‘Que cada uno cuide cómo edifica’
LAS Escrituras hablan de Jehová Dios como un edificador o constructor. “Toda casa es construída por alguien, mas el que construyó todas las cosas es Dios.” También hablan de Cristo Jesús como un edificador. “Sobre esta masa de roca edificaré mi congregación, y las puertas del Hades no la vencerán.” Se hace referencia a los seguidores de Cristo como el edificio de Dios y también como sus colaboradores: “Porque nosotros somos los colaboradores de Dios. Ustedes son el campo de Dios que está bajo cultivación, el edificio de Dios.”—Mat. 16:18; 1 Cor. 3:9; Heb. 3:4, NW.
En cuanto a la actividad de los cristianos en la edificación el apóstol Pablo continúa: “Conforme a la bondad inmerecida de Dios que me fué dada, como sabio director de obras coloqué un fundamento, pero algún otro está edificando sobre él. Pero que cada uno siga cuidando cómo está edificando sobre él. Porque nadie puede colocar ningún otro fundamento que no sea el que está colocado, el cual es Jesucristo. Ahora si sobre el fundamento alguien edifica oro, plata, piedras preciosas, materiales de madera, heno, rastrojo, la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la pondrá al descubierto, porque quedará revelada por medio de fuego, y el fuego mismo probará qué clase de obra es la de cada uno. Si la obra de alguien, obra que él ha edificado sobre el fundamento, permanece, ése recibirá una recompensa; si la obra de alguien es consumida por el fuego, ése sufrirá pérdida, pero él mismo será salvo; sin embargo, si así es, será como a través de fuego.”—1 Cor. 3:10-15, NW.
¿A quiénes se dirigen estas palabras? Principalmente “a la congregación de Dios que está en Corinto, a ustedes los que han sido santificados en unión con Cristo Jesús, llamados a ser santos, junto con todos los que en todas partes están invocando el nombre de nuestro Señor, Jesucristo”. (1 Cor. 1:1, 2, NW) Estos, “los colaboradores de Dios”, al aceptar a Cristo Jesús como su Salvador y Redentor y como su Dechado lo han hecho su fundamento. Ahora le atañe a cada uno ‘seguir cuidando cómo está edificando sobre él’.
Deben cuidar “cómo” edifican, o la clase de materiales de construcción que están usando; es decir, qué clase de esperanzas se edifican para sí mismos, qué enseñanzas aceptan y predican, y qué curso de acción adoptan. Claramente el oro, plata y piedras preciosas representarían la clase correcta de esperanzas, enseñanzas y actividad, mientras que los materiales de madera, heno y rastrojo representarían la clase incorrecta.
Cristo Jesús dió muchas ilustraciones manifestando que a su venida juzgaría y recompensaría a sus seguidores fieles. (Mateo, capítulo 25) Tales profecías de la Biblia como el capítulo 24 de Mateo y el Apocalipsis 11:15-18 manifiestan que él volvió en 1914. No obstante, los hechos físicos indican que él no empezó a pedir cuentas a sus seguidores sino hasta 1918; de este modo haciendo un paralelo con su obra de limpiar el templo típico en Jerusalén y de pronunciar juicio sobre esa nación tres años y medio después de su aparición como el Mesías.—Mat. 21:12, 13; 23:1-39; 2 Cor. 6:16; 1 Ped. 4:17.
Antes de ese tiempo Jehová había hecho una obra de preparar el camino delante del Señor, así como comisionó a Juan el Bautista para preparar el camino antes de la primera venida de Jesús. (Mal. 4:5, 6; Mat. 11:14; Luc. 1:17) Esta obra preparatoria juntó a muchos cristianos que profesaban estar dedicados a Dios y reconocer a Cristo Jesús como su fundamento.
