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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1950
w50 15/7 págs. 211-214

Invitación para alabar

“¡Todo lo que tiene aliento alabe á Jehová! ¡Alabad á Yah!” —Sal. 150:6, Ver. Mod. anterior a 1929, margen.

1. ¿A quién tenemos que alabar? ¿Por qué es más y más urgente hacerlo?

JEHOVÁ, el gran Edificador del universo y el Creador de la vida, es digno de alabanza. Para su propio placer voluntariamente se echó la carga de traer a la existencia una gran cantidad de creación ordenada, visible e invisible. Nadie de esta creación existe independientemente de él, y por eso toda la creación tiene obligación para con Dios y tiene que tomar parte en testificar de su supremacía, manifestando que su obra es recomendable, o si no perecer. La batalla del Armagedón que se acerca rápidamente lo hace más y más urgente alabar a Dios para sobrevivir. En este estado crítico de la historia del mundo hay algo más importante que la cuestión de lo que nos es oportuno. Este es gran día de decisión, y la necesidad exige que nos enfrentemos con los hechos y decidamos dónde estamos respecto al punto en disputa de la soberanía universal. ¿Estamos de parte de Dios y de su reino de justicia? O ¿nos ponemos de parte de este mundo malo bajo Satanás su príncipe, estando contentos con lo que él proporciona y apoyando sus diversos ardides para la mejora de la humanidad? No podemos evitar el punto en disputa, y la gravedad del tiempo no nos permitirá estudiar nuestros pasos indefinidamente. Sólo la acción positiva ahora a favor de alabar a Jehová garantizará la existencia continuada, porque Dios ahora trae todo al juicio final. Lo que no refleja la gloria de Dios está condenado a la destrucción.—Sal. 9:7, 8.

2. ¿Hasta dónde alcanza el mandato de alabarlo? ¿Por qué?

2 El salmista inspirado tenía presciencia de estas cosas, y por eso invita a “todo lo que tiene aliento” a que alabe a Jehová. Tan cabalmente apreció él que la creación depende absolutamente de Dios para sobrevivir en este día de juicio que va más allá de la región del hombre y extiende aún a los cielos invisibles su invitación de alabar. En frase exaltada canta: “¡Aleluya! ¡Alabad a Jehová desde los cielos! ¡alabadle en las alturas! ¡alabadle, todos sus ángeles! ¡alabadle, todas sus huestes! ¡alabadle, sol y luna! ¡alabadle, todas las lucientes estrellas! ¡alabadle, oh cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos! ¡Alaben ellos el nombre de Jehová! Porque él mandó, y fueron creados; y los estableció para siempre jamás; les impuso leyes que no pueden traspasar.” (Sal. 148:1-6) Ni siquiera las fieles criaturas espirituales que habitan los cielos invisibles muy superiores al hombre están exentas de honrar a Jehová Dios. Tienen que bendecir y alabar a Dios en prueba de que apoyan su dominación universal. Las fieles criaturas espirituales hacen esto, porque al nacer Jesús ellas se aparecieron con el ángel anunciador y las observaron los pastores temerosos de Dios. “Y de improviso se juntó con el ángel gran muchedumbre del ejército celestial, que alababan a Dios y decían: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres del divino agrado.” (Luc. 2:13, 14, Bover-Cantera) Ya que Jesús ha venido desde 1914 como Rey y está sentado en su trono de poder, aquellas huestes celestiales más que nunca hacen que los corredores de la habitación de Dios resuenen con sus alabanzas.—Apo. 12:1-12.

3. ¿A quiénes en la tierra se les manda alabarlo? ¿Por qué es prudente hacerlo?

3 Sería fatalmente erróneo concluir que la necesidad de dar alabanza a Dios se limita sólo a criaturas celestiales. Ninguna criatura, en el estado más elevado o en la posición más humilde, está exenta de la obligación de honrar y glorificar a su Hacedor. Además, fué acá en la tierra que la supremacía de Dios fué desafiada originalmente, de modo que es en la vecindad de la tierra que el punto en disputa en breve se decidirá finalmente. Por cuanto el hombre es creado un poco inferior a los ángeles, es prudente en tomar su apunte de las fieles huestes. Toda la creación inanimada manifiesta la gloria de Dios, de modo que no es más que razonable que todas las criaturas vivientes, y principalmente la criatura humana inteligente, se unan con el resto de la creación, incluyendo a los ángeles, en declarar las prendas y virtudes adorables de Dios. El salmista no quiso pasar nada por alto al dar la invitación de alabar a Dios, por lo tanto vuelve su atención desde los cielos elevados a la tierra: “¡Alabad a Jehová desde la tierra, monstruos marinos, y todos los abismos; fuego y granizo, nieve y vapor; viento tempestuoso que cumple su palabra; montañas, y todos los collados; árboles frutales, y todos los cedros; bestias, y todos los ganados; lo que va arrastrándose, y ave volátil: reyes de la tierra, y todos los pueblos; príncipes, y todos los jueces de la tierra; mancebos, y también las doncellas; los ancianos con los niños; ¡alaben ellos el nombre de Jehová, porque su nombre solo es ensalzado; su gloria está sobre la tierra y el cielo!” (Sal. 148:7-13) Es prudente ahora que el hombre preste atención seria a estas palabras, porque quieren decir la vida. La razón se manifiesta por otro profeta de Dios, que escribió concerniente a estos días postreros: “Jehová tiene una contienda con las naciones: entra en juicio con toda carne: y en cuanto a los inicuos, los entregará a la espada, dice Jehová.”—Jer. 25:31-33.

