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Apreciando nuestra relación con JehováLa Atalaya 1975 | 1 de octubre
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deleita en nuestra obediencia anuente y esfuerzo de buena gana para vindicar su nombre. Jesús se regocija en tenernos como súbditos en perspectiva que estaremos bajo su régimen milenario. Nuestros hermanos espirituales se nos acercan en un afectuoso vínculo de unidad. Las personas de características de oveja sienten una deuda duradera de gratitud por lo que amorosamente hemos hecho a favor de ellas. ¡De veras, nuestro corazón se regocija al ver las maravillosas bendiciones que provienen de nuestra relación con Jehová! ¡Cuánto nos alegramos de que se nos haya permitido ‘hacernos amigos’ de él y recibir su garantía de un futuro en “lugares de habitación eternos”!—Luc. 16:9.
24. ¿Por qué debemos apreciar nuestra relación con Jehová?
24 Jehová ciertamente ha demostrado que es el mejor y más fidedigno amigo que conoceremos. El familiarizarnos con él como compañero allegado es la experiencia más enriquecedora de nuestra vida. Como el “Dios feliz,” ya está cumpliendo su promesa de hacernos felices también. (1 Tim. 1:11) El buen éxito en estrechar firmemente ese vínculo de amistad sustentará nuestro gozo interminable. Apreciando la seguridad, tranquilidad de ánimo y esperanza que hemos hallado en nuestra relación, nos sentimos movidos a expresar nuestras más profundas y más sinceras gracias a nuestro mejor amigo, Jehová.
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Un pueblo celoso de obras excelentesLa Atalaya 1975 | 1 de octubre
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Un pueblo celoso de obras excelentes
1. ¿Qué razones deben hacer que seamos celosos de obras excelentes?
LA VIDA que tiene propósito tiene significado. Cuando el corazón y la mente se unen en el esfuerzo por alcanzar una meta que vale la pena, las cosas que la persona hace diariamente tienen significado, pues dan sustancia a la existencia de la persona. A personas de esta clase se les ha de contar entre las más felices del mundo; las que llevan una vida sin objetivo se cuentan entre sus más desilusionadas. El deseo natural de ser feliz es suficiente razón para que edifiquemos nuestra vida en torno de obras que efectúen lo bueno para nosotros mismos y para otros. El celo en llevar a cabo esas obras trae un abundante galardón en bendiciones.
2. (a) ¿El ejemplo de quiénes podemos imitar? (b) ¿A hacer qué excelente obra nos moverá eso?
2 Jehová es el Dios de las obras excelentes, y es celoso al hacer que se lleven a cabo. Todo lo que hace es para el bien de los que le sirven. Jesús puso un ejemplo perfecto, en imitación de su Padre. A las personas piadosas que quieren agradar a Jehová también se les puede identificar por obras excelentes. El esfuerzo que hicieran los discípulos de Jesús por seguir el ejemplo de él produciría para su Padre un “pueblo peculiarmente suyo, celoso de obras excelentes.” (Tito 2:14) Las obras excelentes de un cristiano son las que benefician a otros. La cosa más provechosa que podemos hacer por otra persona es ayudarla a conocer y servir a Jehová. La obra de predicar y hacer discípulos de la congregación cristiana es una obra excelente del mayor beneficio posible. La necesidad y urgencia de ésta la hacen digna de nuestro más intenso celo.
3, 4. (a) ¿Qué es celo? (b) ¿Qué preguntas debemos hacernos?
3 ¿Qué es celo? Es ardor. Es un deseo solícito, fervoroso, de hacer lo correcto y apropiado. Donde hay celo hay vida, entusiasmo, la pulsación que denota vigor o actividad. Un interés vivo en el resultado impulsa a desplegar interés personal en lograr que las cosas se hagan. La actitud mental es de concentración, de plenitud de corazón. Cuando falta celo, el modo de obrar de uno es mecánico. El envolvimiento personal es superficial. La actitud no denota inspiración, sí, es apática. Por eso, ¿se le puede describir a usted como celoso?
4 Sí, pregúntese si es celoso por las obras excelentes. ¿Puede describirse su apoyo a la actividad de predicar de su congregación como ardorosa, de toda alma? ¿Lo ha movido un deseo sincero de hacer cuanto pueda para ayudar a otros a aprender en cuanto a los propósitos de Jehová? ¿O ha estado contento con solo participar, desplegando solo el mínimo interés y esfuerzo? ¿Ha estado simplemente ‘haciendo como que hace’ sin envolvimiento verdadero?
5. ¿Qué revela en cuanto a nuestro celo la actitud que mostramos?
5 Su actitud le hará saber mucho en cuanto a la intensidad de su celo. Un discípulo verdaderamente celoso no permite que intereses personales no esenciales reciban reconocimiento como superiores, por delante de la obra de predicar y hacer discípulos. Cuando usted participa, ¿está siempre gobernada su participación por el reloj? ¿Participa usted físicamente, mientras que mentalmente está en otro lugar? ¿Están concentrados sus pensamientos en cosas que piensa hacer después, como ver un programa de televisión favorito o ir a una cita social? Pudiera ser que usted considerara la actividad de servicio como algo con lo cual acabar rápidamente de modo que le fuera posible pasar a hacer las cosas que usted realmente quiere hacer. Pudiera ser que considerara esa actividad simplemente como su “deber” como testigo de Jehová, y cumpliera con ella solo como con una obligación que envuelve poco deseo de corazón.
6. ¿Por qué el que necesitemos disciplina personal no significa necesariamente que carezcamos de celo?
