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  • ¿Por qué tienen que mantenerse separados del mundo los cristianos?
    La Atalaya 1980 | 1 de noviembre
    • ¿Por qué tienen que mantenerse separados del mundo los cristianos?

      Hoy en día hay muchísimos millones de personas que profesan ser seguidores de Jesucristo. Sin embargo, es una cosa alegar ser cristiano y otra cosa realmente ser cristiano. Jesús mismo hizo resaltar este punto en su Sermón del Monte: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, . . . y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obreros del desafuero.”—Mat. 7:21-23.

      Entre las muchas cosas que distinguen a los cristianos genuinos de los que lo son únicamente de nombre es el que los primeros se mantienen separados del mundo. Jesús hizo hincapié en eso la noche en que fue traicionado, pues dijo a sus seguidores: “Si el mundo los odia, saben que me ha odiado a mí antes que los odiara a ustedes. Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia.” Mostró la importancia de esto mismo al orar a su Padre celestial aquella noche, pues declaró: “Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo.”—Juan 15:18, 19; 17:16.

      ‘No ser parte del mundo.’ Eso significa mantenerse separado del mundo. No hay duda de eso. Pero ¿a qué estaba refiriéndose Jesús al usar la expresión “el mundo”? Jesús hizo una distinción entre sus seguidores y aquel “mundo” cuando dijo en oración: “Yo hago petición respecto a ellos [los discípulos]; no hago petición respecto al mundo, sino respecto a los que me has dado; porque tuyos son.” (Juan 17:9) Por la expresión “el mundo,” Jesús ahí demuestra que está refiriéndose al inicuo e impío mundo, o kosmos, que está compuesto de aquellos de quienes el apóstol Juan dice que están “yaciendo en el poder del inicuo.” (1 Juan 2:15-17; 5:19) El dios y gobernante de este mundo es Satanás el Diablo.

      LO QUE CONSTITUYE EL MUNDO

      Satanás ha organizado este mundo en varias partes o divisiones. Una de las más sobresalientes es Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa, al que se describe en Revelación 17:3-6 como “la madre de las rameras y de las cosas repugnantes de la tierra.” Se dice que ésta se halla borracha con la sangre de los santos, los testigos de Jesús.

      Otra parte muy prominente del mundo de Satanás son los reinos políticos de la Tierra, descritos por el apóstol Juan como una bestia que asciende del mar y que tiene siete cabezas y 10 cuernos. (Rev. 13:1) Se ve que estos reinos son parte del mundo de Satanás porque Satanás pudo ofrecérselos a Cristo Jesús a condición de que él le rindiera un acto de adoración.—Mat. 4:8, 9.

      Como parte de su mundo, Satanás también controla un sistema comercial que es despiadadamente codicioso y opresivo. En Revelación 18:11 se representa a éste como “comerciantes viajeros.” Este sistema comercial explota a la gente común y se esfuerza por mantenerla en esclavitud, en un cautiverio económico, tal como Babilonia la Grande se esfuerza por mantener a la gente en un cautiverio religioso y los gobiernos de este mundo se esfuerzan por mantener a la gente en cautiverio político.

      El mundo de Satanás también está corrompido por toda suerte de prácticas inmorales, como lo indica el apóstol Juan en 1 Juan 2:15, 16: “No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo.”

      POR QUÉ MANTENERNOS SEPARADOS DEL MUNDO

      ¿Por qué se manda a los cristianos que se mantengan separados del mundo que está bajo el control de Satanás? Primeramente, notemos lo que no significa el mantenernos separados del mundo. No significa que no debemos tener absolutamente nada que ver con aquellos que tienen el espíritu del mundo, que están envueltos en religión falsa, en política corrupta, o en codiciosos proyectos comerciales o inmorales. Pues en tal caso, como nos lo recuerda el apóstol Pablo, tendríamos que salir literalmente del mundo. (1 Cor. 5:9, 10) El mantenernos separados del mundo tampoco significa que no podamos disfrutar de entretenimiento sano o que no podamos visitar a familiares o permitir que ellos nos visiten solo porque no sean creyentes.

      Más bien, el mantenernos separados del mundo está relacionado con la cuestión que tuvo su principio cuando Jehová Dios predijo que habría enemistad entre la descendencia de la mujer, la santa organización de Dios, y la descendencia del dios de este mundo, Satanás el Diablo. Significa mantenernos equilibrados, no hacernos esclavos de ninguna cosa que este mundo pueda ofrecer. Significa no transigir con este mundo. Tal transigir obviamente desagradaría a Jehová Dios. Significa ‘no andar en el consejo de los inicuos, no pararnos en el camino de los pecadores, y no sentarnos en el asiento de los burladores.’—Sal. 1:1.