4. ¿Han obedecido este mandato los gobernantes y los pueblos? ¿Qué cosa lo prueba?

4 En vista de tal amonestación saludable, con la predicción de horribles consecuencias para los que no presten atención a la invitación de alabar a Dios, esperaría uno hallar un gran coro de voces ensalzando al Altísimo, buscando su salvación. Desgraciadamente, no es así. Es patente que los “reyes de la tierra, y todos los pueblos; príncipes, y todos los jueces de la tierra; mancebos, y también las doncellas; los ancianos con los niños” no han obedecido las instrucciones del Salmo 148. Si las hubieran obedecido, no habría habido dos guerras mundiales totales en este siglo con casi toda la humanidad, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, siendo regimentada y exigida a tomar parte en el esfuerzo de la nación total contra su enemigo. No afrontaría ahora a las naciones el problema perplejo de cómo dominar el uso de la energía atómica para evitar el desastre mundial. Los militares no estarían dirigiendo el esfuerzo científico de cada nación hacia el desarrollo de instrumentos de muerte y destrucción más eficaces. El temor de una bomba de rayo cósmico con mil veces el poder de su predecesora atómica no espantaría a los gobernantes, ni lo hallarían ellos necesario designar grandes sumas de dinero para correr parejas con los demás en la carrera de armamentos mundial. No; en vez de eso, el esfuerzo total de todas las naciones y pueblos se centraría y se uniría en ensalzar al Señor Dios, cuyo reino mediante Jesucristo se dio a luz en 1914 d. de J.C. en cumplimiento de las profecías de la Biblia.

5. ¿Esto prueba que quiénes no son las “potestades superiores”? ¿Por qué?

5 De modo que a la luz del Salmo 148, las naciones han fracasado en cuanto a su deber más elevado. Más que nunca ya es patente que los gobernantes no son las “potestades superiores” “ordenadas... por Dios”, y no hay verdad en su pretensión de regir “por la gracia de Dios”. Conforme a los hechos ciertamente no rigen “para la gloria de Dios” ni como siervos o ministros administrativos de Él. (Rom. 13:1-4) Los mejores intereses de la gente no se sirven, tampoco, porque, de acuerdo con la predicción de Jesús para estos mismos días, hallamos que están “desfalleciendo los hombres de temor, y en expectativa de las cosas que han de venir sobre la tierra habitada”.—Luc. 21:26.

ELOGIOS MAL DIRIGIDOS

6. ¿Con las alabanzas de quién resuena la tierra? ¿De parte de quién?

6 Sin embargo, en las naciones de la tierra, sobre todo en la cristiandad, hay hoy en día gran pretensión de alabar a Dios. Se hallan por dondequiera imponentes edificios eclesiásticos y templos, con clérigos asalariados para dirigir la alabanza de los hombres. En vez de alabar a Dios, sin embargo, la tierra resuena con la glorificación de las criaturas. Los hombres y las mujeres que han logrado la fama en campos financieros, políticos, sociales, militares, religiosos y atléticos se mantienen constantemente ante los ojos del público y son loados por sus obras. Sin protesta de los clérigos, que de veras muchas veces se unen a ella, la gente sigue abandonando la ley de Dios. Engrandecen a los hombres prominentes y sabios de este mundo que yace bajo el inicuo, Satanás el Diablo. (1 Juan 5:19; Mat. 4:8, 9) Los resultados desdichados que siempre han venido de alabar a los hombres no retardan en nada esta adoración mal dirigida. Cada hombre se gloría en sus propias obras y en las obras de sus prójimos, mientras que el apóstol Pablo dió este consejo: “El que se gloría, gloríese en el Señor.” (1 Cor. 1:31) Se pasa por alto la prudente declaración de que Dios mismo es el que ha de ser alabado y por buena razón, también: “¡Digno eres tú, Señor nuestro y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad ellas existen, y fueron creadas!” (Apo. 4:11) Eso incluye la alabanza procedente de la criatura humana, que fué traída a la existencia para el placer de Dios.

