BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w54 1/2 págs. 73-75
  • Sara, bella y amable mujer de fe

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Sara, bella y amable mujer de fe
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • UNA ESPOSA SUMISA
  • NO DE VOLUNTAD DÉBIL
  • Dios la llamó “Princesa”
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (público) 2017
  • Sara
    Ayuda para entender la Biblia
  • Una mujer hermosa
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (público) 2017
  • Sara
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
w54 1/2 págs. 73-75

Sara, bella y amable mujer de fe

LA Palabra de Dios, la Biblia, no es un libro fuera de moda. En ningún tiempo llegará la raza humana a un punto donde no le sea provechoso o no pueda sacar provecho de escudriñar las cosas maravillosas registradas en ella. Sin embargo, fué escrita particularmente para nosotros al tiempo presente, para que por medio de nuestro aguante y su consuelo pudiéramos tener esperanza. (Rom. 15:4; 1 Cor. 10:11, NM) Y los ejemplos que nos suministran hombres y mujeres fieles no sólo nos dan estímulo sino que a menudo resultan tener significado profético. Un caso a propósito es Sara, la esposa de Abrahán, sobresaliente por su belleza, amabilidad, fe y sumisión.

Sara, conforme al Génesis 20:12, era hermanastra de Abrahán así como esposa suya, teniendo el mismo padre pero una madre diferente. Cuando era joven ella debe haber sido sumamente bella, porque aun a la edad de sesenta y seis años los príncipes de Faraón la encomiaron tanto frente a él que él, al oír que era hermana de Abrahán, la introdujo en su casa. Todavía más notable, veinticinco años más tarde, cuando ella tenía cerca de noventa años de edad, Abimelec, rey de Gerar, la mandó a tomar.

Pero Sara tuvo mucho más para recomendarla que sólo su belleza. En realidad, la Palabra de Dios no habla bien de la belleza sola. En sí misma, “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura: la mujer que teme á Jehová, ésa será alabada.” (Pro. 31:30, Va) Sara no sólo tuvo gracia y hermosura sino que temió a Jehová. Siempre pensarnos en Abrahán como uno que tuvo fe tan grande que pudo tener un hijo en su vejez, pero ¿notamos siempre el hecho de que si no hubiese sido por Sara, quien tuvo una fe semejante, la fe de Abrahán en sí misma no lo hubiera capacitado a tener un hijo por Sara? Que la fe de Sara desempeñó un papel vital en esto se desprende de las palabras de Pablo en Hebreos 11:11 (NM): “Por fe también Sara misma recibió poder para concebir simiente, aunque había pasado del límite de la edad, puesto que ella estimó fiel a quien había prometido.” La fe capacitó a Sara a tener un hijo cuando ella tenía noventa años de edad.

Cierto, leemos que cuando Sara primero oyó que iba a tener un hijo en su vejez se rió, diciendo: “¿Después de envejecida he de tener placer, siendo viejo mi señor también?” (Gén. 18:12) Pero esto no fué diferente de cómo se sintió Abrahán mismo acerca de ello cuando Jehová primero le aseguró que tendría un hijo a pesar de su vejez.—Gén. 17:17.

Sí, Sara fué una mujer de fe, una esposa digna de ese hombre de fe, Abrahán. Por eso Jehová cambió no sólo el nombre de Abram a Abrahán, que significa “padre de una multitud,” sino también el nombre de Sarai a Sara, que significa “princesa”; siendo ésta la forma femenina de la palabra hebrea sar, príncipe.—Gén. 17:5, 15.

UNA ESPOSA SUMISA

No sólo se cita a Sara a los cristianos como un ejemplo de fe, sino que, particularmente a las esposas cristianas, Sara se les pone como un ejemplo de la sumisión de la mujer casada. El apóstol Pedro, un hombre casado, en su primera carta, después de aconsejar a los cristianos a ser sumisos unos con otros, continúa: “De la misma manera, ustedes esposas, sométanse a sus propios esposos, . . . Y que no sea su adorno el de trenzados externos del pelo ni el de ponerse ornamentos de oro ni el usar prendas de vestir exteriores, sino que lo sea la persona secreta del corazón en la indumentaria incorruptible del espíritu sereno y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios. Porque así, también, anteriormente las mujeres santas que esperaban en Dios solían adornarse, sometiéndose a sus propios esposos, como Sara solía obedecer a Abrahán, llamándolo ‘señor’.”—1 Ped. 3:1, 3-6, NM.

Al examinar las Escrituras hebreas no hallamos ningún caso específico donde Sara se haya dirigido a su esposo como “señor.” Pero sí leemos que “rióse pues Sara consigo misma, diciendo: ¿Después de envejecida he de tener placer, siendo viejo mi señor también?” (Gén. 18:12) Muy probablemente ella se dirigió a él como “señor,” no para lisonjear su vanidad, sino porque ella realmente pensaba en él como siendo tal para ella.

Que ella realmente se sentía de esta manera en su corazón se hace aparente por la obediente manera en que siempre procedió. Cuando Dios mandó a Abrahán que dejara su tierra nativa Sara no puso ningún obstáculo en su camino, sino que mostró la misma obediencia al mandato divino que la que mostró Abrahán. Y podemos apreciar que esto no fué asunto insignificante para ella, ya que el vagar de lugar en lugar, alzando tiendas y acampando repetidamente tiene que haber sido mucho más carga para una mujer que para un hombre.

