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  • Hombres y mujeres... la diferencia
    ¡Despertad! 1982 | 22 de agosto
    • Hombres y mujeres... la diferencia

      POR aproximadamente seis mil años, hombres y mujeres han compartido el planeta Tierra. Juntos han criado familias, trabajado, disfrutado de gratos momentos y sobrellevado penurias. Sin embargo, en casi todos los lugares y en casi todas las épocas de la historia, las mujeres han recibido un trato diferente del que han recibido los hombres. Algunas veces se les ha cuidado y protegido. Con más frecuencia, se les ha considerado simplemente como posesiones o se les ha menospreciado ya que se les tenía por inferiores. ¿Por qué?

      Carlos Darwin teorizó que las mujeres eran inferiores a los hombres en lo intelectual. Su contemporáneo, Gustave Le Bon, las consideraba como “las formas más inferiores de la evolución humana.” Hoy día pocas personas aceptarían opiniones de esa clase. Sin embargo, las mujeres y los hombres son diferentes. ¿En qué aspectos? Y, ¿significa eso que uno sea inferior al otro?

      Diferencias físicas

      Algunas de las diferencias físicas entre los hombres y las mujeres son evidentes. Las mujeres están diseñadas para ser madres, los hombres para ser padres, y en cada caso la estructura de su cuerpo refleja este hecho. Pero hay otras diferencias.

      ● En casi todos los países, las mujeres viven por más tiempo que los hombres. En el mismísimo comienzo de la vida, se conciben 130 niños por cada 100 niñas. Nueve meses más tarde han sobrevivido más embriones femeninos que masculinos, de modo que por cada 100 niñas nacen 106 niños. Para cuando llegan a la etapa de la adolescencia, hay más muchachas que muchachos.

      ● Los hombres que son atletas tienen hombros y brazos más grandes y musculosos que las mujeres. También tienen piernas más grandes y fuertes, y su corazón y pulmones son más grandes. Por eso, los hombres superan a las mujeres en casi todos los eventos deportivos. Sin embargo, las mujeres que son atletas tienen músculos abdominales que pueden ser tan fuertes como los de los hombres. Aunque las mujeres no sudan tanto como los hombres, tienen las glándulas sudoríparas mejor distribuidas y su transpiración es más eficaz... lo cual contribuye a su resistencia física. La grasa que tienen almacenada en el cuerpo les permite flotar en el agua con más facilidad y les proporciona mayor resistencia física, de modo que las mujeres dominan en el deporte de la natación de larga distancia.

      Por tanto, parece que los hombres llevan ventaja a las mujeres en cuanto a fuerza física, mientras que las mujeres les llevan ventaja en resistencia física. ¿Qué hay tocante a otras diferencias?

      Otras diferencias

      ¿Hay diferencia entre el modo de pensar de los hombres y las mujeres? Este es un tema delicado, puesto que muchas personas creen que las ideas erróneas al respecto han resultado en la opresión de las mujeres. No obstante, muchos investigadores creen que hay diferencias.

      ● Por lo general, las niñas llegan a tener mayor destreza manual que los niños. Ellas comienzan a hablar a más tierna edad y con mayor afluencia que los niños y llegan a ser más aptas en aprender idiomas. A menudo aprenden de memoria mejor que los muchachos y los superan en pensamiento intuitivo. Las mujeres suelen manejar labores rutinarias y minuciosas con más eficacia que los hombres.

      ● Cuando crecen, los niños superan a las niñas en las matemáticas, la mecánica y en pensamiento analítico. También las superan en organización y percepción espacial.

      ● Muchas mujeres creen que no pueden controlar sus emociones tan bien como lo hacen los hombres... aunque algunas niegan esto.

      Por supuesto, estas diferencias no son rígidas. Hay hombres que tienen aptitud para aprender idiomas, y hay mujeres que sobresalen en las matemáticas. Cualquier persona que haya observado a una enfermera durante una emergencia médica sabe que las mujeres no se dejan controlar completamente por sus emociones. Muchas trabajan serena y eficazmente bajo presión. Y, ¿cuántos hombres siempre se mantienen serenos, usan lógica y ejercen gobierno de sí mismos?

      ¿A qué se deben las diferencias? Muchos creen que estamos hechos de manera diferente tanto por dentro como por fuera. Dicen que las hormonas femeninas o las masculinas hacen que el cerebro —no solo el cuerpo— de la persona funcione de manera masculina o femenina. Otros insisten en que las diferencias entre los hombres y las mujeres se deben a la manera de criar a los niños y las niñas. Aún otros ven una interacción entre los dos factores mencionados: el trato diferente que reciben los niños y las niñas refuerza el efecto que las hormonas tienen en el cerebro. Sea cual sea la razón, sí existen diferencias.

      Por consiguiente, a las mujeres no siempre se les ha tratado bien. A menudo se les ha explotado, y se les ha limitado mucho la libertad. Consideremos algunos ejemplos.

  • Las mujeres... ¿personas de segunda clase?
    ¡Despertad! 1982 | 22 de agosto
    • Las mujeres... ¿personas de segunda clase?

      NO HACE mucho cierto hombre compareció ante el tribunal de un país asiático que reconoce a los hombres y las mujeres como iguales ante la ley. Se le acusó de asesinar a su esposa adúltera y se le halló culpable. ¿Cuál fue el castigo? Condena condicional. Casi inmediatamente después, un ama de casa compareció en el mismo tribunal ante el mismo juez. Se le acusó de asesinar a su esposo porque éste había estado persiguiendo a otras mujeres. Se le halló culpable y se le sentenció... ¡a quince años de prisión!