      Es de interés notar aquí el punto de vista que tenían en cuanto al mundo los cristianos del siglo dos de la era común, como nos lo informa el historiador Cadoux en su obra The Early Church and the World (La iglesia primitiva y el mundo) de 1925 E.C.: “Los escritores de esta época en conjunto tienen un punto de vista muy negro de la condición de la raza humana más allá de los confines de la Iglesia Cristiana. Un gran número de características inicuas se atribuyen al ‘mundo’ o a ‘esta época’: a saber, error, oscuridad, ceguedad, borrachera, engaño, maldad, iniquidad, contaminación, corrupción, futilidad, bajeza, impiedad, irreverencia, incredulidad y blasfemia.”

      Tenemos que mantenernos separados del mundo de Satanás debido a su impiedad y su odio a Jesucristo. El fraternizar con este mundo, o hacernos parte de él, ¿qué hace de nosotros? El discípulo Santiago contesta: “Adúlteras, ¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios.” (Sant. 4:4) ¿Estamos en posición de tener a Jehová Dios como nuestro enemigo? El apóstol Pablo contesta esta pregunta en 1 Corintios 10:21, 22: “No pueden estar bebiendo la copa de Jehová y la copa de demonios; no pueden estar participando de ‘la mesa de Jehová’ y de la mesa de demonios. ¿O ‘estamos incitando a Jehová a celos’? Nosotros no somos más fuertes que él, ¿verdad?”

      La “copa” y la “mesa” de los demonios se encuentran dentro de “Babilonia la Grande.” Esta enseña mentiras, levanta calumnias contra Jehová Dios y ha sido utilizada por Satanás para extraviar a toda la tierra habitada. (Rev. 12:9) Por eso, ¿cómo pueden los verdaderos siervos de Dios tener causa común con cualquiera de las religiones de este mundo? Jesús no practicó la unión de fes. No se unió a ninguna de las sectas del judaísmo que se oponían al yugo romano. Tampoco pueden sus verdaderos seguidores hoy día practicar la unión de fes. Tienen que hacer caso de las palabras de Isaías 52:11: “Apártense, apártense, sálganse de allí, no toquen nada inmundo; sálganse de en medio de ella, manténganse limpios, ustedes los que llevan los utensilios de Jehová.” ¡Qué poderosas razones hay para que los cristianos se mantengan separados de la parte religiosa del mundo de Satanás!

      Hay también razones poderosas por las cuales los verdaderos siervos de Dios, los seguidores sinceros de Jesucristo, tienen que mantenerse separados de la parte política del mundo de Satanás, de todo nacionalismo y política. ¿No están opuestas estas cosas también al reino de Dios? Al estar ante el representante del Imperio Romano, Poncio Pilato, Jesús testificó: “Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta fuente.” (Juan 18:36) Dado que en aquel entonces ni Jesús ni sus seguidores eran parte del mundo político, tampoco lo pueden ser los seguidores de Jesús hoy día. Se puede ver que las naciones del mundo no tienen nada en común con el Dios verdadero, pues el dios de este mundo las está juntando, mediante expresiones inspiradas, a la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso en Har-Magedón. (Rev. 16:14, 16) Como muy bien lo expresa el apóstol Pedro, los cristianos son forasteros y residentes temporales. (1 Ped. 2:11) En armonía con este hecho, el apóstol Pablo en Filipenses 3:20 indica que los verdaderos seguidores de Cristo son ciudadanos de los cielos. Por eso los testigos cristianos de Jehová no participan en la política; tampoco compran ni llevan tarjetas de partidos políticos.

      Puesto que 1 Juan 2:15, 16 nos da advertencia sobre el materialismo y la inmoralidad del mundo, que son exactamente lo opuesto de la devoción piadosa, también tenemos que mantenernos separados de éstos si queremos ser santos como Jehová Dios es santo.—1 Ped. 1:15, 16.

      ¿Qué necesitamos para mantenernos separados del mundo? El próximo artículo dará respuesta a esta pregunta.

