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  • ¿Por qué tan costoso precio de rescate?

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  • ¿Por qué tan costoso precio de rescate?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1975
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1975
w75 1/12 págs. 717-720

¿Por qué tan costoso precio de rescate?

DURANTE el transcurso de la historia ha habido personas que han sacrificado su vida a fin de que congéneres humanos continuaran viviendo unos cuantos años más. Lo que estas personas hicieron ha sido considerado noble y digno de alabanza. Entre los que entregaron su vida estuvo uno cuya muerte efectuó mucho más que la de todos los demás combinados. Éste fue Jesucristo. Su muerte de sacrificio en un madero de ejecución colocó la base para que los hombres consigan, no solo unos cuantos años más de vida, sino vida sin fin.

Para la mayoría de las personas no ha sido fácil entender que la muerte de Jesucristo haya efectuado tanto. En otros casos, como cuando la vida de la gente está amenazada por fuego, inundaciones y cosas semejantes, la necesidad de que se entre en acción y los beneficios que resultan de ella se pueden ver fácilmente. Pero el asunto ha resultado enteramente diferente en lo que tiene que ver con que Jesús entregara su vida. Muchos han permitido que la muerte de él en sacrificio en un madero de ejecución les sea un obstáculo en cuanto a abrazar la verdad cristiana. Hace más de diecinueve siglos, el apóstol Pablo escribió: “El habla acerca del madero de tormento es necedad para los que están pereciendo, mas para nosotros los que estamos siendo salvados es el poder de Dios. . . . Predicamos a Cristo fijado en el madero, para los judíos causa de tropiezo mas para las naciones necedad.”—1 Cor. 1:18, 23.

Las palabras del apóstol Pablo indican que hay un grave peligro en considerar como “necedad” la muerte de Jesús y lo que ésta logró o en permitir que esto signifique un tropiezo para uno. Como él dice, éste es el efecto que tiene en “los que están pereciendo.” Por lo tanto, demostramos sabiduría cuando consideramos cuál es la razón exacta de que el rescate de la humanidad por Jesucristo solo pudiera efectuarse por la entrega de su vida en sacrificio.

USO DE RESCATE EN LAS ESCRITURAS HEBREAS

Un examen de la manera en que las Escrituras Hebreas usan la palabra “rescate” puede ayudarnos a este respecto. En Éxodo 21:29-31 el término “rescate” se usa por primera vez con relación a la ley que tenía que ver con un toro que acorneaba. Leemos: “Si un toro anteriormente tenía la costumbre de acornear y se le había advertido al dueño pero él no lo tenía bajo guardia, y efectivamente dio muerte a un hombre o a una mujer, el toro ha de ser lapidado y también ha de dársele muerte a su dueño. Si se le impone un rescate, entonces tiene que dar el precio de redención por su alma conforme a todo lo que se le imponga. Sea que haya acorneado a un hijo o acorneado a una hija, ha de hacérsele conforme a esta decisión judicial.”

De esta ley podemos ver que un rescate envuelve un equilibrar de asuntos. Por matar a una persona, el toro perdía en castigo la vida. Así mismo, el dueño, al haber permitido que un animal peligroso anduviera suelto, compartía responsabilidad por la muerte de la persona a quien su toro hubiera acorneado. Por eso el dueño podría tener que pagar por la vida de la persona muerta con su propia vida. Una vida, un alma humana, habría sido contrabalanceada así con otra alma humana.

Sin embargo, el dueño del toro peligroso no tenía que ser ejecutado en todos los casos. En vista de circunstancias atenuantes, se le podía imponer un rescate. Para que se le pudiera perdonar la vida, el dueño tenía que cumplir con las estipulaciones de la ley y pagar el precio de redención por su propia alma o vida.

La ley también decía: “Si fue esclavo o esclava a quien el toro acorneó, dará el precio de treinta siclos al amo de aquél o de aquélla, y el toro será lapidado.” (Éxo. 21:32) ¿Era eso realmente un equilibrar de asuntos? Sí, desde el punto de vista de la sociedad que existía entonces y de que permitía la esclavitud. Al esclavo se le consideraba propiedad privada. Como alma, era posesión de su dueño y por lo tanto tenía un valor comercial fijado legalmente... treinta siclos. Por consiguiente, el dueño del toro acorneador tenía que pagar treinta siclos para poder continuar viviendo él mismo. El amo del esclavo muerto podía comprar entonces otro esclavo por treinta siclos, reemplazando así la vida perdida del esclavo con otra vida de esclavo. De esta manera se producía una igualación de asuntos.