7. ¿Qué organización mundial es idolatrizada? ¿Durarán sus alabanzas?

7 No sólo se unen los hombres para dar alabanza a individuos, sino que las naciones se han unido para establecer un gran ídolo al cual dan honra y gloria. Una organización de las Naciones Unidas, con una capital mundial, se presenta como el único remedio para las dificultades terribles que ahora acosan a los pueblos y naciones. El proverbio da este consejo al mero hombre: “No te jactes del día de mañana; porque no sabes lo que día alguno acarreará”; pero los arquitectos globales incautamente se jactan de un “mundo mejor de mañana” mediante los esfuerzos de las N.U. Predicen que dicha organización logrará grandes cosas para la humanidad que sufre, y le piden a la gente que confíe en ella y que la apoye. El clero religioso presta su apoyo moral y la considera como la manera de Dios de introducir la paz. Las N. U. han venido a ser imagen que representa el poder y los alcances del hombre y la aclaman como la salvación del mundo. Pero nunca puede estar de parte de Jehová Dios. En la decisión venidera de la controversia en cuanto a quién es digno de alabanza, Dios no permitirá que la gloria que se le debe a él vaya a tal imagen. Dice él: “Yo soy Jehová; éste es mi nombre, mi gloria no la daré a otro, ni mi alabanza a las esculturas.”—Isa. 42:8.

8. Al examinar la historia bíblica, ¿qué cosa deben de notar tales idólatras?

8 Los guías políticos y religiosos harían bien en examinar el relato de las edades pasadas para determinar si los ardides parecidos para la salvación del mundo tuvieron éxito alguno. Con provecho podrían notar lo que sucedió en los días después del diluvio del tiempo de Noé cuando los hombres trataron de edificar una ciudad superior y una torre que llegara hasta los cielos, todo en un esfuerzo para mantener al mundo junto y hacerse gran nombre. Dios se afirmó en su regla de no permitir que su alabanza y gloria fueran a otro. Confundió a los que querían ser edificadores y redujo sus esfuerzos combinados a la nada. Él no ha cambiado desde entonces hasta ahora, y no cambiará en los días futuros hasta el Armagedón en exigir que la alabanza se le dé a él. Si los hombres del siglo veinte persisten en edificar ídolos, no pueden esperar nada mejor en sus esfuerzos que lo que Dios ha decretado: “¡Avergüéncense todos los que sirven a una escultura, los que se glorían en los ídolos!” (Sal. 97:7) Con gran provecho podrían notar cómo Dios fué provocado a la ira y movido al celo debido a las esculturas a las cuales Israel daba alabanza, y cómo entregó a esa nación de la antigüedad a la completa destrucción.—Sal. 78:55-64.

9. ¿Mediante qué agencia perfeccionará Dios su alabanza? ¿Cuándo?

9 Pero los gobernantes no prefieren prestar atención al relato de la historia conservado para la instrucción de los que quieren ser verdaderamente sabios. (1 Cor. 10:11) No desanimados por fracasos anteriores proceden con sus propios ardides aparte de Dios, al mismo tiempo manteniendo la pretensión de reconocer a Dios. La situación en el mundo es como Isaías fué obligado a describirla: “Por cuanto este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honran, pero alejan de mí su corazón, y su temor de mí es solo un mandamiento de hombres, cosa que se les ha enseñado; por tanto yo volveré a obrar maravillosamente con este pueblo; cosa asombrosa y maravillosa voy a hacer; y perecerá la sabiduría de sus sabios, y la inteligencia de sus entendidos desaparecerá.” (Isa. 29:13, 14; 1 Cor. 1:19) Jehová no será servido mediante ningún gobierno político, ni mediante ninguna agencia de imágenes idólatras. Mediante el Reino Jehová se perfeccionará la alabanza, en el cielo y en la tierra, y por eso el reino es el tema predominante de la Biblia y por eso Jesús les enseñó a los cristianos a orar siempre por su venida. Ahora está revelado en gloria celestial, y pronto ejercerá jurisdicción ilimitada de este planeta terreno. De modo que en verdad ha llegado el día en que los hombres tienen que decidir si adorarán y alabarán a otras criaturas e imágenes o si buscarán a Dios y lo honrarán a él.

POR QUÉ CONOCERLO Y ALABARLO

10. ¿Qué quiere decir el que uno conozca y alabe a Jehová? ¿Por qué?

