Ponderando las noticias
Los obispos contra las armas nucleares
Los obispos católicos romanos de los Estados Unidos disienten de la política militar actual de los Estados Unidos respecto a las armas nucleares. En una carta pastoral de 150 páginas, que llevaba el título de “El reto de la paz: La promesa de Dios y nuestra respuesta”, los obispos, en proporción de 239 contra 8, condenaron todo tipo de guerra nuclear y pidieron el alto inmediato a nuevos sistemas de armamentos nucleares. Católicos sinceros han visto en esto un súbito cambio de dirección. En el pasado, el gobierno estadounidense podía contar con que los obispos católicos bendijeran la participación de ese país en la guerra. Esto se ejemplificó durante el conflicto de Vietnam por las palabras del ahora difunto cardenal Spellman: “Mi patria, sea que tenga la razón o no. Mi patria”.
Pero ahora algo ha cambiado. La revista U.S.News & World Report cita al cardenal Bernardin de Chicago, presidente del comité que redactó la carta, y señala que éste dijo que cualquier “ataque directamente intencional sobre centros civiles está calificado como asesinato en la teología moral católica. No está justificado, ni siquiera como represalias por un ataque contra nuestras ciudades, y no se admiten excepciones a ese principio”. El arzobispo Quinn, de San Francisco, ex presidente del consejo de los obispos, fue un paso más allá. Declaró que los católicos en el servicio militar deberían negarse a obedecer cualquier orden de hacer estallar una bomba nuclear, aunque esa orden viniera del presidente, según el informe de U.S.News & World Report.
Como se ve, parece que los obispos han señalado la dirección moral respecto a cómo deben responder a la cuestión de las armas nucleares los 50.000.000 de católicos estadounidenses. Esta carta pastoral, aunque no tiene poder obligatorio, de todos modos impone un dilema de conciencia a los católicos estadounidenses en el servicio militar, en puestos públicos y en la industria de la defensa. No obstante, lo que la carta recomienda todavía no concuerda con el principio que se declara en Isaías 2:4, que pide que ‘se forjen las espadas en arados y no se aprenda más la guerra’... que ya no se aprenda ninguna clase de guerra.
Grave sequía en África
Jesucristo predijo que “habrá escaseces de alimento [...] en un lugar tras otro” como parte de la señal compuesta que marcaría “la conclusión del sistema de cosas” (Mateo 24:3, 7). El continente africano suministra una prueba de esto. Quince estados africanos han sufrido recientemente de severa escasez de alimento debido a la sequía, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Según informes, Suazilandia ha sufrido su peor sequía en 30 años, la República Sudafricana y Mozambique la peor en 50 años, y Zimbabwe alega que ha tenido la peor de este siglo, con el resultado de que ha perdido 50 por 100 de su cosecha de maíz y, según cálculos, millón y medio de cabezas de ganado. Al comienzo de la temporada seca se designó zonas de desastre a muchas regiones. El futuro de estas zonas parece sombrío desde el punto de vista humano, pero la Biblia muestra que pronto el reino de Cristo asegurará “abundancia de grano en la tierra”. (Salmo 72:16.)
“Depón la cólera”
“Depón la cólera y deja la furia; no te muestres acalorado solo para hacer mal”, aconseja la Biblia (Salmo 37:8). Por años la sabiduría popular humana no concordó con ese consejo. “Expresa todo tu sentir”, era el lema. “Es saludable dejar salir la ira”, aconsejaban muchos sicoterapeutas. Pero ahora la investigación científica está dando énfasis al valor de controlar el enojo. Por ejemplo, la sicóloga social Carol Tavris declara en su nuevo libro Anger: The Misunderstood Emotion (El enojo: La emoción mal entendida): “La expresión del enojo hace que uno se enoje más aún, solidifica una actitud de enojo, y establece un hábito de hostilidad”. Por eso da este consejo: “Si usted guarda silencio en cuanto a irritaciones temporales y se distrae con actividad agradable hasta que le pase la furia, lo más probable es que se sienta mejor, y más rápidamente, que si se desenfrenara y gritara en ruidosa riña”.
El Centro Médico de la Universidad de Duke, después de un estudio de siete años, llegó a la conclusión de que los que se enojan con mayor rapidez que otros quizás mueran antes que los que no lo hacen. La hostilidad excesiva está tan enlazada con el daño al corazón como lo están el fumar y la alta presión sanguínea, según sugieren sus estudios. Por lo tanto, puesto que las estadísticas muestran poca prueba de que la cólera ardiente y en explosión sea saludable, ¿no sería mejor prestar atención a lo que dice Proverbios 14:29: “El hombre lento para enojarse está lleno de inteligencia, y el impaciente demuestra locura”? (La Nueva Biblia—Latinoamérica.)