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  • El nombre divino en tiempos posteriores
    La Atalaya 1980 | 1 de julio
    • si hubiera otros dioses de los cuales él tuviera que ser distinguido, se descontinuó en el judaísmo antes de la era cristiana y es enteramente impropio para la fe universal de la Iglesia cristiana.” (Cursivas nuestras.)

      Los traductores cometieron un grave error al seguir el ejemplo de la Versión del Rey Jaime y la tradición judía. ¿Realmente creían ellos que era la voluntad de Dios que su nombre se mantuviera oculto? ¿Es el nombre divino algo de que avergonzarse, de modo que no deba usarse en la Biblia?

      ¿PREJUICIO RELIGIOSO?

      Es interesante el hecho de que la American Standard Version, publicada en 1901, use el nombre de Jehová en todas las Escrituras Hebreas. En contraste, la Revised Standard Version, publicada en 1952, solo hace una muy breve referencia al Tetragrámaton en una nota (en Éxodo 3:15). Durante ese período, los testigos de Jehová estaban proclamando el nombre de Dios por todo el mundo. ¿Pudiera ser que el prejuicio en contra de la actividad de testificar de los Testigos fuera la causa de que se omitiera el nombre divino en ciertas traducciones de la Biblia?

      La siguiente declaración que apareció en Katolische Bildepost (una revista católica de Alemania) indica que eso pudiera ser cierto en algunos casos: “Sin embargo, el nombre de Dios que ellos [los testigos de Jehová] han cambiado a ‘Jehová’ es simplemente una invención de la secta.” (24 de agosto de 1969) Esta declaración huele a prejuicio religioso. También revela pobre trabajo de investigación, pues, como ya hemos mencionado, el primer escritor que usó el término “Jehová” fue un monje católico... ¡quien obviamente no era testigo de Jehová!

      NORMA CONTRADICTORIA

      “La palabra ‘Jehovah’ no representa con exactitud ninguna forma del Nombre que se haya usado alguna vez en hebreo,” dice el Prólogo de la Revised Standard Version. Pero, ¿qué palabra “representa con exactitud” el nombre divino en hebreo? Algunos prefieren “Yahweh” o “Yahvéh,” otros “Yehwah,” otros “Yavé,” y así por el estilo. El problema es que, cuando se escribía el hebreo antiguo, solo se usaban consonantes, y hasta los peritos admiten que es asunto de conjetura decir qué vocales se usaban para completar el nombre divino.

      Uno también pudiera preguntar a los que objetan al uso del término “Jehovah” o “Jehová” por qué no objetan al uso de otros nombres como “Jesús” o “Pedro.” ¿Por qué no insisten esos críticos en que se usen las formas originales de esos nombres (Iesoús y Petros) en griego? ¿No son estas personas culpables de aplicar una norma contradictoria al rechazar la forma “Jehová”?

      OTRAS TRADUCCIONES

      Por supuesto, muchas traducciones usan “Jehová,” “Yahvéh” o alguna otra representación del Tetragrámaton. Además, hay unas 40 traducciones de las Escrituras Griegas Cristianas (“Nuevo Testamento”) a lenguas vernáculas que usan alguna forma vernácula del Tetragrámaton, como Iehova (hawaiano) y uJehova (zulú).

      The Bible in Living English (por Steven T. Byington) también usa “Jehovah” en todo el texto hebreo. En su prólogo, Byington dice lo siguiente acerca del uso de “Jehovah”: “La ortografía y la pronunciación no son sumamente importantes. Lo que es sumamente importante es tener claramente presente que éste es un nombre personal.” Sí, el nombre de la Persona más exaltada del universo es único, exclusivo, incomparable, sublime.

      ¿QUÉ SIGNIFICA ESTE NOMBRE ÚNICO?