No obstante, puesto que éstos salieron de los sistemas religiosos apóstatas, trajeron con ellos muchas creencias y prácticas que eran, en efecto, sólo material de madera, heno y rastrojo. Entre ellas estaban las creencias de que era necesario desarrollar un carácter hermoso para ir al cielo y que ése era el deber principal del cristiano; la noción de que los cristianos debían parecer santurrones y piadosos, indicando estar más preocupados por lo que los hombres pensaban que por lo que Dios pensaba; enseñanzas falsas como la de que las autoridades políticas de este mundo inicuo eran las “potestades superiores” de Romanos 13:1 a quienes había que obedecer aun cuando éstas contradecían los mandamientos expresos de Dios; que un montón de piedras en Egipto constituía un testimonio a Jehová (Isa. 19:19, 20); que cierto hombre imperfecto de nuestro día fué predicho repetidas veces en la profecía bíblica, etc.
Había entre el pueblo del Señor en ese tiempo dos clases. Los de una de estas clases estaban edificando con los materiales durables mediante el servir a Dios humilde, sincera y altruístamente, obrando con toda su habilidad y entendimiento. Estos, no obstante, tenían algo de la madera, heno y rastrojo con ellos. Y luego estaban los de la otra clase, que eran egoístas, orgullosos y faltos de sinceridad. Estos servían a Dios únicamente por lo que obtenían o esperaban obtener.—2 Tes. 2:10-12.
Como sucede en la ilustración del trigo y la cizaña, a estas dos clases se les permitió continuar lado a lado hasta el tiempo de la cosecha, o el tiempo para juicio, que fué predicho como el tiempo de la venida del Señor a su templo. “He aquí pues que voy a enviar mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y repentinamente vendrá a su Templo el Señor a quien buscáis; . . . ¿Pero quién es capaz de soportar el día de su advenimiento? ¿y quién podrá estar en pie cuando él apareciere? porque será como el fuego del acrisolador, y como el jabón de los bataneros; pues que se sentará como acrisolador y purificador de la plata; y purificará a los hijos de Leví, y los afinará como el oro y la plata, para que presenten a Jehová ofrenda en justicia.” (Mat. 13:36-43; Mal. 3:1-3) Profecías parecidas se encuentran en Zacarías 3:1, 2; 13:9.
¿Qué es este fuego que manifestará la clase de edificación que cada uno ha hecho? Los teólogos católicos usan este texto, 1 Corintios 3:15, para apoyar su enseñanza del purgatorio. Pero ¿cómo podría ser eso? ¿Hemos de entender que el oro, plata, piedras preciosas, material de madera, heno y rastrojo deben tomarse en sentido literal? ¿No? Entonces ¿por qué considerar el fuego como cosa literal? Lógicamente, si todas esas sustancias se usaron para representar alguna otra cosa, entonces el fuego también representaría algo y no se referiría a fuego literal. Representaría algo que puso al descubierto y destruyó las esperanzas falsas, las enseñanzas falsas y las actividades anticristianas de los que eran o profesaban ser cristianos, colaboradores de Dios, ¿verdad?
Y ¿qué cosa hizo eso? Los hechos manifiestan que el instrumento que Dios usó para destruir este material combustible sin valor fué y es la verdad. Sí, la verdad de la Palabra de Dios se representa no sólo como una espada aguda, como granizo y como martillo, sino también como fuego. “¿No es mi palabra como el fuego, dice Jehová, y como el martillo que hace pedazos la roca?” (Isa. 28:17; Jer. 23:29; Heb. 4:12) Este fuego apareció como relámpagos del templo de Dios; verdades brillantes que quemaron la madera, heno y rastrojo. (Job 37:3; Apo. 11:19) La verdad destruyó estas cosas a los ojos de los fieles, descubriendo que no eran canónicas ni racionales, sino una insensatez.
Aquellos cuyo corazón era honrado se regocijaron mucho al obtener la luz aumentada y soltaron las enseñanzas falsas y las prácticas incorrectas luego que el fuego las trajo a su atención. No tenían ninguna afinidad egoísta hacia las tales. Querían que su mensaje fuera tan puro como las palabras de Jehová, como plata purificada siete veces en un horno. (Sal. 12:6, 7; Isa. 12:1) Su principal interés era tener la aprobación de Dios y participar en la vindicación de su nombre.—Pro. 27:11.