      Muchas mujeres se quejan de que a menudo se les considera ciudadanas de segunda clase y que no se les dan los mismos derechos ni las mismas protecciones y consideraciones que reciben los hombres. La triste verdad es que en muchos países a las mujeres no se les estima ni aprecia tanto como a los hombres. La experiencia que se acaba de relatar es solo un ejemplo de esto. Hay muchas más.

      Entre algunos beduinos, cuando nace un bebé alguien tiene el cometido de dar las noticias al padre. Si el bebé es un varón, al padre se le saluda con una palabra que significa “buenas noticias.” Este generalmente da un pequeño regalo al que le comunica las noticias y sacrifica una oveja o celebra un banquete si puede darse tal lujo. Pero si se trata de una niña, no se pronuncia la palabra de “buenas noticias,” ni se da regalo ni hay banquete. En esta tribu, a la hora de comer los hombres de mayor edad comen primero, luego los más jóvenes y los niños, y por último todas las mujeres y las niñas.

      Hay países donde no se permite a las mujeres conducir automóviles. No pueden viajar sin el permiso de su esposo o tutor y aun así solo acompañadas de parientes. Tampoco pueden presentarse en compañía mixta en ocasiones sociales ni tener un trabajo que las ponga en contacto con hombres. Y aunque tengan la tarea de cuidar de niñitos, no tienen oportunidades de educarse.

      Considere también este triste informe. En la India, que ocupa el segundo lugar entre los países más poblados del mundo, “no es poco común hoy día oír hablar de bebés abandonados en los canales de desagüe de la ciudad, en la selva o fuera de un templo o una inclusa. Por cada niñito abandonado, hay cinco niñitas abandonadas. Enfermeras experimentadas que trabajan en hospitales públicos informan que el deseo de deshacerse de las niñitas es tan fuerte que hay que obligar a algunas madres para que las alimenten. A veces el deseo de deshacerse de las niñitas hasta lleva a los padres y madres a cometer infanticidio.”—India Today, 1-15 de agosto de 1980.

      Se informa que en ese país se considera a las niñas un inconveniente desde el punto de vista económico, de aquí el desaliento que se experimenta cuando ellas nacen. El casarlas cuesta mucho dinero, y una vez que se casan, están a merced de sus parientes políticos. El hecho de que esto puede llevar a gran infelicidad se mostró recientemente en el titular de un periódico que decía: “El suicidio entre las mujeres alcanza proporciones alarmantes en la India.”

      Claro, las mujeres no se hallan oprimidas en todas partes. Hay países donde ellas ejercen gran influencia y parece que casi tienen igualdad con los hombres. Y aun donde no se les trata como iguales, a menudo se les protegen sus derechos. Sin embargo, millones de mujeres viven en condiciones de gran desventaja. A veces se hallan abrumadas por el puro trabajo duro.

      ¿Quién trabaja más?

      En primer lugar, en muchos de los países más pobres del mundo las mujeres efectúan la mayor parte del trabajo relacionado con la producción del alimento. Un estudio que llevaron a cabo las Naciones Unidas en cierta región africana reveló que los hombres de allí trabajaban un promedio de 1.800 horas al año en la agricultura, y entonces su trabajo quedaba más o menos terminado. Por otro lado, las mujeres trabajaban un promedio de 2.600 horas al año en los campos, y entonces su trabajo sólo había comenzado. Además del trabajo de labranza, tenían que desempeñar sus acostumbrados quehaceres domésticos.

      Así, las mujeres de allí trabajan por término medio ocho horas al día, casi todos los días, cincuenta y dos semanas al año, antes que puedan comenzar a cocinar, lavar ropa, limpiar y hacer otros quehaceres domésticos... para los cuales, desde luego, generalmente no tienen ninguna de las comodidades modernas. En el África las mujeres hacen entre el 60 y el 80 por ciento de todo el trabajo agrícola, más el 50 por ciento de la cría de ganado, y el 100 por ciento del indispensable tratamiento de los alimentos.

      Un estudio tocante a una aldea asiática reveló que por término medio el día de trabajo de las mujeres era de dieciséis horas. En el caso de las mujeres más jóvenes, esta carga de trabajo estaba combinada a menudo con la preñez, el alumbramiento y el amamantar... trabajos que por sí solos son bastante agotadores.

      Al parecer, mucha de la ayuda que los países pobres reciben del extranjero solo contribuye a este problema, ya que a menudo va dirigida a los trabajos que tradicionalmente hacen los hombres. Por ejemplo, cierto país africano importó cien tractores, pero solo una escardadora mecánica. ¿En qué resultó esto? El tiempo que tomaba arar la tierra —trabajo del hombre— se redujo de manera drástica, mientras que el tiempo que tomaba sembrar y desherbar —trabajo de la mujer— aumentó correspondientemente. ¡Parece que muchas mujeres necesitan todo ese aguante que es inherente a ellas tan solo para sobrevivir!

      Por supuesto, en los países más pobres la vida de todos es difícil. Hay mucha pobreza abyecta, desnutrición, enfermedades horrorosas y gran ignorancia. A menudo tanto los hombres como las mujeres se hallan atrapados por tradiciones opresivas que les impiden obrar de modo más humano y razonable los unos para con los otros. Pero hay que admitir que en muchos casos las cargas más pesadas caen sobre las mujeres. El solo seguir adelante en medio de tales dificultades es un logro en sí mismo.

