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Instrucción perita en el arte de hacer discípulosLa Atalaya 1960 | 1 de junio
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un saludo común en aquel día. Se refería a la paz y prosperidad que provienen de Dios; denotaba un deseo de bienestar; y cuando consideramos las buenas nuevas que los apóstoles habían venido a traer acerca de la paz con Dios por medio de Cristo Jesús, era un saludo sumamente apropiado. Ahora, al enterarse del propósito de la visita, le tocaba a la familia de la casa mostrar si merecía la realización de los buenos deseos o no. Si la casa demostrara ser merecedora, el apóstol obedecería la instrucción de Jesús y dejaría ‘que la paz que le había deseado’ al entrar en la casa ‘viniera sobre ella’ explicando las buenas nuevas en detalle. Sin embargo, el buscar hasta descubrir a las personas merecedoras de este modo sólo era el primero de tres pasos generales que hay que dar para hacer un testigo de Jehová. Era como el buscar cuidadosamente hasta descubrir la materia prima con qué trabajar.
OTROS PASOS
13. ¿Por qué también se le ha llamado al trabajo de hacer testigos un trabajo de reconciliación?
13 El trabajo de los discípulos de Cristo también se ha llamado un trabajo de reconciliación. Desde la rebelión de Adán y Eva contra Dios ha habido enemistad entre Dios y este mundo, pero las buenas nuevas que los seguidores de Cristo traían fueron nuevas de paz con Dios por medio del Mediador Cristo Jesús. Por haber aceptado a Jesús como el Mediador entre Dios y el hombre y haberse dedicado a Dios por medio de él, estos primeros cristianos de entre toda la gente se habían reconciliado con Dios y se hallaban en paz con él, y mediante su saludo deseaban que la misma paz viniera a todas las personas merecedoras. Pablo lo expresó de este modo: “Somos por lo tanto embajadores substituyendo por Cristo, como si Dios estuviera haciendo súplica mediante nosotros. Como substitutos por Cristo rogamos: ‘Reconcíliense con Dios.’” Con ese propósito en mientes entraban en los hogares de la gente. Para los merecedores esto significaría el principio de una educación que resultaría en la dedicación y paz completa con Dios.—2 Cor. 5:20.
14. (a) ¿Qué se requiere para que una persona merecedora se reconcilie con Dios? (b) ¿Cuál es el segundo paso en el trabajo de hacer testigos, y cómo puede darse?
14 La reconciliación con Dios y la paz con él significan dedicarse a hacer su voluntad por medio de Cristo Jesús y eso, a su vez, es algo que resulta de conocimiento exacto en cuanto a los propósitos de Dios. No puede obtenerse conocimiento exacto en el transcurso de una sola visita; se necesita tiempo. Para que las personas merecedoras llegaran a ser testigos de Jehová y gozaran de la paz con Dios, se les tenía que explicar la verdad de Cristo y su reino tan cabalmente que hiciera una impresión honda y duradera en su mente y aun venciera sus viejas ideas religiosas, fuesen éstas netamente paganas o viniesen de la religión judía corrompida. La meta era que a tales personas se les ayudara para que entendieran los propósitos de Dios tan bien que quisieran dedicar su vida a servirle. Un trabajo educativo de tal clase requiere tiempo, y por eso Jesús dio a los publicadores la instrucción de ‘quedarse’ con los merecedores, siendo éste el segundo paso requerido para hacer testigos. (Mat. 10:11) Si a un publicador se le invitara a quedarse y vivir en la casa de las personas merecedoras, entonces, por supuesto, se quedaría con ellas y emplearía mucho tiempo enseñándoles. Pero también podía quedarse con personas en cuyos hogares no viviera realmente por medio de volver a visitarlas repetidas veces y así emplear mucho tiempo con ellas predicándoles.
15. ¿Qué otro paso falta para hacer un testigo, y quién realmente está haciendo a los nuevos testigos?
15 Todavía faltaba otro paso en este trabajo de hacer testigos. No bastaba con que el maestro se quedara algún tiempo con las personas merecedoras, volviendo a visitarlas. Para que el ministro obedeciera el mandamiento de traer paz a la gente merecedora era inevitable el tener un estudio bíblico regular en las casas de tales personas. No podía evitarse esto por motivo de que el publicador de las buenas nuevas no era el que en realidad hacía un discípulo de Cristo o un nuevo testigo de Jehová. Aun cuando leemos que Jesús y el apóstol Pablo “hicieron” discípulos, ellos eran los últimos en aceptar el honor por ello. Jesús dijo: “Hablo las cosas que he visto con mi Padre.” Pablo reconoció a Dios como el verdadero Hacedor de la nación nueva refiriéndose a la obra de un jardinero, diciendo: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer; de modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que lo hace crecer. . . . Porque nosotros somos los colaboradores de Dios. Ustedes son el campo de Dios que está bajo cultivación.” Eso significa que el publicador sólo estaba siendo usado para plantar la Palabra de verdad de Dios en los corazones de las personas merecedoras. En consecuencia, aunque los siervos de Dios recibieron el mandamiento: “Vayan pues y hagan discípulos,” no habían de hablar simplemente su propia palabra cuando se quedaran con la gente de buena voluntad, sino que se esperaba que dejaran que Jehová hablara por medio de su Palabra escrita, la Biblia, así como Jesús citaba la Biblia todo el tiempo. Sólo dejando que Dios mismo les hablara por medio de su Palabra podían las personas merecedoras obtener esa impresión duradera en su mente; sólo de esa manera sería posible plantar su Palabra profundamente en los corazones de ellas para que diera fruto. Por lo tanto un estudio bíblico con los merecedores era el tercer paso en la cadena de producción que Jesús enseñó para hacer testigos de Jehová. Sólo mediante esta última operación, el estudio bíblico, podía la gente merecedora recibir la paz de que disfrutaban los cristianos verdaderos.—Juan 4:1; Hech. 14:21; Juan 8:38; 1 Cor. 3:6-9; Mat. 28:19.
