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    ¡Despertad! 1970 | 22 de enero
    • Mujeres del Lejano Oriente en el siglo XX

      Por el corresponsal de “¡Despertad!” en las Filipinas

      A LOS quince años la Srta. Tranthi Ho Le se unió a las guerrillas del Viet Cong, en parte por un espíritu aventurero, y en parte porque se le dijo que podía ayudar a emancipar a las vietnamitas. Por tres años vivió en la selva, haciéndose experta en la lucha de guerrillas. Para 1969 había llegado a ser una “veterana acostumbrada a los combates” y tenía el mando de un pelotón de morteros compuesto por doce muchachas.

      Allá en 1913 una muchacha como Tranthi hubiera estado cambiando alegremente los pañales de su hermanito, mientras vigilaba el fragante arroz que hervía para la cena de la familia, allá en algún lugar en lo que en aquel tiempo era campos pacíficos del delta del Mekong.

      Edith A. Dizon, madre de seis hijos, es una experta organista de concierto. Pero ha viajado extensamente en el extranjero como piloto, especialista musical, escritora, observadora cultural y funcionaria de relaciones públicas. También es teniente en la fuerza policíaca de Makati y especialista en yudo en las Filipinas.

      En 1913 hubiera sido feliz en el papel sencillo de esposa y madre. Su propia familia y vecinos cercanos habrían disfrutado de sus habilidades musicales.

      En 1969 la mujer más poderosa de toda Asia era sin duda Chiang Ching, consejera del comité de la revolución cultural del Partido de Liberación del Pueblo Chino, señora del Partido Comunista de China y esposa del líder de la China, Mao Tse-tung.

      Hace treinta años era un ama de casa de modales sencillos, ocupada en criar a dos hijas y preparar las comidas de su esposo. Hoy tiene voz hasta en los asuntos militares de país.

      Sí, los desenvolvimientos de la historia en toda la Tierra han producido cambios drásticos en la vida de las mujeres. Muchos consideran el año 1848 como el punto de partida de estos cambios... un año en el cual algunas mujeres descontentas de Nueva Inglaterra, en los Estados Unidos de América, comenzaron una campaña para gozar de igualdad con los hombres. Pero la verdad es que se necesitaron las condiciones trascendentales del año 1914 para hacer valer un punto de vista enteramente nuevo del papel de la mujer entre las naciones.

      La filipina

      Apartando por un momento la atención de los ejemplos de cambio en el papel desempeñado por las mujeres, consideremos la situación a que se enfrenta la filipina de término medio. La llamaremos Liwayway, que significa “alborada.” Es una criatura tímida, pero no es alfeñique, pues apoya lealmente a su esposo e hijos sin importar la crisis. Su posición se ilustra aptamente con la de la frágil orquídea de los bosques filipinos, una planta fanerógama que se adhiere estrechamente al alto árbol “molave” llueva o truene.

      Es una cocinera excelente, una experta modista y sagaz proveedora para la familia. Nunca se arriesga a entrar en los consejos de los hombres; ése no es su campo. La única vez que levanta la voz es para disciplinar a sus hijos, a quienes gobierna con mano firme. A pesar de su timidez, su familia la tiene en alta estima... un galardón satisfactorio en verdad.

      Aunque todavía hay muchos miles de mujeres como Liwayway, multitudes de filipinas se han salido de bajo la sombrilla tradicional al sol brillante del mundo moderno. Están inquietas y desean cambios. Creen que Liwayway es anticuada al apegarse a caminos gastados por el tiempo.

      “La mujer moderna,” siguen instando a Liwayway, “debe mejorarse, social, intelectual y culturalmente.” “Un título universitario sería una meta deseable para ella,’ dicen. En tales instituciones educativas participaría en debates estudiantiles, movimientos por derechos y manifestaciones de estudiantes.

      Eso, reconoce Liwayway, capacitaría a una mujer para competir con los hombres en diversos campos. Pero, ¿la haría una esposa devota y una madre amorosa? Podría tener éxito en el mundo importante, pero ¿tendría éxito en casa?

      “Ven con nosotras, Liwayway”

      Así pues, Liwayway se encuentra poderosamente atraída por las corrientes de una sociedad que cambia velozmente. Quiere adherirse a los caminos más seguros del pasado, pero el llamado a cambiar se hace más insistente diariamente. Esto no quiere decir que esté en contra del progreso, pero ella duda que este cambio en el papel que desempeña la mujer realmente lleve a lo mejor.

      Liwayway sabe que las mujeres que llegan a ser un “éxito” en el mundo a menudo sacrifican esposo y hogar en sus esfuerzos. Liwayway recuerda la declaración que leyó en el Reader’s Digest de noviembre de 1968 (edición asiática): “Las mujeres que están en puestos importantes también han obtenido éxito por medio de ceder muchas de las prerrogativas femeninas. Como grupo, tienden a hacer que el hogar y la familia, cuando los tienen, se ajusten al modelo total. Cuando se trata de una decisión definitiva entre las dos cosas, a menudo el trabajo es lo que gana; una elevada proporción de ejecutivas son solteras o divorciadas.”

      Pero las filipinas modernas, que quisieran que Liwayway las siguiera, señalan lo que escribió una prominente juez. Esta juez “deplora el hecho de que las mujeres, especialmente en los países en desarrollo, están renuentes a ser candidatas para puestos públicos, se contentan con dejar la política a los hombres, y lo que es peor, no están usando su derecho de votar.”—Woman and the Home, 15 de octubre de 1967.