Su sumisión se mostró de manera particularmente notable en los dos incidentes ya mencionados, cuando dos reyes paganos la desearon por su belleza. Para evitar peligro a su vida, Abrahán en cada caso se representó como hermano de Sara. Esto seguramente no fué prueba pequeña para Sara, pero ella estuvo dispuesta a someterse de buena gana. Ella pudo haber insistido en que Abrahán declarara francamente la realidad y peleara por ella, pero sin duda ella no insistió. Aunque el registro no dice nada sobre este plinto, podernos estar seguros de que si Sara hubiese levantado una discusión, ese hecho hubiera sido notado. En vez de criticar a su esposo, ella puso su fe en Jehová y Jehová recompensó su fe no dejando que ninguno de los reyes la tocara.—Gén. 12:17-19; 20:3-18.

Cuando los mensajeros angelicales visitaron a Abrahán, Sara mostró su deseo de cooperar, tal como leemos: “Abrahán pues fué presuroso a la tienda a Sara, y dijo: Toma presto tres medidas de flor de harina, amasa y haz tortas.” Ella no se quejó acerca de que se le mandara y apresurara sino que se puso a trabajar en seguida mientras Abrahán conseguía un becerro tierno y lo daba a uno de sus siervos para que lo matara y aderezara. Como resultado, en un mínimo de tiempo Abrahán pudo preparar un banquete para sus invitados.—Gén. 18:1-8.

NO DE VOLUNTAD DÉBIL

Que la sumisión de Sara se debía a que reconocía la correcta regla teocrática, y no a que fuera una mujer introversa y servil con un complejo de inferioridad, es aparente de otros incidentes que se han registrado. Cuando Abrahán y Sara seguían envejeciendo más y más sin tener hijos, fué Sara quien sugirió a Abrahán que tomara a su sierva Agar como una esposa reemplazante, para que él pudiera tener un hijo. No obstante, cuando esta sierva llegó a estar encinta y despreció a su antigua señora, Sara la trató severamente. Que no podemos atribuir ningún rencor o celos a Sara es aparente del hecho de que el ángel de Jehová no reprendió a Sara por ello, sino que, al contrario, ordenó a Agar, quien había huído debido a este trato, que regresara a su señora.—Gén. 16:1-9.

Ismael nació, y años después Sara concibió y dió a luz un hijo, Isaac, que significa “risa.” Al tiempo del destete de Isaac, Abrahán preparó un gran banquete en el que Sara notó que Ismael, el hijo de su sierva, se burlaba de su hijo Isaac. Preocupándose por el bienestar de su hijo, pidió a Abrahán que despidiera a Agar e Ismael. Verdaderamente requirió valor por parte de Sara hacer esta sugestión a su “señor,” especialmente considerando que ella no podía menos que saber cuán maldispuesto estaría Abrahán a efectuar tal sugestión.

Pero aquí de nuevo Sara recibió apoyo de Jehová, porque a pesar del hecho de que Abrahán estaba muy renuente a seguir la sugestión de Sara en esto, se le dijo a él que escuchara a Sara y despidiera a Agar e Ismael de su casa. Aunque algunos críticos de sabiduría mundana condenan a Sara en esto, así como lo hacen por lo que hizo anteriormente con su sierva, no obstante en vista del hecho de que Jehová confirmó la sugestión de Sara y de que se hace aplicación profética de ello en las Escrituras cristianas griegas, no podemos criticarla apropiadamente. Era su hijo Isaac, no Ismael el de Agar, quien era la simiente de promesa; sus intereses eran superiores y tenían que ser protegidos.—Gén. 21:8-12.

Sara murió a la edad de 127 años, habiendo visto a su hijo crecer hasta casi los cuarenta años. Puesto que el apóstol Pablo la menciona en el capítulo 11 de Hebreos, podemos esperar que será favorecida con una resurrección temprana.—Heb. 11:11, 39, 40; Apo. 11:15-18, NM.

Sara fué una mujer bella, amable y de fe quien apreció la correcta relación de una esposa a su esposo, y quien dió a luz un hijo a su esposo en su vejez. En todo esto ella fué un cuadro muy adecuado de la “mujer” de Jehová Dios, su organización universal, y a quien él considera muy hermosa. Esa “mujer” también estuvo estéril por un tiempo largo antes de dar a luz a la Simiente prometida, Cristo Jesús, y al Reino. Y todos los que compondrán la organización de Dios, así como los que ahora vienen a estar bajo ella, y hayan de recibir sus bendiciones, tienen que, como Sara, ejercer fe en las promesas de Jehová y ser sumisos al Abrahán Mayor, Jehová Dios.—Isa. 54:1; 66:7, 8; Gál. 4:22-31.

Su boca abre con sabiduría y enseñanza bondadosa hay en su lengua. Vigila las idas y venidas de su casa y el pan de la ociosidad no come. Levántanse sus hijos y la proclaman bienaventurada; su marido, y la elogia.—Pro. 31:26-28, BC.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir