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  • ¿Qué puede hacer la esposa?
    ¡Despertad! 1974 | 8 de octubre
    • Cuando la mente de la esposa no está puesta principalmente en sus propias sensaciones, ella frecuentemente se relaja. Cualquier resentimiento que haya tenido se disipa, y el placer personal que verdaderamente desea en el acto matrimonial viene como una consecuencia natural.

      El maestro más grande que estuvo en la Tierra, Jesucristo, indicó que el darse uno mismo, a su vez, trae una satisfacción personal. Él dijo: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” Vez tras vez este principio ha demostrado ser cierto en cuanto a las relaciones matrimoniales íntimas.—Hech. 20:35.

      Además, el aplicar el consejo de la Biblia probablemente obre para la satisfacción de la esposa debido al efecto que esto produce en su esposo. Será más eficaz que cualquier otra cosa en impulsarlo a empezar a actuar altruistamente hacia ella, siendo más considerado de las necesidades y deseos de ella. Ha sucedido de este modo en muchos matrimonios. El que toma la iniciativa en dar recibe lo mismo.—Luc. 6:38.

      Así es que la Biblia insta a mostrar altruismo y amor al pagar los débitos matrimoniales. Ponga esto en práctica. Vea si con el tiempo no resulta en una mayor satisfacción matrimonial.

      Cuando el esposo carece de iniciativa

      La Dra. Rebecca Liswood, una consejera matrimonial con más de veinte años de experiencia, señaló otro importante problema matrimonial, explicando: “Muchas de mis clientes se quejan de la debilidad e indecisión de sus esposos.”

      Tal vez sea esta su queja. Quizás su esposo no desempeñe sus responsabilidades de familia como usted cree que debería hacerlo. ¿Qué puede usted hacer acerca de ello?

      Una vez más la Biblia provee ayuda. Muestra que el hombre y la mujer fueron creados con cualidades y responsabilidades algo diferentes, con el propósito de que su unión contribuyera a la felicidad mutua. Después de crear al hombre, el Creador dijo: “Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él.”—Gén. 2:18.

      Por lo tanto los dos fueron creados para vivir juntos; las cualidades de uno equilibraban o complementaban las del otro. Cada uno fue creado con una necesidad que satisfacía el otro. Así la mujer fue hecha como un ayudante del esposo, y al mantenerse en ese papel la Biblia insta: “Que las esposas estén en sujeción a sus esposos . . . porque el esposo es cabeza de su esposa.” (Efe. 5:22, 23) Esto es práctico, porque si en la familia no hay un cabeza por lo general hay discordia y confusión.

      ‘Pero ese es el mismísimo problema,’ quizás diga usted. ‘Mi esposo no asume la jefatura; no toma la delantera.’ Sin embargo, ¿ha considerado usted por qué no lo hace? ¿Es posible que la misma actitud de usted sea parte del problema?

      Actualmente la agresividad y competencia femenina con los hombres se ha hecho común. ¿Se le habrá pegado a usted algo de este espíritu, como ha sucedido con otras esposas? Por ejemplo, la Dra. Liswood dijo que, aunque no se den cuenta, las “mismas tácticas agresivas” de sus clientes frecuentemente son una fuente de problemas de familia.

      Muchos esposos se sienten repelidos cuando las esposas se adelantan. La reacción de ellos quizás sea: ‘Si ella quiere dirigir las cosas, que siga adelante y que lo haga.’ Quizás no sea la intención de ella el operar independientemente de sus esposo, pero puede que él piense que sí lo es.

      Sin embargo puede que ella se sienta obligada a tomar la delantera, en vista de que su esposo sencillamente no lo va a hacer. Pero, ¿podría ella hacer más para animarlo a desempeñar el papel que le es propio en la familia? ¿Pide usted sus sugerencias y guía? ¿Le indica usted su respeto como caudillo? ¿Evita usted menospreciar de algún modo lo que él hace? Cuando en cosas pequeñas él manifiesta la disposición de tomar decisiones o tomar la delantera en asuntos de la familia, ¿expresa su aprecio por esto? ¿O argumenta en contra de sus decisiones?

      Si la esposa verdaderamente se esfuerza por cumplir con su papel asignado por Dios en el matrimonio, es probable que su esposo quizás comience a asumir el suyo. Y esto contribuirá a genuina paz y felicidad en la familia.

      Cuando no hay comunicación

      Otra queja, quizás la más común que dan las esposas, es la que dice algo como esto: ‘Mi esposo era considerado durante nuestro noviazgo, pero no lo es ahora. Rara vez está en casa, y cuando está, no hace ningún esfuerzo por hablarme.’

      ¿Amenaza un problema de comunicación el bienestar de su familia? No es necesario que lo haga, porque la Biblia ayuda a los cónyuges a ver los asuntos de manera práctica.

      Por ejemplo, la Biblia enfatiza que todos somos imperfectos. “Porque todos tropezamos muchas veces,” dice. “Si alguno no tropieza en palabra, éste es varón perfecto.” (Sant. 3:2) De modo que, ¿es práctico esperar perfecta armonía matrimonial en palabras y hechos? Recuerde: Antes del casamiento, ¿disfrutó usted de relaciones perfectas con sus hermanos y hermanas, compañeros de escuela o posibles compañeras de cuarto, sin jamás tener una palabra mordaz entre ustedes? Si no fue así, ¿por qué esperar relaciones perfectas con su cónyuge?

