejarnos guiar por ella, y va a guiarnos [el pueblo estadounidense], y al mundo por medio de nosotros, a pastos de tranquilidad y paz como el mundo jamás ha soñado”. En eso consistía su visión.

      Al Senado de los Estados Unidos él dijo: “El escenario está preparado; el destino, revelado. No ha provenido de ningún plan de nuestra concepción, sino de la mano de Dios, quien nos guió por este camino. [...] Solo podemos seguir adelante, con la mirada en alto y el espíritu refrescado, para seguir la visión”. (Las cursivas son nuestras.) El visionario había vuelto a hablar. Todavía creía que era el instrumento que Dios estaba usando para traer paz a la humanidad.

      Lo rechazan en su patria

      En Europa, a Wilson lo habían aclamado como un presidente salvador. Pero, aun antes de que hubiera ido a la Conferencia de Paz, se habían dado señales de advertencia en los Estados Unidos. El escritor Elmer Bendiner informa: “Theodore Roosevelt anunció el veredicto [del Congreso de los E.U.A.]: ‘Nuestros aliados, nuestros enemigos y el señor Wilson mismo deben entender que el señor Wilson no tiene autoridad alguna para hablar en nombre del pueblo estadounidense en este tiempo [...] El señor Wilson y sus catorce puntos [...] han cesado de tener el más leve derecho de que se les acepte como expresión de la voluntad del pueblo estadounidense’”.

      Woodrow Wilson cometió el error de vender su visión en Europa y de pasar por alto a los de su propio país que dudaban. En marzo de 1920 el Congreso de los Estados Unidos votó a favor de no formar parte de la Sociedad.

      Cegado por su causa, Wilson siguió adelante a pesar de todo. En el último discurso público que pronunció, su convicción resonó fuerte y claramente, pero en vano: “He visto a tontos resistir a la Providencia antes, y he visto la destrucción de ellos, como les sobrevendrá a estos otra vez, destrucción y desprecio absolutos. Que nosotros prevaleceremos es tan seguro como que Dios reina”.

      Con su salud quebrantada debido a un reciente ataque de parálisis, el voto negativo de sus propios compatriotas solo contribuyó a empeorar los asuntos. Su visión respecto a la Sociedad de Naciones quedó empañada e incompleta. El 3 de febrero de 1924 Woodrow Wilson murió. Sus últimas palabras fueron: “Soy una pieza rota de una maquinaria. Cuando la maquinaria esté rota... me habrá llegado la hora”. Estaba deshecho físicamente como también lo estaba su visión de una Sociedad de Naciones que abarcara el mundo.

      “¡El Tratado de Versalles ya no existe!”

      Aunque por 15 años no se volvió a declarar oficialmente ninguna guerra en el mundo, la

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