      Pero, ¿qué hay de países donde la situación de las mujeres es más llevadera?

      [Recuadro en la página 6]

      ¿Enseña la Biblia que las mujeres son de naturaleza inferior, en comparación con los hombres?

      No. Adán llamó a Eva “hueso de mis huesos y carne de mi carne.” (Génesis 2:23) Eva era el “complemento” de Adán.—Génesis 2:18.

      Las mujeres a quienes se menciona en la Biblia hicieron muchas cosas que requerían capacidad intelectual. Huldá sirvió de profetisa al rey Josías. (2 Crónicas 34:22) Débora hizo obra de profetisa y juez entre los israelitas. (Jueces 4:4, 5) Abigaíl aconsejó a David, cuando éste era el rey nombrado, y lo salvó de incurrir en culpabilidad por derramamiento de sangre. (1 Samuel 25:23-35) De la “esposa capaz” se dice que es hábil al comprar. Ella organiza y controla una casa grande, hace el presupuesto y planes para el futuro, participa en el comercio, compra propiedad y organiza empresas agrícolas prósperas. Posee la cualidad de la sabiduría.—Proverbios 31:10-31.

      Además, las mujeres habían de recibir el espíritu santo y profetizar en los últimos días. (Joel 2:28) Ellas figuraban entre los primeros miembros de la congregación cristiana, y habían de desempeñar un papel prominente en difundir las “buenas nuevas.”—Hechos 1:14; 2:4; Salmo 68:11.

  • Las mujeres de países más acaudalados
    ¡Despertad! 1982 | 22 de agosto
    • Las mujeres de países más acaudalados

      DURANTE el siglo pasado, la mayoría de los hombres de Europa y los Estados Unidos parecían concordar con Carlos Darwin en que las mujeres eran inferiores a ellos, y por eso impusieron límites a las libertades de ellas. Las mujeres recibían solo educación limitada y no se les permitía votar. Una vez que se casaban, el esposo controlaba cualquier riqueza que ellas poseyeran, y se les prohibía desempeñar la mayoría de los oficios y profesiones (aunque las mujeres pobres trabajaban largas horas en fábricas, por un salario más bajo que el de los hombres). Se esperaba que, en sentido moral, fueran inocentes y puras... aunque no siempre se esperaba eso de los hombres.

      Entonces las mujeres se rebelaron. Después de años de lucha, finalmente se les permitió votar. Después de eso, se derribaron otras barreras. Se les dieron más oportunidades educativas y se les aceptó en profesiones y oficios que anteriormente eran solo para hombres. Actualmente, las mujeres son políticas, jueces, médicas, abogadas, mecánicas, atletas, científicas, directoras de empresa, soldados y policías. La sociedad tolerante también les permite ser tan “impuras” como los hombres, si ellas lo desean.

      No obstante, todavía les es difícil a las mujeres introducirse en algunas profesiones, mientras que el salario de ellas sigue siendo, como promedio, solo dos terceras partes del que reciben los hombres. Además, algunas mujeres sufren todavía debido a la crueldad de los hombres. Los esposos las abandonan y ellas tienen que criar a los hijos solas. O tienen que trabajar duro para mantener el hogar unido, mientras el esposo se dedica a beber, a jugar o a otros vicios. Además se ultraja a un sinnúmero de mujeres y se golpea severamente a una cantidad innumerable de esposas. Por eso los defensores de la liberación femenina y otras personas continúan luchando por conseguir más cambios.

      A pesar de la lucha actual, no se puede negar que la mujer ahora tiene muchas oportunidades en lo que antes se consideraba el “mundo masculino.” En parte esto se debe a que, por la primera vez en la historia, las mujeres casadas pueden controlar hasta cierto grado el tamaño de su familia. Por eso, hasta pueden optar por no tener hijos y dedicar su vida a una carrera.

      Muchas mujeres aprecian estas libertades adicionales. Pero dichas libertades también han creado problemas para la mujer del siglo veinte.

      ¿Cómo se puede saber ... ?

      Cierta joven que cursa el primer año en la universidad de Princeton dijo: “La maternidad es importante para mí. También lo es el tener una carrera. No es fácil seleccionar.” Otra joven se expresó así: “Casi puede decirse que es más difícil ahora porque tenemos alternativa. Uno quiere hacer lo correcto. Desea ser feliz. Pero, ¿cómo se puede saber qué cosa resulta en felicidad?”—Times de Nueva York.

      ¿Cómo resuelven las mujeres este problema? Muchas sacrifican su carrera, se quedan en casa y crían familias. Una dijo: “Mis hijos siguen ocupando el primer lugar de importancia. He dejado por ahora la idea de seguir tras una carrera porque ellos son, según mi opinión, la contribución más importante que puedo hacer a la sociedad.” Sin embargo, algunas que han hecho esta selección informan que se sienten desdichadas debido a que se les considera “sencillamente un ama de casa.”

      Otras resuelven este problema de modo contrario. Creen que la carrera que tienen en mente vale la pena, y sacrifican el tener una familia. Por otro lado, otras mujeres se esfuerzan por tener ambas cosas... una familia y una carrera. ¿Cómo lo logran? Cierta mujer que es directora de una empresa de relaciones públicas contesta: “Uno puede tenerlo todo, pero prepárese para estar cansada siempre.”

      La selección no es fácil. Pero aun si una mujer opta por alguna profesión interesante, sus problemas no terminan ahí.

