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¡Asista a una de las asambleas de 1961!La Atalaya 1961 | 1 de marzo
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Mientras más nos esforcemos por asistir, más viva será nuestra expectación y mayores nuestras bendiciones, la realización. En este mundo afligido, que se tambalea al mismo borde de otra guerra total, y el Armagedón, ¿quién sabe cuándo podremos disfrutar de otras asambleas como éstas? Así que, sin falta ¡asista a una de las asambleas de 1961!
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1961 | 1 de marzo
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Preguntas de los lectores
● ¿Qué principios bíblicos guían en el entrenamiento de los niños en hogares donde uno de los padres es testigo cristiano dedicado de Jehová y el otro no lo es?—Basado en muchas preguntas que se han recibido.
Según las Escrituras el marido y padre es cabeza del hogar. Si él es testigo cristiano dedicado de Jehová tiene la responsabilidad de ver que su familia reciba provisiones tanto espirituales como materiales. (1 Tim. 5:8) Aun cuando su esposa no fuera creyente, él tiene que encargarse de que sus hijos reciban la debida educación y entrenamiento cristianos tanto en el hogar como en el Salón del Reino, y debe hacer cuanto pueda para ayudar a su esposa a ver la verdad de la Palabra de Dios. Al mismo tiempo debe conceder a su esposa la libertad de adorar a Dios a su propia manera, y ella quizás insista a veces en llevar a los hijos al lugar de adoración de ella. El concederle libertad de adoración tal vez hasta signifique dejarla tener un árbol de Navidad en una habitación de la casa durante esa temporada, aunque el marido creyente no permitiría la decoración de otras habitaciones de la casa ni de su exterior. Mediante el extender de esta manera a su esposa la libertad de adoración él manifiesta que la ama así como se ama a sí mismo.—Efe. 5:28, 29.
De la misma manera, el padre incrédulo, puesto que es cabeza de la casa, puede dictar la religión de los hijos. Sin embargo, puesto que la madre es responsable de la conducta de los hijos durante la ausencia del padre, ella tiene que inculcar en ellos principios correctos y puede testificarles a medida que se presente la oportunidad. En casos donde el marido se oponga severamente, ella quizás no pueda llevarles en el servicio ni a las reuniones, si él lo prohíbe. Pero ella puede seguir de varias maneras enseñando a los hijos principios y verdades bíblicos. Si los hijos le hacen preguntas, ella tiene el derecho de contestárselas.
Supongamos que un tal padre hiciese un punto en disputa del saludo a la bandera. Puesto que todo cristiano es instruido por la Palabra de Dios a que haga una defensa de su creencia y su manera de proceder, la madre dedicada tiene el derecho a hacer tal defensa y de dar una explicación, no solo a sus hijos sino también a su marido, para que todos los de la familia comprendan su fidelidad a principios cristianos. (1 Ped. 3:15) Puesto que en este caso el padre se opone a que la madre haga que los hijos adopten el proceder bíblico respecto al saludo a la bandera, entonces, aparte de explicar a los hijos lo que las Escrituras dicen sobre el asunto, la madre no tendría derecho a insistir en que los hijos cumplan con el principio bíblico en este respecto, porque el marido, en calidad de cabeza del hogar, requiere de los hijos que participen en la ceremonia. Los hijos tendrían que considerar los deseos de su padre, y la madre no puede interponerse por medio de mandar una nota a los profesores pidiendo que se les excuse a los hijos cuando se efectúe la ceremonia en la escuela. Sin embargo, si después de saber los hijos la actitud de su madre y de ver que es bíblica y por lo tanto la voluntad de Dios, y si por su propia conciencia adoptan esa actitud en la escuela y en otras partes y rehúsan participar en tales ceremonias, entonces, por supuesto, tal acción no se debe a insistencia de parte de la madre sino que es por la propia cuenta de los hijos, y el marido no podría censurarla a ella. Después de todo, es la responsabilidad del niño declararse y proceder de, acuerdo con su propia conciencia, y si su padre lo castigara porque concienzudamente se negara a participar en ceremonias patrióticas, entonces el niño estaría sufriendo a causa de la justicia.—1 Ped. 2:19, 20.
De acuerdo con el consejo que se halla en 1 Pedro 3:1-6, la esposa cristiana dedicada de un incrédulo ha de ser ejemplar en su conducta y mostrar respeto profundo por su marido y enseñar lo mismo a los hijos de ellos. Sin embargo, ella no dejará de participar activamente en la adoración verdadera, y por medio de su conducta fiel y de las cosas acerca de las cuales ella habla ejercerá una
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