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  • ¿Por qué debería venir una religión a la puerta de usted?
    La Atalaya 1958 | 15 de febrero
    • ¿Por qué debería venir una religión a la puerta de usted?

      EL IR de casa en casa y tratar de religión les parece extraño a muchas personas hoy día, pero no le parecería extraño a Jesús ni a sus apóstoles. ¿Cómo sabemos que no les parecería extraño a ellos? Porque tanto Jesús como sus apóstoles usaron este método, enseñando de toda manera posible.

      Las Escrituras dicen acerca de los apóstoles: “Todos los días en el templo y de casa en casa continuaban sin parar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” Pablo dijo: “Yo no me retraje de decirles cosa alguna que fuera de provecho ni de enseñarles públicamente y de casa en casa.”—Hech. 5:42; 20:20.

      ¿Por qué iban los cristianos del primer siglo directamente a los hogares de la gente? Iban allí para predicar la verdad. ¿De qué otra manera podría oírla la gente? ¡De seguro que no la oiría de sus líderes religiosos que tanto se preocupaban por las tradiciones que atacaron a Jesús en defensa de una costumbre acerca de lavarse las manos, pero que tan inexactos eran que lo rechazaron como Mesías! Fué por medio del contacto que tuvo con los apóstoles y los discípulos, no por medio de los líderes religiosos reconocidos, que la gente aprendió la verdad. Lo mismo es cierto hoy día.—Mat. 15:1-3.

      Hoy los líderes religiosos, igual a los del tiempo de Jesús, se preocupan por sus tradiciones, por los problemas sociales, las cuestiones políticas y los ritos antiguos, pero su gente todavía no conoce la verdad. La Biblia, la cual se supone que ellos enseñan, es el libro más popular, aunque a menudo el que menos se lee. En muchos países casi todo hogar posee una Biblia, pero relativamente pocas personas tienen un verdadero conocimiento de lo que ésta enseña o de cómo esto aplica hoy en día.

      La situación se hace más urgente. Ni siquiera la gente que va a la iglesia realmente recibe la verdad, y muchos otros han sido alejados por el énfasis que la religión da en la actualidad a la filosofía, sociología y psicología en vez de a la doctrina sana. ¿Cómo se ha de alcanzar a estas personas? Así como Jesús y los apóstoles alcanzaron a personas de esta clase—yendo a sus hogares, a sus lugares de negocio y saliendo a las vías públicas bulliciosas.

      Más de medio millón de personas hace esto hoy día. Aumenta continuamente el número de los que emprenden esta actividad. Su propósito es el de ayudarlo a usted. Desean hablar cara a cara con toda persona que esté dispuesta a escuchar doctrina sana. Señalan la diferencia que hay entre lo que se enseña en las iglesias de hoy día y lo que la Biblia realmente dice. Al hacer esto están obedeciendo a Dios. Están siguiendo el mandato de Jesús de que “estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin cabal.”—Mat. 24:14.

      Esta es una obra correcta. Es la base misma del cristianismo. Es algo que todo cristiano debería estar haciendo. Y ¿qué debería hacer usted cuando alguien viene a su puerta con verdad bíblica? ¿Escuchará usted? ¿Dejará usted que esta persona le muestre cómo la Biblia realmente aplica a nuestro día y por qué es tan importante que ella se dispone a tomar su propio tiempo para traerle este mensaje a usted? Ya que Dios manda que se haga esta obra, certísimamente sería cosa sabia el que toda persona pusiera atención.

  • La salvación del hombre secundaria a la vindicación de Dios
    La Atalaya 1958 | 15 de febrero
    • La salvación del hombre secundaria a la vindicación de Dios

      La Biblia dice mucho acerca de la salvación del hombre, pero ¿dónde dice algo de la vindicación de Dios? ¿Enseña ella que la vindicación es más importante que la salvación?

      LOS testigos de Jehová dan énfasis a la vindicación del nombre de Jehová. Otras religiones dan el énfasis a la salvación del hombre: Arrepiéntase y sálvese, confiese sus pecados, bautícese, acepte a Jesús como su Salvador. Éstos son los sentimientos que repiten los despertadores y cruzados evangelistas. La Biblia enseña estas verdades y los testigos de Jehová las abrazan y las predican a otros. Son muy importantes. Nunca debería ser aminorada su importancia. Pero tampoco deberían ser magnificadas tan desproporcionadamente estas cosas que oculten la verdad bíblica más importante que ésas: la vindicación del nombre de Jehová.

      El nombre de Dios, Jehová, se dió a conocer de una manera especial cuando él libertó a los israelitas de Egipto como su nación escogida. Él puso su nombre en ese pueblo y le dió su ley: “Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces seguramente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece. Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.” Los israelitas convinieron en obedecer y ser la propiedad especial de Jehová y llevar su nombre. Se les advirtió: “No debes tomar el nombre de Jehová tu Dios de manera indigna, porque Jehová no dejará impune al que tome su nombre de manera indigna.”—Éxo. 19:5, 6; 20:7.

      Cuando este tercero de los Diez Mandamientos dice que no se debe tomar el nombre de Dios en vano o de manera indigna, quiere decir mucho más que el no usar su nombre de manera profana. Quiere decir que los que convienen en ser el pueblo de Dios llevan su nombre y tienen que obedecer los mandatos y leyes y principios que su nombre representa;

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