      Pagan un precio

      La Dra. Ruth Moulton, sicoanalista, dijo: “Varias pacientes mías tienen úlceras pépticas, algo que anteriormente se limitaba mayormente a los varones. Una cantidad cada vez mayor de mujeres se quejan de tener migraña. Y he visto un gran aumento en alergias, particularmente en las de tipo asmático y bronquial, en las que la ansiedad agrava la tos y la respiración jadeante.”

      El Dr. Hans Selye, endocrinólogo, dijo que mientras más mujeres tomen empleos que anteriormente eran para hombres, “más sujetas están a ser víctimas de las llamadas enfermedades de hombres, como infartos cardíacos, úlceras gástricas e hipertensión. Obtienen las mismas satisfacciones, pero pagan un precio.”—Sunday News Magazine (Nueva York).

      Se ve, pues, que a medida que las mujeres comparten las perspectivas de los hombres, también comparten las enfermedades de ellos.

      ¿Es eso verdadera libertad?

      Las nuevas libertades también hacen víctimas de las mujeres de maneras ocultas a ellas. La sociedad tolerante las anima a abandonar la moralidad “chapada a la antigua” y a ser más laxas. Los métodos modernos de contracepción han eliminado (hasta cierto grado) la amenaza de preñeces no deseadas, mientras que la medicina moderna puede (hasta cierto grado) controlar las enfermedades venéreas. No obstante, las jóvenes han hallado que hay otros problemas relacionados con la inmoralidad. También les cuesta en sentido emocional.

      Una periodista dijo con perspicacia lo siguiente: “No creo que a las mujeres les convenga estar acostándose en su juventud con quien les plazca, porque opino que las jóvenes son criaturas agradables, idealistas y cariñosas a las que se debería desarrollar como personas, y no explotar.” Ella siguió diciendo: “Las mujeres necesitan sentir que se les aprecia por lo que son y no sencillamente por su sexualidad ... La promiscuidad hace que la mujer, al fin y al cabo, se haga insensible.”—Sunday Telegraph (Londres).

      El hostigamiento sexual es otro peligro al que se encaran las mujeres a medida que llegan a ser parte de la fuerza obrera. En los Estados Unidos “el 50 por ciento de las mujeres, o un poco más, [de un departamento del gobierno] ... informaron incidentes de hostigamiento sexual” que van desde miradas lascivas hasta ultraje.—Times de Nueva York.

      Y he aquí otros dos problemas. El primero: cuando una mujer tiene éxito y llega a ganar más dinero que su esposo, es probable que el esposo sienta que se le está retando, o quizás se sienta inseguro... lo cual pudiera sujetar el matrimonio a tensiones severas. Cuando esta situación surgió en la vida de cierta mujer, ella accedió a abandonar una carrera próspera en bienes raíces.

      ¿Cuál es el segundo problema? “Las mujeres siguen llevando el peso de las responsabilidades domésticas y del cuidado de los hijos, aunque tengan empleo de jornada entera y, a pesar de todas las retóricas al contrario, hay poca diferencia entre las clases sociales. De hecho, se puede decir que las mujeres tienen menos libertad ahora que hace 40 años.”—The Guardian (Londres).

      Es probable que muchas mujeres prefieran quedarse en casa. Pero si tienen que ayudar en el pago de los gastos domésticos y hacer todo el trabajo doméstico también, llevan una carga pesada.

      ¿Quién tiene la culpa?

      Por eso, aunque desde algunos puntos de vista la mujer se halla en mejor situación que antes, los problemas continúan. ¿Por qué?

      Por supuesto, hay que atribuir a los hombres gran parte de la culpa. Hombres que despliegan las “obras de la carne” son los que hostigan a las jóvenes en los lugares de empleo o las ultrajan violentamente. (Gálatas 5:19) Esposos que son “amadores de sí mismos ... sin tener cariño natural” son los que se aprovechan egoístamente de su esposa, o la golpean. (2 Timoteo 3:2, 3) Otros hombres son desconsiderados y quizás no se den cuenta de que los quehaceres domésticos requieren vigorosa labor física, y que a menudo la esposa agradecería que su esposo le brindara alguna ayuda.

      Sin embargo, a menudo también es culpa de la tradición y la cultura. Existe la idea tradicional de que ciertos empleos son “trabajo de hombres” y otros “trabajo de mujer.” Por eso muchos hombres se sienten demasiado avergonzados como para ayudar en el hogar o participar en “trabajo de mujer” en los campos, por temor de que otros se burlen de ellos.

      Además, el mundo moderno tiene que cargar con parte de la culpa. El mundo moderno produce presiones que les causan úlceras a las mujeres (y hombres) de negocios. El mundo moderno produjo la “libertad sexual” que hace víctimas de las jóvenes que temen decir: No, y cierra los ojos ante el hostigamiento en los lugares de empleo. Y el mundo moderno produce la situación en que la mujer tiene que escoger entre dos cosas que desea intensamente.

      ¿Hay ayuda alguna que pueda conseguirse respecto a esos problemas? Sí, la hay. Permítanos presentarle a varias mujeres que están manejándolos con éxito.

  • Problemas y esperanzas de las mujeres del siglo XX
    ¡Despertad! 1982 | 22 de agosto
    • Problemas y esperanzas de las mujeres del siglo XX

      CONSUELO es de Puerto Rico y ha estado casada por nueve años. En lo que tiene que ver con los problemas a los que se enfrentan las mujeres en tiempos modernos, ella opina que el mundo aún no ha logrado dar consejo alguno que sea mejor que el que se encuentra en la Biblia.