      Para contestar esto, es apropiado dar una mirada retrospectiva a la historia. Cuando el Altísimo dio a Moisés la comisión de sacar de Egipto a los israelitas, “Moisés le dijo al Dios verdadero: ‘Supongamos que llego ahora a los hijos de Israel y de veras les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes,” y ellos de veras me dicen: “¿Cuál es su nombre?” ¿Qué les diré?’ Ante esto, Dios le dijo a Moisés: ‘YO RESULTARÉ SER LO QUE RESULTARÉ SER.’ Y añadió: ‘Esto es lo que has de decir a los hijos de Israel: “YO RESULTARÉ SER me ha enviado a ustedes.”’” (Éxo. 3:13, 14) Esto quiere decir que Jehová llevaría a cabo su magnífico propósito hasta completarlo en vindicación de su nombre y soberanía, y esto nos ayuda a comprender el significado del nombre conmemorativo, “Jehová,” que se da en el Éx 3 versículo 15. De acuerdo con la raíz hebrea del nombre, parece que éste significa “El Causa que Llegue a Ser” (o: “Resultar Ser”) respecto a sí mismo. Por eso, el nombre de Dios tiene verdadero significado para las personas que piensan seriamente. Ese nombre revela que él es Aquel que cumple infaliblemente lo que promete y que controla perfectamente cualquier situación que pueda surgir.

      ¡Qué significado tan profundo y sagrado tiene el nombre divino! Es el nombre por excelencia del universo, un nombre glorioso. En comparación con él, el término “Señor” es pálido e inexplícito. Jesús amó y respetó el nombre de su Padre, y en cierta ocasión dijo a Dios: “Padre, glorifica tu nombre.” El relato continúa: “Luego vino una voz del cielo: ‘Lo glorifiqué y también lo glorificaré de nuevo.’”—Juan 12:28.

      Si Jesús hubiera sido un traductor de la Biblia hoy día, ¿habría omitido el nombre de su Padre de las nuevas traducciones? ¡De ninguna manera! No hay duda de que, entre todas las personas, Jesús tenía la actitud correcta hacia el Dios Todopoderoso y Su nombre. De modo que, ¿cuál debe ser nuestra actitud para con Dios y Su nombre?

  • ¿Qué actitud manifiesta usted hacia el nombre de Dios?
    La Atalaya 1980 | 1 de julio
    • ¿Qué actitud manifiesta usted hacia el nombre de Dios?

      SIN DUDA, en lo profundo de su corazón usted ya está convencido de que Dios existe y de que él sí proveyó o creó las incontables cosas hermosas que vemos a nuestro alrededor. Quizás usted le tenga verdadero respeto a Dios... y sin embargo a usted quizás no le parezca que está cerca de él. Para usted, Dios quizás parezca distante e inescrutable.

      No obstante, el llegar a conocer y verdaderamente amar a Dios, el reconocerlo como el Padre de una familia universal y el llegar a ser parte de esa gran familia, son asuntos de suma importancia y de urgencia apremiante. Desde un punto de vista personal, el que lleguemos a conocer, respetar y obedecer a Dios como Padre amoroso es un asunto de vida o muerte. Y desde un punto de vista general, el desarrollo de esta familia mundial es la única solución a la terrible confusión en que se encuentra la humanidad hoy. La profecía divina muestra muy claramente que este viejo sistema de cosas se dirige a un cataclismo global a través del cual solo pasarán con vida los que verdaderamente amen a Dios y a su semejante. (Sal. 37:10, 11, 28, 29) Pero usted quizás pregunte. . .

      “¿CÓMO PUEDO EN VERDAD LLEGAR A CONOCER A DIOS?”

      Suponga que usted emprendiera estudios en cierto campo del saber y admirara en gran manera a algún maestro que fuera famoso en ese campo. Además, suponga que usted deseara conocer mejor a ese maestro y aprender más de él, pero que él viviera en un país distante. ¿Qué haría usted entonces? ¿No se esforzaría usted por leer todos los escritos de él y cualquier

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