16. Resumiendo, ¿qué se necesita para hacer un testigo de la manera que Jesús enseñó a hacerlo?
16 Estas, entonces, fueron las instrucciones que Jesús dio a sus seguidores para hacer testigos mediante el método de predicar de puerta en puerta. Tres pasos definitivos se disciernen: Hay que descubrir quiénes son merecedores por medio de hablarles primero; hay que emplear tiempo con ellos predicando; y hay que ayudarlos a obtener la paz que proviene del ser reconciliados con Dios por medio de la dedicación, la cual, a la vez, no puede tener lugar sin un estudio diligente de la Palabra de Dios. Los tres pasos son semejantes a operaciones en una cadena de producción. Si alguna de las operaciones no recibe la debida atención, el producto sufrirá, pero si se usa el material correcto y se siguen las instrucciones fundamentales, puede esperarse un producto perfecto.
17. ¿No hay un modo más fácil y más rápido de efectuar el trabajo de hacer testigos? ¿Cuán eficiente se demostró que era este método en los días de los cristianos primitivos?
17 El hacer testigos según este método tal vez parezca ser un proceso largo y fatigador, y es cierto que se requiere tiempo y trabajo diligente para producir un solo testigo nuevo según este método hoy día; pero es el mejor y más rápido método que hay. Jesús mismo lo usó al entrenar a sus seguidores y él fue un perito en este campo. No puede haber métodos abreviados. Jesús fue un trabajador práctico; usó sabiduría práctica. Si hubiese habido un modo más fácil y más rápido para que sus seguidores hicieran su obra, de seguro se lo habría dicho. El hecho de que no les dijo de uno muestra que no lo hay. Por medio de seguir este consejo sus discípulos hicieron innumerables millares de testigos de una calidad tan fina que aun hoy el calificativo “cristianos primitivos” se asocia con lealtad absoluta a los más elevados principios ante la persecución más severa. ‘Llenaron a Jerusalén con su enseñanza’ y ‘trastornaron la tierra habitada’; influyeron en el derrotero del género humano hasta este día. ¡Un resultado asombroso en verdad de una campaña docente, y un buen reflejo de la eficacia de los métodos usados! ¿Cuán eficiente es ese mismo método en el siglo veinte, la era de la producción en masa? —Hech. 5:28; 17:6.
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“Muestren ser mis discípulos”La Atalaya 1960 | 1 de junio
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“Muestren ser mis discípulos”
“Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan produciendo mucho fruto y muestren ser mis discípulos.”—JUAN 15:8.
1. ¿Cómo podemos decir que Jesús estuvo solo en su trabajo cuando comenzó a hacer testigos, y cómo hay que medir sus capacidades?
EL BUEN éxito del trabajador se mide por su producción, sea por su calidad, su cantidad o por ambas. Medido por los frutos de su trabajo, tiene que decirse de Jesús que él fue un trabajador que tuvo éxito extraordinario, cuya habilidad se mostró tanto en calidad como en cantidad. Ambas fueron pasmosas. Cuando emprendió la tarea de rehacer la mente de personas para hacer de ellas seguidores suyos, estuvo completamente solo, siendo él el primero de una clase nueva de testigos de Jehová, los que tenían la vocación celestial. Por supuesto hubo Juan el Bautista, que había preparado el camino para Jesús, pero Juan no llegó a pertenecer a la nueva nación de miembros engendrados por espíritu, y aun sus discípulos que vinieron a Jesús para seguirlo primero tuvieron que ser hechos testigos cristianos de Jehová por Jesús. En este último respecto, por lo menos, cuando Jesús emprendió su trabajo, estuvo completamente solo.
2. ¿Cuántos testigos nuevos hizo Jesús durante los tres años y medio de su ministerio, y qué profecía dio Jesús en cuanto al trabajo de sus seguidores?
2 Tres años y medio después, en el día de Pentecostés, no mucho después que se le había dado muerte a Jesús en un madero de tormento, hallamos al apóstol Pedro dirigiendo la palabra a una grande muchedumbre de personas. Muchas de estas personas habían oído los sermones de Jesús en el pasado, y su mensaje ya se les había grabado con profundidad en la mente. Algunos habían pensado que Jesús era el Mesías, pero ahora se hallaban inciertos, puesto que tan súbitamente había sido muerto como un criminal. En esta ocasión Pedro explicó a estas personas, bajo influencia del espíritu de Dios, cómo se habían cumplido las profecías por lo que había acontecido. Cuando entendieron por qué Cristo tuvo que morir y supieron que ahora sería apropiado el que se dedicaran a Dios por medio de Jesucristo si querían estar de parte de Jehová, prontamente tres mil personas se bautizaron en el nombre de Jesús ese mismo día. Algunos días después la cifra subió a 5,000, según muestra el registro. Todos estos creyentes israelitas fueron indirectamente los frutos del trabajo de Jesús durante los tres años y medio anteriores. Pero debe haber habido millares más, porque, como el registro dice más tarde: “creyentes en el Señor continuaron siendo añadidos.” Además, muchos habían sido bautizados con el bautismo de Juan durante el ministerio de Jesús; por eso hay base para creer que muchos más de los 5,000 mencionados por número en Hechos 4:4 como bautizados en el nombre de Jesús fueron hechos testigos indirectamente a causa de la predicación de Jesús. Como Jesús había dicho: “A menos que un grano de trigo caiga en la tierra y muera, permanece siendo un solo grano; pero si muere, entonces
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