Con estos antecedentes y los principios envueltos, podemos apreciar mejor por qué era necesario rescatar a la raza humana y cómo Jesucristo pudo efectuar esto. Considere:

LA NECESIDAD DE UN RESCATE

Al tiempo en que Adán el primer hombre violó la ley de Dios perdió en castigo la vida humana perfecta con sus derechos y expectativas. Como hombre imperfecto, ahora solo podía procrear prole imperfecta, hombres y mujeres que no podrían alcanzar las normas perfectas del Creador. Toda la prole de Adán llegó a estar así en condición moribunda desde su nacimiento en adelante. En virtud de ser criaturas humanas pecaminosas, estaban bajo la condenación de la muerte. Como lo expresa la Biblia: “El delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación.”—Rom. 5:18, Biblia de Jerusalén.

De modo que la posición de la humanidad en conjunto es comparable a la del dueño israelita de un toro peligroso que acorneaba a un hombre y le daba muerte. ¿Por qué? Porque como aquel israelita, están bajo condenación. A menos que el caso del israelita fuese juzgado como uno que podría manejarse mediante el pago de un rescate, nada podía protegerlo de que el castigo pleno de la ley —la muerte— se ejecutara en él. De modo similar, en el caso de la humanidad, no pudiera haber ninguna liberación de la condenación de la muerte sin un rescate que satisficiera la norma perfecta de justicia de Dios.

Como se desprende claramente de la ley mosaica, tal rescate para la humanidad tiene que resultar en que se establezca un equilibrio —en la balanza de la justicia— con lo que se perdió en castigo. Adán perdió la vida humana perfecta. Por consiguiente, el precio de rescate para la raza humana tendría que ser una vida humana perfecta. Solo una vida humana perfecta podría equilibrar la balanza de la justicia perfecta. Ninguno de los descendientes de Adán podía suministrar tan precioso precio para sí mismo ni para nadie más. Lo incapacitada que estaba la humanidad para hacer esto se describe bien en la Biblia: “Ninguno de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él; (y el precio de redención del alma de ellos es tan precioso que ha cesado hasta tiempo indefinido) para que todavía viva para siempre y no vea el hoyo.”—Sal. 49:7-9.

CÓMO DIOS SUMINISTRÓ EL RESCATE QUE SE NECESITABA

En armonía con ello, la raza humana condenada estaba en la posición desvalida de una persona que no podía pagar el requerido precio de redención. No había ninguna esperanza de jamás escapar de la muerte. Sin embargo, en su ilimitada misericordia Jehová Dios hizo arreglos para que se pagara este precioso precio. ¿Cómo? Por medio de su espíritu santo, Dios transfirió la vida de su Hijo unigénito a la matriz de una virgen judía llamada María. Esto hizo posible que Su Hijo, Jesús, naciera “santo,” sin pecado. El ángel Gabriel explicó esto a María, diciendo: “Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso también lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios.”—Luc. 1:35.

Como el perfecto Hijo de Dios, Jesús podía entregar su vida humana perfecta en sacrificio, suministrando así el valioso precio que se necesitaba para rescatar a la raza humana. Jesucristo voluntariamente intervino y aceptó el castigo destinado para nosotros. Llamando atención a esto, el apóstol Pedro escribió: “Él mismo cargó con nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero, para que acabásemos con los pecados y viviésemos a la justicia. Y ‘por sus heridas ustedes fueron sanados.’” (1 Ped. 2:24) Al así “dar su alma en rescate en cambio por muchos,” Jesucristo compró la raza humana.—Mat. 20:28.

Después de su muerte, resurrección a la vida de espíritu y ascensión al cielo, Jesucristo presentó el mérito de su precioso sacrificio a Jehová Dios. Su Padre aceptó aquel precio como algo que contrabalanceaba lo que el primer hombre Adán le había hecho perder en castigo a la entera raza humana.