      Por ejemplo, respecto al asunto de que los hombres y las mujeres reciban igual pago, ella dice: “El hombre y la mujer probablemente debieran recibir el mismo salario si tienen capacidad similar y si ambos trabajan diligentemente. Comprendo por qué algunas mujeres se sienten amargadas. Pero considero las cosas desde otro punto de vista.

      “Para mí, el salario que gane no es la cosa más importante de la vida. Creo que yo trabajaría por una de dos razones: o porque necesito el dinero, o porque mi trabajo tiene que ver con algo que a mi juicio vale la pena. En el primer caso, si estuviera ganando lo suficiente como para satisfacer mis necesidades, entonces estaría satisfecha. La Biblia advierte: ‘Los que están determinados a ser ricos caen en tentación y en un lazo.’—1 Timoteo 6:9.

      “Si uno se compara con otros, siempre hallará a alguien cuya situación es mejor que la suya. En muchos casos, los hombres sí ganan más que las mujeres. Pero en cambio, las mujeres estadounidenses ganan más que los hombres y las mujeres de la mayor parte de los demás países. Contribuye a la tranquilidad mental el que uno se compare con los que están en una situación peor que la suya, en vez de con los que están en mejor situación.

      “Por otro lado, si yo estuviera desempeñando un trabajo que me pareciera que en sí vale la pena, entonces el dinero no sería un factor muy importante.”

      No sea una víctima

      Respecto a la llamada revolución sexual, las cristianas reconocen que, en realidad, ésta hace víctimas de las mujeres. El entretenimiento popular y otras formas de propaganda llevan a los hombres a creer que las mujeres quieren ser inmorales, y a las mujeres se les hace creer que tienen que ser inmorales a fin de parecer normales.

      Pero la persona cristiana conoce los límites. La Biblia nos dice: “Esto es voluntad de Dios ... que se abstengan de la fornicación.” (1 Tesalonicenses 4:3) La mujer que sigue este consejo tal vez tenga que aprender a decir: No. Pero evitará los problemas angustiosos que resultan de la promiscuidad. Y estará agradando a Dios.

      ¿Qué hay del problema del hostigamiento sexual en el trabajo? A menudo, la conducta cristiana puede determinar lo que suceda en tal situación, como descubrió Connie.

      Connie es una joven que lleva cinco años de casada y anteriormente trabajaba en una oficina grande. Pero ella pudo evitar el problema del hostigamiento sexual, y explica cómo lo hizo: “Mucho tiene que ver con la manera de comportarse. Si una muchacha mantiene sus relaciones con los hombres a un nivel formal —y muestra, tal vez, que tiene un sentido del humor, pero no para cierta clase de chiste— la mayor parte de ellos la respetarán.

      “Observé que algunas jóvenes que trabajaban en la oficina trataban a los hombres con demasiada familiaridad, pues compartían chistes subidos de color con ellos y miraban revistas de gusto dudoso. Aunque a los hombres parecía gustarles la familiaridad, les perdían el respeto a estas muchachas. Por mi parte, siempre que oía relatar un chiste sucio o palabrotas, me alejaba. Después de cierto tiempo, parece que llegaron a respetarme por la postura que adopté, y no me molestaban.”

      Lo que Connie estaba haciendo en efecto era aplicar el siguiente consejo bíblico: “Que la fornicación e inmundicia ... ni siquiera se mencionen entre ustedes, así como es propio de personas santas.” (Efesios 5:3) Y esto le sirvió de protección. Claro, esto no desanimará a los hostigadores más resueltos. Consuelo conoció a una muchacha que tuvo que irse de una firma debido al comportamiento de cierto hombre para con ella. Este fue un paso prudente, conforme al consejo bíblico que dice: “Huyan de la fornicación.”—1 Corintios 6:18.

      Los esposos y los quehaceres domésticos

      Con relación al asunto de prestar ayuda el esposo con las tareas del hogar, Gladys, quien ha criado a una familia, opina que esto frecuentemente tiene que ver con lo que los jóvenes aprenden en casa. Antes de la guerra, cuando muchas mujeres no trabajaban fuera de la casa, en muchos hogares solo parecía natural que las mujeres desempeñaran todos los quehaceres domésticos. Los hijos crecieron con la idea de que así era como debía ser, y es probablemente por eso que a muchos hombres hoy les parece extraño hacer faenas de la casa. Pero la situación ha cambiado. “Ciertamente sería bueno,” dice Gladys, “en aquellos casos en que tanto el marido como la esposa están trabajando, que los hombres hicieran su parte en el hogar. Supongo que ahora queda con las madres preparar a sus hijos para que desempeñen los quehaceres del hogar al igual que preparan a sus hijas.

      “Me parece que una pareja joven debería poder hablar sobre el problema y resolverlo de manera apropiada. Ciertamente, un hombre maduro que ‘ama a su esposa como a sí mismo,’ no podría con buena conciencia sentarse tranquilo en un sillón mientras su esposa que ya está cansada hace los quehaceres domésticos... a no ser que ella prefiera que sea así.”—Efesios 5:33.

      El problema de la felicidad

      En lo que tiene que ver con escoger entre seguir una carrera y criar hijos, Gladys opina que los principios cristianos pueden ser útiles con respecto a esto también. Ella ha seguido una carrera y ha criado a una hija, y dice: “Es cuestión de ser equilibrada. Procuré que mi hija no sufriera debido a mi carrera, pero, a la vez, me parecía que lo que yo estaba haciendo era importante. Por eso me sentí impulsada a continuar mi carrera.”