10 Siendo prácticos, ahora, ¿Por qué debe procurar conocer a Dios y adorarlo la persona honrada y sincera? ¿No resultará eso en pérdida para uno en un mundo lleno de alabadores de criaturas, de ídolos hechos por los hombres y de ardides para enriquecerse uno rápidamente si procede de una manera contraria y alaba a Dios? ¿Qué provecho saca uno? En pocas palabras, quiere decir la vida para uno, no de sesenta o setenta años, sino de años sin número. Dijo Jesús: “Y ésta es la vida eterna, que te conozcan a ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú enviaste.” (Juan 17:3; Rom. 6:23) Ninguna agencia humana puede garantizarle tanto. Cuando el Dios Todopoderoso en breve salga para expresar su justa indignación contra este mundo inicuo que adora a criaturas, sólo la persona con fe intacta vivirá porque agrada a Dios. Los hombres que ahora adoran a Dios correctamente serán ‘puestos a cubierto en el día de la ira de Jehová’. (Sof. 2:3) Por eso tiene usted que reconocer la verdad de las palabras del profeta: “Porque grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado; y él es digno de ser temido sobre todos los dioses. Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los cielos.” “Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, alabado será el nombre de Jehová.” (1 Cró. 16:25, 26; Sal. 113:3) Es preciso que se dé cuenta de que su destino eterno descansa en manos de Dios, y por eso tiene usted que procurar conseguir el favor de Dios alabando su nombre, porque “la vida está en su favor”.—Sal. 30:5.

11. ¿Por qué tiene que comenzar ahora, antes del Armagedón, la alabanza a él?

11 ¡No se equivoque! El alabar a Dios es lo que garantiza la liberación y salvación al nuevo mundo de la vida eterna. A menos que el hombre ahora alabe a Dios confesando su fe, no hay futuro duradero para él; y no hay excepciones, tampoco. “Pues que escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que a mí se doblará toda rodilla, y toda lengua ha de confesar a Dios.” “¡Mirad hacia mí y sed salvos, todos los términos de la tierra; porque yo soy Dios, y no hay otro alguno! Jurado he por mí mismo, la palabra ha salido de mi boca en justicia, y no será revocada, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua jurará lealtad.” (Rom. 14:11; Isa. 45:22, 23) El fiel apóstol Pablo, pues, tuvo apoyo bíblico cuando sostuvo que no el alabar a hombres o imágenes sino el confesar la alabanza a Dios conduce a la salvación eterna. Expresó el parecer de Dios sobre el asunto al decir: “Con el corazón se cree para alcanzar justicia, y con la boca se hace confesión para salvación.” (Rom. 10:10) Es ineludible que todos los hombres que vivan doblen la rodilla a Jehová Dios y confiesen su supremacía, y tienen que comenzar ahora. Cuando el Armagedón estalle sobre la tierra será inútil que los hombres entonces por primera vez se pongan a hacer estos actos que honran a Dios, porque el juicio de todos los hombres que vivan se habrá completado y se les habrá dado a los verdugos la señal de seguir adelante. Ningún arrepentimiento de lecho de muerte en el Armagedón será acepto. Por eso es tiempo de considerar sobriamente el asunto ahora mientras todavía hay oportunidad.

12. ¿Quién lo alaba ahora más y más? ¿De qué manera?

12 Hoy en día una “grande muchedumbre” de personas “de entre todas las naciones, y las tribus, y los pueblos, y las lenguas” ofrecen alabanza a Dios de la manera correcta; y sus filas crecen de continuo. (Apo. 7:9-17) Con los testigos de Jehová levantan la voz de entre toda nación, haciendo eco a las palabras del salmista: “¡Aleluya! ¡Alaba, oh alma mía, a Jehová! Alabaré a Jehová en toda mi vida; tañeré salmos a mi Dios mientras yo tenga ser. No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre, que no puede salvar: pues sale su espíritu, y él se torna en su tierra: en ese mismo día perecen sus pensamientos.” (Sal. 146:1-4) El espíritu irresistible de Jehová está detrás de esta actividad de cantar alabanza y nada puede detener su aumento. De una manera muy práctica, con mucho trabajo duro de marchar de puerta en puerta, visitando a la gente muchas veces con el mensaje del Reino, los testigos de Jehová y sus compañeros testifican a la gente respecto al Reino y sus bendiciones. Invitan a la gente a tomar parte en alabar a Dios, porque ahora están siendo juzgados los hombres sobre este punto en disputa de la alabanza de Dios. Una gran obra divisora es la que ahora está en progreso entre la gente por dondequiera, como lo predijo Jesús. Los que emprenden la actividad de cantar las glorias de Dios se clasifican como “ovejas” cuya herencia será bendiciones eternas. Los que se niegan a reconocer a Dios mediante la alabanza de su nombre ahora se ponen con las “cabras” cuyo fin es la destrucción eterna. (Mat. 25:32-46) ¿Dónde estará usted? ¿Podrá decir usted lo que se predijo que Jesús diría, “Yo alabaré a Jehová en gran manera con mi boca, y en medio de mucha gente le celebraré”?—Sal. 109:30.

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