  • Lo que se necesita para mantenerse separado del mundo
    La Atalaya 1980 | 1 de noviembre
    • Lo que se necesita para mantenerse separado del mundo

      NO hay duda de que el comprender exactamente cuán inicuo y corrupto es el mundo de Satanás nos ayudará a mantenernos separados del mundo. Con tal entendimiento nos será fácil obedecer el mandato que se encuentra en Salmo 97:10: “Oh amadores de Jehová, odien lo que es malo.” Por más agradables, por más incitantes, que las cosas inicuas puedan parecer a la carne caída, tenemos que odiarlas, como nos ordena el apóstol. (Rom. 12:9) Es más, queremos odiar a los que voluntariosamente demuestran que odian a Jehová, que son odiadores de lo que es bueno. Como lo expresó el David de la antigüedad: “¿No odio yo a los que te están odiando intensamente, oh Jehová, y no me dan asco los que se sublevan contra ti? De veras los odio con un odio completo. Han llegado a ser para mí verdaderos enemigos.” (Sal. 139:21, 22) Expresamos nuestro odio para con éstos, no por medio de querer hacerles daño, ni por desear que les ocurra algún mal, sino por medio de evitarlos como evitaríamos el veneno o una víbora venenosa, pues pueden envenenarnos desde el punto de vista espiritual. Por eso se nos advierte: “No se extravíen. Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles.”—1 Cor. 15:33.

      Y hay que notar que las personas inicuas con las cuales no debemos contaminarnos no son solamente personas con quienes nos topemos casualmente o con quienes nos veamos obligados a asociarnos en los asuntos diarios de la vida, sino también personas con quienes escojamos asociarnos cuando buscamos entretenimiento. Recuerde que se nos ordena: “Que la fornicación e inmundicia de toda clase o avaricia ni siquiera se mencionen entre ustedes, así como es propio de personas santas; tampoco comportamiento vergonzoso.” (Efe. 5:3, 4) Esto significa que no solo evitamos el hacer de estas cosas el tema de nuestras propias conversaciones, sino que tampoco permitimos que éstas se mencionen en nuestra presencia, como sucedería si viéramos programas de televisión o asistiéramos a películas en las cuales tales cosas son el tema de conversación. Más bien, esforcémonos por cultivar el asociarnos con compañeros de creencia que despliegan devoción total, no solo en la congregación y en el servicio del campo, sino también en las actividades sociales. Sí, para mantenernos separados del mundo tenemos que vigilar nuestras asociaciones; de un lado, evitar las malas asociaciones y, del otro, ser diligentes en asociarnos con los que, como nosotros, no son parte del mundo.

      SE NECESITAN FE Y VALOR

      El mantenernos separados del mundo también requiere fe y valor. Para edificar nuestra fe tenemos que cultivar un saludable apetito espiritual, por estar conscientes de nuestra necesidad espiritual a todo tiempo. (Mat. 5:3) Eso incluye el hacer un hábito del estudio personal de la Biblia y asistir con regularidad a las reuniones cristianas. Esta es una esfera en la cual muchos del pueblo de Jehová necesitan mejorar. Cada uno de nosotros con regularidad debería separar tiempo para estudiar personalmente la Biblia. Si es necesario, levántese media hora más temprano. Muchos lo hacen, para poder efectuar tal estudio. Queremos apreciar la Palabra de Dios como el salmista que exclamó: “¡Cómo amo tu ley, sí! Todo el día es ella mi interés intenso. Ando alborozado a causa de tu dicho tal como uno hace al hallar mucho despojo.”—Sal. 119:97, 162.

      La manera en que contribuye la fe firme a mantenernos separados del mundo puede verse por el ejemplo de hombres fieles de la antigüedad. Con relación a éstos, leemos en el capítulo 11 de Hebreos que “el mundo no era digno de ellos.” Ellos habían cifrado sus esperanzas en el reino de Dios y por lo tanto ‘vieron estas cosas desde lejos y las acogieron y reconocieron que eran forasteros, extranjeros, residentes temporales’ en lo relativo al mundo.

      El que valerosamente vayamos de casa en casa con el mensaje de las buenas nuevas del reino de Dios no solo es muestra de nuestra fe y nos ayuda a fortalecerla, sino que también nos ayuda en gran manera a mantenernos separados del mundo. Se nos graba en la mente que existe un gran abismo entre la gente del mundo y los cristianos; y el notar la apatía, la indiferencia, el prejuicio y la franca oposición de muchas de las personas a quienes hablamos nos ayuda a resistir las tentaciones del mundo. Lo mismo es aplicable en lo que toca al testimonio informal. Por hacer esta obra, personas que fueron “hippies” rara vez han tenido dificultad alguna en separarse de las personas con quienes antes se asociaban; éstas se mantienen alejadas de ellos porque no quieren que se les predique.

