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  • El cazar... un negocio
  • La caza en los días primitivos
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¡Despertad! 1973
g73 22/3 págs. 21-23

La caza de pieles... en el pasado y el presente

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Canadá

LA PIEL de los animales ha desempeñado un papel significante en la mayoría de las culturas a través de toda la historia, pues ha suministrado una o más de las necesidades básicas del género humano. El primer libro de la Biblia relata que Dios hizo “prendas de vestir de piel” para Adán y Eva después de su desobediencia y al tiempo de ser expulsados de su hogar paradisíaco. (Gén. 3:21) Además, las pieles de los animales desde hace mucho han servido para dar abrigo o resguardo. Por ejemplo, la cobertura del santo tabernáculo portátil construido por los israelitas después de su salida de Egipto en 1513 a. de la E.C. fue hecha de piel de focas.—Éxo. 26:14.

Aquí en el Canadá, como en otros países, el trampero o cazador y el comerciante de pieles fueron los hombres que exploraron, trazaron mapas y abrieron el país. Más tarde fueron seguidos por el ganadero y el agricultor.

Cuando los europeos visitaron por primera vez a la América del Norte, este continente estaba más profusamente poblado con animales de caza y animales de pieles que cualquier otra parte de la Tierra. Las praderas abiertas estaban llenas de rebaños de búfalos, los bosques rebosaban con alces americanos, ciervos, antas y osos. Y la zona de la tundra norteña tenía grandes rebaños de renos y bueyes almizcleros.

La riqueza en pieles, de hecho, fue la principal atracción para el hombre blanco en esta tierra recién descubierta. La demanda de pieles era enorme debido al hambriento mercado europeo. Así, debido a la avaricia, hubo una desenfrenada matanza de los inmensos rebaños de búfalo y reno por solamente la piel y las lenguas. Varias clases de animales fueron llevadas hasta el mismo borde de la extinción.

Los primeros tramperos

Pero las cosas no eran iguales antes de la llegada del hombre blanco. Los indios y los esquimales cazaban a los animales porque los necesitaban. A menudo los animales proveían las tres necesidades básicas... alimento, ropa y abrigo. Así es que los primeros tramperos de la América del Norte llegaron a ser expertos en su arte.

El trampero indio tenía buen éxito debido a su conocimiento íntimo de la caza que buscaba. Desde la temprana niñez estudiaba las costumbres de la vida salvaje a su alrededor. Aprendía cada uno de sus hábitos y peculiaridades. Algunos quizás piensen que estos primeros tramperos eran primitivos, pero la verdad del caso es que los primeros tramperos blancos aprendieron muchos artificios de los indios.

Los indios eran muy expertos en el uso de los materiales disponibles. El lazo de cuero crudo les servía bien en tierra, en el agua y en el aire. La trampa, de la clase de rama flexible, o de palanca con peso, o de tensión o peso libre, era ajustada para que funcionara al ser molestada. A veces hasta usaban dispositivos para dar aviso, tales como un montón de cascos desecados de ciervos que sonaban cuando la caza había sido apresada. El oso más grande podía ser cazado con una trampa.

El cazar... un negocio

Cuando llegó el hombre blanco, pronto se dio cuenta de la fortuna que se podía acumular en el comercio de las pieles. En 1670 la Compañía Hudson Bay obtuvo una concesión; al principio su nombre era “Traficantes del Comercio Inglés en la Bahía de Hudson.” La compañía construyó fuertes e hizo trueques con los indios, cambiando cuentas de color y ropa de lana por hermosos y suaves cueros de animales. Así al principio el hombre blanco principalmente fue comerciante, mientras que el indio fue el cazador.

El buen éxito del cazador indio se puede ver en un informe hecho por el antiguo historiador Perrot, quien relata que “los indios ojibwa cazaron no menos de 2.400 alces en la isla de Manitoulin tan solo en el invierno de 1670 a 1671.” Esta isla, ubicada en el lago Hurón, tiene unos 3.200 kilómetros cuadrados de superficie.

La caza en los días primitivos

En los días primitivos la canoa india hecha de corteza de abedul era utilizada en el verano para transportar las provisiones a la zona de caza y en la primavera para llevar las pieles. Sin embargo, también se usaban equipos de perros que arrastraban grandes trineos para el transporte durante el invierno. Estos perros eran de una raza especial.

El cazador indio descubrió que el cruzar perros de trineo con lobos les daba más vitalidad. Por lo general la parte más vulnerable de los perros eran sus patas. Se formaban carámbanos sobre los pelos largos entre las pezuñas, haciendo que éstas se hincharan, se partieran y sangraran. A menudo el cazador norteño llevaba pequeños mocasines para atarlos a las patas de los perros si esto sucedía. Pero puesto que el lobo era prácticamente inmune a este problema, un perro con sangre de lobo servía mucho mejor como perro de trineo.