      No se sorprenda si las diferencias de opiniones o expresiones hacen surgir problemas. No suponga, como es evidente que algunas esposas lo hacen, que una disputa o conflicto es una evidencia de que ‘él ya no me quiere.’ Trate con el problema objetivamente. Es cierto, puede que le cause un profundo dolor emocional, pero trate de no pensar principalmente en sus propios sentimientos heridos o de cómo desquitarse. Esto solo engrandecerá el problema. Más bien, considere lo que se puede hacer para dirimir la dificultad. Hágalo inmediatamente. Recuerde el consejo bíblico: “El amor . . . no se siente provocado. No lleva cuenta del daño.”—1 Cor. 13:4, 5.

      Analice su propia conducta. ¿Puede usted tener parte de la culpa? ¿Pudo usted, por ejemplo, de algún modo no haber seguido la admonición de las Escrituras: “La esposa le debe tener profundo respeto a su esposo”? (Efe. 5:33) El “profundo respeto” hará que una esposa evite cualquier cosa que podría resultar en el desagrado de su esposo. El no mostrar ese respeto frecuentemente es responsable del alejamiento del esposo.

      Muchos esposos son alejados por los regaños de una esposa contenciosa. (Pro. 25:24; 27:15) En un caso un divorciado dijo: “¿Sabe lo que puso fin a mis relaciones con Estela? Fue la necesidad de ella de tener razón a toda costa. . . . cada vez que algo resultaba mal, sus palabras eran, ‘¡yo te lo dije!’” ¿Tiene usted cuidado en evitar esas expresiones que mostrarían falta de respeto por su esposo?

      El “profundo respeto” también se puede mostrar por la apariencia de la esposa. ¿Trata de parecer atractiva a su esposo? ¿La hubiera él continuado visitando antes de casarse si ella no hubiera dado más atención a su apariencia personal e higiene de la que da ahora? ¿Qué hay acerca de su casa? ¿Se mantiene nítida y limpia? ¿Están las comidas preparadas sabrosamente? Cuando él llega al hogar, ¿lo recibe usted con afecto genuino? El respeto por su esposo incluye cuidadosa atención a todos estos asuntos.

      En cuanto a la queja que frecuentemente se oye: ‘Él ya no me habla,’ una mujer dijo: “La razón principal por la que los hombres no hablan con sus esposas es que sencillamente somos malas oyentes.” ¿Es esto cierto en su caso? Cuando su esposo habla, ¿se entromete usted, hojea una revista o tiene su oído sintonizado en otro asunto? El no tener interés en sus opiniones y sentimientos ciertamente no es mostrarle “profundo respeto.”

      Por medio de analizar su conducta a la luz del consejo bíblico, uno quizás vea cosas que se pueden hacer para mejorar su trato de los problemas de la familia. La aplicación de las instrucciones de Dios ha traído contentamiento y felicidad a miles de hogares en dificultad.

      Cuando los esposos no responden

      No obstante, ¿qué hay si, a pesar de los esfuerzos de una esposa, su esposo continúa causándole penalidades? Para la esposa cristiana todavía hay considerable satisfacción, porque, como señala la Biblia: “Si, cuando ustedes están haciendo lo bueno y sufren, lo aguantan, esto es algo que agrada a Dios.”—1 Ped. 2:20.

      En tal sufrimiento Jesucristo mismo puso el ejemplo, como el relato bíblico lo señala a continuación: “Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia. . . . De igual manera, ustedes, esposas, estén en sujeción a sus propios esposos.”—1 Ped. 2:23–3:1.

      Reconocemos que esto quizás no sea fácil de hacer, tal como no fue fácil para Jesús aguantar la persecución sumisamente. Sin embargo, el tener un “esposo incrédulo” no es base para el divorcio. (1 Cor. 7:13) Pero, como en el caso de Cristo, una esposa puede mantenerse en su derrotero correcto debido al contentamiento y la satisfacción que proviene de saber que lo que ella hace complace al Dios Todopoderoso. Y puede estar segura de que su fidelidad será recordada y recompensada por Dios en su justo nuevo sistema.—2 Ped. 3:13; Rev. 21:3, 4.

      Por lo tanto, lo que la esposa puede hacer para tratar los problemas de la familia con buen éxito tiene un límite. Para una solución más completa de los problemas ella necesita la cooperación de su esposo.

  • Lo que los esposos pueden hacer
    ¡Despertad! 1974 | 8 de octubre
    • Lo que los esposos pueden hacer

      EL BUEN éxito en el matrimonio depende de los esfuerzos de ambos cónyuges. Sin embargo el esposo lleva la mayor parte de la responsabilidad por las condiciones en la familia. Esto se debe a su posición. La Palabra de Dios, la Biblia, dice: “El esposo es cabeza de su esposa.”—Efe. 5:23.

      Puede que el esposo piense que su esposa es la causa principal de los problemas. Pero aunque lo sea, ¿no es característica de un buen cabeza el poder tratar con buen éxito los problemas de los que están a su cargo?

      Alguien quizás objete: ‘El tratar con mi esposa es diferente. Es más fácil tratar con cien hombres en mi negocio que el llevarme pacíficamente con ella.’

      Puede haber algo de verdad en esto, pues, por lo general, los problemas más difíciles de tratar para los hombres han sido los familiares. Sin duda es por eso que el Creador de la familia proveyó a los esposos mucho consejo en cuanto a cómo tratar a sus esposas apropiadamente. Puesto que él las hizo, no hay duda de que Dios es el mejor juez de cómo las esposas deben ser tratadas por sus esposos.

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