Ahora que el costoso precio para el rescate de la raza humana se ha pagado, hay una base para que seamos protegidos de la condenación de la muerte. Tal como el israelita cuyo toro peligroso mataba a un hombre tenía que aceptar el precio de redención sobre el cual decidían los jueces, podemos sacar ganancia del rescate de Cristo únicamente si aceptamos los beneficios que resultan de ese rescate según las estipulaciones de Dios.

BENEFICIOS

Con el precioso precio de rescate como base, Jehová Dios puede declarar justas a las criaturas humanas que satisfacen sus requisitos y, por engendramiento con espíritu, adoptarlas como hijos suyos, con la mira de que sean coherederos con Jesucristo en el reino celestial. En cuanto a esto, el apóstol Pablo escribió: “Dios hace que todas sus obras cooperen juntas para el bien de los que aman a Dios, los que son llamados según su propósito; porque a los que dio su primer reconocimiento también los predeterminó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él fuese el primogénito entre muchos hermanos. Además, los que él predeterminó son los que él también llamó; y los que él llamó son los que él también declaró ser justos. Finalmente los que él declaró justos son los que él también glorificó. . . . ¿Quién presentará acusación contra los escogidos de Dios? Dios es El que los declara justos. ¿Quién es el que condenará? Cristo Jesús es el que murió, sí, más bien el que fue levantado de entre los muertos, que está a la diestra de Dios, que también aboga por nosotros.”—Rom. 8:28-34.

Además de los que reciben el “primer reconocimiento,” es decir, los que reciben una llamada celestial como coherederos de Cristo, muchos otros de la humanidad, entre ellos miles de millones de personas que ahora están muertas, necesitan que los beneficios del rescate se apliquen a favor de ellos. Por esta misma razón, Jehová Dios se ha propuesto que su Hijo junto con los que son llamados a ser “hermanos” de Jesús sirvan de reyes y sacerdotes celestiales por mil años. De esto, Revelación 20:6 nos dice: “Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre éstos no tiene autoridad la muerte segunda, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años.” Como los sacerdotes del Israel de la antigüedad que ofrecían sacrificios para expiar pecados, estos reyes-sacerdotes estarán aplicando los beneficios expiatorios del sacrificio de Jesús. ¿Para con quiénes?

Junto con Jesucristo, ayudarán a criaturas humanas de la Tierra, incluso a los que sean levantados de entre los muertos, a vencer sus debilidades e imperfecciones, y finalmente estar delante de Dios como criaturas humanas perfectas que estén libres de toda condenación. Entonces al escoger la soberanía de Dios pueden llegar a ser miembros de la familia de Dios. Basándose en lo que se le reveló en una visión, el apóstol Juan describió los medios puros de traer vida y curación a la humanidad diciendo que eran como un río claro como el cristal con árboles productores de fruto a lo largo de sus orillas. Leemos: “Me mostró un río de agua de vida, claro como cristal, que sale del trono de Dios y del Cordero. En medio de su plaza [de la ciudad], y a ambos lados del río hay árboles de vida, que dan doce cosechas, produciendo su fruto cada mes; y las hojas de los árboles sirven para sanidad de las naciones.” (Apo. Rev. 22:1, 2; Sagrada Biblia [Straubinger]) En armonía con eso, para que uno sea sanado completamente del pecado y sus efectos se requerirá responder obedientemente a Jesucristo y sus reyes-sacerdotes. Solo entonces estará una persona participando plenamente de las provisiones de Jehová Dios para la vida.

Gracias se den a Dios por la misericordia ilimitada que ha desplegado al suministrar el precio de rescate que se necesita para contrabalancear lo que se perdió para nosotros por medio del pecado de Adán. Solo la vida preciosa del hombre perfecto Jesús podía satisfacer los requisitos de la justicia perfecta. Que lo que Jehová Dios ha hecho para la humanidad nos mueva a querer estar a la altura de sus requisitos para que los beneficios expiatorios del sacrificio de su Hijo sean aplicados a nuestro favor, con vida eterna en mira.

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