      “Una cosa que puedo decir,” dijo ella además, “es que cada persona tiene que tomar su propia decisión al respecto. Cada mujer tiene que contestar la pregunta: ‘¿Qué es lo que realmente quiero hacer con mi vida?’ La mayor parte de las mujeres sienten un fuerte deseo de ser madres, y ésta es una parte hermosa y esencial de nuestra naturaleza humana. Si una joven sacrifica la oportunidad de realizar esto, debería hacerlo por una buena razón.”

      La Biblia muestra que la mujer, o el hombre, tienen que estar logrando algo que sea constructivo a fin de sentirse verdaderamente felices. (Hechos 20:35; Eclesiastés 2:8, 10, 11) El ser padre o madre puede satisfacer dicha necesidad. También la pueden satisfacer ciertas carreras.

      Consuelo dice: “Mi carrera tiene que ver con el ministerio cristiano y me parece que realmente estoy logrando algo. Las muchachas que escogen esta carrera que les permite ‘dar tanto de sí,’ en vez de ser madres, reciben muchos galardones que las compensan con creces. Pero cada cual debe escoger por sí misma. Y si ha hecho su selección debido a buenas razones, no se sentirá perturbada por lo que otros digan.”

      Cómo mejorar la situación

      Así, cuando se ponen en práctica principios bíblicos, es posible manejar muchos de los problemas a los que tienen que enfrentarse las mujeres hoy. Pero, ¿basta con simplemente “manejar” los problemas? ¿No hay algo más que las mujeres deben hacer al respecto?

      Connie hizo el siguiente comentario: “No creo que lo que está sucediendo en la Tierra hoy sea la voluntad de Dios para la humanidad. Creo que la voluntad de Dios es que las mujeres reciban mejor trato que el que suelen recibir. Pero Dios ha mostrado que Su manera de resolver el problema es por medio de Su reino. Es por eso que oramos: ‘Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.’ (Mateo 6:9) Me parece que la mayor contribución que la cristiana puede hacer es usar sus energías en trabajar para que se cumpla esa oración.

      “Una manera de lograr esto es instruyendo a la gente en cuanto a la voluntad de Dios. Sé que los testigos de Jehová están predicando por todo el mundo acerca del reino de Dios, y están enseñando a los hombres que sus esposas no son criaturas inferiores. Debido a esto, en muchas familias se están corrigiendo ideas tradicionales que habían resultado en que se oprimiera a las mujeres.”

      Gladys está de acuerdo con esta declaración: “Sí, se está educando a los hombres para que traten a sus esposas de una manera cristiana. Los hombres que verdaderamente son cristianos no abandonan a sus familias. Tampoco desperdician el dinero en el juego o la bebida ni rehúsan ayudar con el ‘trabajo de mujer’ cuando es necesario. Los hombres aprenden esto cuando responden a la obra educativa de los testigos de Jehová.”

      Pero aunque los individuos cambien, no podemos imponerle al mundo un cambio radical... por más que quisiéramos hacerlo. Los problemas están demasiado arraigados. No obstante, la Biblia dice: “El mundo va pasando y también su deseo.” (1 Juan 2:17) Y junto con él pasarán todos los prejuicios e injusticias que hay en éste.

      Además, la Biblia ofrece una solución más duradera: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.” (2 Pedro 3:13) Este nuevo sistema está muy cerca. Y centenares de miles de mujeres reconocen que éste es la verdadera solución de los problemas de las mujeres del siglo veinte.

      En el siguiente artículo, queremos relatar al lector las experiencias de tan solo una de dichos centenares de miles de mujeres.

      [Recuadro en la página 12]

      ¿Obra la Biblia en contra de los intereses de las mujeres?

      Algunas personas opinan que sí porque la Biblia enseña que el hombre ha de ejercer jefatura sobre la mujer, especialmente en los arreglos de familia y de congregación. Sin embargo, considere lo que dice además:

      ● “Esposos, continúen amando a sus esposas, así como el Cristo también amó a la congregación.” (Efesios 5:25)

      ● “Los esposos deben estar amando a sus esposas, como a sus propios cuerpos”. (Efesios 5:28)

      ● “Ustedes, esposos, continúen morando con [sus esposas] de igual manera de acuerdo con conocimiento, asignándoles honra.” (1 Pedro 3:7)

      ● “La forma de adoración que es limpia e incontaminada desde el punto de vista de nuestro Dios y Padre es ésta: cuidar de los huérfanos y de las viudas en su tribulación.” (Santiago 1:27)

  • ¿Le importan a Dios las mujeres?
    ¡Despertad! 1982 | 22 de agosto
    • ¿Le importan a Dios las mujeres?

      ‘¡Sí!,’ contesta la que escribió esta experiencia de la vida real

      “HACE unos años había llegado a un momento crítico en mi vida y veía que verdaderamente necesitaba la ayuda de Dios. Pero ¿podía acudir a él confiada de que él tendría suficiente interés en mí como para ayudarme? Debo confesar que tenía dudas. ¿Por qué? Porque soy mujer, y había llegado amargamente a la conclusión de que a Dios realmente no le importaba mucho lo que les pasara a las mujeres. ¿Qué me hizo tener un punto de vista tan negativo de Dios? Las experiencias que tuve mientras me criaba me llevaron a pensar de esa manera.

