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No dejando que su mano izquierda sepaLa Atalaya 1959 | 1 de marzo
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casi todo lo que hacemos, el que la izquierda no supiera ciertamente excluiría el que nos jactáramos acerca de nuestras obras caritativas aun a nuestro compañero más cercano, sea que fuere éste esposa o marido. Mediante esta hipérbole Jesús también estaba dando énfasis al punto o principio vital de que nuestra preocupación principal debería ser la de obtener la aprobación de Dios más bien que la del hombre.
Esto no significa que no pudieran haber ocasiones en que el llamar atención a nuestras propias obras buenas sirviese un buen propósito, como cuando se enseña cierto punto o se trata de estimular a otros a que sigan un buen proceder. Así, el rey David señaló el tesoro que él contribuyó para la construcción de un templo para Jehová, oro y plata del valor de más de 90 millones de dólares. De la misma manera otros siervos fieles de Jehová, así antes como después de su día, incluso el Hijo de Dios, a veces hicieron mención de sus propias buenas obras. Sin embargo, en ningún caso se hizo esto con el propósito de que ‘los hombres los glorificaran.’ Más bien, se hizo con el propósito de glorificar a Dios, como cuando David siguió diciéndole a Jehová: “Y no obstante, ¿quién soy yo y quién es mi pueblo, para que retengamos el poder para hacer contribuciones voluntarias como ésta? Porque todo proviene de ti y procedente de tu propia mano te hemos dado.” O tal vez se haya hecho para estimular a otros a hacer lo mismo, como cuando Pablo relató su manera de proceder y las dificultades que aguantó como ministro cristiano, misionero y apóstol, lo que hizo posible que él dijera: “Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.”—1 Cró. 29:3, 4, 13, 14; 1 Cor. 11:1; 2 Cor. 6:3-10; 11:12-33.
Verdaderamente el Gran Maestro, el Hijo de Dios, tenía un entendimiento perspicaz de la naturaleza humana. El bien sabía que “engañoso es el corazón más que todas las cosas y es desesperadamente malo; ¿quién podrá conocerlo?” Por medio de la ayuda de la Palabra de Dios y del espíritu santo o fuerza activa Jesucristo pudo entender el corazón del hombre.—Jer. 17:9, Mod.
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Todo menos vivir por ellaLa Atalaya 1959 | 1 de marzo
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Todo menos vivir por ella
El clérigo británico Carlos Caleb Colton ha dicho: “Los hombres están dispuestos a contender por la religión; escribir por ella; luchar por ella; morir por ella; todo menos vivir por ella.”
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Demasiado fúnebreLa Atalaya 1959 | 1 de marzo
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Demasiado fúnebre
“Posiblemente yo mismo hubiese sido ministro,” dijo en una ocasión Oliver Wendell Holmes, “si cierto clérigo no se hubiera parecido tanto a un empresario de pompas fúnebres y hablado igual a uno.”
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Las alternativasLa Atalaya 1959 | 1 de marzo
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Las alternativas
“Si nuestra religión no es cierta,” dijo una vez Ricardo Whately, “estamos obligados a cambiarla; si es cierta, estamos obligados a propagarla.”
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