      FIDELIDAD EN LO MÍNIMO

      El mantenerse uno separado del mundo también requiere que sea fiel en asuntos pequeños. Como dijo Jesús: “La persona fiel en lo mínimo es fiel también en lo mucho, y la persona injusta en lo mínimo es injusta también en lo mucho.” (Luc. 16:10) Si ejercemos cuidado para no seguir al mundo, para no permitir que éste ejerza su influencia sobre nosotros en asuntos pequeños, como en lo referente a vestirse y arreglarse uno de manera provocativa, el no ser honrado en los asuntos de dinero, el practicar el engaño en cuanto a los impuestos, el ser ocioso en el trabajo, el correr riesgos innecesarios, el conducirse de manera relajada con el sexo opuesto... si evitamos todas estas cosas, nos guardaremos de violar las leyes de Dios en asuntos más serios.

      Ese principio se ilustra en el caso de los cuatro hebreos que fueron llevados cautivos a Babilonia, como se registra en el libro de Daniel. Por haber demostrado su fidelidad en el asunto aparentemente insignificante del alimento, pudieron salir victoriosos en asuntos de vida y muerte, en los cuales estaba envuelta la cuestión de obedecer a Dios o a los hombres.—Dan. 1:1-17; 3:1-30; 6:4-23.

      HUMILDAD Y GOBIERNO DE UNO MISMO

      La humildad es otra cualidad que nos ayuda en gran manera a mantenernos separados del mundo. Envuelve el tener una opinión modesta de nosotros mismos, de modo que nunca pensemos más de nosotros mismos de lo que es necesario pensar. (Rom. 12:3) Los que tienen una opinión demasiado elevada de sí mismos pueden llegar a ser blanco fácil para las personas de habla lisonjera de este mundo. Puede decirse que Satanás empleó un argumento lisonjero para engañar a Eva. (Gén. 3:1-7) El ser humildes nos ayudará a estar contentos con las bendiciones espirituales y materiales que tenemos. Si tenemos devoción piadosa y nos bastamos con lo que tenemos, como a ello se nos exhorta en 1 Timoteo 6:6, no estaremos inquietos y anhelando placeres prohibidos, excitación o fuertes emociones por medio de ver la violencia en la pantalla de cine o televisión; no nos sentiremos tentados a obrar con falta de honradez en nuestras relaciones con otros, ni a hacernos codiciosos de ganancia personal. Si tenemos una opinión modesta de nosotros mismos, estaremos contentos con nuestro propio cónyuge y no estaremos echando miradas codiciosas hacia otras personas que tal vez puedan ofrecernos más encanto, placer o compañerismo.

      El mantenerse uno separado del mundo también requiere que uno sepa gobernarse. El tener gobierno de nosotros mismos nos ayudará a tolerar el dolor de modo que no transijamos bajo persecución severa, pues en todo tiempo acudiremos a Jehová Dios para recibir de él la fortaleza necesaria. Es lo mismo con relación a las tentaciones que el mundo de Satanás o las circunstancias puedan ponernos en el camino, es decir, tentaciones para hacernos ceder a las obras de la carne. (Gál. 5:19-21) Si hemos cultivado el fruto del gobierno de nosotros mismos, podremos resistir a todas las tentaciones de esta clase, y hacer lo que el apóstol Pablo dice que él hizo: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado de algún modo.”—1 Cor. 9:27.

      TEMOR A JEHOVÁ Y AMOR ALTRUISTA

      El mantenernos separados del mundo también requiere que temamos a Jehová, lo cual es el principio de la sabiduría. (Sal. 111:10) El temor piadoso respecto a desagradar a nuestro Padre celestial nos mantendrá separados del mundo inicuo. El mundo es muy malo, y el temer a Jehová significa odiar lo que es malo.

      Pero, sobre todo, necesitamos amor altruista para mantenernos separados del mundo. El mundo presenta atracción al egoísmo. El que las tentaciones del mundo no tengan ninguna atracción para nosotros depende del grado al que seamos altruistas. Si verdaderamente amamos a Jehová Dios de todo corazón y alma, con toda nuestra mente y fuerza, le seremos leales y no nos asociaremos con sus enemigos. No resultaremos infieles a él. Y si amamos a nuestros hermanos cristianos nos mantendremos separados del mundo, pues, de no hacer eso, pudiéramos causarles tropiezo, dado que nuestras acciones serían mal ejemplo. Si amamos a nuestra propia familia, nos guardaremos de toda forma de incitación mundana que pudiera tentarnos a ser desleales a ella en pensamiento, palabra o acción.