      “Puede que usted sepa que en un tiempo el mormonismo, religión prominente de Utah, E.U.A., fomentó la práctica de la poligamia. Entonces, en 1890, hubo un cambio de política, y ya no se permitía la poligamia a los mormones en general. Pero no todos estuvieron de acuerdo con el cambio. Algunos fundamentalistas comenzaron a organizar sus propias sectas, y secretamente continuaron la práctica de tomar varias esposas.

      “Así sucedió que, cuando yo era muy joven, mi padre se puso a investigar algunas de esas sectas fundamentalistas para ver si tenían la verdad. Como consecuencia de su investigación, decidió que la poligamia verdaderamente era la voluntad de Dios para la humanidad.

      “¡Qué decisión fue ésa! Mi madre ya le había dado cuatro hijos y estaba esperando el quinto. Ella estaba confundida y amargada. Discutió y lloró, y cuando fue al hospital para dar a luz a su quinto hijo quería morir. De hecho, estuvo a punto de morir, pero finalmente se recuperó. Con el tiempo, llegó a creer que tal vez la poligamia era la voluntad de Dios, pero nunca creyó que mi padre era el hombre adecuado para vivir esta ‘alta ley de Dios.’

      “A medida que mi padre se envolvía cada vez más en la poligamia, nos recordaba constantemente que él estaba haciendo ‘la voluntad de Dios.’ Aquellas palabras, ‘la voluntad de Dios,’ se grababan en mi mente cada vez que lo veía prepararse para una cita amorosa, cumpliendo ‘virtuosamente’ con su deber al salir con otras mujeres y no con mi madre. Cada vez que despertaba de noche y veía a mi madre sola en la cama porque mi padre estaba con otra mujer, no podía olvidar las palabras ‘la voluntad de Dios.’ Comencé a creer que Dios era muy injusto con las mujeres.

      “Sí, culpé a Dios por la situación infeliz de nuestra familia. Por supuesto, ahora sé que no es la voluntad de Dios que el hombre tome varias esposas. La voluntad de Dios es que los hombres sean ‘esposos de una sola mujer,’ y que ‘los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos,’ y no estar causándoles aflicción ni inseguridad. (1 Timoteo 3:12; Efesios 5:28) No obstante, en aquel tiempo yo no conocía estas verdades. El que mi padre representara falsamente a Dios resultó en que semillas de amargura fueran sembradas en mi corazón.

      “Mi madre sabía que la situación me molestaba, así que trató de consolarme. Ella razonaba así: ‘Después de todo, la poligamia es mucho mejor que el adulterio, y los hombres son polígamos innatos que no pueden quedarse solamente con una mujer. Parece que Dios los hizo así.’ Pero estas palabras solo hicieron que me sintiera desesperada. ‘¿Por qué hizo Dios a los hombres así?,’ me preguntaba. ‘¿Por qué tiene una mujer que compartir su esposo con otras mujeres? ¿Son las mujeres simplemente posesiones de los hombres que sirven para darles hijos?’ Creía en Dios. Pero aceptaba las enseñanzas de mi padre, y comencé a creer que me hallaba en una posición muy desventajosa por ser muchacha.

      Un esfuerzo por separarme

      “En la secta de mi padre era la costumbre que las muchachas se casaran muy jóvenes. Sin embargo, cuando llegué a la adolescencia no podía soportar la idea de entregarme a un hombre solo para llegar a ser una de sus varias esposas. Creía que sería mejor casarme con alguien que no tuviera creencia alguna. Mi padre estaba ocupado con sus otras esposas, o con sus esfuerzos por obtener más esposas, de modo que yo estaba libre para hacer lo que quisiera. Me mantuve lo más separada posible de los miembros de la religión de mi padre, y mi vida se hizo cada vez más impía. Adopté el estilo de vida hippie, y con el tiempo me casé con un joven que llevaba la misma clase de vida. Pero mis problemas no se solucionaron.

      “Descubrí que los hombres pueden maltratar a las mujeres aun sin hacer la ‘voluntad de Dios.’ Me parecía que las mujeres estaban en una posición desventajosa, sin religión lo mismo que con ella. Mi nuevo esposo no abandonó su estilo de vida disoluto después de casarnos. Deduje que los hombres no solamente eran polígamos innatos, sino adúlteros innatos. Casi todo hombre que conocí engañaba a su esposa, así que creía que esto era algo que toda mujer tenía que tolerar tarde o temprano. Además, descubrí otras cosas relacionadas con los problemas físicos de ser mujer. Un penoso aborto, entre otras cosas, me hizo creer que a los hombres les tocaba todo el gozo de la cohabitación, mientras que a las mujeres les tocaban todos los problemas.

      “Por un tiempo fui a las reuniones de un grupo interesado en el movimiento de la liberación femenina. Mediante este grupo me enteré de otras razones por las cuales estar resentida por la situación difícil de las mujeres, pero al poco tiempo dejé de asistir porque parecía que el grupo no estaba logrando nada que me fuera de verdadero valor. Seguí culpando a Dios de ser injusto con las mujeres. Sin embargo, pronto descubrí que yo era la injusta. Estaba juzgando la situación sin prueba suficiente. Al poco tiempo me enteré de que la situación tenía otro aspecto.

      Un modo nuevo de ver los asuntos

      “Necesitaba ayuda desesperadamente. Pero ¿adónde podía ir? Comencé a leer la Biblia por mi propia cuenta y a orarle a Dios. ¿Contestaría Dios mi oración a pesar de que yo era ‘solo una mujer’?