El cazador primitivo, indio o blanco, solo llevaba a la zona de caza las mínimas provisiones para el invierno. Las principales vituallas eran harina, azúcar, sal, levadura, tocino gordo y té. El resto de su alimento provenía de la tierra.

Originalmente no había fronteras legales para una línea de trampas, pero por lo general otros respetaban la zona de caza de uno. Cuando el cazador encontraba un territorio que él pensaba que rendiría caza abundante, por lo general armaba una cabaña de troncos en el centro de éste desde el cual trabajar. Sin embargo, a menudo pasaba lejos de su cabaña cuatro o cinco días a la vez. Entonces vivía en un cobertizo hecho de ramas, algunas veces en temperaturas de 45 grados centígrados bajo cero. El cazador indio llevaba consigo a su esposa y familia, pues la esposa hacía mucho del trabajo de curtir y cuidar de las pieles.

La caza en la actualidad

En la actualidad el modo de vivir del cazador ha cambiado. Esto se debe particularmente a los medios modernos de transporte. Aunque en un tiempo le podía tomar al cazador semanas o aun meses para llevar sus provisiones o transportar las pieles, ahora usando el avión y un piloto conocedor de la zona esto se puede realizar en tan solo unas pocas horas.

El cazador moderno por lo general pasa uno o dos meses en el monte y entonces regresa. Sin embargo, muchos otros tienden sus líneas de trampas en un radio de treinta y cinco o cincuenta kilómetros de su hogar. Así, con un tobogán motorizado para la nieve, un cazador puede estar en su hogar cada tres o cuatro días. Y en zonas en que solía tomar una semana el dar la recorrida a la línea de trampas, ahora, con el uso del tobogán motorizado, puede hacerse en un día. Esto le permite al cazador extender su zona de acción a una región más amplia. Actualmente el equipo de perros se usa raras veces.

Recientemente los cazadores han prestado más atención al aspecto humano de las trampas de modo que frecuentemente hay poco sufrimiento de parte del animal. Un nuevo tipo de trampa llamada “Conibar” se usa ahora extensamente. Mata instantáneamente por medio de atrapar el cuerpo. Además, las trampas para animales que se colocan en el agua o alrededor de ésta tienen el “dispositivo” hecho de tal manera que el animal se ahoga de inmediato.

Preparando las pieles para el mercado

Una vez que el animal es atrapado, todavía queda mucho trabajo que hacer a fin de preparar la piel para el mercado. Se requiere gran cuidado de parte de las hábiles manos del trampero si ha de conseguir el precio más alto por la piel. Tome por ejemplo el cuero de castor.

Después que se le ha quitado la piel al animal, toda la grasa y la carne deben ser cuidadosamente separadas. El trampero clava el cuero sobre una gran superficie lisa y comienza con su cuchillo de curtir a raer la carne y la grasa del vientre. Aquí se puede raer fácilmente. Después continúa hacia la parte superior a modo de media luna. El mismo proceder se repite en la mitad opuesta. Es solamente un asunto de trabajar duro el completar la tarea quitando la carne del resto del cuero.

El descarnar lleva alrededor de una hora. El trampero toma todas las precauciones para mantener la piel limpia y libre de grasa y agujeros que reducirían su valor considerablemente.

A continuación la piel es estirada y clavada sobre una madera o aro de secar. Los agujeros de las patas son o cosidos o clavados. Una vez más el cuidado es de la mayor importancia. Cada piel debe tener una forma uniforme y no debe estar demasiado estirada a lo ancho, pues esto reduciría la densidad de la piel en el lomo. Entonces se le deja secar lentamente en un lugar fresco, bien ventilado. El proceso del secado lleva unos cinco días a una temperatura de 7 a 10 grados centígrados.

Entonces se envía la piel al mercado. Los clasificadores verifican la calidad y la apariencia, colocando las pieles en cuatro categorías. Ahora vienen los agudos ojos de los compradores de muchos países. Los precios se determinan por medio de la clasificación de las pieles, así como por la oferta y la demanda.

Medidas para la conservación

En muchos distritos del Canadá el Departamento de Tierras y Bosques del gobierno fija límites para cada zona de caza. Se establecen límites anuales para ciertas clases de animales atrapados en cada línea de trampas. Esto asegura la perpetuación de la población animal. Así es que el castor, el cual hace algunos años estaba en peligro de extinguirse, una vez más abunda a través de la boscosa zona norteña. Esas medidas de control también hacen que el trampero esté más consciente y preocupado con la conservación, puesto que ésta significa su medio de vida.

Es verdad que algunos hombres tanto en el pasado como en el presente han abusado de su dominio sobre los animales, hasta el extremo de llevar a la extinción o a la casi extinción a ciertas clases. Sin embargo con medidas de control apropiadas la cosecha de pieles puede servir a las necesidades del hombre sin poner en peligro la existencia de los animales.

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