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  • Mi vida como matador... ¿cuán satisfaciente?
    ¡Despertad! 1975 | 22 de diciembre
    • sobre la Biblia, explicándole que quería entenderla. Sin embargo, me desanimó, diciendo que la Biblia era para teólogos y que me enloquecería si la leyera. Eso me entristeció, debilitando aun más mi fe en la Iglesia.

      Un propósito mejor en la vida

      Alrededor de este tiempo, en el otoño de 1968, mi esposa y yo desayunábamos cuando llamaron a la puerta. Ella abrió la puerta y encontró dos señoras que nos hablaron de la Biblia. Para cada pregunta que yo hice surgir, ellas dieron una contestación bíblica. Me maravillé, deseando saber manejar la Biblia como ellas. Al leer la literatura que había aceptado de ellas, me di cuenta de que podía ayudarme a obtener el conocimiento bíblico que tanto había deseado. Pronto aceptamos un estudio regular de la Biblia en casa.

      Fue precisamente en este tiempo que me invitaron a participar en una corrida como parte de una fiesta en un cortijo. El obispo de Sevilla estuvo presente, y observé cuánto disfrutaba de la fiesta. Pero por alguna razón me sentía incómodo allí.

      Durante mi carrera debo de haber matado alrededor de 240 toros. Pero aun entonces, mientras observaba a otros matadores torear un toro que se desangraba y sufría, sentía pena por el animal. Al paso que llegaba a familiarizarme más con las enseñanzas bíblicas, me di cuenta de que el torear no era una carrera para un cristiano verdadero. Aquella corrida relacionada con la fiesta campera en el cortijo llegó a ser la última para mí.

      A medida que llegaba a apreciar el propósito de Dios de crear un justo nuevo sistema de cosas, mi deseo de servirle se fortalecía. (2 Ped. 3:13) Esto llegó a ser mi propósito principal en la vida. Y puesto que la Biblia explica que Dios desea que todos sepan de su nuevo sistema, comencé a hablar a otros acerca de él.—Mat. 24:14.

      Muchas personas quedaron sorprendidas, y también contentas, al verme llamar a su puerta. Estaban anuentes de hablar conmigo sobre los toros. Pero entonces yo aprovechaba la oportunidad de explicar que hay algo mucho mejor en la vida que los toros... es el conocer y servir a nuestro gran Creador. Sin duda ha sido cierto en mi caso.—Contribuido.

  • Provisiones para los viajeros
    ¡Despertad! 1975 | 22 de diciembre
    • Provisiones para los viajeros

      ● En Zaire, lo mismo que en otros países del África, el caminar fue anteriormente el principal medio de viajar. El tener que caminar grandes distancias hacía necesario que uno llevara poco consigo, solo los artículos de primera necesidad... agua, una estera sobre la cual dormir y tal vez algo con que cubrirse. ¿Pero qué hacían en cuanto al alimento y alojamiento? Los viajeros no tenían por qué preocuparse, pues sabían que una vez que llegaran a una aldea, el jefe aldeano les proveería de alimentos y también de albergue. Esa era la costumbre.

      Sin embargo, si no había ninguna aldea cercana y le daba hambre al viajero, todavía le era posible conseguir provisiones. ¿De qué modo? Bueno, era costumbre en ciertas regiones del país dejar que la hilera de alimentos que se cultivaba a lo largo del camino o sendero fuera principalmente para los viajeros. Estaba a la disposición de ellos para que comieran todo lo que desearan, pero, si llenaban un recipiente para llevarse alimentos, entonces estaban robando y el propietario podía hacer cargos contra ellos. Esa provisión es igual a la que se encuentra en la ley mosaica, como, por ejemplo, en Deuteronomio 23:24: “En caso de que entres en la viña de tu semejante, debes comer solo suficientes uvas para satisfacer tu alma, pero no debes ponerlas en un receptáculo tuyo.”

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