      Las que quisieran que Liwayway se apartara de las sendas antiguas también señalan a la publicación de la Organización de las Naciones Unidas Magna Carta of Women, que dice en parte: “El bienestar del mundo y la causa de la paz exigen el máximo de participación de las mujeres así como de los hombres en todos los campos.”

      De manera que las nuevas filipinas continúan salmodiando: “Ven con nosotras; ven con nosotras.” Alegan que las mujeres de este siglo XX, en particular mujeres del Lejano Oriente, tienen que desempeñar un papel nuevo y vital, un papel que esperan que ejerza influencia en el futuro para lo bueno.

      Otra mirada escrutadora

      Por la insistencia de ellas, Liwayway sí da otra mirada larga al papel cambiante de la mujer en este siglo XX. Aparecen algunas realidades pasmosas.

      En Birmania, por ejemplo, las mujeres son iguales a los hombres jurídicamente, son independientes y retienen sus nombres de solteras aun después de casarse. Ceilán tuvo en el puesto de primer ministro a una mujer. Una dama de la India ocupó en cierta ocasión la presidencia de la Organización de las Naciones Unidas. Una vietnamita encabeza el grupo del Frente de Liberación Nacional de Vietnam del Sur en las conversaciones de paz de París.

      ¡Y considere la India! En ese país hay 73 miembros del parlamento que son mujeres; 206 miembros de las legislaturas estatales que son mujeres; 2 ministras mancomunadas de estado; 19 ministras estatales y ministras diputadas y una ministra en jefe. Se dice que eso representa el 8 por ciento del número total de curules del parlamento y las legislaturas estatales. ¡Y en la actualidad el puesto de primer ministro de la India lo ocupa una mujer!

      Durante las elecciones de 1965 en las Filipinas, las mujeres tenían 4.490.210 votos y pusieron en cargos públicos a mujeres que protegerían los derechos de las mujeres en general. Hay tres gobernadoras y una vicegobernadora. Hay más mujeres en el Congreso y en el Senado que nunca antes. En esta década se puede esperar que muchas más mujeres sean electas a cargos públicos.

      Cada vez más mujeres de Oriente están compitiendo con los hombres, encargándose de sus trabajos. El impacto de la guerra y la revolución está apresurando el proceso. En Vietnam del Norte, por ejemplo, las mujeres se han hecho cargo de los “campos de la producción agrícola e industrial, comunicaciones, transporte, servicios de sanidad, educación, estudios culturales, reconstrucción, ingeniería y, hasta cierto grado, política.”—Graphic, 17 de julio de 1968.

      En Vietnam del Sur las mujeres no están muy atrás. “En sus diáfanos ao dais de seda, fácilmente pueden parecer tan delicadas e insignificantes como las aves canoras. En realidad, las vietnamitas son harina de otro costal. . . . han llegado a ser, bajo las presiones de dos décadas de guerra, las mujeres más emancipadas de Asia.”—Time, edición asiática, 8 de noviembre de 1968.

      Y si hubiese una tendencia a desestimarlas considerándolas malas sustitutas de los hombres, simplemente recuerde que el Viet Cong emplea unidades de combate compuestas enteramente de mujeres. “¡Nuestras mujeres tienen mucho poder!” exclamó un varón del Viet Cong, según se informa.

      Unos pensamientos sobrios

      Hay otra faceta en este cuadro de las mujeres y su papel en el Lejano Oriente. Considere a Tranthi Ho Le. La prensa informa que no halló contentamiento como guerrillera del Viet Cong. Quería un modo de vivir más pacífico, más femenino. Escapó a Saigón.

      La tendencia que atrae a las mujeres a seguir activamente carreras políticas, militares o comerciales también puede hacer que los hijos queden sin el cuidado tierno que necesitan de una madre.

      Además, la senda de la nueva filipina ha conducido a frustraciones, desilusión y fracaso. Ella ha tratado de ahogar las demandas de su propia fisiología: la necesidad de pertenecer a alguien y la abrumadora necesidad de gastar compasión amorosa y maternal en los hijos.

      Pretextando emergencia, las condiciones actuales, etc., muchas filipinas nuevas posiblemente traten de justificar su deserción del lugar de la mujer en la familia y en el hogar. Pero, como Liwayway a menudo se pregunta: ¿Podrán tales mujeres volver a la vida normal como esposas leales y madres devotas?

      Casi toda persona ha oído acerca de la esposa de Abrahán, Sara. Ella fue una mujer de Oriente humilde y temerosa de Dios. Liwayway se consuela en el hecho de que Sara fue altamente recomendada por el Personaje más elevado del universo porque conoció y también mantuvo su posición como esposa y madre, leal a los principios de su Creador.—1 Ped. 3:1-6.

  • Músculo diminuto pero vital
    ¡Despertad! 1970 | 22 de enero
    • Músculo diminuto pero vital

      ● Aunque a menudo pensamos en que los músculos son útiles para levantar y mover cosas pesadas, el músculo más pequeño del cuerpo humano, el diminuto músculo del estribo dentro del oído medio, difícilmente podría hacer eso. Mide poco más de un milímetro de largo. No obstante, debido a su valiosa contribución podemos oír.

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