      RECOMPENSAS DEL MANTENERNOS SEPARADOS

      ¿Cuáles son las recompensas que nos vienen por mantenernos separados del mundo? Una es que podemos disfrutar de la amistad pura de Jehová Dios, Jesucristo y nuestros hermanos cristianos. Además, al mantenernos separados del mundo mantendremos una conciencia limpia y evitaremos los malos frutos que son el resultado de las obras de la carne. (Gál. 6:7, 8) Al mantenernos separados de Babilonia la Grande, no participaremos en su culpa ni recibiremos de sus plagas.—Rev. 18:4.

      El mantenernos separados de las naciones políticas también tiene sus recompensas. Aunque frecuentemente ha resultado en que los verdaderos cristianos sufran penalidades, sin embargo vez tras vez el que ellos se hayan mantenido separados de los conflictos nacionalistas ha sido para ventaja de ellos. En países como el Líbano y el norte de Irlanda, que están divididos por contiendas, la posición de neutralidad de estos cristianos les ha permitido participar libremente en la obra de testificar y hasta les ha salvado la vida.

      Al mantenernos separados del mundo podremos, con beneficio para nosotros mismos, obedecer el mandato que se encuentra en Sofonías 2:3: “Busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová.” Así, tal vez podamos pasar a través de la “grande tribulación” y disfrutar entonces de vida eterna en el nuevo orden de Dios.—Mat. 24:21; 2 Ped. 3:13.

      Por lo tanto, que todos los cristianos verdaderamente dedicados tengan siempre presente la necesidad de mantenerse separados del mundo dominado por Satanás el Diablo. Que siempre reconozcan las muchas razones por las cuales deben hacer eso. Y que se muestren diligentes en cultivar las cualidades que se necesitan para mantenerse separados del mundo.

      Como se muestra en los siguientes artículos preparados para ser estudiados, nuestra actitud hacia este mundo nos afecta profundamente. De veras, ‘segamos lo que sembramos.’

      [Ilustraciones en la página 9]

      ODIE Y EVITE LO MALO

      VIOLENCIA

      VICIOS

      EDIFIQUE FE FUERTE EN DIOS

      ESTUDIO

      ORACIÓN

  • Sembrando con miras al reino de Dios
    La Atalaya 1980 | 1 de noviembre
    • Sembrando con miras al reino de Dios

      1. ¿A qué reino asignó una alumna al emperador que le preguntó acerca de ello? ¿Dejaba su respuesta lugar a dudas?

      El emperador de un país del centro de Europa estaba inspeccionando una escuela pública de sus súbditos. Hizo varias preguntas a la clase escolar. Según lo que se cuenta, preguntó a una muchachita acerca del “reino vegetal” y “el reino animal” y quedó complacido con sus respuestas. Tras eso, le preguntó: “¿A qué reino pertenezco yo?” Puesto que esperaba que ella respondiera: “Al reino animal,” se le llenaron los ojos de lágrimas cuando la niña respondió: “Al reino de Dios.” Aunque la iglesia a la cual pertenecía el emperador haya considerado la respuesta de la alumna tanto correcta como reverencial, ¿pertenecía el emperador al reino de Dios? ¿Realmente se le había dado entrada en “el reino de Dios” a este gobernante político de un gobierno mundano? ¡Esto da en qué pensar!

      2. (a) El ser admitido en el reino de Dios es ser admitido en un gobierno de ¿qué categoría? (b) ¿Cómo mostraron los judíos de los días de Jesús que no estaban sembrando con miras a ese reino?

      2 El ser admitido en el reino de Dios es el mayor honor que se pudiera otorgar a alguien en la Tierra. El reino de Dios es el gobierno más grandioso de todos. Este fue el gobierno acerca del cual el Fundador del cristianismo predicó en el Oriente Medio. La historia dice acerca de Jesucristo: “Ahora bien, después que Juan [el Bautizante] fue hecho preso [en el año 30 E.C.], Jesús entró en Galilea, predicando las buenas nuevas de Dios y diciendo: ‘El tiempo señalado se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y tengan fe en las buenas nuevas.’” (Relato de Marcos, cap. 1, vss. 14 y 15) Sin embargo, la arrolladora mayoría del pueblo judío no se arrepintió ni tuvo fe. Asombrosamente, hicieron que se diera muerte a Jesús como enemigo del emperador romano, César. Figurativamente, no sembraron con miras al reino de Dios. Pero, ¿quién de nosotros hoy día sí está haciendo eso? ¿Cómo podemos saberlo? Veremos.

      3. ¿Acerca de qué ilustración que Jesús dio a un auditorio reunido en la playa preguntaron sus discípulos, y qué dijo él acerca del oído?

      3 A la mayoría de nosotros hoy día nos gusta que se nos hagan ilustraciones de las cosas. Jesucristo se hizo famoso por presentar

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