      “Dentro de poco dos jóvenes cristianas me visitaron. Me ofrecieron los números más recientes de las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, dos publicaciones que consideran el significado de la Biblia y las causas de los problemas con los que nos enfrentamos en este mundo. No tenía dinero, pero me dieron las revistas de todos modos. No las leí, tampoco leí los siguientes números que las jóvenes me trajeron. Pero con el tiempo convine en estudiar la Biblia con una de las jóvenes.

      “Al principio el estudio no me interesaba mucho. Pronto, sin embargo, aumentó mi interés. Comencé a ver con otros ojos las historias de la Biblia que mi padre me había relatado para justificar sus acciones. Vi la razón por la cual la gente —tanto hombres como mujeres— sufre. Aprendí el punto de vista de Dios, que él no consiente en que los hombres opriman a las mujeres. No es la ‘voluntad de Dios’ que los hombres tengan varias esposas, ni que hagan otras cosas que les causen dolor o sufrimiento. Descubrí que, en verdad, ‘Dios es amor,’ y comencé a responder a su amor.—1 Juan 4:8.

      “No obstante, todavía tenía dudas en cuanto a cómo Dios realmente considera a las mujeres. Oré para recibir más ayuda.

      Un entendimiento más profundo

      “Cierto día leí la historia de Jacob en el libro de Génesis. Anteriormente, siempre había evitado este relato porque tenía que ver con la poligamia. Sin embargo, ahora me puse a leerlo.

      “Jacob estaba enamorado de Raquel, y había trabajado siete años para poder casarse con ella. No obstante, se le obligó con engaño a casarse con la hermana mayor de ésta, Lea. El padre de las dos muchachas, Labán, alegó que él había engañado a Jacob porque era costumbre que la hija mayor de la familia se casara primero. Siete días más tarde Jacob se casó con la muchacha que realmente amaba, Raquel... aunque tuvo que trabajar otros siete años para pagar el precio nupcial por ella. Entonces Lea empezó a sentir la angustia de ser una esposa que no era amada.—Génesis 29:16-30.

      “A medida que leía la historia, ésta comenzó a cobrar significado nuevo. Dios no fue quien causó que Jacob tomara dos esposas. Un hombre, Labán, lo embaucó. Y ciertamente no fue Dios quien hizo que Lea fuera una esposa no deseada. De hecho, Jehová fue el único que la consoló en su tristeza. Lea reconoció repetidas veces que Jehová le había ayudado. No solo eso, sino que Jehová también ayudó a Raquel cuando ella se sintió desdichada.—Génesis 29:31-35; 30:22-24.

      “Me conmovió profundamente leer acerca de la bondad que Jehová manifestó a estas dos mujeres y cómo se preocupó por ellas. El no trató los problemas de ellas como algo insignificante ni simplemente como ‘asuntos de emoción femenina,’ y por lo tanto sin verdadera importancia. La situación de ellas realmente le importaba.

      “Después de eso hallé muchos otros relatos en la Biblia que mostraban fuera de duda que a Jehová Dios le importan las mujeres. Llegué a confiar en que, así como Dios había escuchado las oraciones de Lea y Raquel mientras éstas sobrellevaban una situación que estaba lejos de ser ideal, Dios también escucharía mis oraciones sinceras.

      “Además, el relato de la creación de Eva me mostró el valor y la necesidad de la mujer en la escena terrestre. (Génesis 2:18) La mujer era un complemento del hombre. Por lo tanto, sus cualidades diferentes enriquecían a la raza humana. Devoré el consejo y estímulo que contiene la Biblia especialmente para las mujeres.—Proverbios 31:10-31; 1 Pedro 3:1-6; Mateo 26:6-13.

      “Noté que, aunque la Biblia muestra que ‘la cabeza de la mujer es el varón,’ aconseja a los hombres que traten a las mujeres con respeto y consideración. (1 Corintios 11:3; 1 Pedro 3:7; Proverbios 5:18-21; Efesios 5:28-33) Y sobre todo me conmovió ver cómo Jehová recuerda a las viudas, quienes en la época primitiva —y a menudo hoy también — eran pobres y desamparadas.—Santiago 1:27.

      “En otro tiempo había creído que los hombres tenían toda la diversión y las mujeres todo el sufrimiento en materia de sexo. Pero después de haber tenido tres hijos, llegué a ver el alumbramiento como una gran bendición que Dios ha dado a las mujeres. Aun en medio del dolor, muchas mujeres concuerdan en que esta experiencia es una de las más emocionantes que pudiera tener una mujer, un gozo del cual los hombres solo pueden admirarse, pero nunca realmente conocer.

      “Eso no quiere decir que un sexo sea mejor o más importante que el otro. El apóstol Pablo resume el asunto muy bien: ‘Además, en lo relacionado con el Señor ni es la mujer sin el varón ni el varón sin la mujer. Porque así como la mujer procede del varón, así también el varón es por medio de la mujer; pero todas las cosas proceden de Dios.’—1 Corintios 11:11, 12.

      “Así fue que vine a darme cuenta de que a Dios sí le importan las mujeres. Para las mujeres que se sienten oprimidas en este sistema de cosas, el mejor refugio es el estar con El. Quisiera invitar a todos a que investiguen la Biblia y al Dios imparcial de ésta, Jehová. En lo relacionado con la salvación, él es un Dios que ofrece ‘igualdad de oportunidades.’ Todos podemos amar a Jehová y ser amados por él.”—Contribuido.

      Los publicadores de esta revista tendrían mucho gusto en ayudarle a responder a la invitación de esta persona.

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