6 Quizás usted no tenga la personalidad de un extrovertido. Para usted quizás sea una cosa muy difícil el tomar la iniciativa en hablar a otros, especialmente a extraños. Lo que parece que otros hacen naturalmente, es un desafío para usted. El seguir expresándose quizás requiera disciplina personal de su parte, aun por obligarse usted mismo a veces. Eso no necesariamente quiere decir que a usted le falta celo. En algunos respectos, su celo podría ser más intenso que el de otros porque es posible que lo que usted esté haciendo represente una convicción más fuerte y más profunda, que requiera esfuerzo adicional. La cosa importante es que usted tiene un deseo fervoroso en su corazón. Entiende que la fe verdadera está acompañada de una expresión exterior de amor a Jehová y a su semejante. El celo por demostrar su fe lo ayuda a vencer sus inhibiciones. El amor intenso produce denuedo que hace que se desvanezca el temor al hombre. La resultante declaración pública de fe es una obra excelente que expresa un celo genuino.
CELO NO MEDIDO POR CUOTAS
7. (a) ¿Por qué no es prudente establecer cuotas o metas? (b) ¿Cuál es la medida verdadera del celo?
7 A veces se ha intentado estandarizar los esfuerzos de todos por medio de establecer ciertas cuotas como metas comunes para todos. En muchos casos el celo entonces se mediría por el logro de esas metas. Invariablemente esto ha resultado en una tendencia a compararnos unos con otros, lo cual nunca ha resultado ser una medida exacta o aprobada de amor o celo. (2 Cor. 10:12) Sin importar cuánto investiguemos, no podemos hallar cuotas manifestadas en la Palabra de Dios como un requisito mínimo de predicación. La cantidad de trabajo que hacemos tiene poco que ver con la manera en que Jehová avalúa nuestro celo. Él está mucho más interesado en nuestros motivos, los deseos que hay dentro de nuestro corazón. El único requisito uniforme para todos es sencillamente que ‘trabajemos en ello de toda alma.’ (Col. 3:23) Dios hace accesible una extensa variedad de oportunidades y luego permite que cada uno de nosotros “haga así como lo ha resuelto en su corazón.” Nuestro esfuerzo, que no es “como obligado,” verdaderamente refleja lo que está en nuestro corazón. (2 Cor. 9:7) Lo que nuestro corazón nos mueve a hacer llega a ser la medida verdadera de nuestro celo.
8. (a) ¿Por qué hay una diferencia en lo que cada uno puede hacer? (b) ¿Qué es lo importante?
8 Cuando cada uno da de corazón, Jehová puede considerar iguales, uniformes, todos nuestros esfuerzos, aunque haya extensa variedad en la cantidad que cada uno haga. Las circunstancias personales son diferentes en cada caso. La edad, salud, responsabilidades de familia, trabajo seglar, etcétera, todos son factores que afectan nuestro nivel de actividad. Es posible que uno que disfrute de circunstancias favorables pueda hablar a un número mucho mayor de personas en cuanto al reino de Dios de lo que otro puede. Quizás alguien que tenga más responsabilidades pueda hablar solamente a una fracción de ese número de personas. Debido a la variedad de circunstancias, cierto número de horas pudiera representar un esfuerzo extraordinario en un caso pero solo un esfuerzo de muestra en otro. Por eso, el que podamos efectuar mucho y tengamos oportunidad para ello no nos suministra razón alguna para hacer alarde y, a la inversa, el que nuestro servicio resulte limitado sin que sea culpa nuestra no debe hacer que nos sintamos avergonzados. Lo importante es que tenemos celo que nos mueve a aprovecharnos de toda oportunidad que nos está disponible.
9. ¿De qué maneras podemos demostrar nuestro celo por la obra de predicar?
9 La intensidad de nuestro celo se refleja por la prontitud con la cual nos aprovechamos de oportunidades o creamos oportunidades para declarar las buenas nuevas, buscando modos de ‘comprar’ tiempo para efectuar más. (Efe. 5:15, 16) De vez en cuando, cuando temporáneamente nos vemos con menos responsabilidades, nuestra anuencia a usar en el servicio de Jehová el tiempo adicional de que disponemos es una excelente evidencia de celo. También, el tomar la iniciativa en manejar nuestras circunstancias para hacer que nos permitan más tiempo para el servicio muestra que tenemos un deseo fervoroso de esmerarnos en sumo grado. Un publicador celoso pudiera analizar cuidadosamente su trabajo seglar, buscando maneras de minimizar sus obligaciones. En vez de aceptar pasivamente limitaciones innecesarias por causa de ventajas materiales, pudiera solicitar ajustes que le suministraran más libertad para la obra del Reino. Los celosos se esfuerzan por utilizar su tiempo y recursos con provecho óptimo, siempre manteniendo en primer lugar los intereses del Reino.
10. ¿En qué respectos es un agricultor asiduo un buen ejemplo de celo?
10 El comprender la urgencia creciente de ver que la obra se haga realidad efectuada es prueba de celo. El agricultor asiduo sabe bien que una cosecha de buen éxito requiere períodos de trabajo extraordinario en las temporadas de siembra y siega. Porque siente una responsabilidad personal y se interesa vivamente en el resultado, sus esfuerzos no están gobernados por ninguna norma “sindical” que solo requiera un esfuerzo mínimo y compensación extra por todo lo que pase de eso. Con gusto trabaja largas horas y se esfuerza estrenuamente cuando es necesario. Si somos ardorosos en nuestro deseo de ayudar a otros, daremos libremente de nuestro tiempo y energías sin pensar en lo que se espere de nosotros. Cuando hay necesidad de hacer ciertas cosas, y se nos da la oportunidad de ayudar, el darnos nosotros
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