Por otra parte, los que habían aceptado la “verdad presente” debido a alguna razón o motivo egoísta, rehusaron soltar la madera, heno y rastrojo. Estas mismas cosas fueron las que los habían atraído a la verdad, y por eso no pudieron soltarlas. Eran demasiado orgullosos para admitir que habían cometido errores; eran demasiado egocéntricos para abandonar las ocupaciones lisonjeras de desarrollo de carácter y adoración de criaturas; se sintieron demasiado temerosos de lo que el mundo de Satanás pudiera hacerles para adoptar una posición inequívoca y franca a favor del reino de Dios. De modo que ellos, junto con su heno, madera y rastrojo, perecieron en cuanto a lo que concernía a la organización de Jehová. Si hubieran dejado estas cosas pudieran haber sido salvos.—1 Cor. 3:15, NW.
Las palabras de Pablo que acabamos de considerar no sólo son de interés profético para nosotros, sino que anuncian un principio de Jehová Dios que aplica a todas sus criaturas, no sólo al resto del “cuerpo de Cristo” que estaba en la tierra al tiempo que el Señor vino a su templo. Hoy hay un gran número de cristianos profesos que están edificando con materiales de madera, heno y rastrojo; haciendo grandes obras en el nombre de Jesús, pero a quienes él va a decir: “Nunca los conocí. Apártense de mí, obradores de desorden.”—Mat. 7:23, NW.
Estos asisten a la iglesia los domingos, de vez en cuando o regularmente, pero no tienen idea alguna acerca de lo que la Biblia enseña o lo que Dios requiere de ellos. Se apegan a la enseñanza de la trinidad aun cuando Jesús dijo “el padre es mayor que yo”, y que él fué “el principio de la creación por Dios”. (Juan 14:28; Apo. 3:14, NW) Ellos creen y enseñan que el hombre tiene un alma inmortal, mientras que la Biblia claramente declara que “el alma que pecare, ésa es la que morirá”. (Eze. 18:4) Además enseñan que el castigo del pecado es tormento eterno, mientras que Dios claramente le dijo a Adán que debido a su desobediencia él regresaría al polvo, y Pabló declara que el “salario que paga el pecado es muerte”.—Gén. 3:19; Rom. 6:23, NW.
Además creen que cientos de millones de personas, ya sea al morir o después de pasar por el purgatorio, irán al cielo; mientras que las Escrituras claramente enseñan que sólo comparativamente pocos, una manada pequeña de 144,000, lo lograrán. (Mat. 7:13, 14; Luc. 12:32; Apo. 14:1) Se mezclan con la política y planes comerciales de este mundo, aun cuando Jesús les dijo a sus seguidores que no guardaran tesoros sobre la tierra y que ellos no habían de ser parte de este mundo. (Mat. 6:19; Juan 15:19) Ellos colocan las leyes del hombre por encima de las leyes de Dios, aunque Jesús claramente mandó: “Devuelvan, por lo tanto, . . . las cosas de Dios a Dios,” y los apóstoles declararon, “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.” (Mat. 22:21; Hech. 5:29, NW) Aceptan la teoría de la evolución que invalida la Palabra de Dios, palabra que Jesús claramente declaró ser la verdad.—Juan 17:17.
Seguramente las organizaciones religiosas falsas del mundo están edificando con materiales combustibles, que sufrirán daño ahora a medida que el fuego de la verdad los ataque, y los cuales serán consumidos enteramente en la venidera batalla del Armagedón. Los políticos y los financieros también edifican con materiales que no pueden durar más allá del Armagedón.
En vista de estos hechos, que todos los hombres de buena voluntad se pongan en acción. Que investiguen exactamente qué es lo que la Biblia enseña, cuál es la esperanza que Dios les ofrece, y cuáles son los requisitos que deben llenar si han de realizar esa esperanza. Dondequiera que se hallen los testigos de Jehová lo consideran un privilegio ayudar a todas las tales personas sinceras a edificar con materiales duraderos y seguir el mandamiento del apóstol: “Que cada uno siga cuidando cómo está edificando.”—1 Cor. 3:10, NW.